26 de septiembre de 2011

Descubriéndonos... CAPítulo 13

DISCLAIMER
Los personajes pertenecen a S. Meyer y la historia es de mi autoría.


Este capítulo tiene una canción recomendada que es en la que milagrosamente me inspiré… “DÉJAME UN BESO de CHIKI SALSA O SALSA KIDS” =D

“Déjame un beso… Para la espera”

          “Déjame un beso que me dure hasta el lunes, un beso grande, un beso inmenso”

Mientras mi mano se iba deslizando hacia su centro, su epicentro de calor y femineidad, podía sentir como mis labios devoraban su boca una vez más con la intención de distraerla y a la vez de reclamarla, de hacerle perder el sentido así como ella lograba hacérmelo perder a mí.
Su tersa carne del muslo interno se tensó notoriamente cuando mis dedos inquisidores se acercaban cada vez más a su ardiente ingle.
Bella tensó las piernas y clavó las manos en mis hombros hincándome las uñas y haciéndome querer sisear de dolor. No podía. No quería. No si eso significaba soltar su boca y dejar la calidez y magia de ella.
No quería pensar que, como ella misma dijo, ambos teníamos cosas que hacer en la semana. Planes, rutinas, es decir, poco casi nulo tiempo para otra de estas “sesiones”, quizás dentro de tres o cuatro días, pero eso obviamente no sería lo suficientemente rápido para mí.
QUERÍA MÁS. QUERÍA MÁS DE ELLA. CON ELLA.
 Creo que nunca había sentido las cosas, los sentimientos que se podían transmitir con un solo beso. Amor, dolor, anhelo, deseo, comprensión, apoyo, dudas, confusión, rudeza, lujuria, calor frialdad, cariño, ternura.
Eran tantas las emociones que ella suscitaba en mí, que en consecuencia el beso que le estaba dando variaba tanto de tiempo y formas que me sorprendía, gratamente, el hecho de que Bella fuera seriamente capaz de seguirme el ritmo sin siquiera detenerme a cuestionarme nada. Confianza.

                     “…Déjame un beso que dure hasta el lunes,
                                                un beso grande, un beso inmenso,
                                           que me sostenga que sea mi alimento.
                                      Ay, déjame un beso que me dure hasta el lunes
                                                         para no morir de celos,
                                                        para esperar tu regreso…”

Eso era lo que ella era para mí. Mi alimento. Ella alimento de mi alma, de mi ser, de mi vida. Mi vida era hueca, oscura y fría sin ella.
Mi mano por fin tocó la gloria de su destino.
Los rizos castaños rojizos estaban internamente húmedos por sus fluidos yacientes, claros reflejos del deseo que sentía.
Mi lengua estaba ahora ya más tranquila, permitiéndole a sus sentidos avocarse concretamente en lo que sucedía en su parte más secreta. Dejándole degustar cada una de las sensaciones que nacían de su piel ante el roce de mi tacto. Masajeé con la palma abierta todo su triángulo para luego hundir con lentitud extrema mi dedo medio en su raja, obteniendo como recompensa un grato siseo de su parte.
Ella demandó mi boca con fiereza así que yo dejé mis dedos quietos por unos segundos. Luego introduje con la misma exasperante lentitud el dedo índice dirigiéndolo directamente a aquél mágico botón que la haría explotar de placer, y rozando en el camino sus sedosos y calientes labios internos.
Para este entonces su beso era claramente sexual y sin siquiera saber ella que lo era.
Comencé a marcar con mis dedos un ritmo pausado y lento en círculos sobre su palpitante y muy mojado botón que contrastaba enormemente con la lujuria y pasión desmedida que transmitíamos en el beso.
                                             “…Déjame un beso que me dure hasta el lunes
                                                          para llenar el silencio
                                                       que dejas cuando te vas,
                                             porque contigo se que van mis sueños.

                                                     que arranque todo el dolor
                                             que se apodera de mi hasta el lunes…”

No quería dejar de besarla nunca. Tenía tanto que demostrarle aun con ellos, tanto que transmitirle silenciosamente. Las palabras podían dar miedo, podían asustar, los besos no. Las palabras podían herir, los besos no. Las palabras podrían hacerme perderlas y los besos, los besos sólo la unían más y más a mí.
                    
“…Déjame un beso que me dure hasta el lunes
                                                            para llenar el silencio
                                                         que dejas cuando te vas
                                            porque contigo se que van mis sueños.

                                                      Que arranque todo el dolor
                                                que se apodera de mi hasta el lunes…”

Introduje fácilmente un dedo en su interior, disfrutando enormemente de sentirla arquearse hacia mí. Y ahí, en ese momento, en medio de ese glorioso momento, tuve mi epifanía.
Bella me amaba.
Sí, me amaba.
Me amaba como amigo, como hermano, como confidente, como niño, como idiota. Ella me amaba. Amaba mi persona en cada faceta que había visto de mí. De mi vida.
Pero en problema radicaba en que no como hombre.
Y eso era por el simple hecho de que yo nunca me había mostrado como verdadero hombre ante ella. Entonces en eso debería de enfocarme de ahora en más. Porque sabía, con una seguridad que me asombraba, que Bella me amaría como yo a ella en cuanto como uno. Como un hombre para ella. Como “su” hombre.
Así como yo hasta algún momento tuve una venda en los ojos viéndola sin verla. Ella estaba igual ahora conmigo. Yo sólo la vi realmente cuando vi a la mujer en ella, no a la niña, amiga, confidente, compinche, hermana, NIÑA, que me había acompañado en cada momento de mi vida. No, la mujer. Yo vi por unos breves momentos a la mujer, la mujer que sería en un futuro no muy lejano, alegre, realizada… Acompañada.
Y eso es lo que yo necesitaba que Bella viera en mí. El hombre que podría ser. El hombre que seré. El hombre para ella, por ella, con ella, DE ella.
-¿Ed?- susurró mirándome con los ojos nublados de placer y sacándome de mi nube de revelación.
-Lo siento pequeña- dije besando su nariz y comenzando otra vez con el ritmo pausado antes adquirido de mis dedos en ella- menos mal que sólo habían sido unos cuantos segundos, pensé mientras demandaba su boca otra vez.
Mientras mis dedos seguían su danza noté que las manos de Bella se deslizaban por mi torso hasta llegar a la cinturilla de mis pantalones.
Ya a esta altura habíamos cortado el beso para mirarnos a los ojos.
Dejé a Bella investigar haciendo tripas corazón y aguantándome las ganas de gritar y putear ¡Sentía que iba a acabar nada más sentir sus dedos en mi acalorada piel! Sin embargo, me aguanté. Ella… quería investigar… Y yo sería su conejillo de indias. Tragué saliva.
Esperaba no terminar disecado por mi propio calor ¡Mierda!
Sus dedos fueron tanteando explorativamente el terreno en el que se hallaban y yo me encontré cerrando y apretando los puños contra las sábanas de forma violenta. No sé si perdí el sentido o qué, pero creo que fueron unos cuantos minutos después cuando sentí al fin a sus finas yemas rozando suavemente mi virilidad. No pude hacer nada para evitar el respingo que me azotó el cuerpo entero. Con una seguridad de la que no la creí capaz, me miró a los ojos mientras tomaba ahora firmemente mi duro –DURO- miembro en su mano.
-Ssss- siseé o gemí, no lo sé.
 La cabeza me daba vueltas ante tal magnitud de placer. Dios. Estaba perdido. O la paraba y lloraba su pérdida o me limitaba a pasar la peor vergüenza de mi vida viniéndome en su mano ¡Y para colmo antes que ella!
-Bella, para- ella pretó aún más, moviendo arriba y abajo sin descanso ni trgua ¡Joder! Menos mal que no sabía- ¡Para maldita sea!
-NO.
-Beeeellaaaa- me quejé retorciéndome sobre la ya desordenada cama.
Sí, no me importaba nada, estaba aguantando como loco y ya estaba en el punto de que quería llorar.
-Por favor Bella, para… Vy a…
-Lo sé… Dios Ed… Me encanta verte así, tan ido… Tranquilo, vente… Vente para mí Ed, quiero verte venir…
¡MIEEEERDAAA!
Ella quería matarme, de verdad lo quería, ella era y sería mi jodida perdición, juro que lo era.
En ningún momento entre los que habló dejó de mover su mano. Incluso de vez en cuando entre frases, me daba algún que otro pequeño y corto beso en el pecho o estómago.
-De verdad Ed, hazlo, quiero verte- me dijo al oído. Yo gruñí en respuesta temblando de tanto contenerme- ¿Te gusta? Enséñame ¿Te gusta esto, o prefieres, no sé más duro, más suave? Dime…
-Bella, Be- lla, de en serio… Debes parar, dame sólo un segundo para que me ponga un condón al menos- dije de un tirón porque ya no podía ni siquiera pensar bien.
-¿Para qué?- dijo sin dejar de mover la puta manito. Pude ver al monstruo en mi cabeza encogido y agarrándose las pelotas por el dolor. Ja, tú lo quisiste pené. Mierda. Estoy loco.
-Por… que… porque así… No… Mano… En tú… Así yo…- me besó.
¡Puta madre! ¡Y me besa justo ahora!
-Vente Ed, vente…- susurró sobre mis labios antes de ahogarme con su lengua en mi sorprendida boca.
-Beeeeellaaaaa- grité sin poder contenerme al acabar de manera explosiva. Dios que vergüenza. Ni que fuera niñato puberto.
Después de lo que pareció una eternidad y con la respiración aún agitada pude lentamente ir abriendo los ojos y mirarla.
Ella estaba viendo mi pene ya ahora semi flácido aún en su mano y viendo también como su mano estaba bañada de esa espesa, casi gelatinosa, blanquecina y pegajosa muestra de semen.
Esperé a ver su cara de asco… Pero nunca llegó.
-¿Bella? Déjame y te paso unos pañuelos- dije rápidamente.
Quizás ella no supiera que hacer, pensé.
Ella no se molestó en contestar, pero cuando hice ademán de moverme ella apretó más fuerte, impidiéndome moverme y reteniéndome donde estaba.
-¿Bella?- pregunté.
Ella me ignoró. Lentamente me soltó y se miró la mano. Se la acercó a la cara y yo estaba tan tieso que pensé que se me quebraría algo.
Primero se olió. Olió la mano aún sucia pero no hizo ni mueca ni nada y luego… Luego casi me infarto.
Ella llevó la punta de un dedo húmedo a su boca… y lo chupó. Al principio frunció el ceño, pero luego volvió a chupar y yo gemí ahogadamente ante semejante visión. Mierda, mierda, mieeeeerdaaaaa.
Cerré los ojos con fuerza.
-Mmm… No está mal… Siempre pensé que sería algo horrible… Es raro pero… No… feo- dijo ella degustando. Volví a gemir y entonces ella preguntó- Ed ¿Qué te pasa? ¿Te duele algo?- Gemí otra vez ¿Qué no lo sabe? ¿Acaso no se da cuenta?- OH- dijo después.
A miré.
Ella estaba viendo hacia mi entrepierna donde mi miembro, ya duro otra vez, latía palpitante de necesidad después de aquella erótica visión.
-Bella… Sólo… Arrggg… Ve a lavarte- dije respirando con pesadez.
-Pero…
-Ve- repetí ahora bastante más fuerte.
Ella se levantó y fue al baño mientras que yo aprovechaba para tomar unos cuantos pañuelos descartables de la mesa de noche y me limpiaba también los restos que pudieran quedar. Oh, no, pero esto no se quedaría así, mierda que no. Ahora iba a ver, pequeña desconsiderada. Y yo que no quería abrumarla ¡JA!
Al fin salió y vino directamente a mi lado. No fui nada suave. En cuanto estuvo a mi alcance tomé su mano y la tiré sobre mí saqueando su boca de manera voraz. Ella se sorprendió, lo sentí, pero no me negó nada. Rodé con ella para que quedara a mi lado izquierdo aun medio aprisionada por mi cuerpo mientras que, ya sin miramientos, llevé directamente mi mano a su coño.
Ella dio un respingo, pero no me detuvo. Con devoción y ansias introduje mi pulgar apoyado sobre su clítoris, no apretando o rozando, sino sólo ligeramente apoyado.
-Aaaahh- gimió ella. Y yo bebí aquel glorioso sonido con mi propia boca.
Comencé a mover el dedo, lento al principio, disfrutando enormemente de ver como ella se arqueaba. En varias oportunidades quiso agarrar mi miembro, pero con algunas contorsiones de mi parte logré esquivarla hábilmente. Pequeña zorra, esta vez no me iba a distraer.
Ella ya a esta altura se encontraba tremendamente empapada por lo que no me fue nada difícil introducir mi dedo medio. Ella boqueó y se arqueó. BIEN. Ahora venía lo difícil.
Sabía que había un punto en cada mujer que las volvía literalmente locas, sin embargo, nunca me he tomado el tiempo ni he tenido las ganas de investigar más allá. Por lo que esta sería mi primera vez, y esperaba, rogaba enormemente por hacerlo bien.
Con un poco de incertidumbre comencé a buscar su tan preciado punto G.
Bella mientras tanto gemía, ronroneaba y boqueaba.
Arriba, nop. A la izquierda, mmm, nop. Al fondo, auch, nop. Cerca de la entrada, izquierda no, centro no, arriba a la derecha… BINGO!! El espasmo y brinco que dio Bella ante mi ligero toque fue señal suficiente para saber que sin duda había dado con él.
-Ay… Ed, eso… Yo… Aaahh…- decía ella de manera incoherente.
Por fin, luego de unos cuantos minutos de mantenerla así en vilo, decidí que ya había tenido suficiente de torturarla, así que incrementé el ritmo siempre rozando con mis yemas esa delicada y pequeña protuberancia sensible que le proporcionaría aquel ENORME placer. En cada entrada de mis dedos, las yemas se me curvaban justo hacia aquel punto. Minutos después tuve como recompensa la visión más hermosa, erótica y fascinante que hubiera visto jamás –y que vería jamás, de eso estaba completamente seguro, pensé para mí.
Bella se arqueó, contorsionó y gimió con fuerza en mis brazos cuando llegó de forma atroz a la cúspide máxima de placer otorgándome a mí el placer de observarla en ese primer momento tan sublime y mientras yo para extenderlo todo lo más posible, seguía atormentándola con más de mis estímulos. Mi pulgar aún estaba firme sobre su punto y mi otra mano aún seguía acariciando su seno de manera incansable. Lo único que había soltado era su boca para poder ver completamente su demostración pasional y escuchar como la mejor sinfonía sus pequeños gritos y gemidos de tan delirante placer. Me embebí en la imagen de mi nombre salir de sus labios y su cuerpo gritar y clamar por la magia de mis caricias. Fue SUBLIME.
Despacio quité mi mano de ella, de su interior y sonreí al notar como ella fruncía levemente el ceño. Tenía el cuerpo tan desmadejado, tan obnubilado por todo lo acaecido que ni siquiera notó que la tomé en brazos y la recosté bien en la cama. Me acurruqué contra ella y nos tapé, aún era muy temprano por lo que ¿Qué mejor manera de pasar el tiempo que acurrucado junto a mi Bella, sintiendo el cálido calor de su piel contra la mía?
Bien esto no había sido un paso ¡Fueron como diez!
Pero este imborrable e impagable recuerdo sería mi recurso para sobrevivir los días, las horas, los minutos que debería de estar sin poder volver a tocarla… Sin poder volver a sentirla… A sentirla completa y absolutamente MÍA.    
                                                        “  … Fin de semana sin ti
Siempre q llega
Te vas
Siempre q llega te vas..

Fin de semana sin ti
Comienza mi soledad
Comienza mi soledad...
                                                                 Para quererte
Para soñarte
Para calmar este tormento
Déjame un beso grande un beso inmenso...
Para quererte
Para soñarte
Para calmar este tormento
Déjame un beso q sea mi alimento...
Para quererte
Para soñarte
Para calmar este tormento
Déjame un beso grande un beso inmenso...

Déjame un beso q me dure hasta el lunes
Para llenar el silencio
q dejas cuando te vas

Porque contigo se van mis sueños

Déjame un beso q me dure hasta el lunes
Que hará q  todo el dolor
Que se apodera de mí..

Hasta el lunes..

Para quererte
Para soñarte
Para calmar este tormento
Déjame un beso grande
Déjame un beso inmenso
Para quererte
Para soñarte
Para calmar este tormento
Déjamelo todo
Déjame amor
Déjame la vida
Déjame calor

Para quererte
Para soñarte
Para calmar este tormento

Ay no me digas q te tengo q olvidar

Hasta el lunes....

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