28 de octubre de 2011
El problema de mi sexóloga... Cap 9
**NOTA IMPORTANTE: ESTA HISTORIA TENDRÁ UN ALTO CONTENIDO SEXUAL, ASÍ QUE SI ERES MENOR O
NO TE GUSTA LO FUERTE ¡¡NO LEAS!! (Sólo apto para gente con mentalidad
abierta).*
--------------------------Este
fic tendrá MENNAGE hetero- bi y homosexual.---------------------------------
E.POV.:
-¿Dra?-
susurré tras su tiesa y esbelta espalda mientras con mis manos la giraba
fácilmente hacia mí.
Noté
la sorpresa en sus facciones.
Sabía que esto no era correcto, ella ya
me lo había aclarado… “Todo lo que pasó
no DEBIÓ de haber sucedido…”. Sí,
tenía razón. Lo sabía. Mi cerebro lo sabía. Pero mi cuerpo… Mi cuerpo clamaba
insistente por sentirla cerca y tibia otra vez junto a mí, sobre, debajo, al
lado, como fuera.
Ella era adictiva.
Sus besos suaves y furiosos eran a la
vez dulces y cálidos como néctar de ambrosía. Sus toques delicados y salvajes
eran como tatuajes en mi piel. Permanentes.
Pareció tan consternada que ni siquiera
se resistió cuando la acoplé a mi cuerpo como un perfecto ensamblaje de
cóncavos y convexos en una unión perfecta.
Quise besarla en ese preciso instante.
Devorarla nuevamente. Pero conteniéndome una vez más opté por darle tan solo un
leve beso, apenas un roce, suave, gentil. Un tranquilizante a las diversas
emociones que sabía que había sucinto en ella. Y así lo hice.
La tomé del mentón y la besé comenzando
con un ligero y tenue roce y luego apretándolos para que irradiaran calidez
mutua. Esta vez fui plenamente consciente de dónde y con quien me encontraba.
Era ella. No debía buscar a nadie más. Era ella y lo sabía. Mi búsqueda terminó
antes de apenas poder comenzar. Pero tenía que pensar rápidamente en cómo hacer
para que siguiera “viéndome”.
Corté con mis pensamientos cuando noté
la urgencia que comenzaban a revelar sus labios. Estaba plenamente excitada,
podía sentirlo, podía olerlo; Y ese delicioso aroma me embriagaba hasta lo más
hondo. Me hacía anhelar el poseerla allí mismo. Pero no. Debía ir paso a paso.
Me separé, dejando tan sólo un leve,
casi efímero contacto entre nuestras frentes.
-Bella…- susurré y ella automáticamente
se tensó otra vez- Shhh… Tranquila… Yo sólo… Quisiera… Quisiera pedirte que no
me prives de verte… Por favor.
Se separó por completo y me miró
sorprendida durante unos cuantos segundos.
-¿Qué quieres decir?
Piensa Edward, piensa.
Quiero decir… No sé lo que quiero decir…
Sólo sé que no quiero otro doctor. Y que… Quisiera continuar esto también…-
dije esperando. No sabía cómo carajos se iba a tomar mis palabras ya que eran
vagas y abiertas a demasiadas diferentes interpretaciones.
-¿Estás hablando de que te deje
“practicar” conmigo tus “clases”?- preguntó.
¡¿Cómo rayos llegó a esa tan humillante
conclusión?! ¿Pensaría que la quería usar? ¿Qué era una especie de puta para
mí? Necesitaba sacarla con urgencia de su error pero no me dejó ya que ella
habló primera.
-¿Me está sugiriendo que sea una especie
de amante para aprender del sexo femenino?
- No, yo no… No pretendí ofenderla, ni
mucho menos que se sintiera como una vulgar prostituta sino…
-Alto- dijo y yo callé al instante-. Las
prostitutas no son vulgares. No todas y a menos de que ellas mismas se permitan
serlo. Quizás le suene irrisorio, pero yo en particular respeto a esas mujeres
que pueden entregar su cuerpo a pesar de que no les agrade su acompañante- dijo
muy seria y ya que yo no supe que decir ante esto, ella siguió-. De todas
formas creo que lo que usted quiere no es eso ¿Me equivoco?- ¿Lo hacía? Sí. Yo
la quería de pareja.
-Lo cierto es que no había pensado en
que le sonaría así. No quisiera que piense que la quiero usar sin más.
-Si le soy honesta, debo de decirle que
no creo que usted necesite ningún tipo de instrucción en el tema señor Cullen,
yo…
-Edward.
-¿Cómo dice?
-Digo que me llamo Edward, no me gusta
que me diga a cada rato “Señor Cullen”.
-Sí bueno, Edward… De verdad que creo
que no le hace falta nada más.
-Y ahí es donde te equivocas. Quisiera
saber cada cosa, cada recurso que lograra volver loca de placer a una mujer. Te
lo dije. Pero lo técnico no funcionará sin aplicación, y la aplicación sin
compañía. Tú misma lo has dicho.
Noté como se mordía el labio
nerviosamente. Esta idea la tentaba. Contra toda lógica a ella le fascinaba y
tentaba tenerme como “alumno”. Pero también vi de pronto a la razón y la lógica
hacer mella en ella por lo que me apresuré a volver a convencerla.
-Somos adultos. Si prefieres que sea
fuera de la consulta, así lo haremos.
Ella me miró y yo aguanté estoicamente su
escrutinio. Luego así como si nada hubiera pasado, se giró y comenzó a guardar
sus cosas personales y a apagar todo.
-Vamos. Ya debo cerrar todo. Además te
están esperando- dijo.
Y ahí recordé. Carajo. No sabía cuánto
había pasado ya desde que le hablé a Jake pero estaba más que seguro que ya
estaba por cumplirse la hora. Sólo esperaba que no volviese a llamar justamente
ahora. Asentí y caminé junto a ella hacia el elevador.
Su silencio me inquietaba ¿Aceptaría?
¿Me diría que no volviese a verla o a molestarla? ¿Esperaría a llegar a algún
lugar con gente para insultarme y poder huir de mí?
Rápidamente bajamos y fuimos camino a
nuestros autos. Antes de separarnos me tomó del brazo y me dijo:
-Todavía no lo sé. No sé qué quiero
hacer. Si quieres te llamaré a tu número para avisarte antes del viernes-
asentí contento pero frustrado por la tan larga espera.
-Si para el viernes no tengo noticias
tuyas vendré aquí antes de las siete- declaré.
Ella asintió.
-Dame tu número- le dije y ella negó.
-No. Yo tengo tu número personal en la
ficha si quiero avisarte lo haré.
Rayos. Suspiré y gruñí a la vez.
-¿Podríamos quedar antes entonces? No
creo aguantar tanto el suspenso- ella enarcó una ceja divertida. Maldición.
-¿Te parece el miércoles?- asentí-
Entonces el miércoles será. Miércoles a las siete aquí. Tengo paciente a las
seis así que no subas, de aquí iríamos a otro lugar, no quiero que me vean con
un paciente por lo que no bajes del auto ni nada por el estilo.
-Pareciera que ya lo has hecho antes-
dije un tanto molesto de que en verdad fuese así. No me gustó. Ellas ería mía.
Nuestra.
-¿Y?- dijo secamente- No, no lo he hecho
pero si así fuera no sería para nada relevante. Si te contesto con una negativa
no quiero que aparezcas más ¿Está claro?- asentí. Wow, vaya que tiene
carácter-Bien recalcó. No pueden verme contigo en ningún lado- de pronto vi
cómo palideció asustada.
-¿Qué sucede? ¿Qué ocurre?
-¿Eh? No, no ¿Sabes qué? Mejor ven el
miércoles a las 6:30 como siempre y lo discutimos en el consultorio. No llames.
-De… Acuerdo- dije un tanto sorprendido
por tanto reparo y por su repentino cambio- Por favor- dije luego-. Aunque no
consientas nada entre nosotros, considera el seguir atendiéndome
profesionalmente.
-Pero…
-No. Quiero verte…
-Lo pensaré ¿De acuerdo? Sólo eso, no
prometo nada- dijo un tanto renuente-. Debo irme- me acerqué y ella
instintivamente se alejó por lo que asentí, me despedí diciendo un escueto y
simple “adiós” y me giré hacia mi auto.
Para cuando llegué a mi casa eran las
8:49 y hasta ese momento no dejé de pensar en ella. No hablé mucho y Jake por
suerte tampoco. Tardé mucho rato en dormirme. Pensé en todo lo ocurrido.
La sangre me hervía al recordar su
sabor, la textura de su piel, su respiración excitada como un eco de la mía, su
mirada lujuriosa, su decencia, su orgullo, todo. Y pese a todo había algo que
me molestaba. Ese miedo puro que se reflejó en sus ojos al decir que no podían
vernos juntos, o sea, puede incomodarle pero ¿Miedo?
De pronto se me ocurrió algo ¿Ella
tendría pareja? ¿Novio? ¿Marido? Quizás de ahí el miedo ¿No? No. Casada no
estaba al menos, no tenía anillo. Entonces quizás sí un novio ¿Por eso dudaba?
¿Querría serle fiel?
Me dormí pensando en ello.
En el trabajo fue más de lo mismo, con
la diferencia de que me costaba muchísimo centrarme en él. Pensé que lo mejor
sería no decir nada a Jake todavía, al menos no hasta saber si ella en verdad
podría ser enteramente nuestra o no. No quería ilusionarme en vano aunque no
pudiera evitar desearlo. Me obligué a pensar en que si ella no quisiera esto
tendría que intentar conocer a alguien más, aunque en este preciso momento no
podía ni imaginármelo siquiera. Me sentí extrañamente incómodo de tan solo
pensarlo.
Sin duda sería una espera muy larga
hasta mañana a la noche.
J.POV.:
No había pasado ni un día ¡Ni un puto
día! Y yo ya estaba que estaba trepando por las paredes por verla.
Después de que ella se fue ayer yo ya no
pude concentrarme en nada más. Pensé en una y mil cosas.
Que yo no tenía por qué empezar nada.
Que yo no podía serle infiel a Ed en
ningún sentido (aunque él fuera quien quisiera a alguien más con nosotros).
Que él no esperaba que yo buscara o
encontrara a alguien, ya que fui yo quien le dejó esa tarea enteramente a él.
Que si ella… Que si ella no nos aceptara
a ambos.
¿Podría con ello? ¿Se escandalizaría?
¿Nos querría? Y lo peor ¿Si yo me decidía por ella a ir a por ella y Ed no la
quería? No. En eso estaba seguro de que a Ed como mínimo le interesaría. Ella
era… única. Era seria, tímida, salvaje, divertida, sensible, hermosa,
interesante. Carajo. Me gustaba. De verdad que me gustaba ya.
Pero… ¿Correría el riesgo que implicaba?
Suspiré.
Sí, lo haría.
Las ganas imperiosas que tenía de verla…
de besarla, de hacerla mía… Todo eso tomó la decisión definitiva por mí.
Y así estaba ahora, completamente
ansioso… Y preocupado también. No había olvidado que había un loco tras ella.
La preocupación la tenía conmigo desde que había oído el miedo reflejado en su
voz al contarme todo. Noté- un poco tarde quizás- que ayer había estado tan
distraído con ella que apenas si conversé con Ed. En realidad ninguno de los
dos había hecho el menor esfuerzo por entablar una charla. Y ahora que lo veo
en retrospectiva, él también estaba muy distraído.
Tenía la ficha con su número del móvil
en mi mano desde hacía ya bastante rato. No sabía qué hacer, si llamarla y
sacarme las ganas o esperar un poco más para no quedar tan ansioso y pendejo.
Era temprano y lo más seguro es que ella estaría ya en medio de una consulta
por lo que decidí esperar un poco… Al menos hasta el mediodía- eran las 10.
A desgano me puse a revisar distintos
casos. Hice unas cuantas llamadas, arreglé una cita con un juez y otra con el
fiscal de distrito. Pedí un informe general de los grupos y vi satisfecho que
todos los casos iban bien. Mañana estaría ocupado prácticamente todo el día, ya
que desde el mediodía tenía que ir a comprobar un jurado para el caso de Jenks
que era bastante difícil, por lo que quería dejar adelantado lo más que pudiera
hoy.
Mi celular sonó y yo atendí sin mirar.
-Hola, Black al habla.
-Hola ¿Estás ocupado? Soy Bella.
Casi me caigo de la silla de la
impresión.
-Hola ¿Cómo estás?
-Bien, bien, gracias. Te llamaba porque
quería avisarte que ya me puse en contacto con el detective Whitlock y quedé en
llevarle lo que tengo para que lo mande a analizar y a contarle los detalles
del caso en persona esta misma tarde- dijo un tanto nerviosa.
-De acuerdo- dije cauto.
-Bien, eso era todo, te avisaré si sé o
si ocurre algo más ¿De acuerdo? Nos vemos.
Y colgó.
¡Colgó! Automáticamente la llamé.
-¿Diga?
-Creo que deberías de darme al menos
unos segundos para ver si quería responder algo ¿No?- pregunté medio cabreado.
-Oh, lo siento. Es sólo que como vi que
no hablabas, bueno, pensé que estabas ocupado o algo- dijo-. Además… Es medio
incómodo después de lo de ayer ¿No crees?- preguntó confusa.
-No.
-Dime ¿Piensas derivar el caso a algún
colega?
-¡¿Qué?! ¡No! Aunque… ¿Quisieras que lo haga?
-No. Pero pensé que quizás tú lo
quisieras así para que no se mezclen las cosas, noi que fueran incómodas entre
nosotros. Lo cierto es que , pese a lo de ayer no sé nada de ti y…
-Bella- le interrumpí.
-¿Sí?
-¿Quisieras ir a cenar conmigo hoy?
Digamos a las siete.
-Pero…
-¿Sí o no?- pregunté impaciente aunque
con demasiados nervios por su más que posible negativa.
La oí suspirar.
-De acuerdo- dijo después de unos
eternos instantes.
Arreglamos que cualquier cambio de
horario me mandaría un texto, pero sino simplemente nos encontraríamos en la
puerta de mi edificio a las siete.
Joder estaba extasiado.
Aunque…
Mi ánimo duró relativamente poco, ya que
al rato de cortar con ella mi teléfono volvió a sonar. Era Ed. Mierda.
Me sentí horrible cuando volvía a meter
la excusa del trabajo para hoy, pero de verdad que no se me ocurrió nada más.
Por suerte él sabía de antemano que yo quería adelantar hoy el trabajo de
mañana por lo del jurado, pero de todas formas no me gustó ni pizca. Se sintió
muy raro ocultarle algo. Fue entonces cuando tomé otra decisión. Hoy trataría
por todos los medios de encontrar cualquier cosa capaz de auto convencerme de
que ella no era tan “especial”, de que Bella era otra simple mujer más. Tampoco
que fuera a creer que ella fuera así tan “especial”, como ya dije, así como
así. No. Decidí no pensar más en el tema hasta encontrarme con ella y
concentrarme todo el resto del día en el trabajo que aún me quedaba por hacer.
Las 6:38. Eso marcaba el reloj cuando
atendí el celular.
-Hola Bella.
-Hola. Estoy en la puerta ¿Sales o
entro?
-Salgo enseguida- dije y colgué.
Rápidamente recogí todo y lo acomodé en
mis ficheros. Apagué el ordenador y revisé de cerrar correctamente todo- no
quería más sorpresas-. Corrí hacia el elevador como un adolescente ante su
primera cita y reí solo al pensar en ello.
-Hola- me dijo en cuanto me vio salir.
¡Mierda! ¡Wow! ¡Mierda!
Si ayer había pensado que estaba
endiabladamente sexy con la blusita semi transparente y la mini que dejaba a la
vista sus gloriosas piernas, definitivamente eso no era nada comparado con lo
de hoy.
Abajo llevaba una minifalda negra como
de cuerina o cuero- yo no sé de telas- y unas botas largas hasta la rodilla
también negras con un taco muy fino que hacían lucir, una vez más,
maravillosamente toda la longitud de sus hermosas extremidades. Arriba llevaba
una camisa estilo sarong blanca con bordados de plata y abotonada a un lado con
grandes botones plateados a juego. Su pelo recogido en un moño flojo con unos
palillos típicos del estilo oriental que parecían pequeñas antenitas cuando uno
la veía de frente y unos aretes en forma de gota bastante grandes y bonitos.
Siempre me había gustado ser bastante
detallista y observador, pero por lo general los detalles de una persona
tendían a decepcionarme bastante rápido.
Bella en cambio era la tercera vez que
me sorprendía. Gratamente debo añadir.
-Estas preciosa- dije sin poder o querer
contenerme en el halago.
-Gracias. Pasé por casa unos minutos a
cambiarme. Me alegro de que te guste- contestó sonriente separándose de la
puerta del auto donde estaba apoyada.
-¿Vamos?
-Vamos ¿Tú auto o el mío?- pregunté. No
había forma en que la dejara ir por separado.
-El tuyo.
-Por aquí “madmouiselle”- dije colocando
mi mano en su espalda baja y conduciéndola hacia donde tenía aparcado el coche.
Una vez sentados dentro y con el motor
en marcha le pregunté:
-¿Quieres ir a algún lugar en
particular?- negó – Muy bien entonces yo decido.
-¿Y a dónde iremos?
-Sorpresa.
Ella hizo una mueca como disconforme con
la respuesta y yo sólo me reí al verla.
-No me gustan las sorpresas- susurró
medio enojada.
-prometo hacer que esta sí te agrade.
Ella sólo me miró y asintió.
Todo lo que pudiera planear y pensar de
antemano de ella se desvaneció nada más verla.
Hechizado, así me tenía. Así me sentía.
Era como si ya no fuera la gravedad lo
que me atara a la tierra, sino ella.
Incluso la fuerza que Ed ejercía sobre
mí no se comparaba con la de Bella. Me rendí a la obviedad. Era ella. Era
Bella. Lo sabía, lo sentía con cada fibra microscópica de mi ser. Ahora… Ahora
era sólo cuestión de aferrarla a mí. Para que no se soltara, para que no me
dejara, para que no quisiera soltarme en cuanto se enterara de todo. De él.
Y rogar, rogar para que Edward la
aceptase como nuestro par. Como nuestra mujer.
Quién lo diría- pensé-. Yo, Jacob Black,
quien siempre he pensado lo mismo de todas las mujeres desde aquello, por fin,
por fin había encontrado a su ideal. Mi ideal. Nuestra ideal.
Estacioné, abrí la puerta para correr a
abrirle la suya y dije:
-Es aquí.
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