3 de octubre de 2011

El problema de la sexóloga cap 14


Disclaimer: Como siempre, los personajes son de S. M., yo sólo juego con ellos.

**NOTA IMPORTANTE: ESTA HISTORIA TENDRÁ UN ALTO CONTENIDO SEXUAL, ASÍ QUE SI ERES MENOR O NO TE GUSTA LO FUERTE ¡¡NO LEAS!! (Sólo apto para gente con mentalidad abierta).*
--------------------------Este fic tendrá MENNAGE hetero- bi y homosexual.---------------------------

 “Mi karma, su condena”

BPOV.:

Creo que está demás decir que salí pitando de allí tan rápido como me dieron las piernas. Subí al auto y huí. Sí, huí como la cobarde que reconozco que soy. Pero… El problema para mí era que no estaba muy segura ya de que huía exactamente.
¿De ellos?

Porque si por separado me habían comenzado a hacerme cuestionar y a hacerme dudar, juntos… Juntos, tenía la certeza de que lo harían. Juntos comenzarían a convencerme de cualquier cosa. Si ellos querían que creyera que el día era la noche y la noche el día, yo ya estaba segura  de que se los creería. Y no sólo porque sus argumentos, sus palabras, todo ello me invitaba a creerles, no. Era algo mucho mayor, mucho más peligroso para mí que sólo eso, y esto era el hecho de que yo QUERÍA creerles.
Quería creer en el mundo color de rosas que me querían pintar. Quería… No… Necesitaba creer… Sí, necesitaba creer que todo estaría bien para mí, que yo también podría tener algo “normal” y “duradero” como cualquier mujer normal con seños de familia.
Entonces… No. No huía de ellos.
¿De quién huía entonces? ¿Huía de mí? Sí, huía de mí. Huía de lo que ellos representaban para mí. Sueños, esperanzas, y anhelos. Todo aquello que tan arduamente me había encargado de sepultar en lo más hondo de mí durante demasiado tiempo como para dejarlos salir así de fácil a la superficie.
Sí, definitivamente huía de mí.
Y es que… ¿Cómo no hacerlo? Ok. Si fuera una mujer soltera y normal, Dios, habría saltado sobre ellos ¡Literalmente! ¡Pero no! Digo… Hummm, ni siquiera sé lo que quiero decir.
Conduje y conduje por lo que parecía una eternidad. Debía de agradecer mi “buena suerte” de haber llenado el tanque de gasolina hoy temprano en la mañana, ya que sino me hubiera quedado varada en cualquier lugar de seguro.
Di vueltas y vueltas, y más vueltas, sin llegar a ningún puto lugar. Y es que ¿De qué mierda iba? ¿A dónde quería ir? No es como si tuviera dónde ir además de mi casa ¿No? Ni siquiera podía ir a una jodida plaza con eso de que, por si fuera poco, tenía a un loco pervertido acosándome.
Habré conducido, no sé, unos cincuenta minutos antes de rendirme y dirigirme a mi casa de una buena vez. Este debe de haber sido uno de los días más largos de mi muy jodida vida.
Llegué. Salí. Subí. Abrí. Entré. Cerré. Trabé. Caminé.
Eso fue todo lo que hice  desde que estacioné frente a mi departamento. Decidí darme una ducha rápida ya que me roía el cerebro el hecho de seguir teniendo un poco del olor de Edward y otro poco de olor a sexo encima de mí. O peor, sexo CON Edward.
En fin, como sea. Cuando salí pude llegar a sentirme un poco más relajada. No mucho pero a esta altura ya algo es algo.
Me tiré encima de mi cama y pensé y pensé y pensé… Y pensé.
Pensé tanto en todo que comenzó a dolerme la cabeza otra vez ¡Todo esto era de locos!
O sea, que un tipo se interesara en una y se empaque un tiempo en una relación contigo es una cosa ¡Pero tener a dos dioses particulares en pareja detrás de ti dispuestos a cumplir las fantasías más ocultas de cualquier mujer era otra BIEN distinta!
Ojo, no me quejo, o bueno, sí lo hago, pero no es por lo que se podría llegar a creer.
Para mí el estar en una relación seria era algo imposible y eso lo había aceptado desde hacía ya demasiado tiempo. Exactamente desde el termino brusco con mi novio Félix a mis casi dieciocho años.
Él siempre había sido muy “fogoso”, pero con el tiempo noté que sus ansias, ganas y disposición bajaban mientras que las mías sólo crecían y crecían. Fue ahí que hablé con mi ginecóloga y que me explicó lo que me ocurría. Fue ahí también, cuando con la inocencia propia de la edad decidí contárselo a él. Craso error.
Él sólo me trató de puta barata y se dedicó a ridiculizarme frente a todos sus amigos, mientras que yo, muerta de vergüenza, no hacía absolutamente nada para defenderme.
Todo terminó el día en el que me llevó a una fiesta en la que eme emborrachó para que sus amigos pudieran “divertirse” conmigo. No funcionó.
Yo estaba muy mal y al parecer uno de los tantos chicos de la fiesta lo notó y se ofreció a llevarme antes aprovechando el momento en el que Félix se había esfumado, antes de que me llevara a su grupo- que por lo que supe después estaban esperando con ganas en el medio del bosque-, pero en fin, la cosa es que Seth fue quien me llevó a casa y no sé cómo o por qué pero me lo terminé montando en el auto casi en frente de mi casa. Sé que Seth no dijo nada porque él estaba medio enamorado de mí, pero igual alguien nos vio y le fue con el rumor a Félix, quién a su vez se encargó de esparcirlo  en cuanto lado pudo. Cosa nada difícil en aquel pueblo diminuto. También montó en cólera por lo mismo y obviamente terminamos.
Seth se convirtió en un buen soporte, pero… Nunca, nunca permití que fuera algo más… Nunca permití que se ilusionara conmigo.
Y así fue como, ni bien terminé el odiado instituto me mudé a San Francisco para ir a la universidad.
Aquí pude empezar de cero pero así y todo siempre fui la rara que no quería nada formal. Desde ahí siempre fui la chica de paso. Al principio reconozco que sí me molestó, que sí me afectó, pero enseguida entendí que a la vez era lo mejor.
Yo de verdad no confiaba en mi misma para el control de la situación y no iba a lastimar a una persona por mi estupidez. Fue un proceso lento de auto aceptación pero a la vez muy liberador y esclarecedor. Comencé a dejar de sentir culpa y odio por cómo era, y a gustarme y a respetarme más.  No sé en que momento me quedè dormida, pero a la mañana siguiente desperté un poco más despejada y con la mente apenas más esclarecida.
Bueno, no es como si hubiera mucho que aclarar de todas formas.
Como todas los días, me di una ducha rápida, me cambié -esta vez si puse atención a la ropa- y salí hacia mi coche. Era temprano, pero teniendo en cuenta que debìa dejar el recado en lo del detective, tenía el tiempo justo para llegar al trabajo.
Como dije, me fui a lo del detective Withlock y le dejé la bolsa con el ramo y la tarjeta de ayer para que lo mandara a analizar o a lo que fuera que le fuera mandar a hacer.
Pasé para comprarme un rico cappuccino y me fui hacia al consultorio para mi primera cita de la mañana. Hoy sería un día... ¿Raro? ¿Movido? ¿Singular? Sí, seguramente de todo un poco.

EPOV.:

Todo estaba mal.
Lo de ayer había resultado ser un completo desastre.
Después de que Bella se marchó, nosotros... ¡Mierda! Nos costó horrores confesarnos al otro.
Ambos teníamos culpas por actuar por separado, por tenernos secretos, aunque fueran mìnimos- o eso pensásemos nosotros en ese momento-, Éramos hombres sí, pero nos habíamos comportado como unos pendejos.
Tan sólo esperaba que el costo no fuera tan alto como para no verla más. Porque si en algo estábamos cien por ciento de acuerdo era en que ella era la indicada.
Confieso que sentí celos al saber que Jake había estado con ella. Sobre todo porque fue antes que yo, pero no fue por "celos" exactamente, fue más bien el dolor de saberme traicionado en cierto sentido. Sin embargo no pude hacer o cuestionar demasiado dado que yo me encontraba en la misma calidad de condiciones.
Ante lo que no pude ocultar mi sorpresa fue el hecho de que Jake no sólo se haya fijado en una mujer, sino que además se jugara el todo por el todo al actuar por ella. Ella era especial tan sólo por el hecho de haber logrado tal cosa.
Así que aquí estaba.
Camino a mi trabajo, atado de pies y manos.
Esperando.
Odiaba esperar. Yo era de actuar.
Suspiré.
Sí, pero en este momento tú no puedes hacer absolutamente nada- me dije-. Todo está ahora en manos de Jake.
Ayer había estado tan... Confiado, exageradamente confiado.
Cuando supe que ella ya habìa estado con Jacob y que, asì y todo luego conmigo, no sé, sentí que si ella nos había acepatado por separado, lo más probable era que nos aceptara a ambos.
Nunca hube estado más equivocado en toda mi vida.
Jamás conté con la fuerte aversión de ella a algo serio y duradero.
Jamás conté con la tan baja, casi inexistente, autoestima de ella.
Jamás conté con los miedos tan arraigados que tenía, provenientes de su "problema".
Sí, reconozco que en cuanto lo dijo ambos nos quedamos mudos, pero obviamente no fue por juzgarla ni mucho menos, nosotros no éramos quienes para ello. Fue el hecho de sentir en cada palabra que salía de sus labios aquel palpitante dolor que quería reflejar. Eso nos impactó.
Que ella pensara que no podía confiar en sí misma para ser feliz no sería algo para nada fácil y rápido de cambiar.
Ahora sólo esperaba que Jake pudiera obtener una oprtunidad, por que lo cierto es que eso era lo único que nos quedaba. Ella ya me había dicho que yo ya no me apareciera por ahí, pero Jake, con todo el asunto del detective y el caso tendría la oportunidad de hablar con ella.
El caso, volví a suspirar, o quizás bufé, no lo sé.
Eso me estaba desquiciando.
Como si los problemas que teníamos fueran pocos encima de ellos hay un loco obsesionado amenazàndola, siguiéndola... Acechándola ¡Maldita sea! Esa era otra cosa en la cual no podía actuar.
Nunca me había sentido tan... Inútil ante algo. Y menos aún para algo tan importante.
Voy a ser completamente sincero. Me daba soberanamente por las pelotas tener que dejarle el control de toda la puta situación, el poco, casi inexistente control a él. Y, no me malentiendan, no es porque no confiara en él o porque no lo creyera capaz de hacerlo, de convencerla, de tentarla. No. Era por el simple y troglodita hecho de que quería ser yo quien hiciera algo.
Me preguntaba si estaría mal "caer" sorpresivamente en el momento en el que Bella pasara a ver a Jake ¿Muy obvio no? Sí, puede... Ok, ok seguro que lo era. Además primero tendría que saber si él logró hacer que ella fuera a hablar con él una vez más cara a cara y en su despacho.
Mieeerdaaa- bufé enojado.
Sin lugar a dudas hoy sería un día demasiado jodido para mí. Y eso que apenas si comenzaba- quise gemir cuando pensé en este pequeño detalle y de paso veía extenderse ante mí el dedificio de trabajo dandome la bienvenida al comienzo de la jornada laboral. No pude evitarlo... Gemí.

JPOV.:

¿Nervios? ¿Qué son esos? ¿Serán acaso los que me hacen temblar la mano al tener que marcar para llamarla?  Noooooo, no lo creo ¡Ja!
Mierda. Me cagaba de miedo el saber que la única oportunidad que teníamos recaía en mí ¡Justo en mí! Yo no era por decirlo suavemente el mejor conversador con las mujeres ¡Mucho menos para pedirles que no me aleje cuando siempre había rogado por lo contrario! Pero... Esto era completamente diferente. Esto DE VERDAD era importante para nosotros.
Era importante para mí.
Después de todo era la primera mujer a la que le permitía acercarseme tanto después de toda la mierda que había tenido con las de su sexo.
Logré como todo un triunfo, contenerme hasta las 12:16. Era la hora del almuerzo y lo más seguro es que no tendría excusa para no atenderme- que triste me parecía tener que basarme en eso.
Tomando unas cuantas bocanadas de aire profundo, junté el coraje suficiente para decidirme a llamarla. Mierda ya estaba sudando. CLICK.
-Creí haber dicho que yo llamaría por si había novedades- escuché decir al otro lado de la línea a una voz fría, glacial.
-Sí, lo sé- dije tras una gran inspiración-. Te llamaba por dos cosas en realidad.
-Te escucho- bien pensé sarcásticamente, al menos todavía te trata de tú.
-De acuerdo. La primera es que creo que aún deberíamos de hablar unas cuantas cosas respecto a lo sucedido ayer.
-No. Yo ya dije todo lo que tenía que tenía que decir y escuché todo lo que podía permitirme escuchar. Por favor, por respeto, no ahondemos más en el tema.
-Lo siento, de verdad lo siento Bella, pero insisto en que debemos de hablar, te guste o no, lo quieras o no. Puedo esperarte fuera del consultorio, en el estacionamiento o en la puerta de su casa... Pero no voy a desistir de hablar contigo- dije tajante y con voz dura escuchando después un tembloroso suspiro.
-De acuerdo- dijo tras un completo y agonizante minuto de de silencio.
-Bien. Y lo segundo, es que una vez que nuestro tema quede aclarado en todos los aspectos hablaremos seriamente del futuro proceder del caso ¿Estás de acuerdo con ello?
-Jacob, accederé a hablar o mejor dicho a escuchar lo que tengas que decir porque sé que insistirán cada uno a su manera si no les dejo hacerlo. Pero... Pero no quiero que creas o te confies, ni mucho menos te ilusiones porque no voy a cambiar de parecer.
-Eso lo veremos luego Bella. Por el momento te agradeceré el que hayas accedido tan fácilmente.
-Acceso por el simple hecho de que estoy harta de sentirme observada y perseguida por un desconocido y porque no quisiera sumarle a eso un nuevo tipo de acoso, además que no quiero que el loco que esté detr´s de mí los vea a ninguno de los dos rondandome ya que no sé como podría reaccionar, o si inclusive quisiera llegar a hacerles daño. Yo no quiero tener eso sobre mi conciencia Jacob- me interrumpió hablándome secamente. Dolió.
Tomé un respiro y logré encontrar mi voz para responder.
-Por lo que sea... Te lo agradezco... ¿Dónde quieres que nos veamos?
-Pues, no lo sé- dijo con todo lo molesto.
-Mmm... ¿Quieres que sea allí? ¿En tu consultorio? ¿O en tu casa? Podría ser en mi despacho o en mi casa pero creo que te sentirás más cómoda rodeada de tu propio entorno- dije un tanto temeroso, esperanzado, dudoso, entre un montón de cosas más.
-Sí, ahora que lo dices sí. Muy bien. Entonces te esperaré en mi consultorio a las seis treinta ¿Te parece?
-Sí, no hay problema, me queda perfecto...- quise preguntar si Ed podría ir ya que yo no quería afrontar solo todo esto, pero a la vez me paralizaba el hecho de que entonces ella se retractase ¿Qué hacía entonces?
-De acuerdo... ¿Jacob?
-¿Sí?- pregunté intrigado ante el tono de la duda de su voz.
-Este... Bueo... Quería saber si Edward vendrá también- soltó de gope. Yo no supe que demonios contestar. Mierda ¿Acaso no estaba recién con miedo de preguntarlo yo? ¿Qué mierdas me pasa?
-Emmm... Bueno- suspiré y decidí ser enteramente sincero- Lo cierto es que creo que sería bueno para los tres... Pero si no quieres no voy a poner objeciones. Voy a respetar cualquier desición que tomes Bella. Ambos lo haremos- agregué luego.
-Me alegra oírlo. Creo...- la oí respirar hondo-... Creo que podrían venir ambos... Pero deberán comprometerse a ser enteramente honestos conmigo, entre ustedes y consigo mismos.
-Sabrás si lo somos o no al vernos, créeme en eso al menos, y además esto es demasiado importante como para comenzar mintiéndote u ocultándote cosas. No esta vez Bella. Ninguno- dije como para recordarle que ella tampoco nos había dicho a ninguno de su "problema" antes.
-Ninguno- concordó con voz monocorde. Sin emoción.
El resto de la tarde paso en medio de una cuenta borrosa.
Luego de cortar con ella, y tras serenarme para volver a ser una persna capaz y responsable, y no aquel adolescente dudoso y hormonal en el que me convertìa con todo lo referente a ella, tuve que llamar a Ed para hablarle de la charla y de lo que nos aguardaba.
Basta decir que ahora el adolescente dudooso y hormonal era él ¡Qué suerte que me había concentradoo en serenarme antes de llamarle! Vagamente me encontré preguntándome entonces porque Bella era quien tenía este efecto en nosotros.
Tras hablar habíamos quedado en que él vendría a mi despacho alrededor de las cinco cuando todos los demás comenzaran a irse.
Suspiré.
Y las cinco llegaron taaaaaan rápido, pensé.
Antes de lo que hubiera pensado, Ed estaba tocando y cruzando la puerta de mi oficina con los nervios palpables y visibles en cada poro de su piel. El ceño fruncido, las manos engarfiadas, la boca tensa, los pasos rígidos.
-Hola- dijo acrecándose a depositar un ligero beso en los labios.
-Hola. Creo que será mejor que te relajes o nos vas a poner nerviosos a ambos Ed- le contesté yo viendo como hacía una extraña mueca.
-Lo sé. Pero al parecer nopuedo controlarme, he estado así desde la llamada ¡Estás seguro de que quiere que vaya?- preguntó mostrando claramente su ansiedad- ¿Y si la cago como ayer Jake? ¡Dos! Estoy demasiado nervioso- agregó luego casi con un lamento.
Lo entendí.
Él para variar, se echó enteramente la culpa de lo que había sucedido ayer.Aarrgg. Eddie el martir, no era algo muy lindo de ver o escuchar. Resoplé y me miró feo previendo lo que iba a decirle.
-Ed, si vas a estar así esmejor que no vayas. Ya lo sabes. No puedes echarte la culpa de lo de ayer, todos la tuvimos en parte y hasta ella sabe eso- me miró con ojos grandes ante esto-, sí, lo hace- recalqué-. Ven aquí- le llamé para que se acercara más, ya que antes ahbía comenzado a caminar por delante de mi escritorio como si fuera un gato enjaulado.
Al instante vino delante mío.
Moví la silla en la que estaba para dejarlo a él bien delante de mí, justo entre mi cuerpo y- aún sentado- y el escritorio. Le tomé las caderas mientras lo miraba a los ojos, entendiéndonos sin palabras. Arqueè una ceja... Y él asintió respirandohondo a la expectativa de lo que se vendría.
Lentamente con un roce casi efímero, llevé mi mano derecha desde su cadera hacia su cinturón. lo aflojé. lo quité. Abrí el botón de sus pantalones que ya mostraban el apriete de su deseo, y luego muy despacio, bajé su cremallera.
Esta vez se lo haría lento, relajado. Un calmante eficiente a su ansiedad. Teníamos tiempo. Y estaba seguro de que aprovecharía cada segundo de él.
En un movimiento rápido y fluido bajé sus pantalones junto con los boxers hasta la altura de sus bien formadas rodillas. Liberándolo.
Me relamí de anticipación al ver lo que su hermoso y erecto miembro  provocaba en mí.
Con la mano izquierda tomé la base, apretándole ligeramente para causar aún más presión, mientras enroscaba dos de mis gruesos dedos al final como tope para mi. Él era MUY grande, y por más que le hiciera una garganta profunda no podía llegar hasta más de allí sin lastimarme o quedar en rídiculo haciendo asquerosas arcadas. Una vez listo, y tras una nueva respiración profunda que inundó mis fosas nasales del aroma de su sexo, acerqué la boca  a la punta y lamí la pequeña gota de líquido transaparente que había surgido allí. Él gruñó. Comencé a lamérselo como si fuera una paleta por todos lados, pero por sobre todo en la punta, donde sabía el punto justo para volverlo loco.
Una vez que conseguí que su respiración fuera más superflua y errática pasé a lo siguiente.
Después de lengüetear como un puto torbellino todo su, ahora rojizo e hinchado glande, sin un mísero aviso o seña por mi parte me lo metí de lleno en la boca hasta que lo sentí tocar mi campanilla y dejándoloallí quieto por unos cuantos segundos, atormentándolo.
-¡Aahhh!- gritó él agarrándose de míy tirándo de mi corto pelo negro.
Rápidamente lo saqué haciendo un sonoro "plop" al soltarlo con presión, lengüetié su glande un par de veces y luego me lo tragué entero otra vez logrando hacerlo sisear en respuesta. Comencé a mover mi cabeza de una manera lenta, rítmica y tortuosa, hasta que lo sentí en completa tensión.
La presión que ejercía en mi cabeza me decía que quería, que necesiitaba acabar, por lo que para darle un mayor placer y sin hacerle caso a él, moví mi mano derecha a mi boca para ensalibarla y luego hacia su trasero en busca de su ansiosa entrada. Él se tensó, expectante. Al  principio sólo lo sondeé con la yema de mi dedo índice, buscando relajarlo ya que por la clásica tensión, aquel agujero terminaba estando completamente fruncido. Al notarlo, él ayudo intentando relajarse- cosa nada fácil ya que yo no dejaba de chuparlo o lengüetearlo, pero debía de darle crédito por tratar.
Tras una muy honda respiración, los músculos se distendieron.
No le di opción ya que en ese mismo segundo metí mi dedo índice hasta el segundo nudillo y lo dejé allí, quieto, mientras que mi boca mojaba una y otra vez su dulce pene hasta dejarlo completamente brillante. Como siempre, en este punto Ed se ponía todo salvaje, por lo que previendo esto, metí mi dedo más profundo en él y comencé a moverlo desde atrás sin mover el dedo de su sitio. Él captó al instante, y luego de dar una boqueada de aire, comenzó a moverse desde atrás hacia adelante en un suave vaivén. Saliendo y entrando a una húmeda y distendida boca y saliendo y entrando de mi dedo en su estrecho y hermoso culo. Yo sabía lo bien que esto se sentía, era putamente genial.
Ed comenzó a moverse adquiriendo cada vez mayor velocidad y yo me concentré en relajar mi boca y garganta para abracar lo más posible de él, permitiéndole que se dejase llevar sin tener que preocuparse de mí.
Funcionó. Ed se volvió loco de placer y aumentó aún más el ritmo. Cuando sentí que se impulsaba con fuerza y que ya le faltaba poco para llegar, mi dedo medio se unió a la conquista.
-¡Aaahhh!- gritó, en parte sorpresa, en parte dolor, en parte placer.
Se quedó quieto unos segundos, o al menos esa fue su intención, ya que yo, aún con su pene en la boca, comencé a mover los dedos. Poco a poco y con varios siseos de su parte, él volvió a moverse por su cuenta hasta dquirir la misma velocidad que había estado llevando antes.
Yo chupaba y lamía sin descanso sin importarme nada más ya que me calentaba sobremanera verlo así.
Unos cuantos bombeos, lengüetazos y chupadas después él gruñó y tiró otra vez de mi cabello avisándome de que iba a acabar y dejándome la pequeña y ligera opción de soltarlo. No lo hice y él gimió en respuesta. Dos estocadas después con su punta palpitante tocando el fondo de mi garganta de forma que parecía casi imposible, Ed se vino en mí y yo me entregué a la tarea de tragar todo de él, gustoso con la sensación de hacerlo gelatina entre mis brazos.
-Te amo- le escuché susurrar seguido de un leve gemido al sentir retirar mis dedos de él.
-Yo igual Ed. Te amo- susurré enterrando mi cara en su musculoso abdomen.
Después de unos diez minutos, ya ambos compuestos y calmos miramos la hora.
Eran las seis.
-Es hora de irnos- dijo él. Yo sólo asentí.
Tomé mis cosas y lo seguí fuera.
Ahora, a enfrentar nuestro destino.
Y a luchar por lo que queremos.


   








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