28 de octubre de 2011
Descubriéndonos... capítulo 12
-¡Levántate dormilón!-
escuché decir cerca de mi oído.
Como acción refleja apreté
el brazo en el que previamente había estado el cálido y hermoso cuerpo de mi
Bella… Ahora no había nada.
Fruncí el ceño y aún con
los ojos cerrados busqué a tientas con la mano la calidez que al parecer se me
había escapado. Escuché una risa. “Risa de Bella”- me dijo mi adormilado
cerebro- “Beeeeellaaa”
-Beeeeellaaa- murmuré con
la boca contra la almohada.
-¡Vamos! Levántate que ya
es tarde- dijo ella.
-¿Para qué?- aún no me
rendía a abrir los ojos.
De pronto un brillo cegador
me hizo apretar los párpados y cubrir mi cara con la colcha. Bella había
abierto las putas cortinas. Maldita ¡Era domingo por el amor de Dios! ¿Qué
mierda importa la hora un domingo?
Me quejé audiblemente por
debajo de las mantas… Hasta que sentí como me las quitaban de golpe.
¡Diablos! ¡Eso sí que
no!...
-¡La reputísima madre
Bella! ¿Qué rayos pasa contigo?- grité sentándome de golpe- recordando la
humedad y el frío- híper cabreado y fulminándola con la mirada. Ella se quedó
sura mirándome shoqueada.
-Pe… Perdón…Yo… Lo olvidé…
Yo- dijo entrecortadamente y en un sonido muy bajo.
Para mi total desconcierto,
se le llenaron los ojos de lágrimas y se fue corriendo hacia el baño para
encerrarse.
¿Bella? ¡Lágrimas? Mierda.
Eso rara vez pasaba.
Suspiré y bufé a la vez. Me
levanté y apoyé en la puerta sin siquiera saber o tener idea de qué decir. Eran
tan raras las ocasiones en que Bella lloraba que me desconcertaba y casi
siempre trataba un rato en encontrar las palabras justas para que dejase de
hacerlo y que me diera una sonrisa... En realidad esta vez sí sabía que decir,
pero… Oh, qué rayos.
-Lo lamento Bells. Lo
siento de veras. No quise gritarte así... No, tacha eso, sí quise gritarte…
Pero no tenía por qué hacerlo ni mucho menos tratarte a sí. Sólo… Digamos que
no fue la mejor manera de despertarme, un domingo… O cualquier día en realidad.
Ya sabes… La broma… Em…
Unos segundos después
escuché como la puerta del baño se abría y veía como Bella quedaba ante mí
apoyada del otro lado en el marco de la puerta.
Sus ojitos lucían tristes y
apagados. Estaban rojos e hinchados. Mierda había llorado. La había hecho
llorar.
-Lo siento Ed…
-Sshhh, soy yo quién lo
siente pequeña. Y ahora dime ¿Qué… Rayos… Puedes querer hace tanto a las –miré
el reloj- … ¡8:30! De un domingo?
¡MIERDA! ¿8:30? Más le vale
que sea bueno, me dije.
Ella me miró con una cara
compungida y luego se mordió el labio como siempre que estaba nerviosa.
-Yo…
Relajé totalmente mi expresión
para que ella pudiera hablarme tranquilamente.
-Yo... Yo quería…-respiró
hondo y se removió inquietamente ¡Vaya! Sí que la había puesto nerviosa- Bueno,
yo quería aprovechar a estar toda la mañana contigo porque… Bueno ni bien
termine el almuerzo yo debo irme y estuve pensando y me di cuenta de que en la
semana no creo que nos veamos mucho, tengo varios exámenes y debo aplicar bien,
ya sabes…
Suspiré. Ay, Bella…
-Ven aquí pequeña- dije
tendiéndole la mano.
Ella la agarró desde su
lado en el marco y yo al agarrarla la jalé hacia mí, encerrándola en un férreo
abrazo.
-Lamento haberme enojado
¿Vale? De verdad, pero nena… ¿De en serio? Vamos, sabes cómo se me pegan las
sábanas y como odio despertar de golpe desde aquella estúpida bromita de
Emmett.
-Lo sé, lo siento, se me
había olvidado en aquel momento- yo también, hasta hoy, pensé y casi casi que
se me escapa decirlo-.
-No importa ahora. Pero
tengo una idea. La próxima vez que quieras que me despierte de “madrugada”-
ella rodó los ojos- puedes hacerlo de otra forma mucho, pero mucho más
efectiva… Y agradable para ambos- ronroneé para ella.
-¿Ah sí? ¿Cómo?- preguntó
divertida y haciéndose la desentendida.
-Así…
Le tomé la cara y comencé a
plantarle pequeños besos por cada parte del rostro. Las mejillas, la frente,
los párpados, la mandíbula, la nariz, y por último… Los labios.
Lancé un suspiro de
profundo placer cuando tomé posesión de ellos. Joder, amaba besarla. Tenía los
labios y la boca más putamente dulces y suaves de la historia. Me sorprendí
mucho, MUCHO, cuando noté que fue ella
quien profundizó el beso, abriéndose paso en mi boca con su pequeña y juguetona
lengua. Gemí. La tomé de la cintura y nos giré para que fuera ella quien
quedara atrapada contra la pared. Sentí sus manos recorrer mi pecho,
delineándolo, apenas rozando con la punta de los dedos. Mis manos en respuesta
a ello, se movieron en forma lenta pero firme por su espalda, masajeando. Lo
cual me hizo arrancarle profundos gemidos que ahogué más que feliz en mi boca.
Más cerca. Todo lo que quería era sentirla más cerca.
Primero llevé mis manos a
los lados, arriba y abajo una y otra vez. Luego me dirigí a sus pechos. Dios,
que tiernos eran. Podía sentir su calor y suavidad aún a pesar de la ropa que
llevaba encima. Ambos gemimos audiblemente ante el contacto y ella clavó sus
uñas en mis hombros. Siseé.
En mi cabeza surgió un
llamativo y parpadeante cartel con la palabra “PELIGRO” en grandes, enormes
letras rojas. Lo ignoré y pude ver claramente a mi monstruo aplaudiendo
emocionado.
Bueno al fin y al cabo ella
estaba igual que yo ¿No? Ajá.
Moví a regañadientes las
manos desde sus pechos a su hermoso culo y la alcé. Ella instintivamente me
rodeó la cintura con las piernas acunando mi evidente erección en el dulce
calor de su entrepierna.
Como ella estaba apoyada
contra la pared se me hizo fácil apresar su cuerpo con mi torso y así poder
quitar una de mis manos para poder volver a subirla a uno de sus pechos que
gritaba y lloraba por mi tierna atención. Y yo muy obediente, se la di.
Los brazos de Bella estaban
sobre mis hombros. Sus manos tironeaban mis cabellos. Su boca saqueaba la mía
de manera peligrosa.
Ella se alejó unos momentos
de mi rostro y sus ojos empañados de pasión me cortaron la respiración.
-E… Ed… Cama… -gimió
entrecortadamente cerrando los ojos y
mordiéndose el labio cuando le pellizqué un pezón- Aaahh…
Abandoné su pecho una vez
más y ahora la fijé a mí, sosteniéndola desde su trasero.
Caminé a tientas con ella
enredada en mí hasta tocar la cama con mis rodillas. Me giré y me tiré de
espaldas a ella sin siquiera detenerme o dignarme a cortar el beso. Ambos
culebreamos hasta quedar cómodos en la cabecera, mirándonos. El rostro de Bella
reflejaba un anhelo puro. Deseo. Me miró un segundo más y luego se puso de
rodillas y tomó los bordes de su remera para quitársela.
¡PUTA MADRE!
Nunca volveré a ver un
sostén blanco de algodón de manera común e inocente. Mierda.
Ella gateó hacia mí y
volvió a besarme y volvió a besarme. Este fue un beso furioso. De lujuria pura
y dura, de placer.
Ella se sentía poderosa. Lo
era. Me tenía como quería. Yo no podría pensar en dos palabras juntas ahora, ni
aunque se me fuera la vida en ello. Al parecer ella estaba mejor que yo.
-Ed… Sé… Que… Quieres ir…
Lento… Pero yo… Más… Quiero más…- dijo de manera entrecortada alternando con
besos que iban desde mi boca hasta mi cuello, y desde ahí hasta el comienzo de
mi pecho. Tomó el borde de mi camiseta ahora y me miró esperando el ok. Yo sólo
asentí.
Me senté, dejándola jugar
pero sin que pudiera sacarla por completo y luego de unos cuantos roces me dejé
caer llevándola a ella conmigo en un beso abrasador.
Las cosas se estaban dando
rápido, demasiado rápido. Cierto. Pero también era cierto que ella lo quería
así y que tampoco es que tuviera mucho tiempo para disfrutar en el desagradable
caso de que ella no quisiera nada conmigo después, ya que tan sólo tenía
corriendo ya menos de dos meses.
Con todo esto en mente,
decidí ir un paso más allá.
Con mis manos, ahora firmes
ante la resolución, comencé a acariciar sus lados, sus costillas, desde las
caderas hasta a las axilas, mientras la seguía besando de mil formas
diferentes. Con lentitud dirigí una de mis manos a su pecho derecho.
Amasándolo, sopesándolo, conociéndolo, admirándolo, mientras que, de forma
gradual, bajaba la intensidad de los besos para deslizarme a su pecho izquierdo
que pedía a gritos y alaridos mi humilde homenaje. Sus gemidos me indicaron que
iba por buen camino. Menos mal… Porque a mí me encantaba.
-E… ¿ED?- preguntó medio
ahogada.
-¿Mmm?- murmuré porque no
tenía pensado dejar de hacer lo que estaba haciendo.
-Emmm… Yo… Quiero… ¿Puedo
verte?
Me congelé ¿Estaba diciendo
lo que creo que estaba diciendo?
O sea… ¿Verme?... Me estaba
viendo… ¿Desnudo?... ¿Por completo?... ¿Cómo…?
-Está bien si no quieres
ahora- dijo avergonzada y tratando de taparse.
ESO SÍ QUE NO.
-No es eso, sólo me
sorprendiste. Sí puedes. Quítame la remera- le ordené con una nueva y renovada
ola de euforia. Tenía que mantener el control por sobre todo.
Ella se mordió el puto
labio y quise ser y quien se lo mordiera, fuerte. Serpenteó hasta salir de
debajo de mí y se puso de rodillas, otra vez, mientras que yo rodaba para
quedar recostado boca arriba con los brazos detrás de la cabeza regodeándome
con la visión que me regalaba de su cuerpo.
Con lentitud pero con
decisión se colocó a mi lado subiendo los bordes de mi playera sólo un poco, lo
justo para destapar el ombligo y los vellos que conducían a mis partes íntimas.
Ella tocó de forma efímera mis músculos abdominales, fascinada al parecer con
las contracciones que surgían ante su tacto. Yo no me moví. Este era su momento
y no quería arruinar su investigación, pero sí abría y cerraba los puños por
las sensaciones que me provocaba. Después de unos minutos de extensa
exploración me subió la remera hasta las axilas mientras repetía todo el
proceso. Acarició mi pecho. Sondeó mis costillas, parando cuando me vino de
pronto un repentino ataque de risa por las cosquillas.
Apretó, acarició y rasguñó
mis tetillas mirando emocionada cuando logró que ambas se pusieran erectas y
duras- y eso que no era lo único erecto y duro en ese momento-. Luego marcó
cada contorno de músculo y cada costilla una vez más.
Con un poco de colaboración
de mi parte terminó de sacarme por completo la dichosa, y ahora estorbosa,
remera.
Admiró, sobó, rasguñó y
frotó cada lugar, vello y poro de mi pecho, cuello, rostro y brazos ¡Era una
tortura! Pero que delicia…
Mierda.
Decir que estaba excitado
era decir poco. Muuuuuy poco.
-Bells- medio gemí, medio
gruñí ante un rasguño suyo en mí, ahora, muy sensible piel.
-¿Mmm?- ronroneó.
-Bells, si no paras un poco
con este jueguito… Ya sabes…- ella bufó claramente enojada.
-Aguántate Cullen- dijo
altanera.
Yo no podía aguantar más,
no sin hacer algo al menos, por lo que me erguí y tomé sus manos poniéndoselas
a los lados para mantenerla quieta.
-Ése es el problema Swan…
Ya me aguanté demás- siseé mirándola directamente con la mirada cargada de
deseo. Luego se me ocurrió una brillante idea-. Pero visto y considerando que
tú me has explorado a conciencia durante un buen rato, creeeeeo que yo debería
de reclamar el derecho a lo mismo.
Ella abrió grande los ojos,
sopesando la magnitud de cada una de mis palabras.
-E… Este Y… Yo- suspiró-…
de acuerdo, es justo.
¡WTF! ¿Y la lucha? ¿Dónde mierda
quedó eso? ¡¿Hello?! ¿Mi Bella no peleó por el puto control?
-Hey, no me mires así. Ya
lo dije, me parece justo… Y…
-¿Y?- Mmm, esto se estaba
poniendo interesante, pensé.
-Y… Yo quiero… Yo quiero
que me toques.
¿Escucharon un crack? ¿No?
¿Seguro? Oh, bueno, no importa. Creí que había sido mi jodida mandíbula
quebrándose al abrirse y caerse tan rápido. O sea ¡Jodéme! ¡Haberlo dicho antes
bebé!
Ella tenía sólo el sostén
blanco arriba por lo que con manos un tanto temblorosas pero muy, MUY
necesitadas de su carne, corrí la estorbosa tela hacia abajo para descender
directamente mi hambrienta boca sobre ellos. Moví mis manos renuentes hacia su
espalda para quitar de en medio ese broche de mierda que tenía ese maldito
sostén. De en serio, si seguía con Bella le pediría que sólo usara del estilo
deportivo, ¡Joder! ¿Cómo mierda hacían ellas para ponerse solas estas cosas?
Tardé. Pero bueno ¿Qué quieren? Bufé. Al final lo logré y casi me pongo a hacer
un bailecito idéntico al del demonio este que tenía en la porquería de mi
cabeza. No.
Contento. Alegre. Feliz.
Así estaba.
Dulces, mierda que eran
dulces.
Sus pechos plenos llenaban
mi boca mientras que mis manos, una vez desocupadas, fueron a amasar con ansias
toda la tierna carne que quedaba libre de mis besos y succiones.
-Aaahh- gimió ella por
encima de mí.
Eso sólo ya me puso a mil.
Joder. Yo quería más y más
de esos sonidos. Quería que gritara hasta que quedara afónica. Quería que mi
celular grabara esos majestuosos sonidos que provenían de su boca para usarlos
como arrullo en las noches, en las horas en que no estuviera con ella- que
esperaba y rogaba porque no fuera mucho.
¡DIOS, hoy se iría apenas
en unas horas!
Me pregunto si Charlie me
creería que en la noche fue raptada por aliens ¿No, no? Mmm.
-Ed… Ed… Mmm…- murmuró ella
retorciéndose y atrayéndome con eso a la placentera realidad.
-Sí, Bella, mmm, tan dulce,
tan sabrosa. Cómo quisiera comerte entera bebé.
-Oooh, síi. Ed, mmm, sí…
Eeeedd- gritó, murmuró, gimió, y gruñó.
Bella meció su cuerpo
descontroladamente.
Era fácil ver el hecho de
que ella se encontraba ya presa del deseo y la necesidad. Lenta pero
inexorablemente dirigí una de mis manos a través de su estómago, cada vez más y
más abajo, justo hasta llegar a su propio monte de venus. Luego así de rápido
como llegó, la quité para devolverla a su pecho.
Paré unos segundos para
retener firme el control de su decisión.
Hora de actuar Ed, me dije a mí mismo.
-Más te vale hacerlo bien pendejo- dijo mí siempre tan amable
monstruito.
-Vete a la mierda- contesté bloqueando mi mente a la vez que me concentraba de lleno en
lo que quería, en lo que haría ahora. Lentamente llevé una de mis manos de su
pecho a sus costillas, bajando con la suavidad de apenas un roce hacia su
estrecha cintura, siguiendo el dibujo artístico de su cuerpo hasta dar con su
esbelto y firme trasero ¡Gracias deportes!
Masajeé, pellizqué y sobé
con ganas desde la cadera hasta su raya y de esta al muslo una y otra y otra
vez, hasta que ella se relajó por completo a mis caricias.
Fue entonces cuando dirigí
mi mano a su verdadero destino.
Un paso más.
Un recuerdo para mis horas
sin ella.
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