Una historia cantada
“Havely Broken"
Disclaimer: Los personajes pertenecen a S. Meyer y la historia es de mi autoría. Cada capítulo basado en un tema del grupo The Veronicas
… ¿Por qué? El muy cabrón haciéndose el osito dulce y tierno
conmigo cuando, a escondidas anda a los besos con una de mis mejores amigas, EX
mejores amigas, quien por cierto había sido ya previamente su EX ALGO… Nunca habían
sido formales como conmigo, Rose siempre había dicho que disfrutaba más el
estar sin ataduras. Sólo besos y manoseo…
Hasta que Emmet se fijó en mí. Hasta que comenzó a
interesarse en mí y por ende yo permití que una pequeña llama de esperanza se
prendiera por él. O sea, ¡Vamos! Él, Emmet Cullen, uno de los chicos más
populares de la escuela, capitán de futbol y presidente de su clase, adorado
por todos… Se fijó en mí, una rata de biblioteca, sólo amiga de…
¡Maldito Hijo de puta!, me hizo quererlo, me hizo quererlo
tanto… Maldición, me hizo amarlo, y ahora… Ahora me dejaba por andar de putas
con Rosalie ¡Que se joda! ¡QUE SE JODA! ¡MALDITOS, MALDITOS, MALDITOS… MIL
VECES MALDITOS!
No importaba como hubieran vuelto ¡Importaba su traición!
Me sentí tan sola.
Nublada por las lágrimas y el pesar me senté en la fría y
húmeda tierra, abrazando mis rodillas para esconder mi cara en ellas.
¡JODER! ¿Por qué?
Lloré por un rato, tratando de descargar toda mi tristeza y
una parte del dolor. Algo sirvió.
¡Basta!- me dije firme- ¡Ya basta! ¡No lo merecen! ¡No esto!
Me pasé con fuerza el brazo por la cara para borrar las marcas de llanto y me
paré, lista para irme de una puta vez de allí.
Junté todas mis cosas, inclusive los aerosoles, y los metí
en mi mochila. Rebusqué para tomar mi celular y de ahí prendí la cámara. Tomé
una foto del jeep en diagonal para que se viera lo más posible y la guardé.
Obviamente tardé poco en escucharlo sonar así que, suspirando cansinamente, le
di rechazar y comencé a caminar. Media hora después y recién a medio camino a
mi casa las llamadas me hartaron, así que lo llamé a Ed. De todos, él era el
que siempre solía entenderme y aconsejarme, acompañándome.
―¿Bella?
―Ajá ¿Si ves mi nombre en la pantalla para qué preguntas?―
ok, entiendan, no era mi mejor día.
―Ja ¿Dónde estás? ¿Estás bien? ¿Cómo estás?
―¿Estás solo? ―pregunté antes de hablar.
―Sí, nos dividimos para buscarte.
―Genial ―mascullé―¿Y, qué quieres que diga, eh? ¿Cómo
quieres que esté? ¿Cómo estoy? ¿En serio Ed? ¿Cómo putas quieres que esté?
¿Dónde estoy? No lo sé bien ¿Estoy bien? Físicamente sí…
―Ok ya entendí, y ¿Cómo que no sabes donde estás?― silencio―
¿Bella?
―¡¿Quéee? ! Ya ¿ok? Estoy caminando, estoy yendo a pie hacia
mi casa.
―¿A pie? ¿De dónde? ¿Por qué? ¿Y el jeep? ¿Qué pasó?
―Bueeeeno…
―¿Qué hiciste?
―Mmm… Espera, sólo, no opines ¡Oíste!
Edward no me contestó y yo solo tecleé buscando la bendita
foto para enviársela.
―¡¡¡SANTA PUTÍSIMA MIERDA!!!! ¡¡¡CARAJO BELLA, TE PASASTE!!!
―¿Cómo? Pregunté verdaderamente incrédula.
―Pues sí ¡Por Dios! Mira como lo dejaste ¿Tienes idea de
cuanto saldrá reparar eso?― A la mierda con Ed.
―Eres un maldito hijo de puta al igual que tu hermano ¿Cómo
piensas en eso cuando sabes de sobre el porqué lo hice? ¿Acaso no recuerdas
cuando viniste a contarme como viste a Tanya con Dimitri y todo lo que
sentiste? ¡Eres un idiota!― Grité. Y me largué a llorar.
Me sentí como la peor basura por recordarle así al que era
mi mejor amigo los cuernos enooormes que le había puesto la estúpida de su ex
novia con uno de sus compañeros de equipo.
―Lo siento- susurré unos segundos después.
Era verdad. No podía echarle mierda a él solo porque
estuviera medio loca de rabia y en un día, particularmente de mierda.
―No, está bien. Yo soy quien lo siente. Tienes tus motivos y
razones y en cierto punto debo de entenderte aunque no comparta tu elección de
actos― aclaró tan formal como siempre pero quedamente― ¿Dónde estás?
―Mmm… Estoy como a unos treinta minutos o un poco más de
casa, voy caminando y acortando camino por el medio del bosque.
―Ve a la ruta que te paso a buscar.
―No.
―¿No?―Así es, NO. No quiero. Quiero caminar… Necesito
pensar…
―¿Pero?
―¿Puedes venir a casa luego y no decirle al resto?
―Seguro, en un rato estoy por allí ¿Algo más?
―Sí… Compra helado… Y chocolates, por favor― dije haciendo
un puchero de niña pequeña aun a pesar de que nadie me viera.
―Jajaja… De acuerdo.
―¡Ah! Y por cierto. De seguro ahora comenzarán a llamarte. Es hora de enviar el mensaje con la
foto a todos ―le aclaré―… NO DIGAS NADA ED. Por favor.
―De acuerdo, lo sé. Tranquila Bells… Nos vemos en un rato.
Una vez finalizada la llamada me apoyé en un árbol y me dejé
resbalar hasta llegar a la fría y semi húmeda tierra.
Ok, hora del show Bella –me dije con fuerza.
―¡Bella! ¡Por fin! ¿Dónde estás? Déjame explicarte ¿Está
todo bien? ―todo eso en menos de treinta segundos.
¡Miren como si hablaba rápido de pronto!
―Cállate Emmet ¿Ahora me quieres explicar? ¿Y cómo lo harías
a ver? ¡Joder Emmet! ¡Me viste la cara como la mejor! ¡Y a saber por cuanto
tiempo!
―¡No! ¡No es así!... Yo… Bueno, es que… Lo siento… Jamás
quise…
―¡No me jodas Em! Ya es tarde― dije suspirando resignada―…
¡Tú y la zorra de Rosalie se pueden ir bien a la mierda juntos, o por separado,
me da igual!
―Oye, cálmate Bella, nosotros no… ―jadeé.
―¿Y encima tienes el tupé de venir a buscarme con ella? Eres
más mierda de lo que pensaba Em. Ambos lo son ―rectifiqué con odio renovado―,
ambos se merecen obviamente. No pienso perder más el tiempo hablando con
ustedes idiotas… Disfruta de tu regalo Emmet.
Y corté.
Si antes llegué a sentir algo de culpa, al menos por una
milésima de segundo, esta charla me demostró que había sido una soberana
estupidez. Tecleé furiosamente el maldito teléfono y le di ‘enviar’ a los
cuatro números juntos. Sí, a todos. Me valen madre todos ellos.
Comencé a caminar.
No tardé más que unos pasos en escuchar el primer timbrazo y
el vibrador como loco, así que lo apagué.
Caminé pausadamente, tranquila y sin prisas. Joder, tenía
que avisarle a Charlie que no había ido a clases.
Prendí de nuevo el infernal aparato, ignorando soberanamente
todo lo que aparecía en pendientes. Le mandé sólo un mensaje contándole de que
iba todo (menos lo obvio), y que lo llamaría ni bien llegara a casa, que ya
estaba por llegar.
Diez minutos después aparecí en la parte trasera de la
misma… Y allí estaba.
Sentado en el escalón de la puerta trasera, mirando fijo
hacia la entrada frondosa del bosque, se encontraba Edward con una gran bolsa a
su lado y una sonrisa triste en su rostro.
Corrí hacia él, y
milagrosamente, llegué intacta a pesar de mi extrema y asumida torpeza.
Así, tal y como hacía cuando era chiquita escondí el rostro en su cuello y lloré. Lloré
y lloré como nunca antes. Sólo para que él hiciera lo de siempre; me abrazó y
frotó mi espalda mientras susurraba la misma frase de antaño;
―Shhh, tranquila, todo estará bien…
Aquella simple frase calmaba mi angustia desde que tenía
memoria. Pero hoy, hoy no fue tan así, el dolor era demasiado, demasiado
reciente, demasiado profundo.
No sé cuanto tiempo lloré, pero de pronto ya no quise
hacerlo. Me separé y le tomé la mano para llevarnos a ambos dentro.
―¿Me esperas un minuto?
―Claro.
Me fui al teléfono para llamar a Charlie.
―¿Bella? ¿Qué sucede? Me llamó Emmet como loco, gritando que
estabas loca y no sé que más ¿Qué pasó? ¿Pasó algo? ¿Estás bien? ¿Te hizo algo?
―hice lo peor que uno puede hacer cuando habla con un padre preocupado al
teléfono…. Me largué a llorar…
―¿Bella?
Sentí una mano tomar el auricular que ahora pendía de manera
laxa en la mía mientras que otra me abrazaba fuerte.
―¿Jefe Swan?... Sí, ella está bien… Mmm… Eso deberá de
hablarlo con ella… mmm, helado y chocolates… Exacto… Ok… ¿Bells? ¿Puedes
hablarle ahora o lo llamas luego?― me preguntó con calma y paciencia.
Ya para este momento había dejado de llorar angustiosamente,
tan sólo quedaba como resto un leve hipido, así que retomé el aparato.
―¿Bells? ―preguntó mi padre con miedo, me senté.
―Lo que sea que te haya dicho Emmet es cierto…
―¿Puedes decirme que rayos pasó? ―preguntó él y yo bufé sin
querer recordar lo sucedido. Vi a Ed apoyarse contra la mesada, atento a
cualquier señal de nuevas aguas. Genial―. Pues… Primero me peleé contigo por un
tema ya cerrado; segundo, la chatarra de trasto que tengo se quedó antes del
instituto; tercero, tuve que caminar dicho tramo bajo la lluvia; cuarto, llegué
tarde y en consecuencia el profesor me sacó del aula además de enviarme a una
hora de detención que obviamente no cumpliré porque no estoy allí; quinto, como
estaba enojada salí y… Yo… ―no sabía como decir aquello―, bueno, peleé con
Emmet y sin que me viera tomé su jeep y fui a Port Ángels para luego terminar
en el claro y… Bueno, como estaba, estoy, muy enojada… se lo pinté… Y no, no un
poquito, se lo pinté todo con aerosoles… lo siento. No malinterpretes, no me
arrepiento ni pizca porque en verdad se merecía y merece eso y más, pero sí
lamento que te enojes por esto ―le aclaré largando todo a bocajarro y sin
filtros.
Hubo un tenso momento de expectante silencio.
―¿Sabes que estarás castigada verdad?
―Ajá.
―Bien, hablaremos luego.
Y colgó. Mierda ¿Algo más?
―Tranquila… Entenderá ―yo solo asentí. Estaba cansada.
Subimos lentamente a mi alcoba y nos recostamos en mi cama
mientras yo iba ya iba destapando mi helado y Edward tomaba el control para
poner la película que había traído, algo de acción para que evitara pensar en
él… No funcionó.
Lloré, pateé y berreé antes de que al fin pudiera quedarme felizmente
–nótese el sarcasmo- dormida.
― ¿Bella? ¿Bella? Despierta… Llegó Charlie.
Desperté adolorida y algo desorientada… Y, al contrario de
lo que cualquier chica haría yo salté de mi cama y me lancé corriendo escaleras
abajo, casi desesperada por llegar a los brazos de mi padre para que el me
consolara como cuando era chica y extrañaba a mi madre. Siempre fuimos sólo
nosotros dos así que cosas así no eran tan extrañas en nosotros.
―Shh… Ya pasó pequeña… ya pasó…
―Yo me voy Charlie… ―escuché detrás de mí por entre mis
estúpidos sollozos.
―Bien ¿Y tu auto?- preguntó ¿Auto? ¿No estaba?
―Lo dejé un poco lejos ―lo sentí acercarse―. Llámame luego
Bella, adiós. Adiós jefe Swan.
―Adiós chico… Gracias.
Y sentí cerrarse la puerta.
Después de casi dos horas más de llanto, una caja de Klennex
y una botella de agua, al fin terminé de contarle todo a Charlie –o casi,
obviamente no era de miagrado contarle a mi padre que ahora era una cornuda
más-. Y a pesar de esa minúscula obviedad, el tema no le gustó ni pizca, ni lo
de Emmet, ni lo que hice.
―Bien, vamos.
―¿Vamos? ¿A dónde? ―no entendía.
―A lo de los Cullen Bella. Yo tengo que arreglar el tema de
la paga del arreglo del auto con Carslile y tú tienes que pedir una disculpa,
al menos a los padres del chico ¿De acuerdo?
¡No! ¡No estaba de acuerdo! Quería llorar de nuevo y
dramatizar un poco más hasta llegar al punto de no tener que ir pero… Pero
Charlie tenía razón, y mi estúpida conciencia hizo acto de presencia una vez
más. Siempre me había llevado bien con Esme y Carslile, se los debía, les debía
una disculpa… A ellos.
Subí a la patrulla como preso a cadena perpetua y fui
ausente y callada durante todo el trayecto, respirando hondo y rogando
mentalmente no tener que cruzarlo, no ahora al menos.
―¿Y si no está?
―Sí está, ya he hablado con él ―me contestó. No dije más.
Llegamos al fin.
Charlie bajó y me abrió la puerta para que bajara ya que yo
me había quedado clavada ahí.Bajé como una autómata pero al menos y lo hice.
―Hola Charlie, bella, pasen ―dijo Esme con su siempre usual
voz dulce y maternal.
―Gracias ―dijo él incómodo como era habitual en él.
―¡Bella! ¿Cómo estás? ¿Quieres hablar? ¡Oh, claro que
quieres! Ven, vamos ―Alice.
Me tomó de la mano y sin poder o querer refrenarme me zafé
rápidamente.
―No.
―-¿No? Vamos Bella, de seguro quieres hablar y…
―¡Dije que no!
―¡Bella!- gritó Charlie.
―¿Qué? No quiero ir y no quiero hablar Charlie.
―Bells ―esa voz.
Salí al fin de detrás de Charlie donde me había mantenido
hasta ahora y fui hacia él, quien a su vez me recibió con los brazos abiertos. Estaba
tan agradecida por su amistad en estos momentos.
―Jajaja ¿Tanto me extrañabas que has venido a verme?
―intentó bromear él para cortar el seguro clima de tensión que reinaba.
―No seas idiota ―le dije medio susurrando. Casi―. Vine con
Charlie a hablar con tu papá ―noté fácilmente como él se tensó.
―Charlie, que gusto, pasen y siéntense por favor.
―No gracias. Sólo he venido a decirte que pagaré el arreglo
y que me disculpo por el comportamiento de mi hija. Sólo debes de avisarme
cuando tengas el coste.
―Carslile ―le llamé yendo de nuevo junto a mi padre. Este era
mi problema, no el suyo―. Lo siento, yo… Sólo… ―bajé la cabeza.
―¡Hasta que apareciste! ¡Cómo se te ocurre hacerme algo así!
¡A mi jeep! ¡A mi bebé! ¿Sabes lo que costará? ¿Cómo demonios pudiste haber
hecho eso?
―¡Emmet! ―gritó Carslile cuando lo vio llegar así, a los
gritos, hecho una tromba hasta los pies de la escalera.
¿Qué? ¿Cómo?
¡A la mierda!
―¿A tu jeep? ¿El estúpido auto es lo que te preocupa? ¡Eres un
maldito Emmet! ¿Cómo pude?
―¡Bella! ―gritó mi padre. Ni lo escuché.
―¿Cómo demonios pudiste tú Emmet? ¿Cuánto hace que me estás
viendo la cara? ¿Cuánto hace que me toman de idiota eh? ―él se quedó en shock
al verme así.
Creo que todos lo hicieron.
―No te preocupes Emmet yo pagaré tu estúpido auto pero no me
arrepiento ni pizca de lo que hice ¡Eres una basura! ¡Tú y ella se merecen sin
dudas, son tal para cual!
Hubo un gran tenso momento de silencio.
―¿Ella? ―preguntó mi padre pasmado.
Mierda. Yo sólo le había dicho que habíamos peleado feo.
―ya está papá. Carslile y pagaré el arreglo. Lamento la
escena y demás, de verdad. Vamos Charlie ―dije tomándolo del brazo para
empujarlo a la puerta si era necesario. Quería salir de allí. Quería huir.
―Espera Bella ―dijo Edward ―¿Emmet porqué no dices a todos
el porqué del enojo de Bella? ¿Acaso vas a dejar que pague por algo que en
realidad comenzó por tu culpa? ―dijo mirándolo muy mal.
― ¿Y a ti que mierda te importa? ¿Has visto como lo dejó? Es
una inmadura y…
Cerré los puños y jadeé para contener la rabia que me provocó
lo que dijo.
― ¡Edward, Emmet! ¡Ya basta! ―gritó Carslile.
―Charlie, Bella, no hace falta que paguen nada y no lo pondré
a discusión.
―Pero…
― ¡Silencio! ―Carslile se giró furiosamente hacia su
primogénito y siguió bramando furioso― ¡Si quieres ese auto arreglado tendrás
que hacerlo tú! Yo no te eduqué así y me avergüenza lo que has hecho. Mentiste
y calumniaste… Lastimaste Emmet ―dijo ya más bajo―. Si quieres el jeep como
antes deberás de hacerlo por tu cuenta, por lo pronto te esperaré luego en el
estudio para hablar seriamente contigo.
― ¡Vaya mierda! ¿Así que ahora ella es un pobre ángel
verdad?
― ¡Basta ya Emmet! ¡Compórtate al menos! ―gritó Esme enojada como nunca la
había visto―. Los tres vayan a sus habitaciones ahora, ya hablaremos luego con
ustedes.
Edward fue el único que antes de irse camino al segundo piso
se acercó a saludarme, quitando en el proceso una silenciosa lágrima que corría
por mi mejilla sin siquiera notarla y luego besarme la frente.
―llámame cuando quieras ¿ok? ―susurró. Yo asentí. Me quería
ir a como de lugar.
Esperamos a que terminaran de retirarse en un tenso silencio
y luego sentí a alguien abrazarme tomándome desprevenida.
―Lo siento pequeña― Esme―. Pasará, lo sé ―me dijo… y quise
creerle, de veras que sí.
―Tranquila bella ―Carslile.
―Yo… de verdad lo siento con ustedes ―dije sin levantar la
cabeza.
―No lo hagas ―me contestó Carslile con voz amable―. Mi hijo
actuó mal y, aunque no apruebo tus actos, los entiendo. Al menos espero que lo
hayas disfrutado.
Ante eso n pude más que sonreír y asentir. Era cierto.
Charlie rió también.
―¿Quisieras pasar al baño o tomar un poco de agua? ―ofreció
Esme.
―Mmm… Quisiera pasar al baño por favor.
―Pasa y no te avergüences.
Desde el baño pude escuchar como charlaban aún.
―… Lo sé… Lo único que te pido es que le digas a tu hijo que
se mantenga alejado de Bella. Lo lamento pero no lo quiero cerca de ella.
―Te entiendo créeme, se lo diré. Y te agradezco que no le
hayas roto la cara con cualquier pretexto. A fin de cuentas podrías haberlo
hecho.
Charlie rio con ganas ahora y casi de manera siniestra.
―Estuve cerca, así que dile que no se ande con juegos porque
ya le perdoné una grande. Dañó a mi pequeña.
―Lo sé Charlie. Créeme que yo lo hubiera hecho si fuese el
novio de mi niña.
―Ya estoy ―anuncié haciéndome notar.
―Muy bien, nos vamos. Mmm, emmm, gracias por entender, y
demás ―murmuró Charlie de nuevo incómodo.
―No es nada. Adiós Charlie, Bella ―dijo Esme cordialmente.
―Adiós ―dijimos ambos.
¡Al fin!
Cruzamos la puerta y nos fuimos directo al auto. Incómodos y
avergonzados con toda la situación vivida. De tal palo tal astilla se diría.
Al llegar a la casa mi padre no quiso que cocinara, así que
comimos pizza viendo una película de Tarantino que daban en un canal de cable…
Kill Bill. Creo que no era buena idea ver este tipo de películas en mi
situación pero… No dije nada, y Charlie menos.
Por primera vez en días me iba a dormir temprano.
Mañana sería otro día pensé al apoyar al fin mi cabeza en la
almohada y presintiendo el tipo de noche que pasaría.
Otro día.
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