28 de octubre de 2011

El problema de mi sexóloga... cap 7


**NOTA IMPORTANTE: ESTA HISTORIA TENDRÁ UN ALTO CONTENIDO SEXUAL, ASÍ QUE SI ERES MENOR O NO TE GUSTA LO FUERTE ¡¡NO LEAS!! (Sólo apto para gente con mentalidad abierta).*
--------------------------Este fic tendrá MENNAGE hetero- bi y homosexual.---------------------------------

Hace calor ¿No?



B.POV.:

OH-POR-DIOS
¡Oh por Dios, oh por Dios, oh por Dios! Es… ¡WOW!
Ese abogadito estaba sencillamente para partirlo. Estaba total y absolutamente comestible.
¡PA-PÁ!
Estaba completamente segura de que él sería el culpable de mis próximas fantasías. No podía esperar a llegar a casa y darme una atención con el “general”. Tenía todos los nervios a flor de piel y los músculos agarrotados por la tensión. El viaje en el auto me agotó. Tuve que trabar tanto mi cuerpo para no saltarle encima mientras conducía- y así de paso evitar matarnos- que ahora me sentía literalmente exhausta. Pero no tanto…
¡Bella concéntrate!- me ordené a mi misma.
Y volvemos al primordial problema de mi vida.
Puedo estar siendo perseguida por un loco en un posible peligro de muerte pero yo estoy pensando en cogerme como loca con mi extensa colección de juguetes que hay en el cajón de mi mesa de noche y en la caja debajo de mi cama- si no entraban todos en un solo lugar- ¡Carajo!
Logré llegar viva y en una sola pieza a mi apartamento a pesar de no ver una mierda por donde iba con el auto ¡Genial! Si Charlie me hubiese visto de seguro que… No voy a pensar en eso- me dije firmemente a mí misma. Corrí, abrí, tiré todo encima del sofá y volví a correr a mi habitación para poder al fin sacarme esta calentura de 90° que tenía encima ¡Por Dios, pero si estaba más caliente que el desierto del Sahara!
                                                                                   oOo
-¡Aaaaahhhhh!
Dos horas, cinco orgasmos y una ducha después me sentía “un poco” mejor.
Decidí levantarme a hacerme por lo menos un sándwich de queso ya que no tenía ganas de hacerme algo más elaborado. Desconecté los teléfonos y me sumí en la soledad de mi pacífico y solitario mundo.
El domingo fue un poco más de lo mismo salvó porque conecté los teléfonos y estuve un rato en el chat con Alice, quien como siempre hablaba- en este caso tecleaba- a dos mil palabras por minuto y por último me decía que estaría por allí una semana más aproximadamente. Por fin a la noche con el cuerpo sin tensiones de ningún tipo y con la ansiedad bastante controlada me dormí de un tirón de lo más tranquila.
Lunes.
¡No era por él! ¡No era por él! ¡¡¡NO era POR ÉL!!!
Así estaba desde que me vi al espejo antes de salir para el consultorio ya sin tiempo de cambiarme ¡Es que no es posible que no me haya dado cuenta de lo que me ponía! ¡Mierda! ¡Si Jane se da cuenta o asume que es por él! Aaarggg
No quiero ni imaginarlo.
Bueno quizás si me quedara detrás del escritorio… No, no puedo hacer eso. No importa. No, no importa. Había tomado de derivarlo por mi bien mental- y posiblemente su bienestar físico también- así que ¿Qué más daba que me viera “algo” provocativa en su última sesión? Total no iba a hacer nada ¿O sí? No. Definitivamente no.
Quizás sólo estaba exagerando y no era en verdad para tanto. Quizás. Por el momento estaba a salvo en mi auto a punto de llegar a mi lugar habitual en el estacionamiento.
Inconscientemente –lo juro por mis juguetes- me vestí como una perra para un día normal de trabajo ¡Eso no estaba para nada bien!
Calma Bella, calma. Respira- me dije.
Me miré fijamente de arriba abajo una vez más para ver si por algún tipo de milagro no llevaba lo que creía haber visto frente al espejo antes de salir. Nop. Seguía igual.
Zapatos negros brillantes con un taco prácticamente mortal para mí- regalo de Alice-. Medias de lycra con trama tipo red, me dan ganas de llorar de alegría al ver que no agarré el verdadero par de medias de red negras que guardo al final del cajón, estas eran de un suave tono chocolate.. Pollera ¿O debería decir retazo de tela? Bueno, esta faldita me encantaba pero era no de las que usaba cuando salía a bailar ¡Hace tres años! Sólo la guardaba por nostalgia, si hubiera sabido que me iba a dar este problemón la hubiera tirado o mejor aún, quemado ¡No era para trabajar! ¡¿Por qué rayos mi estúpido cerebro no registro eso a la hora de vestirme?! Y es que era corta, MUY corta ¡Apenas y me llegaba a medio muslo! Ni hablar de si llegase a cruzar mis piernas, seguramente de costado saldría a las claras una de mis nalgas en red. Puuufff. Nop, ni hablar. Sigamos. Blusa, ohhhh. Blusa. Esta sí que era una de las habituales para el trabajo. Lo malo es que era para usar por debajo de un traje ¡No para ir exhibiendo sola! Y el saco que agarré hoy –porque los demás me tocaba retirarlos en la tarde de la tintorería- era demasiado abrigado para usar en el interior del consultorio. Carajo.  Simplemente voy a decir esto como para que alguien comprenda mi gravedad. GASA- FINA- SOBRE- ENCAJE. ¿Se entiende? ¡Se me ve putamente todo! Y el cabello húmedo tras la ducha de treinta segundos que me di secándose libre al viento era el toque justo y final para el look Post sexo o el de Busco sexo, dependiendo de cómo se lo mire. 
Y sí, seguramente alguien estará diciendo “pero que estúpida por qué no volvió rapidito y se cambió algo”. Y voy a contestar, ejem, ejem, ¡Por qué no pude idiota! Anoche me quedé taaaaan relajada que se me olvidó poner el despertador, ergo casi por instinto me desperté temprano, sí, ¡Pero no lo suficiente! Hoy tenía el horario más ajustado debido a la falta del sábado por lo que debería de haber llegado 8:30. Yo me DESPERTÉ 8:30 ¿Se entiende ahora? Me di una ducha express y me cambié a ciegas- como se darán cuenta-, ni me peiné ni me maquillé. A las 8:43 estaba saliendo de mi apartamento cuando vi mi reflejo en el espejo. No tenía opción más que seguir. Lo único que hice fue ponerme un poco de glooss en los labios y pensar en usar la hora del almuerzo para ir a comprar un pantalón y un saco o una camisa oscura, no sé, algo que me quité este look de gata en celo que traía puesto.
¡Vamos Bella! ¡Actúa como adulta que eres maldita sea! Allá voy.
                                                                                     
-Oh, hola ¿Cómo le va?- contesté medio cansada.
-Bien gracias y por favor dime de tú, soy Jacob- por favor no fuerces  mi pobre autocontrol así, le rogué mentalmente a esa sexy voz telefónica mientras mi perversa mente me llevaba a recordar en detalle cada músculo suyo- ¿Bella?- ¡Puta madre! ¿Acaba de ronronear mi nombre?
-De acuerdo- susurré. Sí, patético.
-Bien. Te llamaba para saber si podrías darte una vuelta por la oficina hoy para hacerte algunas preguntas más específicas sobre el caso, ya que el sábado debo reconocer que yo estaba algo apurado y me gustaría completarlo lo antes posible si puede ser.
-Es. Bueno, verá, ahora mismo no lo creo posible ya que me encuentro entre consultas pero…- consulté mi agenda para saber. Si pudiera correr a… Y aquí… Sí- ¿Podría ser a eso de las 12:30?
-A ver déjame ver- se escuchó ruido de papeles siendo apartados- sí, seguro. Muy bien entonces la espero a esa hora y por favor mientras tanto trate de recordar cada mínimo detalle de todos los presentes, no importa si lo considera tonto o de menor importancia, anótelo en cuanto se le venga a la mente para que no se le olvide luego ¿de acuerdo?
-Muy bien. De acuerdo, claro. Nos veremos entonces.
-Adiós Bella- y colgó.
Carajo.
Me paré de un salto ¡¿Iba a ir así?! Me senté, más bien me desplomé nuevamente en mi sillón tras el escritorio.    
Sí, tendría qué hacerlo. No iba a tener tiempo de pasar por una muda ahora, ni mucho menos pasar a comprar algo. Mierda… ni modo.
La mañana al completo no había ido muy bien que digamos.
Tuve algunos problemas para serenar y controlar a Vicky una joven chica ninfómana bisexual en los primeros períodos de abstinencia. Yo era su blanco. Luego de ella tuve una muy incómoda hora con un chico de dieciséis años llamado Riley adicto al sexo. Se relamía, literalmente, cada vez que me miraba tras los escasos tejidos las tetas, síp, tooooodaaa la hora. Y por último… Por último una charla bastante acalorada con la señora Renata quién era- por decirlo de una manera suave- una vieja perra frígida que no cogía ni dejaba coger felizmente a los demás.
Ahora me tocaba el señor Mike Newton que tenía serios problemas con la eyaculación precoz y que además resultaba ser un idiota de primera. Después de él sería la hora del almuerzo donde aprovecharía para pasar por lo del abogado.
                                                                        
-Lo siento, de veras lo siento. Es que… Bueno usted… y…
-No se preocupe, por favor hágame el favor de pasar al baño a limpiarse y luego puede ir donde Jane y pedir un turno para dentro de unas dos semanas- dije secamente.
-¿Dos semanas?- lo miré mal- Sí, sí, de acuerdo. Lo lamento.
La hora con Newton había resultado ser un desastre.
A los quince minutos de sesión mientras me contaba de lo más contento como había logrado hacer acabar a una chica antes de explotar, me miró cruzar la piernas- lo sé, mi error-… Y acabó.
¡Sí acabó! ¡Se acabó en los pantalones sin tocarse siquiera! ¡Por Dios!
Después de eso estuve aproximadamente unos veinte minutos escuchando sus disculpas mientras que yo trataba de hacerlo ir al baño a limpiarse de una buena vez ya que la mancha era cada vez más notoria en el frente de su entrepierna ¡Puaj! Newton era… Era Newton… era indeseable, incluso para alguien como yo ¡Sobre todo para alguien como yo! ¡Dónde mierda estaría el chiste! El colmo de una ninfómana sería estar al lado de un sujeto precoz ¡Ja!
Alrededor de una media hora después me encontraba frente a la antipática recepcionista del señor Black.
-Buen día, el señor Black me espera- dije educadamente antes de que me quisiera echar. Por su cara no lo dudaba.
-Buen día. Aguarde un minuto por favor,- dijo levantando el tubo del intercomunicador-  enseguida la atiende. Tome asiento.
-Bella, adelante- dijo él apenas unos minutos después desde la puerta de su oficina.
-Buen día, gracias- dije poniéndome de pie y yendo hacia donde él se encontraba.
-Pasa.
La mano de él en mi espalda baja guiándome al interior de su despacho hizo estragos en mi concentración. Como dije me guió al interior. Yo no necesito que me guíe al interior, yo necesito que quiete su puta mano para poder volver a concentrarme en el loco y no tirar todo a la mierda y montármelo allí sin más. Me condujo a la silla y me senté obediente. Me sorprendí cuando en lugar de dar la vuelta al escritorio este apoyó su culito en el de frente hacia mí, dejando su verga a no más de medio metro de mi cara. Mmm… Y al parecer no se dio cuenta de que su amiguito está medio despiertito. Me aferré a la silla.                                                        
-Bueno ¿Y ya ha elegido al detective?- asentí- ¿Ha hablado con él?
-Sí definitivamente me quedé con Withlock y hemos estado hablando sobre que se puede hacer de ahora en más.
-Bien él es muy bueno en lo suyo.
Me limité a sentir otra vez.
-Comencemos- dijo- ¿Recuerda cuándo fue la primera vez que le llegó un regalo? ¿Había pasado algo en particular en ese momento en su vida?- Negué.
-No. Sé que fue hace seis meses  aproximadamente nada más y en aquel entonces ya llevaba la misma rutina que ahora. Me había mudado a mi apartamento ya hacía un año y en el trabajo estaba bien.
-¿Ha podido recordar algo o a alguien extraño?- volví a negar.
-¿Cuánta gente conoce su domicilio?- preguntó.
-Bien, Alice que es mi mejor amiga, y Jane que es mi secretaria. Nadie más.
-¿Familia, primos, amigos lejanos, compañeros anteriores, algún chico al que no le haya dado la oportunidad?
-Familia no tengo. Primos o tíos, menos. Como dije mi mejor amiga, Alice, es de hecho la única que tengo y justo ahora se encuentra en New York. Compañeros de trabajo sólo Jane. No tuve trabajos anteriores. Bueno sí, pero nada importante. Trabajé en el comedor del campus donde vivía y estudiaba y luego de recepcionista para la doctora anterior durante mi último año.
-Mmm… de acuerdo. Todavía no me ha dicho de que trabaja ¿Tiene contacto con mucha gente? Al ser doctora, digo, quizás alguien a quién no haya tomado en cuenta o a quien no le haya gustado su diagnóstico.
-No lo creo- dije sonriendo-… Soy sexóloga.
-Oh…- por un momento su rostro reflejó una sorpresa total, luego se recobró rápidamente y agregó- Bueno ¿Ha notado a algún paciente con algún tipo de fijación en usted?
-Eh…- lo pensé bien- No, no lo creo.
Hablamos durante media hora más sobre los posibles, le di algunos datos básicos míos y luego me disculpé alegando que ya debía de regresar a la consulta. Y pasó.

J. POV.:

Habíamos estado cerca de una hora hablando sobre el caso y había también logrado sonsacarle algunos datos personales demás. Ella era… Interesante. Era graciosa, simple, independiente… ¡Y estaba de infarto! ¡Por Dios! Tan sólo cuando entró tuve la necesidad de disimular como un colegial la erección instantánea que tuve. Por suerte con pensamientos horripilantes como Sam con un tutú rosa o Jared con vestido y tacos fue capaz de hacer que bajase rápidamente, de todas formas la guié delante de mí para estar seguro ¡Qué bochorno!
Jamás, JAMÁS en toda mi vida me había sucedido algo similar.
Sabía que lo que pensaba estaba mal. Era una cliente ¡Hasta podría demandarme! Yo tenía a Ed, y de seguro que ella tenía a alguien, aunque aún no lo haya dicho, etc, etc, etc. Por más que me repetía todas esas razones una y otra y otra vez como una especie de mantra, no conseguí sacarme las ganas de probarla ¡Puta madre! ¿Probarla? ¡Quería devorarla!
Desde que la había visto el sábado no había sido capaz de dejar de pensar en ella. Sí, en ella. No en el puto caso. Me sentí culpable con Ed y traté de compensarlo siendo un poco más tierno, pero aun así su imagen me perseguía.
Hoy no me aguanté. Me hice lugar como pude para poder atenderla y casi brinqué de alegría cuando acordamos para el mediodía. Carajo. La pregunta que me negaba a dejar formularme a mí mismo me vino con fuerza a la mente ¿Podría ser ella? Era una pregunta, que aunque me negase, rondaba por mi mente una y otra y otra vez.
Pero todo el embrujo se rompió cuando ella me dijo que ya debía de irse para volver al trabajo. Casi le grito ¡Ahora no, todavía no! y bien a punto estaba de abrir la boca cuando me interrumpió el sonido de su celular.
-Oh, discúlpeme.
-Está bien, no hay problema atienda que puede ser importante- dije amablemente consiguiendo que me sonriera en respuesta.
-¿Hola?... Oh, bueno… Sí, sí, de acuerdo… Sí genial… listo nos vemos luego entonces, gracias- Y colgó luego me miró y con una sonrisa pícara en su rostro agregó para mí- Bueno, pues parece que después de todo podré quedarme un rato más. Mi secretaria me acaba de avisar que cancelaron la consulta de las dos así que tengo un poco más de tiempo ¿O ya terminamos?- preguntó sorprendida ante esa posibilidad. Ni de cerca nena, pensé yo.
-¿Eh? No, no, viene bien. Disculpa ¿Desearías tomar algo? ¿Ha almorzado ya?- pregunté dándome cuenta de que seguramente se saltó su hora del almuerzo para venir aquí. Eso no me gustó.
-No. Pero no se haga problema.
-Pensé que te había pedido y tú accedido a tratarme de tú.- dije con voz ronca.
-Sí, disculpe… Disculpa, me olvidé y no hay problema. Quizás sólo un café estaría bien.
-¿Qué te parece si pedimos algo? Es mi hora de almuerzo también pero con tanta cosa no quiero perder el tiempo saliendo a por algo ¿Te apetecería un sándwich o algo así?
-Mmm… De acuerdo. Un sándwich de lomo estaría bien, gracias- dijo un tanto tímida.
Comimos rápidamente y para este momento nos encontrábamos sentados de lado en el sillón frente a una mesa ratona que usaba generalmente para charlar de algún caso con mis colegas. La observé durante toda la comida y me alegré enormemente al notar que no le era indiferente. Sus pezones estaban duros y enhiestos bajo el fino encaje del soutien que tan generosamente se encargaba de erguirlos orgullosos. Y el rubor que la cubría cuando la pillaba mirándome era como pólvora para mí.
Al final, así de frente, nos quedamos viendo intensamente, exponiéndonos. Las ganas, las intenciones, todo estaba claro en nuestras miradas.
Nos deseábamos.
Yo, Jacob Black, el conocido lobo renegado de las mujeres, por primera vez en años deseaba desesperadamente a una mujer. A esta mujer. Y no me contuve más.
Fácilmente acorté la distancia entre nosotros. Acorralándola. Ella abrió los ojos sorprendida, excitada, nerviosa, anhelante. Pero aun así, antes de que pudiera llegar a devorarle la boca por completo ella dijo:
-Cr… Creo… Creo que será mejor que me vaya, debo… -la interrumpí.
-Dime que no deseas que te parta la boca de un beso. Dime que no deseas que mi lengua acaricie la tuya, saboreándote.  Dime que no deseas mis manos en tu cuerpo, en tus pechos ¡Dímelo! Dímelo fuerte y claro y me detendré… pero si no lo haces prepárate… Porque te voy a dejar sin aire.
Y luego de los cinco segundos más eternos de mi vida hasta ahora, en los que ella no dijo absolutamente nada bajé mi boca a la suya y me hundí en ella.
Su tacto, su olor, su sabor, toda ella me envolvió en su mágico cuerpo cegándome e inundándome de lujuria.
Mi boca aplastó la suya y mi cuerpo se regodeó de estar encima sintiendo sus curvas femeninas amoldadas  a mí. Su olor me inundaba el cerebro, una mezcla perfecta de fresas y menta, dulce y fresca, con ahora además el inconfundible olor a deseo, ese olor almizclado que emanaba de su sexo pidiéndome, implorándome, rogándome por atención.
Su boca era suave, tan suave y tan cálida, fácilmente maleable bajo la mía, sumisa y demandante. Mis manos no pudieron ni quisieron contenerse más por lo que suavemente la tomé de la cintura y le acaricié de arriba abajo por los lados. La fineza de su cintura, las marcadas costillas, la cara externa de unos pechos plenos. Las llevé a ellos, a esas cimas duras como piedras y esos montículos de carne suave. Gloria. Esto era la gloria.
Sus manos tampoco se estaban quietas.
A pesar de mi camisa- porque el saco en algún momento que ahora no recuerdo ya me lo había sacado- pude sentir sus pequeños dedos investigando y moldeando cada uno de ms músculos. Apretando, acariciando, rasguñando. De pronto me tomó de la nuca casi con ferocidad y me hundió aún más en ella, haciendo doler nuestras bocas de tan abiertas que estaban. No importaba. Nada importaba. Estábamos demasiado calientes para eso.
Sin pensarlo, la tomé de la cintura, y mientras me tiraba hacia el respaldo del sillón la llevaba conmigo para poder así colocarla sobre mi regazo. Ambos gemimos ante el contacto. Al abrir sus piernas su más que corta pollera le quedó de cinturón y, aunque no pudiera verlo ahora, el tacto me decía y mostraba que tenía un culo de lo más hermoso. Siseé cuando sentí una uña rasguñando mi dolorido miembro por sobre el pantalón. Quería más. Necesitaba sentir su piel, su lengua, su… Todo.
El ruido ensordecedor de un celular sonando desde el escritorio nos devolvió crudamente a la realidad.
Una realidad en la que yo tenía pareja y ella era mi cliente. Mierda.
Nos quedamos así, mirándonos mientras aun jadeábamos de frente al otro mientras el teléfono aún seguía sonando insistentemente. Maldito aparato- pensé frustrado.
Ella se removió nerviosa y yo me tensé y la sujeté más duramente de la cintura en forma inconsciente cuando en un ligero movimiento rozó su sexo contra el mío. Con delicadeza pero firme me tomó ambas manos alejándolas de su carne para bajarse. Yo cerré los ojos ante la sensación de pérdida que sentí. Cuando los abrí, ella ya se había reacomodado la ropa. Las únicas evidencias eran las arrugas en su falda y una boca muy roja e hinchada. Y en mi caso una boca igual de hinchada y un tanto dolorida por sus mordiscos y una muy, MUY dura erección con un más que probable caso de bolas azules. Me levanté sin decir nada y me dirigí a mi escritorio para tomar mi móvil ya que era el que había estado sonando. Lo miré; Dos llamadas perdidas y un mensaje de Edward. Qué oportuno- pensé. Un golpe más a mi consciencia. Lo leí.
<<“Lo siento. Hoy llegaré tarde, con suerte antes de las 9. TK. Ed.”>>
Suspiré.
-Debo irme. Tengo una paciente a las tres.
Miré el reloj. Eran las dos y veinte ¿Cuánto tiempo habremos estado besándonos?
-De acuerdo, te llamaré- le avisé sin saber muy bien el porqué. Creo que venía del hecho que quería que me tuviera en cuenta.
-Muy bien, pero envíame un mensaje antes ya que no suelo contestar llamadas de desconocidos.
En respuesta yo me limité a teclear en mi móvil y segundos después el de ella comenzaba a sonar dentro de su bolso. Ella lo sacó de la cartera y sonrió.
-Así está mejor. Al menos no te cortaré- dijo divertida mirándome mientras yo me le acercaba como si estuviera al acecho.
-No. Te aseguro que no lo harás- dije tomándola de la cintura poder besarla otra vez. Esos labios resultaron ser una puta droga adictiva. La apoyé contra la pared y cuando sentí como se relajaba en mis brazos la solté. No quería perderme otra vez, ella tenía algo que atender y yo… Yo seguramente tendría algo que hacer, aunque ahora no fuera capaz de recordar qué.
-Anda ¿Tienes que irte recuerdas?- le dije suavemente cuando me miró desorientada. Luego frunció el ceño molesta y yo me reí en respuesta a ello.
-Quizás ahora que sé tú número será mucho más fácil el NO “atenderte”- dijo traviesa causando que yo frenara mi risa en seco.
-Oh, no, muñeca, tu tendrás que “atenderme”, eso dalo por hecho- dije sugerente y casi decidido a tomarla allí mismo cuando vi cómo se mordía el labio inferior de forma inconsciente. Luego sonrió.
-Creo que eso lo veremos. Adiós- dijo y tomó el picaporte que tenía a un lado para abrir rápidamente la puerta y salir escapando sin decir nada más.
Y yo me quedé ahí, parado como un idiota. Tratando con todas mis fuerzas de entender qué demonios se había apoderado de mí.
Cierto que yo había estado de acuerdo con Edward en buscar a alguien más… Pero… También había quedado en que yo no haría absolutamente nada al respecto. Nada hasta que la conocí.
Sabía que por más que lo intentara no podría mantenerme lejos de ella, pero ni muerto derivaba el caso a alguien más. No. Eso me quitaría toda posibilidad de verla y eso era algo que no estaba dispuesto a contemplar pero… ¿Podría ser ella la que se uniera a nosotros? La sola contemplación de la idea me dejaba extasiado… Y duro. Quizás… Quizás pudiera intentarlo, tentarla. Conocerla. Sí, eso, conocerla. Tendría que ver si ella sería capaz de aceptar y sobrellevar algo así. Era sexóloga ¿No? suponía que no habría muchas cosas que la sorprendieran ya. Y si pudiera, pudiéramos hacerle entender que no sería sólo sexo y lujuria sino amor…
Pero tenía que ser realista, necesitaba serlo. Por más que a mí me fascinara, ella tenía que conocer, aceptar y estar con Ed… y él con ella. Sólo así funcionaría. Pero por ahora no diría nada.  Por primera vez le ocultaría algo importante a su pareja, pero… Era necesario. Primero tendría que ver si se daba algo o no entre ellos y ya luego iría viendo cómo ir preparando el terreno, por ahora quería disfrutarla al menos un poco más…
Y lo haría, vaya si lo haría -pensó mientras esbozaba una sonrisa de anticipación.

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