B.POV.:
28 de octubre de 2011
El problema de mi sexóloga... cap 7
**NOTA IMPORTANTE: ESTA HISTORIA TENDRÁ UN ALTO CONTENIDO SEXUAL, ASÍ QUE SI ERES MENOR O
NO TE GUSTA LO FUERTE ¡¡NO LEAS!! (Sólo apto para gente con mentalidad
abierta).*
--------------------------Este
fic tendrá MENNAGE hetero- bi y homosexual.---------------------------------
Hace calor ¿No?
B.POV.:
OH-POR-DIOS
¡Oh por Dios,
oh por Dios, oh por Dios! Es… ¡WOW!
Ese abogadito
estaba sencillamente para partirlo. Estaba total y absolutamente comestible.
¡PA-PÁ!
Estaba
completamente segura de que él sería el culpable de mis próximas fantasías. No
podía esperar a llegar a casa y darme una atención con el “general”. Tenía
todos los nervios a flor de piel y los músculos agarrotados por la tensión. El
viaje en el auto me agotó. Tuve que trabar tanto mi cuerpo para no saltarle
encima mientras conducía- y así de paso evitar matarnos- que ahora me sentía
literalmente exhausta. Pero no tanto…
¡Bella
concéntrate!- me ordené a mi misma.
Y volvemos al
primordial problema de mi vida.
Puedo estar
siendo perseguida por un loco en un posible peligro de muerte pero yo estoy pensando
en cogerme como loca con mi extensa colección de juguetes que hay en el cajón
de mi mesa de noche y en la caja debajo de mi cama- si no entraban todos en un
solo lugar- ¡Carajo!
Logré llegar
viva y en una sola pieza a mi apartamento a pesar de no ver una mierda por
donde iba con el auto ¡Genial! Si Charlie me hubiese visto de seguro que… No
voy a pensar en eso- me dije firmemente a mí misma. Corrí, abrí, tiré todo
encima del sofá y volví a correr a mi habitación para poder al fin sacarme esta
calentura de 90° que tenía encima ¡Por Dios, pero si estaba más caliente que el
desierto del Sahara!
oOo
-¡Aaaaahhhhh!
Dos horas,
cinco orgasmos y una ducha después me sentía “un poco” mejor.
Decidí
levantarme a hacerme por lo menos un sándwich de queso ya que no tenía ganas de
hacerme algo más elaborado. Desconecté los teléfonos y me sumí en la soledad de
mi pacífico y solitario mundo.
El domingo fue
un poco más de lo mismo salvó porque conecté los teléfonos y estuve un rato en
el chat con Alice, quien como siempre hablaba- en este caso tecleaba- a dos mil
palabras por minuto y por último me decía que estaría por allí una semana más
aproximadamente. Por fin a la noche con el cuerpo sin tensiones de ningún tipo
y con la ansiedad bastante controlada me dormí de un tirón de lo más tranquila.
Lunes.
¡No era por
él! ¡No era por él! ¡¡¡NO era POR ÉL!!!
Así estaba
desde que me vi al espejo antes de salir para el consultorio ya sin tiempo de
cambiarme ¡Es que no es posible que no me haya dado cuenta de lo que me ponía!
¡Mierda! ¡Si Jane se da cuenta o asume que es por él! Aaarggg
No quiero ni
imaginarlo.
Bueno quizás
si me quedara detrás del escritorio… No, no puedo hacer eso. No importa. No, no
importa. Había tomado de derivarlo por mi bien mental- y posiblemente su
bienestar físico también- así que ¿Qué más daba que me viera “algo” provocativa
en su última sesión? Total no iba a hacer nada ¿O sí? No. Definitivamente no.
Quizás sólo
estaba exagerando y no era en verdad para tanto. Quizás. Por el momento estaba
a salvo en mi auto a punto de llegar a mi lugar habitual en el estacionamiento.
Inconscientemente
–lo juro por mis juguetes- me vestí como una perra para un día normal de
trabajo ¡Eso no estaba para nada bien!
Calma Bella,
calma. Respira- me dije.
Me miré
fijamente de arriba abajo una vez más para ver si por algún tipo de milagro no
llevaba lo que creía haber visto frente al espejo antes de salir. Nop. Seguía
igual.
Zapatos negros
brillantes con un taco prácticamente mortal para mí- regalo de Alice-. Medias
de lycra con trama tipo red, me dan ganas de llorar de alegría al ver que no
agarré el verdadero par de medias de red negras que guardo al final del cajón,
estas eran de un suave tono chocolate.. Pollera ¿O debería decir retazo de
tela? Bueno, esta faldita me encantaba pero era no de las que usaba cuando
salía a bailar ¡Hace tres años! Sólo la guardaba por nostalgia, si hubiera
sabido que me iba a dar este problemón la hubiera tirado o mejor aún, quemado
¡No era para trabajar! ¡¿Por qué rayos mi estúpido cerebro no registro eso a la
hora de vestirme?! Y es que era corta, MUY corta ¡Apenas y me llegaba a medio
muslo! Ni hablar de si llegase a cruzar mis piernas, seguramente de costado
saldría a las claras una de mis nalgas en red. Puuufff. Nop, ni hablar.
Sigamos. Blusa, ohhhh. Blusa. Esta sí que era una de las habituales para el
trabajo. Lo malo es que era para usar por debajo de un traje ¡No para ir
exhibiendo sola! Y el saco que agarré hoy –porque los demás me tocaba
retirarlos en la tarde de la tintorería- era demasiado abrigado para usar en el
interior del consultorio. Carajo.
Simplemente voy a decir esto como para que alguien comprenda mi gravedad.
GASA- FINA- SOBRE- ENCAJE. ¿Se entiende? ¡Se me ve putamente todo! Y el cabello
húmedo tras la ducha de treinta segundos que me di secándose libre al viento
era el toque justo y final para el look Post
sexo o el de Busco sexo,
dependiendo de cómo se lo mire.
Y sí,
seguramente alguien estará diciendo “pero que estúpida por qué no volvió
rapidito y se cambió algo”. Y voy a contestar, ejem, ejem, ¡Por qué no pude
idiota! Anoche me quedé taaaaan relajada que se me olvidó poner el despertador,
ergo casi por instinto me desperté temprano, sí, ¡Pero no lo suficiente! Hoy
tenía el horario más ajustado debido a la falta del sábado por lo que debería
de haber llegado 8:30. Yo me DESPERTÉ 8:30 ¿Se entiende ahora? Me di una ducha
express y me cambié a ciegas- como se darán cuenta-, ni me peiné ni me
maquillé. A las 8:43 estaba saliendo de mi apartamento cuando vi mi reflejo en
el espejo. No tenía opción más que seguir. Lo único que hice fue ponerme un
poco de glooss en los labios y pensar en usar la hora del almuerzo para ir a
comprar un pantalón y un saco o una camisa oscura, no sé, algo que me quité
este look de gata en celo que traía puesto.
¡Vamos Bella!
¡Actúa como adulta que eres maldita sea! Allá voy.
-Oh, hola
¿Cómo le va?- contesté medio cansada.
-Bien gracias
y por favor dime de tú, soy Jacob- por favor no fuerces mi pobre autocontrol así, le rogué
mentalmente a esa sexy voz telefónica mientras mi perversa mente me llevaba a
recordar en detalle cada músculo suyo- ¿Bella?- ¡Puta madre! ¿Acaba de
ronronear mi nombre?
-De acuerdo-
susurré. Sí, patético.
-Bien. Te
llamaba para saber si podrías darte una vuelta por la oficina hoy para hacerte
algunas preguntas más específicas sobre el caso, ya que el sábado debo
reconocer que yo estaba algo apurado y me gustaría completarlo lo antes posible
si puede ser.
-Es. Bueno,
verá, ahora mismo no lo creo posible ya que me encuentro entre consultas pero…-
consulté mi agenda para saber. Si pudiera correr a… Y aquí… Sí- ¿Podría ser a
eso de las 12:30?
-A ver déjame
ver- se escuchó ruido de papeles siendo apartados- sí, seguro. Muy bien
entonces la espero a esa hora y por favor mientras tanto trate de recordar cada
mínimo detalle de todos los presentes, no importa si lo considera tonto o de
menor importancia, anótelo en cuanto se le venga a la mente para que no se le
olvide luego ¿de acuerdo?
-Muy bien. De
acuerdo, claro. Nos veremos entonces.
-Adiós Bella-
y colgó.
Carajo.
Me paré de un
salto ¡¿Iba a ir así?! Me senté, más bien me desplomé nuevamente en mi sillón
tras el escritorio.
Sí, tendría
qué hacerlo. No iba a tener tiempo de pasar por una muda ahora, ni mucho menos
pasar a comprar algo. Mierda… ni modo.
La mañana al
completo no había ido muy bien que digamos.
Tuve algunos
problemas para serenar y controlar a Vicky una joven chica ninfómana bisexual
en los primeros períodos de abstinencia. Yo era su blanco. Luego de ella tuve
una muy incómoda hora con un chico de dieciséis años llamado Riley adicto al
sexo. Se relamía, literalmente, cada vez que me miraba tras los escasos tejidos
las tetas, síp, tooooodaaa la hora. Y por último… Por último una charla
bastante acalorada con la señora Renata quién era- por decirlo de una manera
suave- una vieja perra frígida que no cogía ni dejaba coger felizmente a los
demás.
Ahora me
tocaba el señor Mike Newton que tenía serios problemas con la eyaculación
precoz y que además resultaba ser un idiota de primera. Después de él sería la
hora del almuerzo donde aprovecharía para pasar por lo del abogado.
-Lo siento, de
veras lo siento. Es que… Bueno usted… y…
-No se
preocupe, por favor hágame el favor de pasar al baño a limpiarse y luego puede
ir donde Jane y pedir un turno para dentro de unas dos semanas- dije secamente.
-¿Dos
semanas?- lo miré mal- Sí, sí, de acuerdo. Lo lamento.
La hora con
Newton había resultado ser un desastre.
A los quince
minutos de sesión mientras me contaba de lo más contento como había logrado
hacer acabar a una chica antes de explotar, me miró cruzar la piernas- lo sé,
mi error-… Y acabó.
¡Sí acabó! ¡Se
acabó en los pantalones sin tocarse siquiera! ¡Por Dios!
Después de eso
estuve aproximadamente unos veinte minutos escuchando sus disculpas mientras
que yo trataba de hacerlo ir al baño a limpiarse de una buena vez ya que la
mancha era cada vez más notoria en el frente de su entrepierna ¡Puaj! Newton
era… Era Newton… era indeseable, incluso para alguien como yo ¡Sobre todo para
alguien como yo! ¡Dónde mierda estaría el chiste! El colmo de una ninfómana
sería estar al lado de un sujeto precoz ¡Ja!
Alrededor de
una media hora después me encontraba frente a la antipática recepcionista del
señor Black.
-Buen día, el
señor Black me espera- dije educadamente antes de que me quisiera echar. Por su
cara no lo dudaba.
-Buen día.
Aguarde un minuto por favor,- dijo levantando el tubo del
intercomunicador- enseguida la atiende.
Tome asiento.
-Bella,
adelante- dijo él apenas unos minutos después desde la puerta de su oficina.
-Buen día,
gracias- dije poniéndome de pie y yendo hacia donde él se encontraba.
-Pasa.
La mano de él
en mi espalda baja guiándome al interior de su despacho hizo estragos en mi
concentración. Como dije me guió al interior. Yo no necesito que me guíe al
interior, yo necesito que quiete su puta mano para poder volver a concentrarme
en el loco y no tirar todo a la mierda y montármelo allí sin más. Me condujo a
la silla y me senté obediente. Me sorprendí cuando en lugar de dar la vuelta al
escritorio este apoyó su culito en el de frente hacia mí, dejando su verga a no
más de medio metro de mi cara. Mmm… Y al parecer no se dio cuenta de que su
amiguito está medio despiertito. Me aferré a la silla.
-Bueno ¿Y ya
ha elegido al detective?- asentí- ¿Ha hablado con él?
-Sí
definitivamente me quedé con Withlock y hemos estado hablando sobre que se
puede hacer de ahora en más.
-Bien él es
muy bueno en lo suyo.
Me limité a
sentir otra vez.
-Comencemos-
dijo- ¿Recuerda cuándo fue la primera vez que le llegó un regalo? ¿Había pasado
algo en particular en ese momento en su vida?- Negué.
-No. Sé que
fue hace seis meses aproximadamente nada
más y en aquel entonces ya llevaba la misma rutina que ahora. Me había mudado a
mi apartamento ya hacía un año y en el trabajo estaba bien.
-¿Ha podido
recordar algo o a alguien extraño?- volví a negar.
-¿Cuánta gente
conoce su domicilio?- preguntó.
-Bien, Alice
que es mi mejor amiga, y Jane que es mi secretaria. Nadie más.
-¿Familia,
primos, amigos lejanos, compañeros anteriores, algún chico al que no le haya
dado la oportunidad?
-Familia no
tengo. Primos o tíos, menos. Como dije mi mejor amiga, Alice, es de hecho la
única que tengo y justo ahora se encuentra en New York. Compañeros de trabajo
sólo Jane. No tuve trabajos anteriores. Bueno sí, pero nada importante. Trabajé
en el comedor del campus donde vivía y estudiaba y luego de recepcionista para la
doctora anterior durante mi último año.
-Mmm… de
acuerdo. Todavía no me ha dicho de que trabaja ¿Tiene contacto con mucha gente?
Al ser doctora, digo, quizás alguien a quién no haya tomado en cuenta o a quien
no le haya gustado su diagnóstico.
-No lo creo-
dije sonriendo-… Soy sexóloga.
-Oh…- por un
momento su rostro reflejó una sorpresa total, luego se recobró rápidamente y
agregó- Bueno ¿Ha notado a algún paciente con algún tipo de fijación en usted?
-Eh…- lo pensé
bien- No, no lo creo.
Hablamos
durante media hora más sobre los posibles, le di algunos datos básicos míos y
luego me disculpé alegando que ya debía de regresar a la consulta. Y pasó.
J. POV.:
Habíamos
estado cerca de una hora hablando sobre el caso y había también logrado sonsacarle
algunos datos personales demás. Ella era… Interesante. Era graciosa, simple,
independiente… ¡Y estaba de infarto! ¡Por Dios! Tan sólo cuando entró tuve la
necesidad de disimular como un colegial la erección instantánea que tuve. Por
suerte con pensamientos horripilantes como Sam con un tutú rosa o Jared con
vestido y tacos fue capaz de hacer que bajase rápidamente, de todas formas la
guié delante de mí para estar seguro ¡Qué bochorno!
Jamás, JAMÁS
en toda mi vida me había sucedido algo similar.
Sabía que lo
que pensaba estaba mal. Era una cliente ¡Hasta podría demandarme! Yo tenía a
Ed, y de seguro que ella tenía a alguien, aunque aún no lo haya dicho, etc,
etc, etc. Por más que me repetía todas esas razones una y otra y otra vez como
una especie de mantra, no conseguí sacarme las ganas de probarla ¡Puta madre!
¿Probarla? ¡Quería devorarla!
Desde que la
había visto el sábado no había sido capaz de dejar de pensar en ella. Sí, en
ella. No en el puto caso. Me sentí culpable con Ed y traté de compensarlo siendo
un poco más tierno, pero aun así su imagen me perseguía.
Hoy no me
aguanté. Me hice lugar como pude para poder atenderla y casi brinqué de alegría
cuando acordamos para el mediodía. Carajo. La pregunta que me negaba a dejar
formularme a mí mismo me vino con fuerza a la mente ¿Podría ser ella? Era una
pregunta, que aunque me negase, rondaba por mi mente una y otra y otra vez.
Pero todo el
embrujo se rompió cuando ella me dijo que ya debía de irse para volver al
trabajo. Casi le grito ¡Ahora no, todavía no! y bien a punto estaba de abrir la
boca cuando me interrumpió el sonido de su celular.
-Oh,
discúlpeme.
-Está bien, no
hay problema atienda que puede ser importante- dije amablemente consiguiendo
que me sonriera en respuesta.
-¿Hola?... Oh,
bueno… Sí, sí, de acuerdo… Sí genial… listo nos vemos luego entonces, gracias-
Y colgó luego me miró y con una sonrisa pícara en su rostro agregó para mí-
Bueno, pues parece que después de todo podré quedarme un rato más. Mi
secretaria me acaba de avisar que cancelaron la consulta de las dos así que
tengo un poco más de tiempo ¿O ya terminamos?- preguntó sorprendida ante esa
posibilidad. Ni de cerca nena, pensé
yo.
-¿Eh? No, no,
viene bien. Disculpa ¿Desearías tomar algo? ¿Ha almorzado ya?- pregunté dándome
cuenta de que seguramente se saltó su hora del almuerzo para venir aquí. Eso no
me gustó.
-No. Pero no
se haga problema.
-Pensé que te
había pedido y tú accedido a tratarme de tú.- dije con voz ronca.
-Sí, disculpe…
Disculpa, me olvidé y no hay problema. Quizás sólo un café estaría bien.
-¿Qué te
parece si pedimos algo? Es mi hora de almuerzo también pero con tanta cosa no
quiero perder el tiempo saliendo a por algo ¿Te apetecería un sándwich o algo
así?
-Mmm… De
acuerdo. Un sándwich de lomo estaría bien, gracias- dijo un tanto tímida.
Comimos
rápidamente y para este momento nos encontrábamos sentados de lado en el sillón
frente a una mesa ratona que usaba generalmente para charlar de algún caso con
mis colegas. La observé durante toda la comida y me alegré enormemente al notar
que no le era indiferente. Sus pezones estaban duros y enhiestos bajo el fino
encaje del soutien que tan generosamente se encargaba de erguirlos orgullosos.
Y el rubor que la cubría cuando la pillaba mirándome era como pólvora para mí.
Al final, así
de frente, nos quedamos viendo intensamente, exponiéndonos. Las ganas, las
intenciones, todo estaba claro en nuestras miradas.
Nos
deseábamos.
Yo, Jacob
Black, el conocido lobo renegado de las mujeres, por primera vez en años
deseaba desesperadamente a una mujer. A esta mujer. Y no me contuve más.
Fácilmente
acorté la distancia entre nosotros. Acorralándola. Ella abrió los ojos
sorprendida, excitada, nerviosa, anhelante. Pero aun así, antes de que pudiera
llegar a devorarle la boca por completo ella dijo:
-Cr… Creo…
Creo que será mejor que me vaya, debo… -la interrumpí.
-Dime que no
deseas que te parta la boca de un beso. Dime que no deseas que mi lengua
acaricie la tuya, saboreándote. Dime que
no deseas mis manos en tu cuerpo, en tus pechos ¡Dímelo! Dímelo fuerte y claro
y me detendré… pero si no lo haces prepárate… Porque te voy a dejar sin aire.
Y luego de los
cinco segundos más eternos de mi vida hasta ahora, en los que ella no dijo
absolutamente nada bajé mi boca a la suya y me hundí en ella.
Su tacto, su
olor, su sabor, toda ella me envolvió en su mágico cuerpo cegándome e
inundándome de lujuria.
Mi boca
aplastó la suya y mi cuerpo se regodeó de estar encima sintiendo sus curvas
femeninas amoldadas a mí. Su olor me
inundaba el cerebro, una mezcla perfecta de fresas y menta, dulce y fresca, con
ahora además el inconfundible olor a deseo, ese olor almizclado que emanaba de
su sexo pidiéndome, implorándome, rogándome por atención.
Su boca era
suave, tan suave y tan cálida, fácilmente maleable bajo la mía, sumisa y
demandante. Mis manos no pudieron ni quisieron contenerse más por lo que
suavemente la tomé de la cintura y le acaricié de arriba abajo por los lados.
La fineza de su cintura, las marcadas costillas, la cara externa de unos pechos
plenos. Las llevé a ellos, a esas cimas duras como piedras y esos montículos de
carne suave. Gloria. Esto era la gloria.
Sus manos
tampoco se estaban quietas.
A pesar de mi
camisa- porque el saco en algún momento que ahora no recuerdo ya me lo había
sacado- pude sentir sus pequeños dedos investigando y moldeando cada uno de ms
músculos. Apretando, acariciando, rasguñando. De pronto me tomó de la nuca casi
con ferocidad y me hundió aún más en ella, haciendo doler nuestras bocas de tan
abiertas que estaban. No importaba. Nada importaba. Estábamos demasiado
calientes para eso.
Sin pensarlo,
la tomé de la cintura, y mientras me tiraba hacia el respaldo del sillón la
llevaba conmigo para poder así colocarla sobre mi regazo. Ambos gemimos ante el
contacto. Al abrir sus piernas su más que corta pollera le quedó de cinturón y,
aunque no pudiera verlo ahora, el tacto me decía y mostraba que tenía un culo
de lo más hermoso. Siseé cuando sentí una uña rasguñando mi dolorido miembro
por sobre el pantalón. Quería más. Necesitaba sentir su piel, su lengua, su…
Todo.
El ruido
ensordecedor de un celular sonando desde el escritorio nos devolvió crudamente
a la realidad.
Una realidad
en la que yo tenía pareja y ella era mi cliente. Mierda.
Nos quedamos
así, mirándonos mientras aun jadeábamos de frente al otro mientras el teléfono
aún seguía sonando insistentemente. Maldito aparato- pensé frustrado.
Ella se
removió nerviosa y yo me tensé y la sujeté más duramente de la cintura en forma
inconsciente cuando en un ligero movimiento rozó su sexo contra el mío. Con
delicadeza pero firme me tomó ambas manos alejándolas de su carne para bajarse.
Yo cerré los ojos ante la sensación de pérdida que sentí. Cuando los abrí, ella
ya se había reacomodado la ropa. Las únicas evidencias eran las arrugas en su
falda y una boca muy roja e hinchada. Y en mi caso una boca igual de hinchada y
un tanto dolorida por sus mordiscos y una muy, MUY dura erección con un más que
probable caso de bolas azules. Me levanté sin decir nada y me dirigí a mi
escritorio para tomar mi móvil ya que era el que había estado sonando. Lo miré;
Dos llamadas perdidas y un mensaje de Edward. Qué oportuno- pensé. Un golpe más a mi consciencia. Lo leí.
<<“Lo siento. Hoy llegaré tarde, con suerte
antes de las 9. TK. Ed.”>>
Suspiré.
-Debo irme.
Tengo una paciente a las tres.
Miré el reloj.
Eran las dos y veinte ¿Cuánto tiempo habremos estado besándonos?
-De acuerdo,
te llamaré- le avisé sin saber muy bien el porqué. Creo que venía del hecho que
quería que me tuviera en cuenta.
-Muy bien, pero
envíame un mensaje antes ya que no suelo contestar llamadas de desconocidos.
En respuesta
yo me limité a teclear en mi móvil y segundos después el de ella comenzaba a
sonar dentro de su bolso. Ella lo sacó de la cartera y sonrió.
-Así está
mejor. Al menos no te cortaré- dijo divertida mirándome mientras yo me le
acercaba como si estuviera al acecho.
-No. Te
aseguro que no lo harás- dije tomándola de la cintura poder besarla otra vez.
Esos labios resultaron ser una puta droga adictiva. La apoyé contra la pared y
cuando sentí como se relajaba en mis brazos la solté. No quería perderme otra
vez, ella tenía algo que atender y yo… Yo seguramente tendría algo que hacer,
aunque ahora no fuera capaz de recordar qué.
-Anda ¿Tienes
que irte recuerdas?- le dije suavemente cuando me miró desorientada. Luego
frunció el ceño molesta y yo me reí en respuesta a ello.
-Quizás ahora
que sé tú número será mucho más fácil el NO
“atenderte”- dijo traviesa causando que yo frenara mi risa en seco.
-Oh, no,
muñeca, tu tendrás que “atenderme”,
eso dalo por hecho- dije sugerente y casi decidido a tomarla allí mismo cuando
vi cómo se mordía el labio inferior de forma inconsciente. Luego sonrió.
-Creo que eso
lo veremos. Adiós- dijo y tomó el picaporte que tenía a un lado para abrir
rápidamente la puerta y salir escapando sin decir nada más.
Y yo me quedé
ahí, parado como un idiota. Tratando con todas mis fuerzas de entender qué
demonios se había apoderado de mí.
Cierto que yo
había estado de acuerdo con Edward en buscar a alguien más… Pero… También había
quedado en que yo no haría absolutamente nada al respecto. Nada hasta que la
conocí.
Sabía que por
más que lo intentara no podría mantenerme lejos de ella, pero ni muerto
derivaba el caso a alguien más. No. Eso me quitaría toda posibilidad de verla y
eso era algo que no estaba dispuesto a contemplar pero… ¿Podría ser ella la que
se uniera a nosotros? La sola contemplación de la idea me dejaba extasiado… Y
duro. Quizás… Quizás pudiera intentarlo, tentarla. Conocerla. Sí, eso, conocerla.
Tendría que ver si ella sería capaz de aceptar y sobrellevar algo así. Era
sexóloga ¿No? suponía que no habría muchas cosas que la sorprendieran ya. Y si
pudiera, pudiéramos hacerle entender que no sería sólo sexo y lujuria sino
amor…
Pero tenía que
ser realista, necesitaba serlo. Por más que a mí me fascinara, ella tenía que
conocer, aceptar y estar con Ed… y él con ella. Sólo así funcionaría. Pero por
ahora no diría nada. Por primera vez le
ocultaría algo importante a su pareja, pero… Era necesario. Primero tendría que
ver si se daba algo o no entre ellos y ya luego iría viendo cómo ir preparando
el terreno, por ahora quería disfrutarla al menos un poco más…
Y lo haría,
vaya si lo haría -pensó mientras esbozaba una sonrisa de anticipación.
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El Problema de mi Sexóloga
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