26 de enero de 2012

El problema de mi sexóloga... Cap 24


“Sueños: pesadillas y realidades”

BPOV.:

¡Oh Joder! ¡Joder, joder, jodeeeer!
Nunca, pero nunca de los jamases nunca volvería a ver una cocina de la misma manera. JA-MÁS.
¡Dios! O ¡Demonios! Supongo que después de ‘esto’, demonios iba mejor ya que ellos eso… Ellos eran un par de lujuriosos demonios vestidos de dioses humanos que hacían palidecer a tanta absurda y simple plebe.

JODER, o sea JO-DER… ¡Mierda! Todavía estoy temblorosa y… Anhelante ¡Lo sé! Soy una perra insaciable ¡Sí! Pero, Dios ¿Qué quieren? Soy una ninfómana totalmente adicta al sexo –y a las perversiones-, pero por sobre todo, me estaba haciendo prontamente adicta a ellos, a su piel, a sus miradas, a sus besos lujuriosos, a sus caricias… Ellos eran mi nuevo puto vicio, mi droga personal y, sí ¿Por qué no admitirlo? Completamente necesaria.
Mientras todo esto tenía lugar en mi mente me encontraba totalmente despatarrada en aquel gran frío oscuro piso.
Los tres quedamos simplemente tirados allí… Tratando de restablecer nuestras respiraciones, nuestros turbulentos pensamientos, tratando de rejuntar los pedazos que quedaban de nuestra reciente perdida conciencia. Aunque no por mucho.
El estúpido teléfono sonó cual verdugo insistente e inexorable sobresaltándonos a todos, sobresaltando nuestra remota paz. Y luego… CAOS.
El teléfono de la casa dejó a sonar, y a cambio los tres celulares comenzaron con sus estridentes melodías a tan solo segundos de diferencia. Era algo atronador en medio de tanta quietud y silencio.
Finalmente Jake se levantó a tomar el suyo… Un mensaje –y lo sé porque estiré con fuerza el pescuezo para encontrarlo leyendo la pequeña pantalla-. Sus facciones lo dijeron todo… lo que sea que fuera, no era bueno.
Dicho y hecho, no lo fue.
El juego ha comenzado. No podrán esconderse. No podrán esconderla. NO PODRÁS ESCONDERTE. Las reglas son nuestras. El fin uno… La muerte
Ese fue el mensaje que llegó a todos los teléfonos
Ese fue el momento en el cual su mente se desconectó.
¿Llorar como histérica? ¿Gritar como loca? ¿Putear hasta a los árboles? No. No hice nada, tan solo me quedé allí, tendida en el piso bajo una especie de sopor en el cual nada me afectaba, nada me tocaba, nada me llegaba. Mis ojos se cerraron pero mis sentidos aun estaban activos, era como vagar sin rumbo por el limbo.
¿En shock? Quizás.
Prefiero pensar que era un estado en el cual tan solo trataba de obviar el hecho que empañaba el mejor momento, UNO de los mejores momentos.
Mi desconexión como dije, no empañó todo.
No sé precisamente como pero sentí que Edward me trajo aquí donde yacía ahora. Y sé que fue él porque su aroma me envolvió de pronto.
Así que aquí estaba ahora, esperando… Sin querer saber que rayos estaba pasando debajo de donde provenían sus voces susurrantes.
Sé que quizás no estuviera momentáneamente en mis cabales pero, no quería saber nada… Quería coger, coger, y coger hasta el punto que no pudiera pensar, ni recordar, quería bloquear todo aquello que no fuera simplemente sentir. Llámenme cobarde o como quieran, pero cuando ha habido tanto drama y problema en tu vida hay momentos en los que tan solo quieres dejar tu piel, dejar de ser tú para así poder respirar por tan solo unos segundos en paz.
Hacía mucho ya que no me pasaba y la última vez que sucedió… Hice destrozos con mi cuerpo.
No me malinterpreten no me autoflagelé ni nada por el estilo. No. En siete días no dormí más que tres horribles horas por día –y a veces ni siquiera eso-. Dos cosa rigiendo mis días, trabajo y salidas, salidas y hombres; hombres y sexo. Hombres. Dieciocho. Dieciocho hombres fueron el resultado de aquella embotata y borrosa ahora, semana ¿Cómo? FÁCIL. Dos y a veces hasta tres por día. En cualquier lado le venía bien. En el baño de un bar o de un concurrido boliche, en algún pasillo oscuro de alguna discoteca, en el callejón detrás de un restaurant, en un hotel, en autos, en una plaza, en un tren… Joder, esa semana había sido atroz. Como si fuera una máquina con una misión… PLACER. Sí, placer. Placer que mitigara y compensara el dolor, la tristeza, la soledad. Fue entonces cuando hice mi primer mennage, dos hermosos primos que disfruté una noche entera.
Mi mente fue vencida de pronto por el sueño. Un sueño intranquilo. Un sueño real. Mi pesadilla. Pero…
Comenzaba como siempre.
“Félix y yo a los besos apoyados en su coche en un hermoso y luminoso día atípico de Forks. De repente, grandes nubes negras seguidas y empujadas por vientos huracanados lo cubren todo. Félix entonces se separa de mí, mirándome con una mirada que reflejaba todo el asco posible a demostrar hacia una persona. A mí.
Ya no estaba solo. El auto ha desaparecido, tal y como solo en los sueños suele suceder, y yo me veo vestida de fiesta, mirando el grupo de chicos que ahora él lideraba. Sus miradas completamente lujuriosas, lascivas se clavaban en su piel.
Corro, corro, y corro pero parece que nunca avanzara. Corro por un camino de tierra en el cual tropiezo siempre con la misma piedra, es un camino oscuro, un camino sin fin ni retorno.
De pronto el camino ya no está. Ahora me encuentro vistiendo mi pijama de niña parada delante de mi casa. Camino hacia la ventana obviando el hecho de que todo se veía oscuro, peligroso.
Y los veo.
 Mis padres están amarrados en sillas enfrentadas viendo como sus atacantes los van cortando alternadamente. Ambos lloran. Ambos se quiebran delante del otro al verlo sufrir y no poder hacer nada por evitarlo. Segundos antes de recibir cada uno un disparo es que ambos se sonríen mientras  yo grito sin voz golpeando la ventana como loca.
Jamás podía ver las caras de los atacantes. Era como ver círculos borrosos con facciones indefinidas y distorsionadas.
Un parpadeo y nuevamente me encuentro delante de la casa, cerca del cordón de la acera, viendo como lo que siempre fue mi casa, mi hogar, cedía sus cimientos ante las lenguas de fuego que la devoraban de a poco. Ahora me veía desde arriba, me veo a mí, llorando con los puños apretados a sus lados con mi furia y tristeza consumiéndome como ese solitario y brillante montículo de maderas ahora en ruinas. Veo mi hogar desmoronarse hasta quedar en simples y volátiles cenizas… Y sobre todo veo caer trozo sobre trozo sobre los cuerpos ya sin vida de mis amados padres mientras todo se vuelve negro a mi alrededor convirtiéndose en una oscuridad absoluta y yo caigo hasta al fin desaparecer.”
Para este momento mi cuerpo y mente ya sabe n que estaba soñando… Esperando, ansiando la caída que traía a su vez el fin de aquel macabro sueño. No esta vez.
“Caía en aquel abismo oscuro hasta que como si fuera una broma cruel me encontraba de nuevo frente a la ventana, la cual ahora estaba rodeada con rosas rojas dispares en su longevidad. Había tiernos pimpollos hasta secos centros marchitos y desolados. Los tonos variaban del rojo más intenso al negro verdoso y profundo. Miré dentro como impulsada por una atracción magnética, algo imposible de negar… Y expulsé el aire como si me hubieran atinado un golpe en el medio de la boca del estómago.
Allí estaban. Ya no eran mis padres los que se encontraban en aquellas sillas de sentencia segura. No. Ahora, ahora eran ellos. Ellos. Mirándose. Amándose con la mirada más triste que nunca en mi vida creí ver. Viendo como lastimaban al otro con la impotencia y desolación pintadas en sus duras facciones.
Los atacantes eran los mismos, o al menos eso creía ya que tal y como antes, yo aún no podía verles las caras.
Yo gritaba y gritaba. Pero nadie me veía, nadie me escuchaba.
Ahora me encontraba en la acera sostenida con el frío de una navaja en mi cuello, viendo como una vez más, mi hogar; y esta vez junto con mis sueños y mi futuro, se desmoronaban… Sobre ellos…
Silencio… Oscuridad…”
Desperté sintiendo mis oídos pitar y mis ojos arder. Aún podía sentir el humo en mis fosas nasales así que inmediatamente boqueé por aire puro. Alguien me zarandeó.
― ¡Bella!
― ¡Bella!
Voces. Voces y más voces intentaban colarse a través de la nebulosa de mi mente, del sopor que aun embargaba mi cuerpo, mis sentidos. Pero yo, yo aún no podía dejar de repetir aquellas imágenes insanas en mi mente. Los sonidos, los colores, los olores… Todo. Esta vez mi pesadilla me había llevado a otro nivel de dolor y soledad, y aún despierta me sentía completamente encerrada en ella.
¿Cómo olvidar? ¿Cómo salir?
― ¡Isabella Marie Swan levántate ahora o llegarás tarde! ―escuchó fuerte y claro ¿Mamá?
Abrí mis ojos desesperada por verla, por sentirla; pero mis ojos se movían demasiado rápido, torpemente perdían el enfoque.
Tras un esfuerzo que me costó horrores miré a quien me había gritado. Alice.
Apenas la vi mi congoja me abrumó y un sollozo ahogado escapó de mi pecho; y un quejido, más bien un alarido, le siguió detrás. Nuevas y heladas lágrimas surcaron mi rostro.
No registré nada más que su compasiva mirada cuando en un segundo me lancé con fuerza, con desesperación a sus pequeños pero tan confortables brazos; confort, solo eso buscaba. Ella era la única que sabía a ciencia cierta sobre aquel traumático sueño. La única que sabía la verdad acerca de la muerte de mis padres. La única que sabía como volverme en sí cuando hasta yo misma me daba por perdida.
―Shhh… Tranquila, ya pasó… No es real, no es real Bells.
―Sí lo es, lo fue Al… Y ahora… De nuevo; ellos, no pude. No otra vez…
―Shhh… respira decía mientras guiaba mi cabeza a su regazo acariciando mis cabellos de manera pausada―. Tranquilos, está bien… Ya volvió en sí. Dennos unos momentos por favor ―dijo a alguien aunque no veía a quien. Sentí pasos y luego la puerta de donde sea que fuera, cerrarse suavemente.
Estaba muy perdida aún.
Tiempo después… Mucho tiempo después, logré contarle a mi duende las diferencias de este sueño. Tenía tanto miedo de que fuera real. Ella me tranquilizó –como siempre hacía-, mientras yo daba gracias a quien sea que la hubiera puesto en mi camino.
―¡Oh por Dios! Ellos deben de creer que estoy completamente loca! ―exclamé de pronto cayendo al fin en la cuenta de donde estaba, con quienes y como me habrían visto ellos intentando ‘despertarme’.
―Shhh… Basta. Tranquilízate. Ellos lo entenderán, solamente estaban muy preocupados cuando vieron que a lo que ellos creyeron shock no pasaba y que no podían despertarte, pero…  Sé que no les has dicho todo lo referente a ello ―volteé la cara y ella en respuesta tomó suavemente mi barbilla para que la mirara otra vez―. Debes hacerlo Bells, ahora estás con ellos, debes confiarles todos tus secretos, debes confiar ―remarcó.
―Pero…
―No. Nada de peros. Te amo y no te dejaré pero debes de avanzar. Tienes que soltar tu pasado y confiar si quieres VIVIR y no tan solo subsistir.
―Te amo enana ―dije tomando su mano. Conteniendo a duras penas las pequeñas perlas húmedas que se amontonaban detrás de mis párpados y que amenazaban seriamente con ahogarme con su caudal.
―Idem trastornada ―respondió sonriente.
Ella tomó mi rostro y se acercó para plantarme un ligero beso en los labios tal y como era nuestra costumbre tras un momento emotivo.
Y como regla en mi vida fue justo entonces cuando se escuchó como la puerta se abría y las respiraciones –sí, eran más de una- se cortaban al vernos. Ambas giramos a ver.
―Emm… este… perdón, nosotros… Ehhh ―Edward.
Ambas reímos. Sí, aún podía reír, eso era bueno.
― ¡Joder yo quiero ver más! ―gritó Jake desde detrás de Ed y recibiendo un codazo en pleno pecho de su parte.
Ahora sí reímos con ganas.
―Mmm… Concuerdo… Pero con la diferencia de que me encantaría ser partícipe ―dijo ¿Sr. Withlock? Me sentí enrojecer cortando la risa de golpe.
Dos profundos gruñidos retumbaron en la habitación y el detective pronto se encontró frente a dos miradas para nada agradables por el odio que rezumaba en ellos.
― ¿Qué? ―gritó él.
―Withlock, no quiero ni que la mires ―gruñó Jake cerrando el puño.
―Creo que va siendo hora de que se vaya. Ya hizo lo que vino a hacer. No tiene nada más que andar husmeando aquí ―dijo Ed.
¡POR FAVOR! ¡Los hombres de las cavernas ha regresado! , pensé bufando sonoramente.
―Arrg ¡Pueden ya cortarla con eso! ¡Dios! ¿Estás segura de querer quedarte con ellos? ―dijo Alice mirándome raro mientras me tomaba de la mano y luego me guiñaba un ojo. Yo reí como tonta.
―Mmm… Quizás… Aunque probar un trío contigo y el detective no estaría nada mal preciosa.
Tres gemidos provenientes de lo más hondo de sí llegaron desde la puerta ¡Vaya!
―Mmm… Pues… ¿Se puede arreglar no? ―dijo mirándolo intensamente al rubio quien se removió incómodo para luego quedar hipnotizado con ella.
― ¡Por supuesto que no! ―gritó Edward entrando al centro de la habitación.
― ¡Ni soñando! ―bramó Jake siguiéndolo.
Ambas nos echamos a reír aún tomadas de la mano. La mía más bien era una risa histérica. Amaba con locura a esta enana que hacía y decía cualquier cosa con tal de ayudarme a no pensar más en toda la mierda en la que me ahogaba.
―Joder ¡Pero mira que estúpidos son! ―chilló Alice revolcándose de risa por sobre toda la cama. Yo no estaba mucho mejor.
―Jo… der… Pero es que… Ustedes pensaron… que nosotras ―volví a reír.
Cuando al fin ya nos serenamos un poco, hablé.
Chicos, nosotras nos saludamos así a veces, es nuestro momento de chicas… Y aunque no les debiera interesar, les diré que nunca hemos tenido nada ―dije guiñándole a Al―, aunque ¿Nunca se sabe no?
―Pues sí se sabe, o se sabrá ¡NI-DE-CO-ÑA! Tú estarás bastante ocupada con nosotros como para que andes necesitando más.
―Gatita, creo que lo de hace un rato no fue suficiente ¿Verdad? No te preocupes, ya estamos listos para ti―dijo Edward acercándose mientras yo iba abriendo cada vez más grandes los ojos por las cosas que decían.
Y sí, me mojé. Arrrg. Los quería. Los necesitaba ¡Pero YA!
―Oookey, ya no hago falta aquí. Luego te hablo Bells y mañana de seguro vaya de visita a tu consultorio ¿Ok? ―ambos hombres gruñeron vieron como me saludaba con otro pico en los labios―. Tranquilos perritos. Es toda suya ―dijo guiñándoles―. Me voy, y no se preocupen, conozco la salida.
―Adiós perra… Y gracias―Jake
―Siempre ¡Hablamos luego! ―dijo yendo hacia la planta baja.
―Bueno, ahora que se han calmado, quisiera aclarar que yo lo decía más que nada por la señorita que acaba de retirarse. Srta. Swan, lamento el malentendido y…
― ¿Señor Withlock? ―pregunté cortándolo.
― ¿Sí?
―Vaya con ella, mañana hablamos de lo de hoy y demás ¿De acuerdo?
Él sonrió, asintió y se fue haciendo un leve cabeceo al pasar por en medio de mis muy celosos hombres. Mis hombres. Míos.
Ambos me observaban con una variedad desbordante de emociones, pero yo aún no estaba en pleno control ni de las mías todavía así que no me permití hacer un análisis de ello. No hoy. No ahora.
Aunque parezca absurdo e incluso hasta irrisorio, aquella pequeña frase dicha en voz de mando de Alice logró traerme a la realidad… A mi funesta realidad.
Aquella era la frase que mi madre solía utilizar cuando cuando ya estaba harta de gritar o venir a despertarme, sobre todo cuando ya se me hacía demasiado tarde para lo que sea que fuera… generalmente la escuela.
Una lágrima escapó de mis ojos al recordar como yo saltaba ante esto, solo para verla allí, parada en la puerta de mi habitación con las pequeñas manos hechas puños en sus cintura. Recuerdos que tan arduamente sepultaba en el fondo y rincón más alejado de mi mente volvieron a tropel, inundándome de ellos de manera casi asfixiante.
Renné bailando en la cocina mientras que la comida se quemaba por dejar de revolver ya que la cuchara la usaba de humilde micrófono.
Charlie mirando tranquilamente el juego de beisball sonriéndome cuando me veía pasar para sentarme un rato a su lado.
Renné cuando no salió por casi una semana de la casa tras haber fallado en un experimento de tinturas y que en consecuencia estaba amarillo verdoso… por partes.
Charlie regresando sonriente con la pesca del domingo en su cubeta.
Ellos abrazados y dándose un beso en el sillón cuando creían que no los veía.
Y a la primera le siguieron muchas. Era el tipo de llanto silencioso pero que en cada gota hace como si se sintiera como ácido sobre tu piel. Era humedad maldita que revela enmudecido cuan hondo es tu dolor.
― ¿Bella?
―Bella, cariño ¿Qué tienes?
Los recuerdos no se detenían, eran como flashes tras mis ojos, como ver una veloz secuencia de diapositivas
Charlie empujándome en el columpio de casa cuando era pequeña.
Renné haciéndome un emparedado con carita feliz para el primer día de clases.
Charlie enseñándome a disparar –tratando de disimular la risa cuando el disparo me tumbaba.
Renné festejando como boba cuando me hice señorita o cuando le dije que tenía mi primer novio.
Ellos, sonriéndose con amor momentos antes de morir.
―Shhh… Tranquila, estarás bien… Hoy has pasado por mucho, descansa, duerme un rato preciosa ―dijo Jake abrazándome por un lado.
Recosté mi cabeza en su hombro.
―No. No quiero dormir… No. Ellos el sueño, no puedo… No otra vez.
―Shhh gatita, ya, nosotros velaremos tu sueño. Nada te alejará de nosotros. Te cuidaremos bebé… Tú eres lo más importante para nosotros ahora. Descansa gatita, descansa.
Edward, quien ahora yacía a mi otro lado, comenzó a tararear una melodía que no supe identificar de nada.
Poco a poco mi cuerpo se relajó ante sus palabras, ante sus sonidos y caricias, sintiendo como mi cuerpo se desconectaba de mi mente y como mi subconsciente se zambullía a nadar en el mar de la nada.
.
JPOV.:
.
Decir que estaba asustado y enojado sería una burda broma.
Esto definitivamente se nos estaba saliendo de las manos.
Fotos nuestras, de ella, de nuestra familia; llamadas a los números a los que no muchos tenían acceso –porque al menos sabía con certeza que nuestros celulares no eran de fácil acceso- ¡La entrada libre e infructuosa a su departamento!... Dios, era demasiado.
Seré franco… Me cagué de miedo cuando la vi a ella aun tirada en el frío piso de la cocina sin reaccionar ante el nuevo hecho. Después de unos segundos, mi cerebro reaccionó… Estaba en shock. Sin duda los sucesos del día; verdades y por menores fueron excesivos para ella. Y sí, de seguro que el sexo salvaje y la montaña rusa de emociones de emociones no ayudaron en nada.
Con tan solo una mirada a Edward vi que estaba a punto de hacer ebullición, su temperamento indomable y explosivo estaba siendo puesto a prueba; más bien estaba en una batalla descomunal con su férrea necesidad de control. Yo no estaba mucho mejor, pero al menos fui capaz de esconderlo o sosegarlo bajo la capa de preocupación por Bella que me embargó. Y eso fue exactamente lo que le señalé a Ed con tan solo una mirada.
El cambio automático de su mirada y postura fue excesivo y evidente.
Su naturaleza de guardián protector, como solía decirle, se activó por completo.
Él se agachó y le llamó suavemente sin obtener respuesta, así que sacando a relucir a su caballero de blanca armadura fue que la tomó en brazos y salió de allí con ella en brazos rumbo a nuestra habitación murmurando al pasar tan solo un escueto y contenido: “La dejaré en la recámara, enseguida regreso”.
Lo primero, fui a tomar mi ropa haciendo malabares por colocármela con una sola mano –la boba-, mientras con la otra buscaba y marcaba en el pequeño teléfono los números correspondientes. Primero lo primero. Withlock.
Ya no me importaba nada. Si esto era un condenado juego que me aspen si no fuera a jugar con todo. Pondría diez gorilas a su alrededor de ser necesario, pero como que me llamaba Jabob Black que no permitiría que nada tocara siquiera un cabello de mi muñeca. Dios, esta mujer saca nuestros instintos más primitivos, pensé bufando.
―Withlock ―contestó él.
―Tenemos problemas Withlock, no sé el de ella pero nuestros teléfonos móviles no son de acceso fácil, son los personales y
―Espera, no entiendo…
―Acaban de llegar tres mensajes uno a cada celular, los personales, y déjame aclararte que no mucha gente tiene los nuestros. Luego lo verás por ti mismo pero básicamente el mensaje implícito es: “El juego comienza” ―dije gimiendo luego de rabia y frustración. No me importa el dinero, ni las personas a usar… Solo queremos atrapar a ese maldito.
―Entiendo. Créeme Black, el malnacido este también se me está volviendo personal, cada pista que obtengo cae en un callejón sin salida. Será un reto, pero no perderé ―dijo él, casi de manera amenazante―. Estaré allí en media hora, debo de reunir el equipo para colocar rastreadores en los equipos y ver si es necesario instalar algo más para saber el origen de todo lo que suceda de aquí en adelante.
―De acuerdo, en nuestra casa en media hora… y Jasper… Gracias.
―No hay porqué, tranquilo.
Dicho esto la comunicación se cortó, y yo apreté el aparato con odio, casi con ganas de romperlo.
―Déjalo, lo necesitamos, y no ganas nada –dijo Ed descendiendo por la escalera.
―Llama a la enana. Bella me preocupa ―asentí.
Sí, yo también lo había pensado. Por más que en algún pequeño punto de mi ser me doliese, nosotros éramos completamente nuevos en su vida y ajenos a sus antiguos dolores y secretos. Lo sabía, pero me jodía. Para mí, para nosotros, era como si la conociéramos de siempre, como si la hubiéramos buscado toda nuestra vida.  Ella era mi ideal de mujer antes de que todo aquello pasara.
Meneé la cabeza… Poco a poco -me recordé-, poco a poco.
Fui en busca del móvil de Bella y busqué en su agenda, sonreí cuando vi que ella aparecía como “duende”.
Copié el número en mi teléfono y llamé de allí para que se guardara.
―Aló ―contestó con voz ajetreada.
― ¿Alice? ―pregunté por las dudas.
―Sí, so yo, Alice Brandon ¿Quién habla?
― ¿Alice?, soy Jacob. Bella está bien, pero, creemos que está en shock. Hubo unos mensajes un poco fuertes en nuestros celulares y ella…
―Voy para allá ―se escuchó ruido de fondo y luego el taconeo de sus zapatos― ¿Ha hablado? ¿Contesta? ¿Reacciona? ―¿A qué venía todo esto?
―Ammm… No, solo, se quedó allí. Edward la acaba de llevar a la habitación.
―Bien. No la molesten. Estaré allí en menos de una hora ¿Ok? ―y colgó.
¿Qué carajos fue todo eso?
No tuve mucho tiempo para preocuparme. Ed y yo nos dimos una ducha rápida… -¡Por separado mal pensados!- y a los pocos segundos sonó el timbre. Era Withlock.
Primero que nada le contamos con lujo de mínimos detalles como se habían dado las cosas, lo del teléfono e la casa y lo demás. Él comenzó a revisar los celulares y preparó todo para instalarle un rastreador diminuto en el aparato fijo por si las moscas. Lo de los móviles lo haría mañana ya que le faltó conseguir una pieza. Y, justo así, momentos después dos cosas ocurrieron al mismo tiempo, el timbre volvió a sonar… Y un grito escalofriante se escuchó proveniente del primer piso. De la habitación. De Bella.
Tanto Ed como yo corrimos hacia allí tan solo para encontrárnosla llorando dormida y sumamente agitada removiéndose nerviosa en nuestra cama, murmurando cosas sin sentido –al menos para nosotros claro.
De pronto una pequeña bola, o más bien un pequeño torpedo nos alejó con un impresionante potente empujón de ella mientras intentábamos inútilmente despertarla cual bella durmiente… Juro que ya iba a intentar lo el beso de lo nervioso que estaba.
Ella la zamarreó y al ver que no reaccionaba hizo algo que me dejó con la boca abierta –literalmente.
Alice se paró junto a la cama cerrando un momento los ojos, hinchó su pecho de aire y dijo a voz de grito: “¡Isabella Marie Swan, levántate ahora o llegarás tarde!”
Fue increíble ver como ate estas palabras Bella abría los ojos.
Sí, volvió en sí, pero estaba quebrada.










                          

3 comentarios:

  1. ufff pobres esperare con ansias lo que falta jum esos son los vulturis cierto? por lo que paso con felix e.e

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  2. O_o Vulturis?? Nop, yo no he nombrado nada así todavía ;)

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  3. OO POR DIOS MUERO POR LA SIG.ACTUALIZACION .. SALUDOS.

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