20 de octubre de 2011

Descubriéndonos capítulo 15

DISCLAIMER
Los personajes pertenecen a S. Meyer y la historia es de mi autoría.

                        

“NO-EN-TIEN-DO”

BELLA POV.:

No aguanto más.
Hacía ya dos horas que había llegado a mi casa hecha un mar de confusiones. Bufé. Odiaba estar confundida, eso me hacía sentir… Débil, rara. No, definitivamente no me gustaba nada.
Ni bien llegué, Renné me esperaba para ir de compras al supermercado. Aaarrgg ir a comprar con ella era una tortura. Era la única mujer que conocía capaz de pasarse horas entre las góndolas de los dulces ¡Joder! ¡Ni que fuera nena chiquita! Siempre terminábamos igual, ella berreando y yo empujándola para irnos. De seguro hoy no sería la excepción.
No lo fue.
Volvimos con unas cinco bolsas de alimentos para la semana y unas dos repletas de dulces y galletas que lo más seguro es que no alcanzaran para tanto.
Sin embargo habíamos vuelto aún demasiado pronto para mi gusto ya que eso tan sólo me dejaba más tiempo libre para pensar en cosas que de verdad no quería hacer en este momento. Ni siquiera tenía deberes con los que distraerme ya que había logrado adelantar todo en clases y entre semana.
Tomé, por no sé, ¿Trigésima cuarta, trigésima quinta vez? El libro de Cumbres borrascosas para leerlo, o mejor dicho releerlo, pero esta vez no lograba llamar mi atención en lo más mínimo. Nada parecía hacerlo.
Hastiada de estar allí encerrada, decidí salir a despejarme. Siempre me enfocaba mejor y dudaba menos cuando estaba realizando algún deporte, era como si mi mente se desbloqueara y me liberara de lo que me atormentaba.
Decidí irme a la rampa con los rollers.
Me levanté de un salto de mi cama y fui a ver que me pondría, hoy sólo quería algo cómodo y tranquilo pero, fuerte a la vez, “la ropa habla de ti” recordé la frase de Alice cada vez que le permitía elegirme que poner que eran raras las ocasiones.
Ni bien abrí mi ropero tomé una musculosa negra de tiritas y una camperita deportiva también negra con pequeños detalles en blanco y gris plata y abajo… Abajo,, mmm, abajo decidí ponerme unas calzas a la rodilla color violeta con algunas tachas en los bordes. Bien. Me fui al baño y me peiné en una coleta alta dejando a un lado un mechón de pelo al frente.
Cogí una mochila y metí lo que llevaba siempre; dinero, celular, una toalla, una botella, un libro, y un par de zapatillas armadas de color blanco por si decidía volver a pie o alguien me traía.
Bajé para avisar donde iba, sólo para recibir como respuesta un escueto “OK” de Charlie.
En cuanto comencé a andar, me sentí libre.
No entendía por qué de pronto mi mente estaba tan inquieta.
Yo siempre era segura de lo que era y hacía, y justamente por eso era directa para ir por lo que quería. Ya tenía todo planeado, todo estaba estratégicamente organizado en mi vida.
Y ahora de pronto, no entendía nada.
Me sentía molesta y no sabría precisar exactamente por qué.
Desde aquel día en el bosque algo había cambiado con Ed.
Y no sabría decir si era yo, si era él, o ambos.
Ufff. ¡No sabía nada!
Aquel día… Y tras… Imponerle, aquello de la distancia, me sentí fatal. O sea, hasta el punto de físicamente mal. Sentí como si algo desgarrara mi corazón de forma lenta y dolorosa.
Sí, fui una perra al dejar que escuche como me iría con Jacob y por cómo le había dicho todo, pero entiéndanme también un poco, de repente tener un amigo todo posesivo que te alejaba a todos los posibles chicos con los que una quisiera intimar en algo no era lo mejor para el humor de nadie. Yo sabía que Edward era así, pero yo en este momento QUERÍA que me diera mi espacio ¡No era como si le hubiese dicho que no quería que habláramos nunca más! Pero aun así creo que me dolió más a mí que a él mismo, EN FIN, LO HECHO, HECHO ESTABA.
Esa noche fue atroz.
Me sentía incómoda. Cómo vacía, pero enseguida lo atribuí a mis nervios por lo que llevaría a cabo mañana.
Esto era algo que había pensado durante mucho tiempo. Yo no era precisamente miss popular allí, más bien siempre fui del tipo ratón de biblioteca y la rara skater. Estaba segura de que muchos a pesar de haber estado juntos durante años en la misma escuela ni siquiera me conocían.
Ya tenía todo listo.
Sabía lo que quería y cómo. El problema era que todavía no sabía con quién y por ende en dónde. Arrgg.
¡Hey, no me miren raro!
Es tal cual como le expliqué a mi Ed.
SÍ, MI ED ¡Oigan es mi mejor amigo! Mi hermano, es la persona que más quiero, estimo, entiendo, y amo en todo y cada momento de nuestras vidas.
Aunque debo reconocer que también el mayor imbécil cuando quiere joderme el día y el que me encabrona como ninguno. Pero creo que eso hasta lo hace mejor. Él no es perfecto, yo no lo soy, pero sabemos estar para el otro de manera incondicional Yo lo sé y ÉL lo sabe.
Sin embargo, y a pesar de todo esto, me dio una pena terrible contarle lo que planeaba y luego una bronca tremenda cuando me fui enterando de todo lo que había hecho con aquellas zorras. JODER ¿Cómo mierdas no me contó todo aquello? Eso me enojó ¿Por qué? Si yo siempre le decía todo, ok, acepto que quizás le había escondido un poco mi plan, ¡Pero iba a decírselo! ¡Lo juro!
En fin, enfoquémonos en el tema…
Ed estuvo un poco… Raro, no malo, sólo raro. Había habido veces en que lo encontraba mirándome con sus ojos brillantes y rebosantes de algún sentimiento que no sabría precisar. Creí ver algo similar al anhelo un par de veces pero eso era tonto ¿Anhelo de qué?
Arrrgg. ¡Ya despierta Isabella!- me reñí.
¡UPS! Justo a tiempo.
Iba tan ensimismada en lo que rondaba mi mente que casi me llevo puesta un auto que había estacionado. Genial.
Anduve más rápido, lento, zigzagueando, lo usual, el camino era medio largo y yo necesitaba detraerme.
Volvamos al tema.
¿Por dónde empezar? ¿La pelea de Ed con Alice? NO. Ella es buena, pero es una jodida controladora, y estaba más que segura de que toda la peleita venía porque Ed no quiso hacer algo. Ella es mi amiga sí, pero no como Ed, ninguno es como Ed, y si tengo que elegir un lado… Bueno, ya sabrán mi respuesta con hechos.
¿El paseo al claro? No me extrañó taaaanto, Ed necesitaba relajarse. Se veía enojado, triste y un tanto preocupado. Le ofrecí mi silencio y mi compañía. Ya habría tiempo para hablar.
¡OH! ¿Cómo olvidarlo? ¡EL BESO! Sí. Después de la “charla”… Bueno, la verdad es que no sé que carajos pasó, pero él me besó y fue aún mejor que el recuerdo de mi beso con él a mis catorce añitos. En parte no lo podía creer, y en parte, una gran parte, quería más, mucho más… Y eso me asustó ¿Cómo mierda podría yo querer más de los besos de mi mejor amigo? Ufff…
¿Qué más? Oh, sí. Mi salida con Lee. La verdad es que no fue la gran cosa. El cine, palomitas, bromas tontas. Al parecer aunque el chico era inteligente no tenía ni idea de qué hacer con una cita. Y luego se vino el beso de despedida. Fue bueno, muy bueno, pero por alguna extraña razón lo comparé en todo momento con el beso de Ed y muy a mi pesar no me provocaba tanto como el de mi “amigo” ¿Qué mierdas pasaba conmigo?
¡Vaya sorpresa encontrármelo allí! ¡En mi cama! ¿Y en pijamas? JODER ¿Qué putas hacía él allí? Esperen ¿Cómo entró? Y ¿Cómo va a salir?
Creo que nunca pude haber estado más sorprendida que con lo que me dijo, con lo que dije, dijimos. Aaarrrggg ¡TODO!
Dios, cualquiera sabría que mentiría si dijera que no lo había considerado, pero tal y como le dije a él, el solo hecho de pensar en arriesgarme a perder o ensuciar nuestra amistad resultaba lo suficientemente disuasorio para mí para mí como para no llegar a plantearlo siquiera.
Luego de esa noche supe que no había vuelta atrás. El beso, los roces, la intimidad y confianza entre ellos era tal que a veces había ocasiones en las cuales le parecía que eran uno.
Bien. Ya estaba llegando ¡Al fin!
-Hey chicos ¿Qué hubo?- dije entrando al claro donde estaba todo montado.
-Hola Bella
-Hey Bells.
Me respondieron al mismo tiempo los chicos que había alrededor de las rampas observando.
Pude ver que más en la orilla había varios grupos de chicos entre los cuales estaban muchos de mis compañeros del instituto. Era una verdadera suerte que ninguno estuviera por aquellos lados.
-Hey Bells ¿Qué hay?- preguntó acercándose a mi Seth para saludarme.
-Oh, nada nuevo y tú?- pregunté enrojeciendo levemente sin poder evitarlo mientras recuerdos de aquella misma mañana venían a tropel en mi mente.
-Jajajaja...-rió él fuerte pasando un brazo por mis hombros de manera cómplice-. Eres muy mala mentirosa Bella- dijo en mi oído mientras que yo me ruborizaba aún más si cabe- ¡No importa lo que sea, sigue haciéndolo chica! ¡Estás que brillas!- gritó revolviéndome el pelo y riéndose otra vez logrando esquivar el codazo que quise darle en su costilla.
-Oh, ya cállate ¿Quieres… peque?- dije para picarlo. Sabía que él odiaba que le dijeran así sólo por ser el más chico del grupo de por allí.
-¿Con que así, eh Swan? Ahora verás- dijo seriamente antes de lanzarse a hacerme cosquillas haciéndome caer ante el precario equilibrio mío sobre mis rollers y caía con el aun atacándome.
-jajajajaja… ¡Basta!... jajaja… ¡SETH, POR FAVOR!... jajaja…
-Para que aprendas Swan- dijo él riendo y disfrutando de lo lindo con mi sufrimiento.
-Basta Seth- dijo una voz detrás nuestro.
 Seth se levantó de un salto mientras que Jacob, quien había hablado, me tendía la mano. La tomé y me paré.
-Oh Jake, creo que hay que darle al mocoso una lección ¡Anda molestando a sus mayores! ¡Qué falta de respeto!- exclamé dramáticamente mientras sacudía mi trasero lleno de tierra.
- Jajajaja, No tientes la suerte Bells, o serán dos los que te hagan cosquillas- dijo amenazadoramente.
-No se vale, más chicos o más grandes ¡TODOS ME PASAN!- exclamé ofendida.
Era cierto, el “pequeño” Seth tenía dieciséis recién cumplidos pero aun así ¡Me llevaba media cabeza! ¡Y todavía le faltaba crecer! Bahhhhh… Hombres.
Entre divertida, frustrada y enfadada me di vuelta para irme a la rampa. Aunque el impulso siguiente fue fuerte y no pude contenerme.
Como si fuera niña pequeña me giré lo justo y necesario para sacarles la lengua y estirar lo que sería mi ojera izquierda hacia abajo en señal de burla para con ellos.
Corrí riendo como tonta hacia el lugar donde dejaba mis cosas habitualmente. Asentía con la cabeza a quienes me saludaban pero yo ya estaba compenetrada en lo mío. Mi ritual, por decirle de alguna forma, era siempre igual. Me sentaba en uno de los troncos caídos dejando la mochila a mi lado, me ponía mis rodilleras más ajustadas que antes y colocaba mis coderas que antes no llevaba. Reprograme mi pequeño ipod para que sonara la lista que más me gustaba. Una rara mezcla de música que me hacía perderme en lo que hacía sin pensar en nada más. La música me hacía sentirme ligera. Agregué un par de tonos más ya que hoy me quedaría algo más de rato y ya lista me coloqué los auriculares.
Ya estaba lista y me perdí en ello.
Habrían pasado alrededor de dos horas cuando al fin bajé de allí completamente extenuada, sudada, y tremenda y agradecidamente despejada.
-Vaya Swan- dijo Jacob acercándose a mi lado cuando me iba sacando las cosas para quedarme por allí pero más cómoda-. Debe de haber algo que te esté preocupando mucho ¡HEY! Tranquila- dijo cuando le dirigí una mirada fatal-.
No le di más vueltas a todo el asunto así que me giré y caminé- porque ya me había quitado los rollers-, hasta la orilla de la costa en la parte más alejada de donde estaban aún aquellos idiotas del instituto.
Después de lograr haberme relajado con el ejercicio, necesitaba pensar.
¿Dónde me había quedado? Ah, sí…
Bueno, no nos fue nada mal cuando apareció Charlie haciéndose el padre fatal… Mirando la escena en retrospectiva fue muy gracioso como se dio todo. En fin, la cosa es que al día siguiente salimos y… No es que me queje, siempre salgo con él a dar paseos o a alguna salida a comer o al cine, pero esta vez, todo se sintió… Raro. Sí, eso me pasaba, todo se había vuelto raro con él, no que yo lo quisiera así, simplemente no podía evitarlo.
Quizás fue el hecho de que él me levara todo el tiempo de la mano para todos lados. Quizás fueron las miradas que sentía siempre sobre mí, esas miradas cargadas de un sentimiento, varios en realidad, que me resultaban tan complejos y extraños que no lograba descifrar. O quizás, sólo quizás, pudieron haber sido aquellos besos adictivos y embriagadores que me daba de vez en cuando cuándo lograba apartarme de algún camino encerrándome entre sus brazos y alguna valla o pared. Unos brazos que notaba fibrosos y duros debajo de mí y que, por extraño que pareciera, no había notado hasta ahora.
Y creo que aquí viene el meollo de la cuestión para mí.
Desde… Ayer ¿Ayer? Dios, parecía tan lejano en mi mente…
Bueno, desde ayer, había comenzado a notar distintas cosas en Ed que antes sí estaban ahí, pero que no había tomado en cuenta todavía. Y eso me descolocaba. Esta parte de Ed, tan… Fuerte y… Varonil, nunca había sido tan patente y palpable como en estos dos últimos días.
Sentía que todo cambiaba y no sabía si eso era algo bueno o malo.
Suspiré. Al menos ya no estaba tan agitada e intranquila como antes, eso era un avance.
Mientras pensaba en todo esto yo me había sentado sobre un gran y viejo tronco blanco, quemado por el salitre constante de las olas del mar. Agarré un par de piedras del piso y comencé a aventarlas, suavemente al principio y con más y más fuerza después.
Y ahí, en medio de aquello, me di cuenta de que… Por primera vez en mi vida, estaba comportándome como toda una adolescente conflictiva. Y por conflicto no se entiende por problemas no, sino que mi mente era un completo caos en vez de ser la siempre centrada y segura Bella.
Gruñí de pura frustración.
Pero… Sí algo tenía en claro en medio de aquel caos mental, era que no iba a dejar aquello con Ed ¡DIOS! Si lo que sintió hoy temprano en la mañana era sólo el comienzo de lo que podría llegar a sentir con él, estaba más que dispuesta a enfrentar los problemas que pudiera acarrearle a su loca o no loca mente.
Fue todo tan… Perfecto, tan pasional, tan sensitivo, tan mágico.
El sólo hecho de recordar la piel de ambos rozándose y estremeciéndose juntas era suficiente como para que un escalofrío de placer y anhelo recorriera su espalda.
Era una lástima que esta semana tuvieran tan poco tiempo para seguir con sus “avances”, pero bueno, de seguro que alguno de los dos se las ingeniaría para conseguir al menos un beso dl otro ¿No?
¿Sería normal estar esperando ansiosa a que tu mejor amigo te besara? Mmm… Creo que no suena tan bien dicho así, pero… Tampoco es que haya demasiadas maneras de disfrazarla.
Y sí, lo acepto totalmente.
Yo estoy queriendo, esperando y anhelando con deseo y fervor a que Ed, MI ED,  mi MEJOR AMIGO me dé un beso que hasta me haga olvidar quién soy.
PUTA MADRE…  De verdad que espero que todo resulte bien.
Me paré enfrentándome a mí misma mientras observaba el vaivén de las olas en el mar, y me prometí lo mejor que podría esperar y pedir de mí.
“Sea lo que sea que surja o pase, siempre, antepondré mi amistad con él. Si él está mal yo lo estaré y viceversa. Bella, no seas hija de puta, porque como Ed esté sufriendo por tus estupideces vas a pasar muuuuuy maaaaal.”

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