20 de octubre de 2011

Tu mundo en mi camino cap 3


Tu mundo en mi camino



Capítulo 3:                   “¿Por qué?”

B. POV.:
Sí, no me había equivocado.
La sensación de ser observada no se me había quitado en todo el viaje hasta que llegué a la reserva. Logré distraerme allí lo suficiente como para olvidarlo un ratito, pero a la hora de regresar la sensación también lo hizo.
Una vez en casa mi entorno me tranquilizó consiguiendo dormir. Aunque como cada cierto tiempo, el descanso no me privó de mis tan odiadas pesadillas.
Había dividido mis pesadillas en distintos niveles de horror para mí. Las leves, dónde recordaba el viaje a Italia y la persecución cuando ocurrió todo lo de James. Las intermedias, donde mi mente me torturaba con distintos planos y visiones del momento en que él tiró por la borda todo mi amor y mi futuro, y las mortales- como yo les decía- , donde mi mente no sólo jugaba con las imágenes sino que me… aplastaba, con las sensaciones que recordaba mi cuerpo. Eran mortales porque me recordaban una y otra vez los buenos momentos que viví no sólo con… Ed… E… Con él, sino con todos ellos. Las risas, las bromas, los besos, las caricias, las miradas, los abrazos, las charlas… Todo… Y me mataban.
Como era habitual después de este tipo de pesadillas, me desperté gritando y llorando como si fuera un lamento ahogado. Y en realidad eso era lo que era, mi agonía era un lamento ahogado, un lamento que yo ahogaba para sobrevivir un día más, una hora más.
Ya ni siquiera Charlie se molestaba en venir a verme, porque la imagen era siempre la misma, al igual que mi reacción. Sé que lo despertaba, pero al otro día él actuaba como si en realidad no hubiera pasado nada y eso me ayudaba. O al menos eso quería creer.
Al día siguiente me levanté e hice todo aquello que hacía cada día. Levantarme, asearme, vestirme, desayunar, acomodar, salir, manejar…
Cuando llegué al instituto todo era murmullos y cotorreos, susurros y más y más cotorreos.
¿Pero qué demonios habría pasado para que hubiera tanto chisme?
No que en realidad en pueblo pequeño cualquier cosa resulta chisme, pero esto en realidad tenía pinta de ser de verdad algo bastante grande. Mi curiosidad me picaba por primera vez en meses, pero la atajé antes de que fuera importante ya que recordaba muy bien la última vez que había sido así de curiosa. No caería dos veces.
Me fui directamente a mi primera clase de literatura avanzada.
El día pasó… ¿Cómo decirlo? ¿Extraño?
Sí, creo que esa sería la palabra que tanto buscaba.
Para quien se esté preguntando si había visto a aquel “chico” tan extraño otra vez. La respuesta obviamente es sí. Damon, como recordé que se llamaba, estaba presente en el 90% de mis clases ¿Casualidad? No lo sé, pero tampoco es como si me importara. Me concentré arduamente en no mirarlo y en no darle el menor indicio de mi atención, y al parecer hasta ahora me estaba funcionando porque él no me había dirigido la palabra tampoco. Eso me alegró ya que me permitió ir relajándome de a poco.
A la hora del almuerzo me dirigí a comprar algo ligero y luego me fui afuera a tomar un poco del escaso sol que salía por entre las pobladas nubes de este bendito lugar. Nessie no había ido hoy a la escuela ya que al parecer estaba en sus días, suerte que todavía faltaba para el fin de semana o si no se le arruinaría a mis amigos su pequeño “plan”, pensé irónicamente, por lo que estaría sola un rato. Había pensado brevemente en ir a la mesa de Ángela, pero las “otra vez” insistentes peticiones de cita de Mike me habían hecho desistir rápidamente.
Sí. El estúpido de Mike Newton había vuelto a pedirme de salir en cada vez que se le presentaba la oportunidad. Lo cual como reacción en cadena, produjo que Jessica se pusiera más pesada y odiosa de lo normal.
Me tendí sobre el pasto fresco dando un pequeño mordisco a la manzana que había comprado.
-¿Disfrutando de las nubes?
Esa voz. Aarrggg.
-¿Qué diablos quieres?- dije sin siquiera mirarlo.
-Mírame y contesta a lo que necesito saber- dijo con una voz particularmente demandante.
¿Qué este tipo estaba loco o qué?
-Sí, ya claaaro ¿Qué acaso no tienes a alguna otra idiota a quién molestar?- dije ya cansada de toda esta estupidez, digo ¿No? ¿Quién rayos se creía para andar queriendo intimidarme?
-Óyeme pequeña mocosa tú no…
Sonó la campana.
-OooKey- dije comenzando a levantarme- Mira nuevo, no sé quién te crees que eres como para venir a ordenarme algo pero… En fin, sólo te diré que no lo hagas, ya muchos han intentado regir el que hacer con mi vida y no es algo que esté dispuesta a permitir ocurrir otra vez ¿Escuchaste?
Él no dijo nada, sólo me miró muy raro y yo en respuesta me encogí de hombros. No sé qué demonios fue lo que me ocurrió para contestarle así, pero de verdad disfruté de verlo consternado y algo molesto por no conseguir lo que quería. Tampoco es que me importara lo que quería, si fuera algo de la escuela de seguro se lo podría pedir a cualquiera de la clase o clases y no a mí. Simplemente el miedo demencial que sentí ayer pareció esfumarse en cuanto él quiso darme otra vez una orden directa. “Eso” era el colmo. Como le dije, ningún nuevo, por más bello que se creyera, me haría caer de nuevo en la trampa de su hermosura.
Me di media vuelta para irme a mi siguiente clase, pero cuando me giré me quedé absolutamente estática al descubrir que él ya estaba allí. Estaba allí, frente a mí, sonriendo como idiota. La sonrisa era engañosa, era una sonrisa fría, calculadora, irónica como todo él.
¡¡¡NO!!!
¡¿POR QUÉ?!
Noté como el miedo, el pánico, el terror se apoderaba cada uno de mis músculos. Comencé a temblar. La cabeza me dio vueltas. Y tenía la ligera sensación de que estaba a punto de vomitar.
Sin embargo, no sé cómo, me forcé a hablar.
-¿Qui… Quién eres? ¿Qué quieres?- pregunté.
Si iba a morir supongo que como mínimo podría preguntar el nombre de mi asesino. Sí. Pero algo no me cuadraba. Todo era demasiado enredado ¿Por qué él se había tomado la molestia de estar en la escuela? ¿Por qué no me había matado en mi casa, en el camino, en el bosque, ayer?
Lo sentí carcajearse suavemente.
-¿Quieres que lo hablemos aquí? ¿No preferirías acompañarme a dar una vuelta?- dijo sonriente.
¡Sí, claro, vamos mátame en un lugar menos público! ¿De qué rayos iba este tipo?
De pronto se me ocurrió una idea.
-¿Te mandó Victoria?
Él borró la sonrisa y puso cara de sorpresa.
-¿Victoria?
-Sí ¿No te envió Victoria para matarme?
Él abrió grande los ojos y me miró… Raro.
-No –dijo finalmente-, ninguna Victoria.
-¿No vienes a matarme?- pregunté extrañada. Eso de verdad, de VERDAD, sí sería extraño.
Sí, irónico ¿No? A mí me resultaba excesivamente extraño que un vampiro no viniera expresamente a matarme a mí. ¡JA!
-¿Podríamos hablar en privado?
Noté un leve dejo de molestia en su voz. Como si le molestara el hecho de estar en aquel lugar y que alguien lo viera hablando conmigo ¡Claro! ¿Cómo él iba a querer testigos de lo que fuera que iba a hacerme?
-¿Charlie está a salvo?- pregunté porque lo más seguro era que me haya estado vigilando y a fin de cuentas era lo único que me importaba.
-No sé quién es Charlie y no vengo a matarte- dijo medio exasperado-. Necesito hablar contigo, y puesto tu pronto reconocimiento hacia mí me doy cuenta que seguramente tú tienes la información que yo necesito… Aunque seguramente tu muerte sea segura si te niegas a ayudarme- dijo como meditando el hecho de que hacer.
Asentí.
-No me voy a escapar, pero no quiero preocupar a nadie con mi desaparición ahora. Podría… Podría ir a dónde tú digas después del instituto.
Él se me quedó viendo evaluativamente y por primera vez en toda esta extraña conversación pude mantenerle la mirada en vez de mirar automáticamente hacia el piso. Luego sonrió de lado, y a mí ese simple gesto me hizo saltar un latido de corazón por recordarme a… Los bordes de mi agujero de tortura personal vibraron como nunca. Tanto que en un acto reflejo llevé una de mis manos a mi pecho con la absurda intención de mantenerlo así unido. Bajé la mirada otra vez, pero sabía que él estaba observando cada uno de mis movimientos por extraños que le parecieran, podía sentir en cada poro la intensidad abrumadora de su mirada.
-De acuerdo. No es como si fueras a estar lejos de mi vista o a poder escapar, estoy en todas tus clases como ya sabrás.
Temblé. No pude evitarlo.
Mi casi ya de por sí nula oportunidad de llamar a Jake para pedir que me fuera a buscar estaba hecha trizas. Aunque debía reconocer que tampoco sabía si en verdad lo hubiera hecho. Él era tan explosivo que seguramente vendría solo a enfrentarlo y lo que yo menos quería era que por mi culpa él saliera lastimado.
No, tenía que enfrentar mis problemas sola. Siempre sola.
En un momento de al parecer extrema locura escuché la voz… Su voz.
Será como si nunca hubiese existido”.
Me estremecí.
¿Cómo mierda podría ser eso cierto si su mundo se empeñaba en atravesarse en mi camino? Que promesa más estúpida, pensé con rabia.

DPOV:

¡Pequeña mocosa!
No pude ni quise resistirme.
En cuanto vi que, aun con un deje de miedo en su presencia osaba hacerme frente así, tan altaneramente, no me resistí, ni contuve más.
Ella giró y yo, usando mi velocidad vampírica, en un segundo estuve delante de ella. Con mi característica odiosa- según el resto- sonrisa.
Disfruté de ver el claro reconocimiento en sus facciones, como su respiración y latidos se aceleraban en apenas unos segundos y como el miedo se hizo patente en cada centímetro de su piel.
No hacía falta decirle nada, ella ya me había reconocido por lo que era. Bien.
Tenía que reconocer que me resultaba intrigante y algo frustrante esta chiquilla.
Intrigante porque cada una de sus reacciones eran absolutamente raras para mí, como fuera de la lógica común. Y frustrante porque no podía manipular su mente. No podía hacer con ella lo que quería. Y no es como si quisiera mucho la verdad. Me conformaba con que me dijera todo lo que supiera y necesitaba saber… Y bueno, quizás si hubiera podido manipularla me hubiera aprovechado de algunos momentos calientes con ella, pero dadas y como estaban las cosas ya era mejor ni pensar en eso.
La “conversación”, por así llamarla, fue de lo más rara –sumado a toda ella, claro-. Primero con eso de que pensaba de que había venido a matarla… Expresamente. Le dije que no. Ok, ok, todavía no lo sabía. Al fin y al cabo eso dependía enteramente de ella, puesto que si se negaba a colaborar, puede que quizás no lo tomara muy bien que digamos. En fin… Y luego con eso de Charlie ¿Quién demonios es Charlie? ¿Y por qué suponía que yo debía saber acerca de él? ¿Acaso era otro vampiro que si se había quedado? Otra cosa más que preguntarle… Luego.
 El día de ayer cuando la seguí me resultó aburrido en demasía. La había observado a través de los grandes ventanales en el almuerzo y luego desde el bosque a la salida para saber que era lo que hacía. Primero fue a una casa con una chica con la que la había visto en el almuerzo y con la que me había reído al escuchar lo que le había dicho a un par de arpías. Agradecía mis buenos y mejorados sentidos. Luego fue con la misma chica que tenía un sobrenombre medio raro, Nessie, parecía el diminutivo del monstruo del lago Ness -sonreí con mi propio pensamiento-, hacia una reserva a orillas de la costa. Me resultó un lugar ¿Extraño? ¿Raro? ¿Mítico? Sí, de todo un poco.
Al llegar a la entrada de dicho lugar sentí, olí el olor más extraño que hubiera sentido jamás. Y algo en él… Me repelía. El olor seguía en una especie de línea que bordeaba toda la reserva y gran parte del bosque, como si fuese una cerca invisible o algo así. Era como una barrera, ya q una vez que lo comprobé pude ver que no podía acceder allí dentro. Un brujo, pensé automáticamente. Sí, era lo más probable, esas tribus eran antiguas… Y muy, muy creyentes de las supersticiones.
Por lo que pude observar, estuvo allí largo rato hasta que al fin salió y la seguí.
¡Qué aburrida! – pensé en cuanto la vi ir directamente a su casa a hacer la cena.
¡Bah! No lo aguanté más, me di media vuelta y partí en busca de algún bar donde beber un buen whisky y quizás incluso alguna mujer bien dispuesta.
Volviendo al momento. Y como ya dije… Ella era extraña. Qué más da, minutos más, minutos menos. Era como un juego, aunque se le quitaba un poco el chiste al saber que la presa iba de buena gana, pero, ni modo.
Asentí y esperé a que ella me pasara por un lado para que me precediera y así no perderla de vista. En cuanto pasó por mi lado, su aroma, al igual que ayer, me aturdió un poco. Mierda, olía deliciosa, muy dulce y floral. Muy inocente. La boca se me hacía agua de sólo pensar en darle un pequeño mordisco.
Me alegré de verla toda nerviosa y distraída por el resto de las clases. Su corazón latía desbocado en todo momento, apenas si bajaban su intensidad ya se ponía a correr otra vez. Mmm… me pregunto cómo puede una simple humana puede soportar ese nivel de estrés constante. Bueno, en realidad no me importa, sólo es simple y morbosa curiosidad.
La hora llegó y junto al toque de la campana Bella dio un salto de su asiento, logrando llamar con ello la atención de varios de sus compañeros de salón, nuestros compañeros de salón. Sí, pequeña, ya es hora de charlar, pensé entusiasmado. Pasé por su lado despacio sonriendo ante su súbito salto de latidos. Llegué a la puerta y me giré lentamente para verla mirándome pero aun estática en su lugar. Ella cazó al vuelo prontamente de mi miraba porque con movimientos extremadamente torpes, que curiosamente parecían ser normales en ella, se paró, y caminó lo más rápidamente posible en ella hacia mí, cabe destacar que se tropezó tres veces en el transcurso y que no podría decir con qué ya que no había nada en el piso delante de sus pies. Al fin, después de todo, llegó entera a mi lado, más enseguida se echó para atrás al verse tan cerca de mí. Dios, ¿Era idiota o qué? No tenía miedo de ir sola conmigo quién sabe a dónde pero sí de mi cercanía en el instituto. Me dieron verdaderas ganas de reírme de ella, sin embargo no lo hice. Sólo me giré de cara al pasillo y comencé mi camino.
Algo me decía que esta conversación no sería para nada a como esperaba o imaginaba.








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