28 de septiembre de 2013

El Placer del Pecado... Capítulo 20

Disclaimer 
Los personajes pertenecen a S. Meyer y la historia es de mi autoría.

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EL PLACER DEL PECADO

.*&*.

"Esta es la historia de dos jóvenes prohibidos desde el mismo instante de su creación.
Una historia de amor fraternal destinada a un caótico fin.
Un amor que simplemente es cenizas antes de que el fuego se encienda.
Un amor corrompido, repudiado, condenado…

…Un amor de pecado".

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CANCIONES DEL CAPÍTULO:

(Habrá pequeñas frases tomadas de las letras de las canciones)

SEPTEMBER - Daughtry
CAN'T HELP FALLING IN LOVE -Pearl Jam
IN THE MIDDLE -Theory of a Dead Man

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Dos semanas pasaron entre la agonía del error y la furia del dolor.

Un mes vino y siguió, trayendo y dejando no más que silencio a su alrededor.

Semanas pasaron en una evidente mezcla pragmática de aceptación, resignación con igual parte de confusión y aún más negación.

Un nuevo mes comenzó... e, increíblemente, con él vino un cambio que nadie esperó. Que absolutamente nadie ni siquiera imaginó.

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'...¿Cómo el tiempo desapareció? 
Todos los problemas que dimos...'

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Venía la fecha. Un nuevo año. Un nuevo cumpleaños.

La pequeña Isabella, quién ya no era pequeña en absoluto, estaba finalmente llegando a los tan esperados dieciocho años mientras que apenas hacía ya unos días había comenzado finalmente su último año en la preparatoria del pueblo junto con todos los demás jóvenes amigos del lugar.

Un lugar que Edward sabía había desperdiciado por el solo hecho de no saber aceptar o más bien olvidar aquello que ya después de tanto no tenía sentido negar.

Apenas días después de su intempestivo regreso desde su antigua academia -del cuál nunca había dado un verdadero motivo para dejar más que algunos comentarios vagos a su padre- donde, después de haber terminado su bachillerato, optó por seguir allí con la cerrera de música mientras que a la vez mantenía un seguimiento de los votos eclesiásticos -algo de lo cual nadie salvo el padre Eleazar sabía-, él había mantenido una discusión que ahora podía ver como un completo error pero error al cual lamentablemente sabía no podía arreglar sin regalar nada más de lo que sabía nunca estaría dispuesto a dejar escapar.

Y luego, todo este tiempo, todos estos absurdos meses de casi ignorarse mutuamente por el bien de solo poder permanecer juntos en una misma habitación.

Era simplemente un pequeño milagro que ninguno de sus padres le hubiera apabullado con preguntas o alguna charla desaprobatoria al respecto teniendo en cuenta lo evidente que era la casi inexistente interacción con quien aún era o decía ser su hermana... porque bien era notorio que él no la trataba como tal. No había punto medio para él. No podía haberlo hacia ella. No podía tratarla con la fraternidad necesaria cuando lo único que quería, deseaba y anhelaba era solo tratarla como un hombre amaba a una mujer con todas las de la ley. No podía darle un abrazo como cuando eran niños si lo único en lo que pensaba era en la suavidad de las curvas de su piel y los aromas fragantes que le enloquecían más allá de su ser.

Pero el silencio no fue eterno y la interacción y cruces eran casi obligatorios después de cierto tiempo.

Monotonía.

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'...En el medio de Septiembre, seguimos jugando en la lluvia.
Nada que perder pero todo por ganar, reflejando como las cosas pudieron haber sido.
Valió la pena al final...'

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Y el pobre equilibrio se vio saboteado por la innegable felicidad que ese día se instaló en la casa. En su hogar... Su refugio.

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'...Allí hay un mundo y estamos justo en el medio...'

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—¡Feliz cumpleaños Bellita!

—Ow, muchísmas gracias Alice. Me alegra que hayas podido llegar a tiempo enana, pensé que te tomaría un par de días más convencer a tus padres de regresar tan pronto.

—Nop. Sabes muy bien que puedo convencer a cualquiera y que mis padres nunca se niegan a mis pucheros ¿o no?

Ellas rieron recordando en conjunto las tantas veces que habían jugado esa carta con ambos pares de padres para conseguir varias de las cosas que en esos momentos querían mientras que, sin saberlo, un par de intensos ojos verdes les miraban de entre las sombras en lo alto de la escalera. Envidiando enormemente a cualquiera que pudiera hablar tan libremente con su amada. Con su placer prohibido.

Celos traicioneros.

Celos irracionales.

Dolor intrincado.

Anhelo desmesurado.

Deseo apasionado.

Apenas escuchó como entre pequeñas risitas secretas ellas se retiraron dentro donde ya habían llegado varios de otros tantos amigos de su querida hermanita. Viendo con ojos asesinos como más de uno de dichos amigos se la comían con los ojos como perros en celo de manera ya apenas disimulada y observando con ojos de halcón como ella interactuaba con cada uno. Viendo, esperando, desentrañando con la simple observación el sentido de la historia que hubo tenido con cada uno de ellos.

Y no le gustó lo que vio. No le gustó para nada.

Fraternidad. Compañerismo. ANHELO. DESEO. Envidia. Consuelo. Apoyo. Esperanza. Celos. Entendimiento.

Había tantos tipos de miradas en aquellos jóvenes cada vez que miraban a Isabella que él sentía que se estaba volviendo loco por solo saber un poco más. Deseando irracionalmente ser capaz de poder leer la mente de los demás por tan solo ver un poco de la verdad detrás de dichas miradas.

'Sin lugar a dudas la noche sería larga... ' -pensó amargamente apoyándose de brazos cruzados en la oscuridad del marco aún en lo alto de la escalera, diciéndose a sí mismo que aún a pesar de todo él disfrutaba de la soledad y tranquilidad que le permitían mirar y pensar. Quizás racionalizar.

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'...Cuando el tiempo sigue siendo, aquí es donde siempre hemos estado...'

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Luces que se apagan.

Cantos suaves y felices.

Abrazos y saludos varios. Risas y sonrisas.

Miradas veladas.

Recuerdos varios que empañaron su razón mientras que un beso agridulce en su mejilla le quemó. Un acercamiento obligado por la apariencia de la cuestión que le dolió más allá de toda emoción.

Negación.

Un festejo.

La vida sigue.

Un razonamiento.

Sus padre y Esme la amaban. Sus amigos la querían. Sus sueños persistían.

La gloriosa epifanía era que aún había vida más allá de su amor retorcido y absolutamente no correspondido.

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—Recuerda no venir tarde ¿de acuerdo?

Recomendaciones idénticas a tiempos lejanos que en ese entonces sonaban huecas y que ahora le significaban tanto.

—No lo haré.

Y a diferencia de él ella destilaba pura e inocente sinceridad.

—Y sabes que uno de ustedes no debe beber para poder manejar ¿cierto?

Quejidos por lo bajo y miradas esquivas.

—Sí...

—¿Y quién de ustedes será?

—Pues, no lo hemos hablado. No importa Esme, si resulta que todos quieren una copa pues yo no bebo y listo. Sabes que a mí no se me da la bebida realmente.

Siempre sacrificada. Siempre angelicalmente buena y desinteresada.

—Pero...

—Está bien, no es un problema, de veras...

—Bella...

—Bien podría ser mi Jas. De en serio. No creo que tenga problemas con no tomar nada por un día ¿No? —la amiga inseparable de la infancia y su gallardo novio saliendo al rescate.

—Claro.

Una sonrisa ganadora y una mirada de adoración hacia quien él quería complacer por sobre todo. Hacia quien él era libre de demostrar su amor.

—No, de veras, chicos, yo puedo.

—Yo lo haré.

Y no sabía que tipo de demonios se habían apoderado entonces de su boca.

Silencio.

—Claro, si no les molesta que vaya.

Queriendo y temiendo.

—¡Por supuesto que no! Pensé que no venías porque solo éramos un grupo de críos para ti —se rió Alice tan burbujeante como siempre mientras el resto del grupo solo se veía aliviado de que nadie iba a tener que tomar esa al parecer odiada responsabilidad; mientras que Isabella solo quería correr y encerrarse en el cuarto más cercano para dejar la noche pasar y nada más.

Pero la palabra de aceptación que más anhelaba jamás llegó de aquellos labios de sirena. No había más canto para él desde su mayor traición... conocida al menos, porque realmente su mayor traición era sencillamente amarla. Amarla a ella. Amar su cuerpo y carne. Amarla cual ciego amante.

Saludos y despedidas.

Esperas y miradas.

Adióses y algarabía.

El placer de los primeros libre albedrío cobrando brillo y vida.

Dioses, hacía tanto tiempo que él se había perdido de esto. Tanto tiempo desde que no disfrutaba de algo así tan sanamente.

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'... ¿Debería quedarme? ¿Sería tu pecado? Si no puedo evitar enamorarme de ti...'

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Y el solo hecho de estar allí.

El solo hecho de verlos divertirse sin censuras ni problemas.

El solo hecho de que solo se dejaran ir con la libertad que les confiere el simple e increíble hecho de no tener preocupaciones más allá de ahí, de allí, de solo estar.

Cuidarlos. Envidiarlos.

Mirarla. Desearla.

Preocuparse.

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'... Toma mi mano. Toma mi vida entera también... porque no puedo evitar enamorarme de ti...'

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Y de nuevo...

Ver la sonrisa ajena a él en su rostro de niña camino a mujer hecha.

Observar, la figura que enfunda moderadamente recatada la ropa que abrazaba su piel.

Intentar descifrar aquellos turbios pensamientos sobre esos breves y solitarios momentos en los que la tristeza se veía invadirla cuando creía que ya nadie la miraba...

... Y escucharla cantar con su llamado prohibido hacia el mismísimo centro de su ser con algo tan profundo que dolía saber que tras su propio significado en realidad solo había un juego inocente y teatral detrás.

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'...Como un río que fluye seguro hacia el mar, querida, por lo que sé algunas cosas están predestinadas...'

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Histeriqueos y celos.

Celos fríos. Celos ciegos.

La sangre que hierve y el alma que sufre.

Y creer morir cuando se ve obligado a presenciar y aguantar como ella baila libre en los brazos de alguien más por el maldito y simple hecho de él nunca podrá reclamar ese tan ansiado lugar.

Reír por lo bajo al verlos caer bajo los primeros efectos del alcohol y la vergonzosa deshinibición.

Reír en solitario porque sabe que allí no tiene lugar.

Y solo... querer llorar... una vez más.

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'... Oh! Toma mi mano. Toma mi vida entera también... 
porque no puedo decir que me he enamorado de ti.
Porque no puedo decir, que me enamorado de ti.'

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Todo a su alrededor se sentía extraña y a la vez felizmente brumoso. Todo era nada porque nada tenía sentido ya.

Cierto era que ella no había tomado tanto como para sentirse borracha ni mucho menos pero, ridículamente, ésta había sido la primera vez que había tenido más de una copa de licor suave en su sistema... y, al parecer ella no era tan resistente a las fórmulas etílicas como le hubiera gustado.

Era pura suerte que no estuviera hablando demás y soltando cosas que sabía se moriría antes de aceptar. Pero el solo hecho de contener su lengua le estaba costando todo el poco autocontrol restante que tenía.

No quería. No podía permitirse decir nada más allá.

Por lo que guardaba silencio esperando que todo lo que supuestamente la mantenía firme dejase de girar y rezando para que solo pudiera finalmente llegar en silencio al refugio de su hogar.

Pro la suerte nunca parecía estar de su lado...

Y lo que la mantenía firme no dejaba de girar.

La sensación de mareo continuo se intensificaba y sabía que lo mejor sería solo pedir hacer un alto si no quería quedar aún peor de lo que de seguro ya se veía entonces.

El único problema era que la joven sentía que si habría su boca todo sería sencillamente fatal.

'¿Porqué siquiera había tomado algo? ¿Porqué tuvo que hacerle caso a Jessica y compañía sobre lo de tomar? Oh, cierto, quería que Edward la viera como algo más que la estúpida niña que él recordaba. Genial. Vaya forma de querer hacerse la adulta ¿verdad? Maldita sea, su cabeza se sentía a punto de estallar y el continuo balanceo y sensación de movimiento que le provocaba el coche no estaba ayudando para nada. TENÍA que parar. AHORA...'

—Pa-Para ¡YA!

Al parecer ella había dicho las palabras claves en el tono adecuadamente desesperado porque Edward no dudó en clavar el freno y salir del auto para venir a mi lado. Cosa que agradeció en silencio.

'¿Cómo podría esta noche siquiera empeorar?' -no dejaba de pensar.

Se sentía tan, cansada. Tan frustrada. Y tan, tan sola.

Su extrema cercanía apática solo resaltaba la solitaria lejanía en la que por unas muy estúpidas pero hirientes palabras los habían involucrado en lo que en medio de su estado de semi embriaguez se sentía como décadas. Largas, pesadas y dolorosas décadas.

Más y más dolor.

Físico. Emocional.

General.

Era una lástima que esos ojos verdes tan brillantes le estuvieran mirando de una manera que en esos momentos no se podía detener a analizar.

Una pena...

Una verdadera pena, porque, si tan solo hubiera podido mirar un poco más. Solo un poco más.

No importaba.

La mirada seguía.

La cercanía la obnubilaba.

Los sentidos se eclipsaban.

Las sensaciones se amplificaban.

La tensión.

La espera.

Las dudas.

La esperanza.

Miradas...

2 comentarios:

  1. OMG!!!!!! otra vez!!! están tan cerca y tan lejos a la vez!!!!!si se merecen una oportunidad!!! una!!!!! el encerrado en un seminario con un amor q lo come no!!!!!!! dejarla a ella para dejar de sentirse tan culpable no!!!!! ed despierta y tómala se valiente y embriagate con ella!!!!!!! en ella!!!!!bells despierta tu y lánzate al amor real!!! no es pecado , no!!!!!!!!!! q duro de leer!!!!! espero por tu actualización bella Guada!!!!!!!!

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  2. Dios que capitulo, creo que me va a dar algo..... yo creo que pronto se daran cuenta dios..... mas mas plis un gran capitulo

    Gracias
    - Vero -

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