Disclaimer: Como siempre, los personajes son de S. M., yo sólo juego con ellos.
**NOTA IMPORTANTE: ESTA HISTORIA TENDRÁ UN ALTO CONTENIDO SEXUAL, ASÍ QUE SI ERES MENOR O NO TE GUSTA LO FUERTE ¡¡NO LEAS!! (Sólo apto para gente con mentalidad abierta).*
--------------------------Este fic tendrá MENNAGE hetero- bi y homosexual.-------------------------------
Hora de...
-¡Si serás imbécil!
-¡Lo siento! No
imaginé ¿Cómo iba a saber que se iría?
-Arrgg, siempre supe
que eras idiota, ¡Pero nunca imaginé cuánto!
El silencio reinó por
unos segundos en aquella oscura habitación
-Creo que me equivoqué
contigo… Tuve al parecer, la ingenua esperanza de que por tu bien NO arruinaras
esto… Y tú…
-¡Lo siento! ¡Lo
arreglaré! ¡Lo juro!
-Más te vale imbécil,
más te vale. Te sugiero que des pronto con ella, porque de lo contrario…
La amenaza abierta que
le mandé provocó exactamente la reacción esperada. Sonreí gratamente. Su
respuesta corporal fue todo lo que necesité para saber que en verdad se
esforzaría en ello. Muy bien. Observé atento y casi desganado como su piel
palidecía y un sudor helado le hacía estremecer a pesar de que la habitación
estaba más que cálida.
Al menos ahora tenía
bien en claro lo que le ocurriría si volvía a fallar. Sabía con certeza que
estaba en problema. Mejor así.
-Vete, ahora… Y espero
que para cuando te llame me tengas ya noticias favorables.
Tembló
incontrolablemente ante mis ojos con completa cobardía ante mis despiadados y
fríos ojos y luego se retiró al fin.
Me resulta
completamente incomprensible e inaceptable, por no agregar exasperante, la
incompetencia e inutilidad en cualquier persona, pero más aún, si de ellas
dependía alguno de mis recados.
Tomé asiento junto al
gran ventanal en mi más que hermosa y confortable oficina en mi sillón favorito
disponiéndome a pensar, pensar y planear, planear e idear, idear y… Ejecutar.
La muy maldita quería
interrumpir el juego. No lo haría. No iba a dejarla. No, no lo permitiría. No
iba a perder… Y menos con ella.
-¿Lo arruinó ya?
-No.
-¿No?
-He dicho que no…
Todavía. Se le escapó.
-¡¿Cómo?!
-Se ha marchado del
apartamento mientras estaba al teléfono lejos de allí para que no le vieran.
-Te dije que era
incompetente desde que lo vi.
Tuve a asentir en
concordancia.
-¿Es hora de que
entremos en el juego?
Lo medité unos
segundos y luego sonreí.
-Sí, ya es hora de
jugar.
.
BPOV.:
.
Mierda. Si seguía tardando, en cuanto llegara la mataba.
-¿Seguro que quedaron aquí?
-Sí.
-¿Por qué elegiste un lugar tan descubierto? ¿Ya pasaron más
de quince minutos?
-SÏ… Por décima vez, ¡Sí!- contesté entre dientes, ya por
demás irritada con la compañía y la espera.
-¡¡Bellita!!- escuché gritar a lo lejos por mi espalda. Me
giré automáticamente para comenzar a escudriñar la muchedumbre.
Al fin.
-¡Lo siento! Es que me llamaron por un diseño de la
colección del desfile y, bueno, no pude salir antes- dijo agitada y hablando a
mis palabras por minuto como era usual en ella.
-Arrgg, está bien, no importa enana, es sólo que la
“supervisión” me ha sacado de quicio.
-¿Eh?
-Hola Alice- dijo esa sexy voz detrás de mí. Mierda.
Vi como Alice abría muy grande los ojos, realmente
sorprendida de verlo allí.
-Mmm… Hola ¿Edward?
El susodicho sonrió con esa maldita sonrisa moja bragas suya
y yo sentí grandes, ENOORMES ganas de golpearlo con mi bolso.
-Sí ¿Vamos?- Alice pestañeó confundida. No podía culparla.
Hugg. Hora de tomar cartas en el asunto.
-Edward- dije intentando conseguir retener algo de mi
furia-. Sí, entiendo tu punto de vista y todo lo que hablamos antes, pero-
suspiré-, Necesito hablar con ella, a solas- enfaticé al final.
-Bella…- siseó él en claro tono de advertencia.
-Lo sé, lo sé… Sólo- dije medio desesperada llevándome una
mano a la frente. Arrgg. Dios, era terco… Pero yo lo podía ser aún más. Lo miré
entonces con la carita de perro abandonado que solía utilizar la duende
conmigo.
-¡Bella!... Arrgg- bufó tomándose el puente de la nariz con
una pinza de sus dedos en un tono entre resignado y enojado-. Mierda. De
acuerdo. Pero estaré cerca ¿Ok? No detrás, pero cerca y no se te ocurra
escabullirte ni ninguna tontería ¿Estamos?- le sonreí y me estiré para darle un
suave beso en los labios, sintiendo como él me recibía gustoso. Placer.
Me separé de él con algo de renuencia, recordando por
milagro donde nos encontrábamos y lo que debía de hacer, y comencé a caminar
junto con Alice alejándome.
-Bella, ¿Me puedes explicar que rayos fue todo eso?-
preguntó la duende entre intrigada y sorprendida.
-Aguarda- dije poniendo unos cuantos pasos más de distancia
de por medio y aprovechando los segundos para tratar de darle forma y sentido
cronológico a los acontecimientos en mi cabeza según mis recuerdos- ¿Versión
corta o larga?- ella se limitó a mirarme muy feo y yo solo levanté las manos
suspirando antes de comenzar con el bendito e increíble relato de lo que se
había convertido mi vida en tan solo unos cuantos días-. De acuerdo.
Le narré… TODO.
Comenzando desde cuando había conocido a Edward, luego a
Jacob, lo de los ramos, tarjetas y fotos- y como esto se volvía cada vez más
escalofriante-, como pensé que Edward era un tarado pero que aun así le di otra
cita de consulta y a lo que fue llevando aquello, como conocí a Jake, los
histeriqueos, la primera cita con él -incluido lo de fantástico sexo en el
bosque-,mi presentimiento de que me ocultaba algo, una pareja, una esposa, la
reunión con Edward al día siguiente, la propuesta, el sexo desenfrenado en mi
sillón- que ya nunca vería con los mismos ojos-, lo ilógico de hablar por
teléfono con Jacob mientras estaba con Edward sin que ninguno supiera del otro…
El GRAN encuentro, y mi desmayo. La pelea en su casa, mis miedos, mis inseguridades
en las que ella siempre me había tratado de ayudar a superar, mi confusión con
respecto a… TODO. Los recuerdos. Y al fin terminando por el día de ayer. La
charla en mi consultorio, como todos dejamos las cartas claras sobre la mesa.
Mis ganas de aceptar un futuro negado y hasta ahora frustrado y mis miedos
arraigados a arruinarlo enamorándome de alguno de ellos. Le conté TODO, como
sólo a una amiga verdadera le puedes hablar. In miedos a ser juzgada, sin
miedos a nada. Porque te conoce, te conoce tal cual eres. Me moría por saber su
opinión y su consejo, queriendo escuchar sin dudas su punto de vista respecto a
la locura en la que se había convertido mi nefasta vida. Ella era la única
persona que sabía enteramente sin pelos ni señales quien era yo… Y como era. La
única capaz de mantener mi cable a tierra para no perderme. A fin de cuentas,
era mi mejor amiga. Mi única amiga. La única persona a la cual no había podido
ni querido alejar.
Ella escuchó atentamente cada una de mis palabras. Tan solo
haciendo gestos con su boca y ojos, sin
interrumpir ni opinar, nada todavía. Ya vendría el tiempo.
Por fin, luego de recorrer un piso completo del centro y de
haber hablado y caminado sin parar, terminé en lo que había sucedido ayer por
la tarde noche en mi departamento, en la casa de ellos, lo de hoy y en todo
aquello que sentía en la vorágine de acontecimientos.
-Así que… eso es todo. Creo sin dudas que fue el mes más
movido -en todo sentido- de mi vida- bromeé ya para aligerar un poco el
ambiente.
-Déjame procesar todo un minuto ¿Ok?- yo asentí, extrañada
de que no comenzara automáticamente con todo el discurso y procesión de
palabras que me había estado esperando.
-¡NO, NI LOCA! ¿Pero qué demonios tienes en la cabeza duende
satánica? ¿Para qué rayos querría gastar mi dinero en eso si apenas y tiene
algo de tela?
-Arrgg, Bella Pero si te has gastado aún más dinero en tus
juguetes y en aquella ropa sado que...
-¡SShhh!- le dije
arrastrándola lejos de donde una señora nos miraba con mala cara.
Mierda.
-¿Y qué importa?- le dije exasperada.
-Arrg… Bella ¿No lo entiendes verdad?- yo sólo la miré con
cara de ¿Eh?- Mira… Nena, tú estás desde ahora con dos tipos híper calientes
que te andan sobando los huesitos y tú aquí, de idiota dejándote ganar una vez
más por tus estupideces, además de tu muy fastidiosa renuencia a la moda y más
que nada a una súper imagen mega HOT…- terminó suspirando mientras se pasaba la
mano por la frente y luego acercándose a mí para poner una mano en mi hombro,
hablándome directamente de frente-… Bella, has decidido jugarte por primera vez
desde aquello al todo por el todo con alguien y en las circunstancias más raras
en las que podrías haberlo hecho, NO LO ARRUINES…- enfatizó.
Mi respuesta automática me noqueó. Sentí mis ojos
humedecerse y un estremecimiento recorrer mí, ahora fría, piel.
-Tranquila Bells, disfruta. Todo estará bien, confía en ti
amiga. Mereces amor igual que cualquier otra persona, incluso más diría yo… y…
No los conozco- dijo frunciendo el ceño-, cosa que tendremos que remediar de
inmediato, pero puedo ver lo “especiales” que ya se han vuelto para ti, lo
quieras o no, ellos te importan… Y viceversa- la miré sorprendida, esperanzada
y ella negó con la cabeza antes de continuar- ¿Por qué sino crees que
aceptarían tantos problemas demás? ¿Por qué crees que se preocupan tanto?
Yo me encogí levemente de hombros, queriendo y no queriendo
estar tan emocionada con aquella respuesta, mordiendo en el proceso fuertemente
mi labio inferior y viendo con pena como mi duende demoníaca clavaba una dulce
mirada en mi.
-Lo sé- susurré finalmente-, ya sabes ¿Verdad? Te quiero mi
duende- dije bajito y mirando momentáneamente hacia otro lado. Totalmente
incómoda en esto de exponer personalmente mis sentimientos.
Ella sonrió de oreja a oreja y comenzó a dar saltitos que me
hicieron reír.
-Wiwiwiwi, lo sabía, lo sabía… Jajajaja- rió feliz, el tenso
momento ya lejano-, ahora ve a ponerte estos.
-¡Alice!- me quejé, era imposible. Ella me miró y juro que
sentí verdadero miedo. O sea, de verdad. Mierda.
-Entra. Ahora- dijo secamente.
No discutí más. Tomé las cosas viendo como volvía la sonrisa
a su maléfico rostro y me metí rápidamente al bendito probador.
Dos horas y diez bolsas después…
El resumen era el siguiente… quince conjuntos de victoria
secrets, cinco camisolines- sin comentarios- del mismo lugar, cuatro trajes de
trabajo, dos vestidos de cóctel, dos vestidos semi informales, cuatro jeans,
siete remeras, tres camisas, tres pares de zapatos con bolsos a juego, algo de
bijou de fantasía y –obviamente- una tarjeta sin saldo, fue el resultado de la
mayor corrida en la historia de la duende- y por supuesto, mía-. O sea, si
antes lo decía en broma, ahora lo creía… esta duende era putamente demoníaca
¡¡Una persona normal jamás podría comprar tanto en tan poco tiempo!! Ella
dirigió todo- sí, está demás decirlo, lo sé-, modelos, colores, formas,
texturas, estilos y bla, bla, bla… ¿No por nada era diseñadora verdad? Y yo… Yo
sólo me dediqué a cerrar el pico y a probarme cosa tras cosa sin rechistar ¿Qué
caso tenía? Bueno, en realidad, sí hubo algo que fue rotundamente negado… No,
de ninguna manera iba a comprar aquello ¡Tan sólo llevaba un día allí con
ellos! Sin duda creo que un babydoll de tela negra transparente y encaje con
detalles en seda roja NO era algo habitual y corriente como para decir ¡Hey, es
sólo un pijama! Noooo, eso sí que no ¡Y la puta bata de seda roja que llevaba
no lo hacía mejor! ¡En nada!
-¿Lista?- preguntó ella como si nada, tan fresca como una
lechuga.
Gemí. Dios ¡Me quería matar! ¡Por favor, que alguien me
recuerde la próxima vez NO llamar a este pequeño GRINCH!
Mis pies latían dolorosamente por tanta caminata, al igual
que mis muslos y entrepierna por no darles un merecido descanso tras lo de ayer
noche. Todo mi cuerpo parecía arder con un letrero luminoso que decía
“DESCANSO”.
Habíamos caminado y hablado sin parar durante todo el
trayecto y, por suerte, no sólo de mis varios percances actuales sino también
de su viaje, su próximo proyecto y demás. Fue divertido- en cierta forma y
hasta cierto punto- y muy, muy necesario. ¡Pero eso no quitaba el dolor de mis
pies!
Al fin llegamos a la entrada del centro comercial, donde un
Edward más que sonriente y con también algunas bolsas -¿Cuándo rayos las había
comprado?- nos esperaba.
-¿Cansada?
Gemí en respuesta, o quizás gruñí, mmm, ambas.
-Vamos a casa y podrás relajarte con una ducha tibia-
asentí. Juro que no tenía fuerzas para nada más.
Edward extendió la mano libre hacia mí y yo automáticamente
lo tomé, sintiendo como él con un leve tirón me jalaba hacia él, hacia su
cuerpo, su calor. Mi pecho chocó contra su costado, cosa que yo aproveché para
recostar mi cansada cabeza en el cómodo hueco de su hombro. Mmm… Qué bien se
sentía, natural.
-Bueeeeno… Creo que mejor me voy ya, tengo que hacer unas
compras más y luego unas llamadas.
Alice. Demonios, la sala presencia de Ed ya me había hecho
olvidar todo a mi alrededor. Cerré fuerte los ojos y los abrí para despejarme.
-De acuerdo. Llámame ¿Ok?- le dije.
-Sí, sí, sí. Toma- contestó tendiéndome tres grandes bolsas
de sus pequeñas manos manicuradas.
-¿Eh?- no entendía.
-Tonta ¿Acaso pensaste que solo te dejaría comprar eso?-
preguntó irónicamente para luego largarse a reír con una risa un tanto
maquiavélica. Mierda, lo digo y lo repito, daba miedo.
-¡Alice! Pe… Pero… ¡Ya compré!- exclamé un tanto enfadada e
indignada levantando las bolsas con mis manos.
-Shh, calla, calla. Te verás divina y te hace falta- dijo
poniendo todo en una de mis manos, la cual al soltarla cayó de golpe por el
peso. Me pregunto que come esta duende para tener semejante fuerza- ¡Adioooós!-
gritó.
Cuando me quise dar cuenta, la enana ya se había alejado
unos cuantos pasos y agitaba furiosamente su mano. Edward le dijo un leve
“adiós” en respuesta, pero yo solo atiné a levantar la mano y a hacer un
pequeño gesto.
-¡Oh! ¿Edward?- preguntó deteniéndose de golpe.
Yo le miré intrigada ¿Y ahora qué?
-¿Sí?
-Cuídenla ¡Estaré en contacto! Chiao- y voló.
Para ser tan demoníacamente pequeña tenía la fuerza de un
luchador y la velocidad de un correcaminos. No creo que haya alguien capaz de
seguirle el ritmo.
-Siempre- le escuché susurrar a Ed mientras su agarre en mi
cintura se acentuaba.
-¿Vamos?
-Ajá- murmuré medio idiotizada.
Joder ¿No estaba ya un poco grande como para quedar así de
idiotizada con tan solo la voz de un hombre?
La sensación de sentirme “protegida” por alguien, que
alguien se preocupara así por mí, al punto de querer mantenerme “bien” era tan
nueva y escalofriante para mí. Sería lindo acostumbrarme a esto… Y no perderlo-
pensé aisladamente.
Ed me guió sin soltarme hasta donde se encontraba aparcado
el auto, tomando en el camino las bolsas de mis manos como todo un antiguo
caballero… Y yo me dejé mimar, me dejé hacer y ser.
Él abrió mi puerta y ayudó a subir para luego ir a la
cajuela y acomodar todas las compras para después, por fin, subir al asiento
conductor y dar marcha al coche.
Debería de estar enojada con él, de hecho, lo estuve. Yo,
Isabella Marie Swan no pedía permisos ni daba explicaciones a nadie… Hasta
ahora.
En cuanto el auto arrancó yo me dediqué a rememorar lo
ocurrido, lo… Indignada, enojada y sí, fastidiosa que me puse cuando…
Era la hora del almuerzo y estaba al teléfono hablando con
Jake sobre cómo nos había estado yendo en el día. Lo que había hablado con
Withlook- que no era mucho, por no decir nada.
-¿A qué hora sales?- preguntó él.
-Oh, cierto… He arreglado con Alice para ir al centro, tengo
que comprar ropa y demás…
-¡Acaso estás loca!- comenzó a gritar él verdaderamente
enojado.
La discusión siguió por varios minutos más y como ya estaba
bastante harta opté por cortarle y punto ¿Pero quién rayos se creía este?
Pensaba hecha una furia. Tiré con bronca mi emparedado al cesto y cuando me
estaba volviendo a sentar volvió a sonar el móvil. Era Edward. Genial.
Lo sé estuve mal y bla, bla, bla… Arrgg. Me sentí de pronto
como en aquellos años en los que tenía que andar explicándole a Charlie a donde
iba y porqué y el como él me gritaba cuando llegaba demasiado tarde o no hacía
algo.
No necesitaba que me anduvieran gritando a cada rato cuan
imprudente, despistada y demás cosas era… y si esto iba a ser así…
-Hola- dije secamente.
La charla con él fue corta y concisa, algo tensa, pero,
extrañamente agradable. Me gustó el hecho de que alguien se preocupara así,
casi al punto de intentar ponerme límites. Casi. Suena raro ¿No? Créanme que lo
sé, pero así fue. Él me dio opciones y yo me limité a tomar la mejor para
ambos, yo cedía ante ellos y ellos ante mí.
Dios, después de un arduo día de: problemas genitales,
frustraciones sexuales, ideas y consejos para reavivar la pasión, y dar tips y
más tips para cada problema que me decían; estaba con la mente embotada
enteramente en mi trabajo y, como consecuencia, desintoxicada de ellos
temporalmente. Sin embargo, no niego para nada que no nos haya imaginado en
algunas -mmm… muchas- de las situaciones que me contaban, o que me haya tenido
que ir a hacer un urgente cambio de bragas después de haber escuchado sus sexys
y demandantes voces al teléfono… Nop, no lo niego.
Pero, de ahí, al shock que sufrí al verlos a ambos apoyados
sobre el coche de ed en la entrada de mi edificio de consulta… Ufff… Mierda,
eran todo un espectáculo. Creo que podría haber reavivado a un muerto con más
descarga que un puto electroshock con la descarga que sentí.
Con Ed habíamos arreglado, o más llegado al acuerdo, que
simplemente uno de ellos me acompañaría y, no sé ni quiero saber cómo, pero
decidieron que fuera Ed.
-Hola muñeca- dijo Jake despegándose del capó del auto donde
estaba apoyado y quitándose los lentes negros del rostro- por cierto estaba de
infarto… A este paso la que iba a necesitar el desfibrilador era yo…
-Hola- dije sin tiempo de añadir nada más, ya que así como
se acercó me tomó de la mano y me aventó hacia él. Hacia su boca.
Mmm… Canela… Rico.
Su boca sabía a esencia picante, algo exótico y casi
prohíbo, a lujuria, a pasión, sabía a hombre.
Una vez que se separó yo quedé literalmente boqueando por
aire. Wow.
-Solo pasé a saludar y a ver si seguías enfadada conmigo-
hizo una mueca y luego puso su sonrisa pirata-, ya me voy a casa. Haré la cena
¿Ok? Además tengo que revisar algunas cosas de un caso- dijo mientras se daba
la vuelta y bordeaba el coche para llegar a subir al suyo que estaba detrás… Yo
aún seguía atontada y medio ida… Y muy, MUY caliente… Carajo-. Ed- dijo ya más
serio.
Edward no respondió, pero asintió con la cabeza a manera de
entendimiento perfecto a lo que sea que quisiera haberle dado a entender. Hmm.
Así que aquí estaba. Camino a casa.
¡Qué extraño me resultaba decir o pensar eso! Hace tanto que
no pensaba en un lugar como mi casa. O sea, lo decía, pero no lo sentí ¿Se
entiende lo que quiero decir? Arrgg, parezco idiota.
Ok, sí, ahora era mi casa, nuestra casa. No sé a ciencia cierta
cuánto duraría todo esto y, disculpen si les parezco repetitiva o cansadora o
incluso una escéptica y jodida amargada, pero nada, absolutamente nada en mi
vida duraba. Nada. Siempre tuve la extraña certeza de que por cada cosa buena
que me sucedía en la vida, luego debía de pagar con dos, pero bueno… Tomé mis
decisiones y aquí estoy ahora, viviendo una fantasía por la que estoy segura
más d una mataría, y juro que iba a sacarle provecho. Pondría todo de mí y
exigiría lo mismo a cambio.
Pasé tanto tiempo evitando planear a futuro y ahora, heme
aquí ¡Planeando una vida! Me sentí sonreír tontamente.
-¿En qué piensas tanto?- preguntó Edward a mi lado. Su voz
fue suave pero me sobresaltó de todas formas. Al parecer estaba demasiado
ensimismada.
-Lo siento, no quise asustarte- dijo luego, yo respiré.
-No, está bien. Estaba demasiado perdida- comenté saliendo
al fin de mi nube-. Estaba pensando en todo, más bien en como “cambió” todo. Es
sólo que, piénsalo, en cuestión de tan solo unos días mi vida ha cambiado al
extremo y… Bueno, yo, pensaba en ello. Y en el futuro ¿Sabías que nunca me
permitía pensar en él? Siempre lo dejé como algo lejano, inalcanzable. Es raro…
Pensar en él quiero decir, planearlo… Anhelarlo- susurré al final.
-Bella- dijo él tomando mi mano y esperando hasta que me
digné a mirarlo de frente ya que con lo último había girado la cara hacia la
ventanilla-. Tú te mereces tener un futuro, uno que hayas deseado, uno que, no
sólo puedas planear y soñar ¡Sino también vivir! No debes de pensar lo contrario.
Tú te mereces más cosas de las que te permites siquiera pensar o anhelar,
Bella. Te mereces ser feliz.
No sé qué demonios me ocurrió ya que por lo general suelo
ser bastante buena ocultando mis emociones y demás. No esta vez. El ver la
preocupación en sus ojos. El oír su tono de voz. Sus palabras lograron tocar
esa fibra sensible que parecía tener a flor de piel estos días. Sentí mis ojos
humedecerse y mis manos y rodillas temblar levemente.
Esperé, esperé porque él no lo notara, creo que hasta rogué
por ello. En vano. Edward me observaba casi diría que analíticamente, más al
contrario de lo que yo pensaba, él no hizo nada, no dijo nada. Tan solo levantó
la mano y barrió con la yema de su índice una cristalina y traicionera lágrima.
¡Dios! ¡Qué débil debía de verme! ¡Qué patética!
-Tranquila, ya verás que pronto te acostumbras, sólo es
cuestión de mimarte un poco. Cambia esa cara gatita, ya llegamos.
Miré rápidamente para todos los lados y sí, efectivamente
nos encontrábamos en la entrada de la casa. Aun no dejaba de sorprenderme lo
bello que era este lugar, las casas, el barrio en general. Esbocé la mejor
sonrisa que pude llegar a lograr y él acarició mi mejilla con suavidad. Sus
hermosas gemas verde esmeralda, relucientes hacia mí.
-¿Vamos?- asentí aun sonriendo. Me era tan fácil hablar con
él. Ser yo.
Edwar bajó del auto y prácticamente corrió a abrir la mía.
Galante, hermoso, caballero, sexy, protector ¿Qué más se le podía pedir?
-Espera un segundo a que agarre las bolsas.
Segundos después nos encontrábamos dentro de la casa donde
un fuerte aroma a salsas y especias nos envolvía… mmm… la boca se me hizo agua
al instante… ¡Mierda! ¡Sea lo que fuera olía condenadamente bien!
-¡Al fin llegan! ¡Vamos, vamos! Vayan a lavarse las manos y
vengan a sentarse que ya está todo listo- dijo Jacob asomándose fugazmente
desde la cocina.
-Vamos- dijo Ed guiándome.
Aun no recordaba donde quedaba cada cosa ni mucho menos qué…
No es como si me hubieran dado tiempo ¿No?
-Cuando cocina es insoportable, no le gusta que nada se le
pase- susurró Edward hacia í una vez estuvimos más alejados y yo reí tontamente
ante tal banalidad.
Exactamente menos de tres minutos después, nos encontrábamos
todos en la mesa.
Se sentía demasiado cómodo, demasiado hogareño. Demasiado
normal.
Se sentía bien.
-Bien, espero que te guste Bella, son agnelottis con
bolgnesa o con salsa parisien ¿Cuál prefieres?
-¡Vaya! ¡Pero si eres todo un chef!- exclamé gratamente
sorprendida sonriéndole tanto como podía.
-Bahhh, no es gran cosa, la pasta se hace sola y las salsas
son fáciles.
Reí ¿Acaso era vergonzoso?
-Jake…- dije aun riendo- si sobrevivo a tu comida vas a
tener que aceptar lo bueno que eres- reí aun más-. El único hombre al que le
permití hacerme de comer casi me asesina en el intento así que y…
-¿Único?- preguntó Jake.
-¿Hombre?- le siguió Ed.
Yo aun estaba demasiado risueña así que no me había
percatado de como sus expresiones cambiaron.
UPS.
-Ajá, Charlie ¿Por?- ok lo acepto, ahí jugué un poco con
ellos, pero es que se me hacía de lo más lindo y gracioso verlos todo celosos y
gruñones.
-Hmm… ¿Cuál quieres?- preguntó Jake , ahora más brusco,
visiblemente enojado.
-Mmm… Crema- él me miró fijo. Sus ojos llenos de lujuria
ahora mientras me servía en silencio.
-Gracias- comenté al recibir el plato.
-¿Ed?
-Ambas… Más crema que carne- contestó este mirándome
mientras yo me hacía la idiota.
Comimos en silencio, al parecer ellos seguían molestos.
Pero, una vez que mi plato estaba a punto de ser terminado no aguanté más y
dije:
-Esto en verdad está exquisito Jacob. Gracias.
-Pues supongo que entonces no te envenené ni nada como
“Charlie”- dijo molesto.
¡Dios! Los hombres a veces eran unos bebés ¡Qué tontos eran!
Jajaja.
-Ay chicos, chicos… Ojalá Charlie estuviera aquí- murmuré.
Ellos automáticamente me miraron feo y yo suspiré.
-Chicos, Charlie era mi padre- sus caras pasaron por una
infinidad de emociones a la velocidad de la luz ante mis palabras y su
trasfondo.
Ed dejó el tenedor sobre el plato y me miró fijamente unos
segundos. Me puse algo incómoda, previendo que el momento que venía sería
demasiado. Él pasó su mano por encima de la mesa y tomó la mía.
A pesar de la breve broma, el hecho de recordar su nombre,
la convivencia, todos aquellos recuerdos tan religiosamente guardados y
atesorados me hicieron formar en el acto un nudo en la garganta.
No ahora, por favor, no ahora- rogué para mí.
-¿Era?
Jake sólo miraba en silencio mientras yo estrujaba mis pies
dentro de mis zapatos, el dolor de pies sepultado en el olvido ahora. La
tensión me embargó de pronto.
-Sí, era ¿Podemos obviar eso y seguir comiendo?- dije un
tanto cortante. Defensiva.
-Tranquila, puedes hablar si quieres y sino no hay problema.
Habrá tiempo- contestó Jake con un tono pragmático y conciliador.
Respiré hondo ¿Podría hacer esto? No, la pregunta correcta
sería ¿Quería hacerlo?... Sí.
Inspiré una vez más y comencé.
-Ok… ¿Resumido? Charlie era un policía bueno, rodeado de
demasiados corruptos. Un día descubrió algo, grande, algo que no le convenía
descubrir… Y no lo calló. Llevó aquello hasta las últimas instancias y… Alguien
lo vendió- dije aun con algo de bronca por todo lo sucedido, inundada por los
recuerdos, los gritos… Todo-… La cosa es que, como era de esperarse, hubo
consecuencia. Un día mis padres recibieron una “Visita”, un “regalo” como decía
la nota. Fueron masacrados en su propia casa como si nada y nadie pagó por ello
nunca. Ya no importa, han pasado años de eso.
En la mesa se hizo un silencio sepulcral.
Nadie sabía que decir. Qué hacer.
-lo lamento bella- dijo Ed claramente consternado.
-Sí, bueno, son cosas que pasan- respondí yo tratando de
restarle importancia y dejar el maldito tema detrás, justo donde debía estar.
-No hagas eso- dijo Jake. Me sorprendí ¿Qué cosa?
-¿Eh?
-No hagas como si no importara, cuando es notorio y normal
que sí. No te escudes en la indiferencia o el sarcasmo ante algo tan
importante. No te escondas de nosotros- sentenció él.
Sus ojos, más bien su mirada me traspasaba por su
intensidad. ¿Qué podía decir? ¿Qué excusa debería de dar? Nada. Ninguna. Así
que solo asentí ya que en este momento sentía que las palabras sobraban.
Mis ojos me traicionaron por tercera vez hoy. Lo supe en
cuanto sentí recorrer por mi piel la cálida y característica humedad salina. Me
sentí débil ¡Mierda!
Fue tan solo cuestión de segundos los que tardé en quedar
rodeada en un férreo abrazo. Y lo peor que hay para alguien que busca contener
el llanto es eso, un abrazo. Y quizás también cuando te preguntas con verdadera
preocupación el típico “¿Estás bien?” o “¿Qué te pasa?” Adiós, las compuertas
se abrieron.
Joder ¡Feliz primer cena! ¿Por qué rayos nada podía resultar
normal conmigo?
-Tranquila gatita, tranquila- sentí decir a Ed contra mi
cabello ¿Eran ruidos de platos en el fondo?
Edward me tomó como a una muñeca y me sentó en su regazo
como niña pequeña y yo… Por primera vez en mucho tiempo, demasiado tiempo, me
dejé consolar y consentir, me dejé mostrar vulnerable y débil y me sentí bien
con ello. Me sentí genial de hecho. .
Él besó mis cabellos, mi frente, mi mejilla y aquel punto de
unión entre el cuello y la mandíbula que era extremadamente sensible ¿Cómo
mierda podía pasar de estar triste y afligida a caliente y anhelante en tan
solo un par de segundos? No lo sé, pero lo estaba. Y es que… El sexo en verdad
era uno de los mejores remedios para olvidar las penurias, si no es que acaso
era el mejor. A mí me funcionaba. Mmm…
Creo que a mí el sexo me funcionaba para cualquier cosa, pero este no era el
momento indicado para analizar aquello ¿No?
Él lo notó. Seguro que sí.
Comenzó a llevar más besos húmedos y prolongados hacia mi
hombro y de ahí, vuelta a mi mandíbula, una y otra y otra vez en un ritmo tan
lento que comenzaba a desquiciarme. Logrando efectivamente que mi enfoque y
concentración estuvieran tan sólo atentos y expectantes a sus movimientos.
Sus manos recorrían ahora mi espalda de manera firme,
apretando ligeramente mi carne entre sus dedos.
Sentí mi sangre comenzar a bullir, cantando al correr por
mis venas. Me sentí arder.
Las llamas del deseo y la pasión se encendieron como una
hoguera en mí, y como tal, absorbía con bravura todo lo que estaba a su paso,
arrastrándome, sumergiéndome en ellas.
Esta vez no hice nada- por más que quisiera-, esta vez me
dejaría hacer. Era la “muñeca”, tal y como Jake solía decirme… Sí, hoy sería
“su” muñeca.
¿Querían confianza? De acuerdo, aquí estaba.
Yo misma estaba harta de mis límites autoimpuestos.
Me sentí terriblemente desnuda ante ellos a pesar de estar
enteramente vestida.
Me sentí más desnuda de lo que nunca podría haberme llegado
a sentir delante de alguien.
Y me sentí… Me sentí con miedo, y poder. Miedo, por
confiarme tanto, así, de esta manera tan… desmesurada. Y con poder, porque al
fin y al cabo YO era quien había decidido arriesgarme a esto y por ende,
permitirme ser quien en verdad era.
Era increíble, al menos para mí, el notar como ellos, en tan
poco tiempo y siendo simplemente… Ellos, pudieron ir derribando algunas de mis
muy numerosas barreras que tan fiel y cuidadosamente había elaborado a lo largo
de los años. El sentirme así, expuesta ante ellos, mostrando mis miedos y
vulnerabilidades, dándoles el arma perfecta para destruirme si querían, era…
Demasiado para mí. Era una prueba para mí. Un reto, o como quieran decirle. Era
nuevo, alarmante… fascinante.
En un mínimo ero existente recoveco de mi mente me pregunté
¿Qué más podrían lograr en mí?
… Y luego de eso no pensé más.
¡Y no porque no quisiera! Sino por el hecho de que comencé a
sentir un calor en mi espalda que hizo que mis bellos se erizaran y luego un
hálito cálido de aliento en mi oído que logró que mi cuerpo se estremeciera
involuntariamente…
Arggg.
Pero no, eso no fue todo ¡Eso no fue nada!
Ya que segundos, décimas de segundo después pude ser
plenamente consciente de dos grandes y calientes manos recorrer mis lados desde
las costillas hasta mis pechos… Y eso fue malditamente demasiado para que mi
mente pudiera seguir trabajando de manera ordinaria.
¿Para qué mierda quería pensar?
Para nada… Al menos no ahora… Ahora era momento de sentir.
Sentirlos.
Sentirme.
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