28 de octubre de 2011
El probrema de mi sexóloga... cap 5
**NOTA IMPORTANTE: ESTA HISTORIA TENDRÁ UN ALTO CONTENIDO SEXUAL, ASÍ QUE SI ERES MENOR O
NO TE GUSTA LO FUERTE ¡¡NO LEAS!! (Sólo apto para gente con mentalidad
abierta).*
--------------------------Este
fic tendrá MENNAGE hetero- bi y homosexual.---------------------------------
J. POV.:
Llevaba más de una hora despierto.
Pensando. Analizando.
Mi trabajo como abogado siempre me
hacía ver los pros y los contras de
todas las situaciones, todas las ganancias y pérdidas de todo, y por
sobre todas las cosas: las opciones.
Sabía de antemano lo que Edward
quería llegar a hacer. Pero… tenía miedo. Sí, mierda, tenía miedo, lo
reconozco. Y eso era lo que más me cabreaba. El miedo, odiaba tenerlo, odiaba
sentirlo recorrer cualquier parte de mi cerebro o mi piel, me hacía sentir
débil, ¡Me volvía débil!, me hacía sentir innecesario… reemplazable.
Lo miré. Lo miré durante toda la
hora.
Lo amaba. Lo amaba tanto. Lo amaba
demasiado.
Había arriesgado tanto al amarlo que
de verdad que todavía no sé cómo me jugué a ir a por él. Aunque en realidad… sí
lo sabía. Él hizo lo mismo por mí y pudo perder incluso aún más que yo. Durante
toda esa hora no hice más que pensar en el futuro y recordar el pasado. Recordé
felizmente cada momento juntos. Cada salida. Cada beso. Cada toque. Cada
palabra. Cada susurro. Cada mirada… Cada TE AMO salido de nuestros labios.
Mi cabeza parecía una licuadora que
estuviera a punto de quemarse por tanto uso.
Y lo decidí.
¿En verdad lo decidí? ¿Alguna vez
tuve otra opción?- me pregunté tristemente.
L respuesta siempre había sido de lo
más simple.
Lo amaba… Y lo haría. Lo haría todo
por él. Incluso esto.
Coloqué gentilmente mis labios sobre
su hombro desnudo causándole un agradable escalofrío y haciéndolo temblar. Sólo
un roce entre ambos me bastaba para que mi cuerpo comenzara a clamar
frenéticamente por él. Él era mi luna, mi luz en la noche, mi guía en la
oscuridad.
Poco a poco fue abriendo sus ojos y
esas verdes y hermosas gemas verdes se posaron en mí.
Casi con resignación yo solté un
leve y casi imperceptible suspiro y lo dije.
-Lo haré.
-¿Qué cosa?- preguntó como
desorientado.
-Lo que quieras hacer, lo haré- y me
expliqué un poco mejor al ver que su comprensión aun brillaba por su ausencia-
Si quieres un alquiler de vientre, está bien. Si quieres iniciar los trámites
para una adopción, está bien. Si quieres… Si quieres buscar una mujer para ver
si es capaz de amarnos a ambos y llegar a formar así la familia que deseas,
está bien- sentencié mirándola fijamente para que vea la credibilidad y
veracidad de mis palabras.
Había costado decirlo tanto o aún
más que admitirlo, pero cada palabra la había dicho como un serio juramento.
-Yo…
-Ssshhh, no digas nada. Bueno en
realidad sí ¿Cómo quieres hacerlo?
El rió y saltó para abrazarme
fuertemente. Feliz. Estaba feliz.
-Gracias. Sabes que no es para…
-Tranquilo- lo corté con un dedo
sobre su boca, el cual saqué después de que él lo besara ligeramente.
-¿Entonces?
-No lo sé- yo enarqué una ceja-.
Para serte sincero jamás pensé que pudieras acceder, y menos aun así de pronto.
No sé cómo proceder ara algo así ¿Tú que crees?
-Creo que de verdad es una locura,
pero no sé ¿a lo tradicional?
-¿Cómo?
-Pues, no sé, salir y encarar a una
chica, ver como es, conocerla, y bla, bla, bla- dije sin querer profundizar
demasiado en el tema.
-Sí, pero está el pequeño detalle de
que no sabemos por dónde empezar siquiera.
-Pues ¿hay alguien que te guste?
¿Aunque sea un poco? – no pude evitar preguntar.
Edward comenzó a negar con la cabeza
pero sus ojos se desenfocaron como cuando recordaba algo y yo lo noté.
-¿Quién?- pregunté con un
indefinible tono de molestia en la voz que él dejó pasar por alto. Se encogió
un poco ya que sabía de sobra que sería inútil negármelo a mí.
-No. No importa. No le he caído bien
y cree que soy un idiota- me sorprendí ¿Edward idiota?-. a su favor debo decir
que de verdad lo parecí en aquel momento.
-¿Podrías… querrías tratar de
conocerla y de que te conozca?- rectifiqué mi pregunta para saber que era lo
que él pensaba o sentía al respecto. Su pequeña vacilación lo dijo todo.
Igualmente negó.
-No lo creo, no la volveré a ver-
dijo tratando fuertemente de ocultar la nota de pesar de las que iban cubiertas
sus palabras ante este hecho.
-Mmm…
-¿Y tú?- preguntó.
-¿Yo qué?
-Bueno- se removió algo incómodo- es
que cuando yo pensé en todo esto había pensado en buscar ambos a nuestra
compañera.
Abrí lo más grande que pude mis ojos
¡Oh vamos! ¿Algo más?
--No yo no Ed.
-Pero…
-No. No quiero hacer eso. Preferiría
que tú lo hagas, no sé cómo y no me importa- medio refunfuñé y él también-. No
va a ser ningún problema estoy seguro de ello, sólo deberás estar seguro de que
es la indicada antes de presentármela a mí, y en eso sí que no voy a ceder, no
pienso conocer a cuanta mujer estés conociendo sólo porque sí- dije con la voz
más dura de lo que en realidad pretendía.
-Pero… creo que sólo sabremos si
definitivamente es la indicada cuando te conozca a ti.
-Sí eso puede ser cierto- reconocí,
aunque un tanto a regañadientes. De todas formas sólo tenía una cosa para
decirle con respecto a este tema-. Lo único que de verdad te pido es que no se
te ocurra presentarme a una de esas rubias estúpidas tipo Barbie que tanto
solías mirar.
-Ni rubia, ni estúpida. Bien ¿Algo
más?- me preguntó y yo no pude evitar echar una gran carcajada.
-Lo haces parecer como si
estuviéramos pidiendo algo de comer al delivery- dije aun sonriendo.
-Bueno, quizás la comas- dijo
sugerente- ¿Algo más?- preguntó de nuevo.
-Mmm… seria pero divertida. Que sepa
disfrutar de la vida y por sobre todo-enfaticé- que sepa disfrutar del sexo.
-Bien- me respondió sonriente sólo
para después borrar su sonrisa y ponerse a mirarme con seriedad-. Sólo te voy a
pedir algo –comenzó-…si de casualidad tu eres el maldito afortunado de conocer
a alguien así… No la dejes ir, haz lo que haga falta para ganártela- dijo
reflejando un dejo de clara desesperación. No me gustó ni una pizca lo que me
pidió pero por alguna extraña razón decidí ceder casi inmediatamente. Estaba
casi seguro de que esa mujer no existía, no para nosotros al menos. Lo sentía
por él.
-De acuerdo- dije al fin después de
mi debacle interior.
Nos quedamos en silencio por unos
momentos y luego pregunté algo que apenas y había pensado.
-¿Qué sucedería si a ti te gusta de
verdad una mujer… y a mí otra? ¿Cómo decidiríamos?- él pensó bien cada palabra
antes de responder.
-Creo que eso deberemos verlo sobre
la marcha. Tendríamos que ver y decidir en base a como se lleva con el otro y a
como toma lo referente a ser tres… para siempre- agregó tras una leve duda.
-Ajá.
Coincidía.
Como dije. Estaba, no sé, ¿noventa?
¿Noventa y cinco? Sí estaba un 95% seguro de que nunca daríamos con una mujer
capaz y dispuesta a eso. Quizás luego de cierto tiempo Ed se cansaría de buscar
y esperar. Sí, lo sé, suena muy mal, incluso y hasta cruel, pero es lo que
pienso.
-Y… ¿Cómo le harás?- me miró confuso
así que me expliqué un poco mejor- ¿Cómo le harás para conocer a una mujer así?
Porque digamos que las de tu grupo de trabajo ya las conozco y no ni siquiera
una que me llame ni un poco la atención ni que valgan la pena- dije en un tono
de advertencia para que no me saliera con ningún martes trece.
-La verdad no lo sé. Quizás
debiéramos de salir a algún lugar como a un bar o a una discoteca, no lo sé.
-En los bares sólo hay dos tipos de
mujeres. Solteras desesperadas o casadas de trampa y no creo que ninguno de
esos dos estilos sea el que estás buscando y en las discos… En las discos sólo
hay mujeres de un rato o niñas pegotes- me quejé. Si a esto es a lo que íbamos
ya me podía estar arrepintiendo de una.
-Bueno ya veremos, eso creo que se
irá dando solo. Lo único verdaderamente importante aquí es que ambos seamos
receptivos si es que esa persona aparece- dijo mirándome como si de verdad
pudiera leer lo que he estado pensando. Me dio un escalofrío ante tal idea.
-Entonces- dije como si tal cosa-
¿Hoy quieres salir?- pregunté y él me miró intensamente pr unos segundos.
-No. Este fin de semana es
enteramente nuestro. Ya lo habíamos planeado así y no lo vamos a cambiar.
Vitoreé por dentro, más
exteriormente logré no demostrar cuan agradecido estaba por sus palabras.
-Muy bien, trataré de salir temprano
para ayudarte a armar los bolsos- dije.
-No hace falta, ya tengo casi todo
listo para ambos. Avísame cuando salgas para tener listos los últimos detalles.
Asentí.
Ahí quedó todo ese día. Me fui a
trabajar como siempre- aunque esta vez llegué bien y a horario para todo- y el
día fue agradablemente tranquilo. Luego de eso alrededor de las cuatro de la
tarde me retiré y fui directo hacia casa. Estaba más que listo para pasar un
tranquilo fin de semana con la persona que más amaba en la vida.
E.POV.:
Me sentí más ligero una vez que
llegué a aquel acuerdo con Jake.
Sabía que sería difícil. No sólo por
el hecho de hallarla y saber, sentir que era la indicada para nosotros sino,
luego, la convivencia, los celos, la posesión, todo. Pero yo estaba seguro de
que al final valdría la pena, tenía que hacerlo. Tenía esperanza.
Era viernes y hacía ya dos semanas
que habíamos arreglado todo para poder irnos de viaje. Sabía que Jake me
preguntó de salir esperando seguramente que le dijera automáticamente que sí.
Pero no. Él tenía que entender que por más que esto lo quisiera casi de forma
desesperada, nada, absolutamente NADA sería para o con el fin de desplazarlo a
él. Era por él por quien quería lo que quería. Para sanarlo. Para completarlo.
Y a mí también.
Esa forma de ver a las mujeres. De
siempre esperar lo peor de ellas le había costado el terminar todas sus
relaciones y sé muy bien que en el fondo a él le duele ser así. Pero por más
que traté de ayudarlo aún no encontraba la manera de evitarlo. Por suerte ese
trato y esa “visión” para con el sexo opuesto era sólo en lo personal, sino muy
a su pesar y por más inteligente que fuera habría acabado con su carrera y
trabajo.
Así que ahí estábamos.
Después de poco más de una hora de
viaje llegamos a nuestra pequeña cabaña a orillas del pacífico y a la vez
bastante cerca del parque Muir Woods en Milly Valley. Lo cierto es que era algo
más que una cabaña a orillas del hermoso mar, era más bien como una casa de
campo o más precisamente un bungalow. Era hermosa.
La habíamos encontrado una vez que
nos perdimos al salirnos de la ruta. Fue la primera vez que veníamos a explorar
Muir Woods y Jake insistió en salir para tomar un atajo ya que la ruta directa
estaba con un gran embotellamiento. Mala jugada.
En aquel entonces estaba bastante
arruinada pero al verla bajo las hermosas luces doradas y rojizas del atardecer
y la sombra y frescura de los grandes árboles a su alrededor nos hicieron
tatuar su belleza en lo más hondo de nuestros citadinos cerebros.
No supe hasta unos casi tres meses
después que Jake había arreglado el contacto con el dueño y la transacción de
la compra venta. Simplemente se limitó a llevarme allí un sábado temprano sin
decirme nada. Abrió la puerta y me enamoré aún más de aquel mágico lugar.
Otros dos meses después estaba como
nueva. Era un sueño. Era nuestro lugar en el mundo para sentirnos libres y sin
presiones.
No es que no pudiéramos hacerlo
libremente en nuestra casa de San Francisco, sólo que no estábamos cómodos
saliendo por allí. Siempre había un conocido, un socio, un cliente. La gente
todavía resultaba ser muy hipócrita sobre esto y más de una vez nos pasó de
perder trabajo por ello. Así que por acuerdo mutuo decidimos dejar eso para
este lugar y no hacer demostraciones públicas que nos acarrearían problemas
después. Es más, para todo aquel que no era “amigo” o familiar, sólo éramos
amigos que compartían casa. No sé si está bien o mal, pero nosotros estamos
tranquilos y bien así. Sin embargo y como ya dije, este lugar era mágico para
nosotros, era nuestra propia burbuja de sueños y realidades. Nuestro idílico
paraíso.
Pasamos un fin de semana tranquilo
amándonos de todas las formas que pudimos hacerlo- varias veces- y hablamos
largo y tendido sobre el cambio que habría en nuestras vidas de llegar a
conseguir a alguien más o de llegar a
concretar lo de una adopción, sea el fin que fuere ya no seríamos sólo los dos.
Yo por mi parte estaba más que dispuesto a dichos cambios, los esperaba con
ansias. Pero sé que a Jake le va a costar.
Después de ese interludio de paz
volvimos a nuestras rutinas. Y yo al menos a mi ansiedad.
Había estado pensando bastante en el
tema y bueno… hace años que no estaba con una mujer y como respuesta a eso
hallé una opción que me resultó de lo más agradable.
Decidí pedir otra cita con mi
sexóloga. O sea ella era sexóloga, ergo podría instruirme en como complacer al
máximo a una mujer adecuadamente, además de que ella ya sabía de mi relación y
lo que implicaba.
Sí, ya sé, suena a patética excusa
pero no lo es… Bueno no tanto al menos.
Sí, lo reconozco, quiero volver a
verla.
No entiendo muy bien el porqué, pero
si pensaba en una mujer, la primera que venía a mi mente era ella. Era hermosa
sin duda. Ese cabello brillante y sedoso del color café con luces caobas y
aquellos grandes y expresivos ojos que parecían chocolate fundido y con leves y
hermosos destellos color miel, y esa boca… esa boca resultaba ser un pecado
andante. Labios carnosos y llenos pero no anchos. Esa piel brillante y pálida
que rápidamente tendía a ruborizarse dándole un adorable color rosa perla.
Me gustaba.
Sí, me gustaba pero…
Obviamente ella no vería nada así en
mí. Seguramente tendría al menos un novio o incluso quizás ya estuviera casada.
Era doctora y una mujer respetable en su campo lo más seguro era que nunca se
haya planteado la posibilidad de estar con dos hombres, menos aún de por vida,
por más sexóloga que fuera.
-Señor Cullen ¿De nuevo por acá?-
preguntó la recepcionista sin ocultar su sorpresa.
-Sí. Quisiera un turno para esta
semana de ser posible- algo raro había ya que ella comenzó a removerse nerviosa
en su asiento.
-Este, pues, bueno, verá… Es que la
doctora ya le dio de baja a su ficha- soltó luego de un tirón como si confesara
un crimen.
-¿Cómo?- Así que era cierto que lo
había considerado un tarado pensé divertido.
-Sí, bueno, dijo que usted no venía
con ningún problema serio y que ella…
-…Que ella no quiere perder el
tiempo- dijo una voz tan angelical como autoritaria detrás mío. Vi a Jane
encogerse y ya sabiendo lo que me esperaba me giré. Antes de que pudiera
siquiera decir hola ella volvió hablar-
Sr. Cullen, creo haberle dicho y aclarado que yo soy sexóloga no psicóloga por
lo que problemas personales de pareja “de ese tipo”- aclaró- quedan fuera de mi
consulta.
Sus palabras sonaron duras y frías.
Cuando iba a hablar me volvió a interrumpir aunque ahora ni siquiera para
dirigirse a mí.
-Jane, debes aprender a usar sólo
trato laboral ¿Queda claro?- la chica asintió apenada- Muy bien ¿Han llegado
los Harpers?- Jane negó y ella bufó descontenta- ¡Demonios! De acuerdo, ya
llevan quince minutos de retraso como siempre- siseó al final- por lo que si
vienen diles que han perdido el turno y que no les pienso dar más
contemplaciones, no pienso estar perdiendo mi tiempo por y con ellos. Si
vuelven a querer un turno aclárales que de no estar diez minutos antes de la
consulta les daré de baja a la ficha y los derivaré automáticamente a otro
colega ¿De acuerdo?
-Sí, Bella- ella la fulminó con la
mirada, pobre chica pensé- Lo siento. Sí, doctora Swan.
-Bien, si llama Alice dile que estoy
ocupada. Iré a poner al día algunas fichas.
Sin siquiera dirigirme una palabra
más se giró con la clara intención de volver y encerrarse en su consultorio. En
un impulso ante esto la llamé para que me prestara un minuto de atención
¡Demonios! Ella me había olvidado olímpicamente adrede pero eso sólo consiguió
empacarme aun más. No estaba muy acostumbrado a perder.
¡Y YO QUERÍA UNA PUTA CONSULTA CON
ESTA JODIDA SEXÓLOGA!
-Bella..- Oh, oh.
Se giró lento y si las miradas
matasen…
-¿Cómo dijo?
-Disculpe doctora, sé que piensa que
vengo con el problema d la otra vez pero le aviso que no es así, si me dejara
explicarme…
-Sr. Cullen ya le he dicho que no
tengo para perder y…
-Pero ahora si lo tiene.
-¿Cómo?
-Pues que le han cancelado y yo
necesito con urgencia casi, un turno, por favor, aunque sea sólo escúcheme y
luego si no le gusta puede derivarme- me miró altanera. Carajo se veía sexy.
Me evaluó unos segundos con una
aguda mirada y luego habló.
-De acuerdo, tendrá- consultó su
reloj- treinta minutos. Adelante.
Me apresuré a entrar antes de que se
arrepintiera o sucediera cualquier otra cosa y murmuré un escueto “gracias” al
pasar por su lado, mientras internamente hacía un muy ridículo baile de la
victoria en mi linda cabeza.
¡Mierda! Olía realmente bien. Dulce,
fresca, deliciosa, mmm… ¡Concéntrate!
-Bien usted dirá- dijo en tono
profesional y seguramente esperando a que yo dijese alguna ridiculez.
-Bueno. Primero que nada debo de
agradecerle. Hablé con mi pareja y logré aclarar todo.
-Me alegro- dijo educada aunque
distante.
-Sí, en fin, hemos decidido tratar
de encontrar a nuestra pareja y bueno, si en realidad eso no nos resulta luego
hemos pensado en otra opciones sobre como formar nuestra familia, como la
adopción.
-Muy bien, pero eso, como le dije no
es mi campo.
-Sí, lo sé. A lo que voy es que,
bueno, yo… El tema es que hace años que yo no tengo ninguna relación con una
mujer y no es que me haya olvidado lo básico pero… A lo que voy es que quería
saber si usted podría aconsejarme sobre como excitarla, como lograr que delire
de placer, como…
-Ese sí es mi campo- dijo con una
leve y jodidamente hermosa sonrisa.
¡Puta madre, pero si era la mejor
sonrisa que había visto!
-Lo cierto es que sería conveniente
que usted viniera con la mujer en cuestión para enseñarles a ambos dichas
cosas, pero visto y considerando que no está le daré a usted estos “consejos”-
sonrió medio con sorna- ¿Ha considerado venir con su pareja? Puede que esto les
venga bien a los dos.
-Eh… este.. Él no sabe que estoy
viniendo a esta consulta.
-Ya veo- dijo seria otra vez.
-Sí verá, es que a pesar de que él
haya accedido a dicho arreglo, hemos quedado en que fuese yo quien busque o más
bien encuentre a nuestra mujer.
Sí que sonaba tonto y rebuscado
dicho así ¿No?
Ella me miró bastante sorprendida
ante mis palabras.
-de… de acuerdo. No voy a mentir,
todo esto me parece bastante descabellado. Por lo que entiendo usted “cazará” a
la presa que crea correcta, luego la… degustará, y si resulta que queda
convencido la presentará a su pareja y de ahí, “si es que los cautiva a ambos”,
esperarán a que ella los acepte a ambos como amantes para llegar a formar la
familia feliz que usted tanto quiere.
¡AUCH! Vaya si sonaba crudo cuando
uno lo escucha diciéndolo así. Crudo pero cierto, tuve que admitir.
-Sí, algo así. No queremos una puta
o una amante para sólo el placer de ambos y luego si más tarde nos cansamos
cambiarlo como trapo viejo. Nosotros queremos una pareja. Una mujer que podamos
amar y nos ame a ambos recíprocamente. Sé de sobra que será difícil, pero es lo
que queremos y vamos a pelear por tratar de conseguirlo. Nosotros nos amamos
pero hay huecos en nuestra relación que sólo el amor de una mujer logrará
llenar. Será una mujer la que nos completará y nos unirá aún más.
Me observó seriamente por unos
segundos. Parecía que estuviera siendo evaluado constantemente con ella.
-Visto así, me quedo más tranquila.
Debo aclarar que no estoy para nada de acuerdo con el procedimiento que van a
llevar a cabo pero eso en realidad a mí no me atañe. Volviendo a lo nuestro.
Como ya le he dicho sería mucho más efectivo que viniera con la mujer en
cuestión para la “práctica” de mis sugerencias, pero bueno, yo le daré y
explicaré lo “teórico” y usted lo apicara cómo y con quien usted crea
conveniente- asentí. Vaya- Muy bien ya han pasado los treinta minutos y me
espera otra consulta, cuando salga dígale a Jane que le anote un turno para…-
consultó su agenda y dijo-… Puedo hacerle un hueco para el lunes si le parece
¿A última hora le quedaría bien?- asentí otra vez- Bien entonces cuando salga
avísele a Jane lo que le he dicho para que pueda ajustar el horario- se paró
del sillón donde había estado sentada estos minutos delante de mí y me tendió
la mano- Entonces nos vemos el lunes Sr Cullen.
-De acuerdo- creo que estaba un poco
en shock o algo así, por que no podía reaccionar para salir de ahí. Logré
encontrar lo necesario para estrechar su mano y murmurar una respuesta de
cortesía como era habitual- Entonces hasta el lunes… gracias.- dije
sinceramente comenzando a retomar mis funciones normales.
-No hay por qué. Para eso estoy-
dijo acompañándome a la puerta.
Una vez que estuve fuera ella me
sonrió y se volvió a meter al consultorio dejándome a mí allí afuera con cara
de bobo. Reaccioné y arreglé lo que me había dicho con Jane ganándome su
simpatía- al parecer era bastante difícil hacer cambiar de idea a la doctorcita
esta.
Salí de allí un tanto confundido y
rememorando cada palabra de lo que se había dicho y su reacción en respuesta.
Primero se había molestado al verme allí, de seguro porque pensó que iría de
nuevo con alguna pavada. Luego se sorprendió al decirle lo que de verdad
esperábamos de una relación, aunque como dijo no le gustó ni un poco la forma
en que íbamos a proceder, y debo reconocerlo a mí tampoco pero por el momento
no se me ocurría otra manera. Sin embargo cuando terminé de explicarle aquello
pude ver un brillo fugaz en su mirada, como dije fugaz sí, pero existente. Fue
como… ¿Anhelo?
Sonreí para mí mismo.
Esta doctorcita me hace pensar
demasiado en ella. Era sumamente… interesante. Y era muy “Bella” además, el
nombre le quedaba como guante a su persona. Lástima que no pueda ser ella-pensé
serio.
¿Y por qué no?- pensé después.
De s´´olo pensar que ella pudiera
ser la que nos complementaría…
A mí me gustaba, eso ya era obvio,
pero Jake…
Además ella claramente no me soporta
y… no mejor no.
Pero al menos… Sí que le iba a sacar
jugo a mis “clases”
Etiquetas:
El Problema de mi Sexóloga
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