28 de octubre de 2011

Descubriéndonos... capítulo 2

DISCLAIMER
Los personajes pertenecen a S. Meyer y la historia es de mi autoría.


"¿Qué carajos pasa hoy?"

Edward POV:

Su rostro al abrir lo dijo todo.
Estaba en problemas. Graves problemas.

-¿Y ahora qué te pasó?- preguntó sarcástica y con un deje de hastío en la voz.

De acuerdo, si tenía que hacer esto iba a hacerlo bien- pensé.

-Bien, primero que nada lo siento, ya sé que no te gusta ni pizca el tema de mi impuntualidad pero he de decir en mi favor que tengo una excusa muy buena- al menos lo es para mí, pensé.
-Al grano Cullen.
-Ok. Primero que nada en cuanto colgaste el teléfono no sé porque se me dio por divagar en mis recuerdos, no me percate del tiempo que quedé pensando en la misma posición hasta que al ver el reloj pude notar que de verdad ya era demasiado tarde. Y luego cuando ya salí corriendo hacia aquí yo…
-¿Qué clase de recuerdos?-me interrumpió mirándome de manera inexpresiva. Sabía que iba a tratar de leerle sus tan expresivas muecas y al parecer me lo quería evitar a toda costa. Definitivamente me lo iba a poner bien difícil.
-Eh… Lo cierto es que recordé todo sobre el día en que nos conocimos en el kínder- contesté.
-Hum… ¿Y luego?
-¿Y luego qué?
-Dijiste “Cuando ya salí corriendo hacia aquí yo…”- me recordó impaciente.
-Ah, sí, que cuando estaba pasando por la puerta no me di cuenta de que alguien entraba y me choqué de lleno con mi padre, aun así dije un rápido lo siento y traté de escabullirme hacia el coche pero mi madre me llamo por mi nombre completo, y-suspiré- y ya sabes que no es nada bueno desobedecerla cuando me llama así. Por lo que me tuve que conformar con explicarles rápidamente a donde iba ¿Y sabes qué? Tuvieron la desfachatez de encontrar divertido el hecho de que yo estaba casi desesperado por salir lo más rápido posible de allí para que tú no te enojes, cuando ellos saben muy bien de lo que eres capaz- le dije con un poco de ácido en mi voz.
-Jajaja… de seguro fue Esme quien más se divirtió ¿No?- yo sólo asentí – Sí lo suponía ya que ella ya sabe que es lo que te iba a hacer la próxima vez que me dejaras plantada.
-¡¿Qué?! ¿No me digas que ahora tu pequeña arpía conspiras con mi madre en mi contra?
-No- dijo rotundamente- yo sólo le comenté a ella algunas de las ideas que tenía para la próxima después de tu último plantón aquella vez en el cine.
Con eso mejor decidí callarme. No era buena idea sacar de nuevo ese tema a colación y menos cuando estaba en este preciso momento con algo más o menos similar.

-De acuerdo. Pasa Cullen- dijo ella con una maléfica sonrisa. Otra vez el apellido.

Tragué en seco.
Pasé directamente al comedor y me senté en el sillón donde solía sentarse Charlie a ver los famosos partidos.
Respiré profundo y solté;

-De acuerdo Bella soy un idiota ¿Sí? Ya puedes olvidar lo que sea que esa maquiavélica cabecita tuya esté planeando hacerme… ¿Por favor?

Ella sólo se limitó a mirarme en un silencio sepulcral mientras enarcaba levemente una ceja.
Pasados unos cuantos segundos dio media vuelta y se encaminó a la escalera, rumbo a su habitación.

-Espera ahí, voy a cambiarme ¡Ah! Por cierto ¿Trajiste los apuntes?-preguntó a medio subir.
-Sí, aquí están.
-¡Gracias!- bajó rápidamente, los tomó y desapareció a la carrera hacia su alcoba detrás de un más que sonoro portazo.

¿Debo aclarar que sólo me le quedé viendo con cara de tarado? No ¿No? A veces me preguntó si ya nací sin orgullo o si sólo se fue consumiendo a medida que crecí. Volví a dejarme caer en el sillón.
Diez minutos después Bella bajaba con una sonrisa de suficiencia en el rostro.
¡Santa putísima madre! ¡Qué carajos era lo que se había puesto!
No noté que me había parado hasta que me vi delante de ella, sintiendo un hervidero de emociones dentro.

-¿Vamos?- dijo la muy descarada.
-¡¿Y acaso piensas que vas a ir así?!- le grité, medio bramé señalándola ¡No pude evitarlo!

Error.

-¿Así cómo Cullen?-preguntó ella fríamente taladrándome con la mirada.
-Pues… ¡Así! Pero mírate ¡Si apenas llevas algo arriba!
-Exacto. Mira no tengo porque darte explicaciones sobre la ropa que me pongo pero, buueeeeno, lo haré… primero: hace calor; segundo: es práctico; y tercero: Me pongo lo-que-se-me-can-ta ¿Estamos? Y ya no me mires así, no me jodas ¿quieres? Ya me has hecho poner de malas ¡Dios! Si no te gusta pues no vengas y listo- dijo evidentemente cada vez más enojada. Y creo que el que la siguiera mirando con el entrecejo fruncido no me ayudaba, creo, ¡Pero es que no podía sacarlo de ahí!
Era un hecho; la sigo cagando.
Primero, me atraso… bastante ¿Por qué cuarenta y cinco minutos es bastante no? Y luego le critico un atuendo que al parecer a ella le gusta mucho- a pesar de que sea la primera vez que se lo veo- ¿Será por eso que se enojó?
¡Ojo! ¡No me mal interpreten!
La verdad es que el conjunto que llevaba le quedaba genial, pero el lugar al que íbamos a ir… bueno la rampa a la cual solemos ir queda cerca de la playa de la Push, al borde de la reserva, por lo que siempre había muchos lobos sueltos por ahí que siempre solían mirar a esta tierna ovejita, ovejita que más bien se cree pantera pero ovejita al fin.
 Baaaaaahhh, ¡Mujeres!- pensé mientras emitía un silencioso bufido- Bella no era de tener muchos de estos arranques femeninos, diría que es más bien machona, pero cuando le agarran… cómo que le dan feo- suspiré- ¿Y ahora que se supone que tengo que decir?
Mientras todo este insólito debate mental tenía lugar en mí ya ahora castigado y comprimido cerebro, Bella se limitaba a observarme con esos ojos tan sagaces suyos, tomó sus cosas y siguió mirándome hasta que reaccionara para pasar la puerta y así cerrarla. Digamos que apuró un poco mi reacción golpeando mi muslo con su skate. Por fin me digné a salir.

-De acuerdo. Nos vemos Cullen- dijo ella montándose en su skate y recolocándose una pequeña mochila en su espalda y el casco en su cabeza.
-¡Hey, espera!

Bufó, sí bufó.

-¿Qué quieres?-preguntó medio desesperada para luego suspirar antes de continuar- Mira, al parecer hoy es uno deseos días “X” Ed, ya sabes, uno de esos días en los que tan obviamente no nos conviene estar juntos para nada, a menos que quieras que la cosa se vaya a peor.

Sí. Hacía mucho ya que no teníamos uno de nuestros días X, cómo solíamos decirles desde pequeños. Esos días en que al parecer cada cosa que decimos o le hacemos al otro parece estar total, completa y absolutamente mal. Esos días a penas lo notamos nos distanciamos de mutuo acuerdo, pero hoy no. Hoy no podía dejarla ir sola allí. Había algo que me decía que tenía que ir, algo que me apremiaba a hacerlo contra todo buen pronóstico.

-No. No, mira lo lamento- una vez más, susurré más para mí que para ella- Ya sé que te pega fatal que me ponga en el plan de protector o de “cuida” como tú le dices, pero- suspiré- prometo cortarlo acá ¿Bien?

La observé suspirar exasperada y… un tanto derrotada, ví como respiró hondo- varias veces- como para evitar enojarse de verdad y ya ponerse a gritar como loca, y por último la vi concentrándose en relajarse.

-Anda vamos- dije medio rogando para no comenzar con otra batalla verbal- prometo no decir absolutamente nada en todo el camino para que te calmes ¿Ok?

Pude ver como se lo pensó unos segundos, en un claro debate mental y luego sólo asintió. Tomó su skate por debajo del brazo y se fue encaminando hacia el auto.
Corrí para abrirle la puerta y luego volé hacia el asiento del conductor. Condije tenso, respetando el silencio y pensando que hacer para no cagarla más.
Era extraño.
Pelear con ella era algo que simplemente no soportaba, y ella lo sabía. Reconocía que ella trataba por todos los medios de evitarlo pero a veces resultaba simplemente imposible. Lo de ahora en realidad no fue para tanto. A veces tiendo a sobre reaccionar ¡Pero oigan, tengo mi excusa! Ella es… ella es demasiado importante para mí como para dejar pasar algo.
De vez en cuando le echaba un vistazo fugaz a lo que vestía y temblaba imperceptiblemente imaginando y previendo las reacciones de los demás… no que expusiera mucho, no eso no. Lo que sucedía era que era una chica en un lugar donde serían todos chicos.
 Al ser un pueblo pequeño y dentro de todo chapado a la antigua las chicas solían ser y hacer simplemente lo que se esperaba de ellas. Hablar de chicos, salir a pasear, comprar ropa, pensar en los bailes, maquillarse, peinarse, y estar aproximadamente cuatro horas en el teléfono por día. Un engorro. Pero Bella siempre destacaba- aunque a ella esto no le gustase ni medio. Bella era una chica fresca y espontánea, llena de locuras en la cabeza y bastante energía. Una contradicción a todas las reglas. Le gustaban los deportes con algo de riesgo, como lo era el skate, o el parkour (1*), pero a la vez le costaba caminar más de una cuadra sin caerse o por lo menos tropezarse. Era directa con lo que quería y bastante frontal, pero se enrojecía por nada dejándola ver mucho más vulnerable de lo que ella siempre quiere demostrar. Le gustaba ser chica, mujer, pero no le gustaba arreglarse, ni ir demostrando cuan femenina podía ser. Era muchas veces… desconcertante.
Cada vez que veníamos acá ella se vestía simplemente con una remera apenas ajustada y unos jeans comunes y el pelo recogido en un moño para despejar su rostro y que no le molestase con el viento, para no llamar la atención demás cómo me solía decir siempre a mí. En cambio hoy era todo lo contrario. Hoy llevaba unos pantalones tipo cargo negro con un dibujo de un dragón blanco pintado detrás, donde la cara quedaba justo a la altura de su trasero, y con muchos bolsillos a los lados. Unas convers a cuadrille rojo y blanco y arriba… bueno “arriba” sólo llevaba una especie de corpiño deportivo- que no era armado, cabe aclarar- por lo que no ocultaba para nada la forma bien definida de sus pechos, ni mucho menos de sus cimas. El “corpiño” era rojo y tenía un elástico debajo de los senos en color negro… y eso era todo.
Estaba jodido. Literalmente jodido.
No había forma en que no llamara la atención, lo cual era lo que más me extrañaba de todo aquello, que ella ni siquiera se inmutase ¿Qué carajo estaba pasando?- me pregunté una vez más.
Llegamos.
Tan resignado como si fuera a mi propia horca, descendí del auto y para mi desconcierto (y malestar, debo admitirlo) ella se bajó antes de que pudiera terminar de cerrar mi puerta y dirigirme hacia la suya como ya era habitual en mí, en nosotros. Eso me descolocó un poco, pero rápidamente me recompuse y la seguí de cerca. Bien de cerca.
Nos detuvimos pocos metros antes de llegar donde estaban practicando los demás.
La rampa era inmensa.
La habían construido los chicos de la reserva hace alrededor de dos años, después de que varios de ellos hayan sido acusados de quejas de vecinos por molestar en los patios o entradas de edificios públicos que solían usar para hacer los trucos. Su forma se asemejaba a una “W”, pero la parte de en medio era más ancha como para albergar que varios de los chicos pudieran detenerse ahí.
-¿Vas a practicar o a mirar?- me preguntó Bella poniéndose delante de mí para llamar mi atención.
¡¿Pero qué rayos me pasaba hoy?!
Ya era la segunda vez en el día que por andar pensando demás me perdía de lo que pasaba. No noté cuando ella ya me había llamado, no noté que ya nos encontrábamos parados a un lado de la rampa donde había varias motos y tampoco noté- hasta ahora- como varios de los perdedores de ahí se la comían con la mirada.
-¿Hooolaaaaa? ¡Cullen!
¡Y ahí va otra vez!
-Eh, sí, disculpa. Vamos- dije mientras la tomaba de la mano e iba acribillando con la mirada a todo aquel que la miraba lascivamente sin que ella lo notara.
¡Hey! No es que fuera un guardabosque o un poli, pero es que ella era mi mejor amiga… ¡Y estaba tentando a su suerte! ¡Otra vez!
Podía cuidarla y hasta protegerla de ciertas cosas ¡Pero costaba horrores protegerla de sí misma! ¿Cómo es que ella no lo veía? Bufé.
Se soltó de mi mano y yo como acción refleja me voltee a mirarla. Ahora estaba enojado y no me importaba si lo notaba o no.
-¿Y ahora qué?- preguntó
-Bueno ya que preguntas...
-No quiero saber- me interrumpió- gracias por el aventón.
¡Y se fue! ¡Se fue!
De acuerdo, hoy no era un buen día y ella simplemente trataba de evitar que todo se fuera a peor. También sabía que me convenía irme, pero… bueno, como ya dije antes sentía una compulsiva necesidad de quedarme y ver que rayos pasaba. Respira Edward, respira- me dije a mi mismo como un loco.
Para cortar- por el momento- por lo sano, me retiré a un costado limitándome a observar.
Vi como saludaba a algunos chicos conocidos y como se alistaba con el casco y las demás cosas mientras yo me mataba pensando en que rayos era lo que me pasaba hoy.
No era raro que fuera alguien posesivo.
Mi hermana Alice siempre me recordaba, atormentaba y reprochaba lo mal que se lo había hecho pasar a Jasper, en cuanto comenzó a mostrar verdadero interés en ella. Y bueno, por más que Bella no lo sepa, me he encargado de unos cuantos posibles sabuesos con tan sólo unas cuantas fulminantes miradas.
En cuanto a Emmet, la verdad es que no hice más que alentarla, ayudarla y apoyarla a Rose para que se pudiera enganchar lo más rápido posible con él ya que mi hermano era increíblemente insoportable, por lo que al estar con Rose redujo su tiempo a molestarme en proporciones considerables. Una buena al menos.
Pero en fin, me estoy yendo por las ramas.
Bella.
No es raro que peleemos, pero siempre lo hacemos en plan de molestarnos un poco. Qué raro, hoy no fue así.
Noté que ella de verdad se enojó por lo que le dije de la ropa, aunque extrañamente me dejó pasar como si nada lo del retraso, cuando lo que usualmente haría sería atormentarme durante horas con lo que planeara hacerme. La última vez había tenido que correr desnudo desde las duchas del instituto hasta el aula donde se encontraba ella, ganándome una buena reprimenda por todos lados. La amenaza siempre era la misma si no “pagaba” por mi error ella se limitaría a no hablarme hasta que igual lo hiciera. La primera vez lo hice sólo para hacerle ver que no me intimidaba. Sólo aguanté una semana. Desde entonces decidí que era siempre mucho más fácil hacerlo lo más pronto posible. No sólo porque yo la pasaba verdaderamente mal cuando no tenía contacto con ella sino porque además ella misma lo pasaba algo mal ¿Masoquista? Seguro.
Y recalco: “Hoy no es mi día”- suspiré.
Centré mi atención en ella.
Se encontraba a unos cuantos metros de mí practicando un difícil giro de 180° en una rampa lateral recta y lisa, para luego subirse y comenzar a calentar con unos cortos. Se la veía hermosa. Concentrada y relajada a la vez. Se veía que disfrutaba.
Luego de unos cuarenta minutos de estar pensando y mirándola alternativamente decidí ir a practicar también para quemar un poco de energía.
Como siempre disfruté de la adrenalina de la velocidad. De volar en cada salto con la libertad de movimientos. Pero por sobre todo, disfruté de estar ahí con ella, siempre era feliz con ella.
Por el rabillo del ojo vi como ella se iba caminando hacia su bolso y sacaba para tomar una pequeña botellita de agua. Yo en cambio decidí seguir un poco más y así darle a su vez un poco más de espacio.
Habrían pasado unos cuarenta minutos más- no sabría decirlo porque dejé mi móvil dentro del auto- desde que ella dejó la rampa. El tiempo voló.
Cuando al fin bajé a descansar- ya que ahora sí me encontraba un poco agitado- la vi.

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