28 de octubre de 2011
Descubriéndonos... capítulo 11
Me encontraba tendido allí, sintiendo millones de sensaciones que
no podría ni en un mes llegar a terminar de describir con certeza… Ni la mitad
de ellas.
Sus labios, que me habían cautivado desde aquella primera vez a
mis catorce años, con toda su inocencia y sus ansias, con su dulzura y
necesidad. Se encontraban en este momento queriendo sacar todo lo posible de
los míos. Era un beso de pura necesidad pero también de una especie de
consuelo.
Sus manos acunaron mi rostro de manera tierna, casi solemne. Su boca
se movía en sincronía a mi necesidad, por momentos se volvía dulce y suave, por momentos hasta parecía que
me quería tragar. Me daban ganas de separarme y decirle “WOW” Bella,
felicidades, eres la mejor puta besadora novata de la historia. Pero supuse que
no quedaría nada bien decir o hacer nada como aquello ¿No?
Increíblemente, pude ver en mi mente a mi pequeño monstruito como
un reflejo, frotándose las manos y sacando la lengua como si fuera un perro
baboso. No- me dije-. No, hoy no es el momento para ir mucho más allá. Sin
embargo…
En un movimiento rápido (en el que por dentro recé una y otra vez
porque me saliera bien como en las putas películas románticas que muchas veces
las chicas me habían obligado a ver) le tomé una pierna por detrás de la rodilla
enganchándola a mi cintura e impulsé mi tronco con fuerza hacia un lado para
quedar sobre ella, y…
¡Vamos, aplaudan! ¡Lo logré sin dejar de besarla!
Creo que estaba tan jodidamente contento que vi al monstruo en mi
mente bailando algo muy parecido a la danza de la lluvia mezclado con la
macarena.
Estaba extasiado. Bella me había avanzado. Sí, lo sabía, lo veía
venir, lo esperaba, pero muchas veces por más que uno vea venir algo no deja de
sorprenderse y regodearse de que suceda. Y este era un claro caso de ello.
Una vez que tomé el control del beso me alejé un poco más. Comencé
con un beso pausado, seductor, profundo, largo, erótico y en cuanto y en cuanto
noté que ella se relajaba comenzaba con un beso puramente sexual, devastador,
posesivo, así hasta que la volvía a notar encendida. No sé cuánto tiempo estuve
con lo mismo, pero ya después de la cuarta vez, Bella no se calmaba tan
fácilmente por lo que decidí “explayarme” un poco más. La mano con la que le
había sostenido la rodilla vagaba perezosamente por el muslo, por lo que decidí
que la otra que en este momento se encontraba en su nuca, fuera la afortunada
para que se moviera con lentitud por todo el costado de su curvilíneo cuerpo,
bordeándola, delineándola. Descubriendo con mi tacto lo que apenas había tenido
el placer de ver con la vista- bueno al menos desde mi reciente fijación con
ella, claro-. Era hermosa, delicada, suave… ¡Mierda! Me podría pasar horas, la
vida entera tratando de describirla.
Me encontraba tan “perdido”, tan completamente compenetrado en el
placer de sentir su respuesta anhelante a mis besos, el suave tacto de su piel
debajo de mis dedos, tratando de grabar a fuego en mi mente las formas tan
femeninas que habían surgido en ella con el paso de los años y de las que yo no
fui consciente hasta ahora que la veía con otros ojos, que no había notado que
sus manos habían comenzado a indagar a detalle cada músculo y vello de mi
torso.
Sí, la dulce Bella había aprovechado mi entera distracción para
llevar sus manos debajo de mi camiseta, levantándola solo lo justo y necesario
durante el proceso, y –aparentemente- deleitándome gustosa de lo que encontraba
a su paso ¡Joder! Sus toques delicados me erizaban por completo la piel. Me
dejó alerta, expectante. Pero sobre todo anhelante de mucho, mucho más.
La temperatura de la habitación ascendió a una velocidad
alarmante. Sentí que la piel me quemaba que su tacto a la vez me refrescaba.
Era raro.
Su piel y la mía comenzaron entonces a perlarse de un frío e
incómodo sudor ¿Era normal? A mí nunca me había pasado con otras. Aunque…
claro, que tenía que tener en cuenta que con las otras jamás me calenté tanto.
Ni remotamente cerca. Siempre fui en busca directa de mi propio placer, mi
descarga ¿Sería por eso que esto me resultaba tan diferente? En cierto aspecto
así me parecía, pero también tenía la ligera y gran sospecha que mucho de lo
que me ocurría ahora era enteramente por ella. Ella siempre hacía que todo
fuese más “especial” para mí- y al parecer esto no sería la excepción.
Como decía, un brillo perlado comenzó a cubrirnos, mientras que
nuestras manos- aún sin tocar nada “importante”- ganaban presión y confianza en
todo lo que hacían. La necesidad aumentaba. Las manos se movían cada vez más,
inquietas, exploradoras. Los besos ahora habían dejado de ser lánguidos para
dejar paso a más besos enteramente voraces ¡Mierda! No tenía ni la más puta
idea de que Bella pudiera besar así.
Ella ahora parecía más desinhibida, MUCHO más desinhibida, por lo
que con gran audacia noté como ella comenzó a forcejear tratando de quitarme la
remera sin cortar el beso o dejar de sentir mi piel. Una tarea harto imposible
en esas condiciones- debería añadir.
Tuve unos cuantos segundos de lucha interna sobre lo que debería o
no permitirle y permitirme hacer esta noche, porque de verdad que no tenía ni
idea de cómo tener pleno control de la situación cuando al parecer ella estaba
tan dispuesta a socavarlo. No me sirvió de nada. Mientras yo luchaba en mi
mente dando pros y contras, ella ya había logrado subirme la playera hasta las
axilas dificultándome así el acceso a su piel.
Y ESO ERA ALGO QUE NO ESTABA DISPUESTO A PERMITIR.
En un movimiento fluido y accional tomé los bordes de esta y me la
quité ya sin pensar, lanzándola sin pizca de cuidado a algún lugar en el piso
de mi habitación. No le di tiempo a reacción ya que ni bien la remera terminó
de pasar por mi cabeza volví a capturar sus labios con una urgencia y pasión
renovadas.
El monstruo dentro mío ¿O debería decir diablito? Sí, su imagen vestido de diablito miniatura
le quedaba perfecto. En fin, en mi demencia interior, fuera como fuera,
estaba relamiéndome los labios mirando todo desde el interior de mi cabeza con
una mirada de completa, total y absoluta
lujuria. Quería más. Y rindiéndome sentí como esa parte de mí tomaba el
control de la situación, implantándome con imágenes de Bella y de todas las
cosas que podría hacerle a ella ahora, desde ahora. Una tras otra pasaban de
manera vertiginosa, casi causándome un leve mareo.
¡NOOOOOOO! ¡MIERDA! ¡CARAJO! ¡MIEEEEEEERDAAAA!
Tuve que dejar de besarla y sacudir mi cabeza con fuerza para
tratar de despejar mi mente ya que ahora hasta mi lado más noble quería hacer
todo aquello con ella.
-¿Q… Qué pasa?- preguntó ella entrecortadamente por la clara falta
de aliento después de un largo saqueo de feroces besos.
-Ag-aguarda- le dije entre grandes bocanadas de aire y colocando
mi perfil en su hombro.
Fue increíble ver, presenciar cómo su actitud cambió en un
segundo, de entera y claramente apasionada a una de cuidado y consuelo, llevando
una vez que apoyé mi cabeza en ella, instantáneamente sus dedos a mi siempre
desordenado cabello.
Respiré hondo unas cuantas veces para tratar de calmar más
rápidamente mi agitada y superflua respiración hasta entonces y tratando además
desesperadamente de enviar esas imágenes al fondo de mi cerebro lo antes
posible para así poder calmar mis más bajos, básicos y feroces instintos. No
podía. Mierda, no podía. Comencé a pensar en Em y Alice en una situación
similar con sus parejas y… Funcionó… Claro, esas escenas siempre me daban
tremendas arcadas ¡Y como para no! Eran mis hermanos después de todo ¿No?
¡PUAJ!
La tensión comenzó lentamente a abandonar mi cuerpo ¡E incluso mi
–hasta ahora- muy activo y presente amiguito decidió retirarse!
Al parecer el único que no estaba para nada contento era mi… ¿Cómo
lo llamaré al final? ¿Diablito? ¿Monstruito? Díganle como quieran, pero no
estaba para nada contento ¡Estaba que echaba chispas! Sentía como si su
furibunda mirada quisiera freír cada recoveco de mi pobre cerebruto con un muy
potente rayo láser.
¡JA! Como si le fuera a dejar ganar –pensé. Él sólo me gruñó e
hizo como que se sentaba de pies y brazos cruzados bufando y gruñendo a más no
poder… Bahh…
-¿Ed?
Ups. Mi Bella seguía esperando sin entender mis gestos, cambios y
tensiones. Suspiré y me separé aun con los ojos cerrados.
-No fue nada Bells- dije lo más creíble posible.
No funcionó ya que escuché como ella resoplaba en silencio.
-¡Ed dime! ¡Quedamos en que me dirías si algo no te gustaba! ¡Lo
siento! –Gritó- Dime que hice mal… porque yo no lo sé, pensé…
Lo último lo había dicho en un profundo y triste susurro, y cuando
capté el porqué, fue cuando decidí callarla con un pequeño pero reconfortante
beso, tratando de transmitirle en él todo lo que no podía decir en palabras por
el momento. Luego de unos cuantos segundos, que no sabría precisar exactamente
cuántos fueron, me separé y le rocé la mejilla con los nudillos de mis dedos
con la suavidad de un soplo de brisa.
-No seas tonta, pequeña- susurré.
-Pero tú…
-Sshhh… Cuando me alejé no fue porque hubieras hecho algo mal…
Todo lo contrario bebé- ella me miró sin entender y yo le sonreí-… Bella, tuve
que alejarme antes de llevar todo demasiado lejos. Me produjiste tantas cosas,
tantas “sensaciones” que casi pierdo el escaso control que tengo sobre mi mismo
cuando estoy contigo.
-No entiendo- dijo con sinceridad.
-Bella ¿De verdad no te haces una idea de lo que me provocas? ¿No
sentiste el calor creciente entre nosotros? Porque yo sentí todo eso y más
–ella abrió muy grande los ojos y yo seguí con el aparente ataque de verborrea que me había poseído-.
Las sensaciones que me provocaron tus besos, tu anhelo, tus manos, tus
caricias… Todo ello me llamó a un éxtasis inmediato… Y tuve que elegir.
Ella enarcó una de sus perfectas y naturales cejas y preguntó.
-¿Elegir?
No pude más. Tenía que serle totalmente honesto al respecto.
-Sí, Bells, elegir. Elegir entre parar, frenar todo y quedarme
muy, pero que muy frustrado, al menos por ahora. O dejar que mi peor lado tomara
el control de la situación, te arrancara la ropa y te cogiera como un loco sin
medir ningún tipo de consecuencia.
Bella, tal y como esperaba, me miró con la boca abierta y los ojos
hincándole en las cuencas de manera que ya casi parecía dolorosa.
JA. Se veía chistosa.
-Sabes que si hubiera pasado eso… Yo no te… No te habría hecho
ningún problema Ed- dijo de manera suave casi casual, pero que dejaba traslucir
algo de temor. Suspiré.
-Sí, me lo imaginaba Bella… ¡Y eso es lo peor! ¡Yo no quiero que
nuestra primera vez sea así! Un total descontrol ¿Entiendes? No quisiera tan
sólo el recuerdo de una calentura desenfrenada. Quisiera que fuera algo que
pudiéramos disfrutar un largo rato… Ambos.
-Sí- dijo después de unos intensos minutos de silencio-, creo que
eso sería de verdad lo mejor ¿No? ¿Por qué siempre tienes que tener razón en
todo Cullen?- dijo, con el fin de aligerar el ambiente, cosa que enseguida
agradecí siguiéndole la corriente.
-Pues debe de ser porque soy sencillamente único, perfecto,
irremplazable y sumamente genial.
-JAJAJAJA, bien, bien, bien ¿Con que así, no? Bah, Cullen, ni te
creas tanto niñato, sólo eres uno más del montón.
-Ah sí ¿Ah sí? Con que en esas estamos ¿No Swan? Ok. Tú lo
pediste.
Me lancé sobre ella con el fin de comenzar una de nuestras
clásicas luchas de intensas cosquillas.
Ella rió, pataleó, bramó, todo inútilmente claro, porque en guerra
de cosquillas nunca me ganaba ¡Tonta! ¡Si hasta intentó huir! Me reí de ella.
Como la amaba.
Me distraje con este pensamiento ¿Qué? ¿Dos segundos? Sí. Bueno
esos dos segundos fueron suficientes para que cuando quise regresar a lo que
estaba me encontrara con ella colgando los brazos alrededor de mi cuello y
llegando a ver cómo besaba con ternura los labios. Mi cuerpo reaccionó, y antes
que mi mente le ordenara siquiera, me encontraba abrazándola por la cintura con
fuerza y atrayéndola hacia mí, más y más y más.
No fue en nada como el ataque anterior.
Este beso era cargado de
sentimientos nuevos, desconocidos. Un reflejo de las sensaciones recientemente
vividas. Una prueba, un deseo y una promesa de lo podría ser. Una ofrenda de
presencia de un para con el otro. En
este beso, éramos nosotros descubriéndonos ante el otro en todo lo que éramos,
en todos los sentidos que no podíamos expresar.
Develándonos.
Con renuencia pero con decisión ambos comenzamos a separarnos al
mismo tiempo… Y nos miramos.
-Vamos a dormir pequeña, es tarde- dije. Ella en respuesta me hizo
un lindo y encantador puchero antes de hablar.
-Ooowww. No, yo quiero ver otra película- obviamente ella sabía de
antemano que cedería. Al igual que yo.
-De acuerdo. Elige cual- le contesté tras levantarme a cambiar el
dvd.
-Mmm… ¡Esta! –dijo contenta tomando una de las tantas que habíamos
alquilado, de la bolsa que estaba sobre la mesita de luz donde la habíamos
dejado nada más llegar.
-¿Ésta? ¿De verdad?- ella asintió mirándome feo- Ok, ok, pero
después no me vengas con que fue mi culpa ¿Eh?
Dicho y hecho.
Dos horas y media después Bella estaba en uno de sus tantos
ataques de pánico post- películas de horror.
Bufé sonoramente.
Siempre era igual. Ella me peleaba como una condenada para que le
dejara ver estas películas de mierda y luego me echaba la culpa del miedo que
le agarraba por no haberla detenido a tiempo. Además de que ahora tardaría
fácil unas dos horas más en dormirse antes de dejar de pensar que nada la
vendría a buscar para llevársela o para buscarla con vaya saber que fines, y
cualquier idiotez por el estilo.
-Lo sé, lo sé ¿Ok? Tú tienes la culpa- ¿Ven? Ahí vamos- ¿Para qué
rayos me haces caso de todos modos si sabes lo que me pasa después?- volví a
bufar, porque llegados a este punto ya era mejor ni comenzar a contestarle-
Asegúrate de que todo esté bien cerrado ¿Vale? ¡Y traba la puerta con seguro!
-Sí, sí, ya está todo cerrado. Ahora vamos a dormir ¿Quieres?
-Sí. Oh ¿Desenchufaste la tele?
-Ajá. Ya lo hice- dije yendo hacia la cama.
-¿Seguro?
-Sí. Vamos duérmete.
-¿Me vas a abrazar toda la noche?
-Ya sabes que sí Bells. Ven aquí. Nadie te va a agarrar, ni a
buscar, ni a llamar, ni nada por el estilo ¿Ok?
La tomé de la cintura y le acerqué su espalda a mi pecho
acomodándonos como si de un juego de encastre se tratara. Mientras que yo me
preguntaba una vez más… Porqué rayos le sigo la corriente en todo.
Increíblemente al poco tiempo su respiración acompasada me señaló
que bella ya estaba profundamente nadando en el maravilloso mundo de la
inconsciencia. Y unos minutos después yo la seguía… como siempre.
Etiquetas:
Descubriéndonos
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario