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24 de octubre de 2014

Enjoy the Swinging -TRADUCCIÓN- (Harry/Varios; Harry/Draco)

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Esta traducción está autorizada por su autora, Phoenixgirl26

SUMMARY

Harry Potter encuentra la manera perfecta para disfrutar de su vida y poner su pasado a descansar, pero cuando Ginny Weasley se entera de cómo ella toma el asunto en sus propias manos. Advertencia: múltiples parejas, gay y el lenguaje directo, fuerte. 


PAREJA: Harry Potter/Varios ... eventual Harry/Draco
RATED: M
ADVERTENCIAS: Slash. AU. EWE. Lenguaje fuerte.
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LINK del original
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Enjoy the Swinging

22 de agosto de 2014

Para siempre... OS -Harco-

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DISCLAIMER
Los personajes pertenecen a JK Rowling y la historia es de mi autoría.



FANDOM: Harry Potter
PAREJA: Harco -Harry/Draco
RATED: M
SUMMARY: Definitivamente el destino lo odiaba. Realmente lo odiaba porque, ¿cómo iba él a resistirse a semejante tentación? ¿Eh? Él, un Malfoy. Porque los Malfoy NO se resistían, ellos tenían lo que querían. Y ahora lo quería a él. Todo era culpa del moreno realmente. Siempre lo era. Un encuentro inesperado termina por cambiarle a Draco todo lo que hasta entonces había planeado. TODO...

... Porque solo por él lo haría todo de nuevo... SOLO por ÉL...

ADVERTENCIAS: Este OS contiene SALSH/YAOI, relación chico/chico. Relación con hincapié en una relación Spankee. AU. EWE.

23 de julio de 2014

That XX -versión Drarry-

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DISCLAIMER
Los personajes pertenecen a JK. Rowling y la historia es de mi autoría.




FANDOM: Harry Potter
PAREJA: Harry/Anthony G -Draco M.
RATEDT
SUMMARY: A veces los dichos son ciertos. A veces duele que lo sean...
ADVERTENCIAS: Este OS hace mención de SLASH/YAOI relación chico/chico o como le digan ustedes y está basado en el tema 'That XX' de G-Dragon

19 de julio de 2014

¿What will she see, what will she know? -TRADUCCIÓN- Drarry

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Esta traducción está autorizada por su autora, Phoenixgirl26

SUMMARY

Harry Potter va con Hermione, Ron y Ginny a Australia, allí deja a sus amigos para ir de viaje, pero no antes de que Ginny le hable sobre tener relaciones sexuales. Seis años más tarde Harry regresa a casa sólo para terminar con la mayor sorpresa de su vida. Harry/Ginny - Harry/Draco

19 de junio de 2014

Seventh Child (versión Drarry) -TRADUCCIÓN-

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Esta traducción está autorizada por su autora, Phoenixgirl26

SUMMARY

Lo que sucede cuando el séptimo hijo de una familia de sangre pura pide en su décimo séptimo cumpleaños se concederá. Sea lo que sea. Lea lo que hace Harry Potter hace cuando ese séptimo hijo le obliga a casarse. ADVERTENCIAS DENTRO.

PAREJA: Harry Potter/Draco Malfoy
RATEDM
ADVERTENCIAS: Slash. AU. EWE.

11 de noviembre de 2013

De Perros y Gatos... OS Drarry

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DISCLAIMER 

Los personajes pertenecen a JK. Rowling y la trama es de mi autoría.
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Reto de JESSICA (Bellatrix2009) 'Trick or treat del grupo El Baño de Myrtle'

(ella pidió un fic basado en la foto de ellos en sus disfraces. Foto que usé para la propia portada ;))



TÍTULO: 'De Perros y Gatos... O trucos y tratos'
PAREJA: Draco/Harry
RATED: MA
SUMARY: 8° año Minerva se ve obligada a llevar a cabo uno de los extraños deseos de Dumbledore a pesar de que para entonces es solo un retrato. En el día de la fiesta Harry no es el único que sufre con el traje que le ha tocado. Sin embargo, camino allí sin querer se encuentra de pleno con un muy furioso Draco Malfoy. Al chocar surgen chispas... de todo tipo. Nadie había dicho que la poción daba algo más que partes físicas. Harry perro. Draco gato. Los instintos mandan... aunque pueda que la caza sea más divertida de lo que esperaban. AU. EWE. LEMON. SLASH. DRARRY.
ADVERTENCIAS: Juego de roles. Trajes de animales con sus propias características. Un poco de, mmm, ¿bestialidad? No en el sentido violencia sino más como que adquieren características de sus propios trajes (animales) y se da un encuentro sexual xD.



'De Perros y Gatos... O trucos y tratos'

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—Me temo que no voy a hacer eso Albus. Lo siento pero considero que no es el momento como para...

—No Minerva, ahora es de hecho el mejor momento para hacerlo. Ya verás. Todo saldrá perfecto.

—¡¿Cómo puedes estar tan contento con todo lo que estos pobres chicos han pasado?! ¿Cómo estás tan seguro? Los chicos necesitan calma, tranquilidad. Ellos necesitan algo de estabilidad ahora que todo está volviendo y...

—Minerva...

Y, si fue el tono que siempre le había hecho doblegar de respeto austero o si fue el hecho de que ese hombre había sido por demasiado tiempo su gran guía y amigo además del conocido director estaba más allá de ella.

Sea como fuera, ella nunca supo porqué, sino que solo resopló muy poco elegantemente -cabe añadir-, por lo bajo y asintió en señal de renuente aceptación temblando un poco al ver ese brillo tan intenso como calculador en los ojos del retrato del director.

Que Merlín la ayudara ¡¿A qué demonios había accedido?!

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—¡Oh por Merlín! ¡Ya cálmate Ron! —espetó Hermione irritada con todo aquel absurdo alboroto que le hacía imposible continuar con su actual lectura.

—¡Pero Mione! ¿Un baile? ¿De verdad? ¿En qué demonios está pensando la directora? ¡¿En qué demonios está pensando el loco retrato de Dumbledore?! —gritó Ron ya enfadado porque parecía que ella no quería entender lo que aquello parecía para él.

¡¿Una fiesta?! ¡¿Una maldita fiesta?! Y no, ni siquiera era cualquier fiesta ¡¿Sino una puta fiesta de disfraces justo en el día de la conmemoración a todos los muertos?! ¡Era Samhain por Merlín santo! Habían solo pasado un par de meses desde la gran batalla final y el pelirrojo no entendía como porqué debería de haber una fiesta tan ridícula cuando había muchos aún llorando las lamentables pérdidas. Él entre ellos.

—Tal vez ella esté pensando en aliviar un poco el ambiente —gruñó la castaña sin mirarlo siquiera—. Tal vez esté pensando que TODOS necesitamos dejar de pensar finalmente por solo una noche en la maldita guerra que nos tocó vivir y nos cortó nuestra pobre y escasa infancia para solo disfrutar del resto de nuestro último año como los simples adolescentes que AÚN somos. O, tal vez —dijo ya ahora más fuerte y mirándole de frente con el fuego dentro de sus ojos—, y solo TAL VEZ, ella y Dumbledore estén esperando que todos comencemos a superar toda la ira y el dolor y por solo un maldito día nos diirtamos como quizás nunca lo hicimos ¡Y como los chicos que somos Ronald! —dijo, y con cada una de esas palabras se podía sentir más y más intensidad en ellas haciendo que el pelirrojo tragara grueso y le mirara un poco, solo un poco, atemorizado. Era mujer después de todo y, si había aprendido algo de su propia madre era que las mujeres en verdad eran de temer. No importaba lo que el resto dijeran. Las mujeres podían dar más miedo que las arañas. Y eso era mucho, mucho, mucho.

La mesa de los leones estaba de pronto mortalmente silenciosa a todo su alrededor y, casualmente, las demás mesas se fueron callando también.

Un suspiro derrotado salió de la boca de su... novia. Merlín, el pelirrojo todavía no podía creer que finalmente se le hubiera dado aquello por lo que había llevado AÑOS esperando.

—Mira Ron, sé que aún estás muy triste por todo. Sé bien que aún te duele y que te enfurece el comenzar a olvidar pero, Ron, ése eres tú. Hay, hay muchos otros que no, no pueden, no quieren tener que vivir recordando porque es demasiado para ellos. Demasiado dolor, demasiado para soportar a una edad tan joven. Hay muchos de estos chicos que no saben hacer frente a tanto dolor vivido. Y, aún hay muchos más de ellos que no quieres estar serior y de duelo eternamente como se ven todos los demás pero que tampoco quieren quedar como si no les importara si comienzan a mostrarse más aliviados o simplemente más divertidos por algo. No es justo Ron. Hay muchos NIÑOS que no quieren quedar mal por tan solo disfrutar. Nosotros... tuvimos eso, un poco. Fuimos niños cuando pudimos. Pero la guerra terminó y, creo que es hora de que todos hagamos un esfuerzo para hacer algo más que solo llorar. Yo, no quiero olvidar Ron, de verdad, pero quiero VIVIR. Quiero vivir como una chica normal por una vez que su única preocupación sea ver que lleva al baile y esperar a que el idiota de su novio se avive en invitarla a tiempo esta vez —dijo ahora mirándolo aún fijamente pero con una sonrisa dulce y acuosa en su rostro.

Muchos de sus compañeros que habían estado escuchando todo el discurso tan atentamente como él se rieron cuando el chico amante del Quiddich se puso tan rojo como su túnica de los leones y casi rivalizando con su propio cabello.

—O al menos tan normal como yo pueda ser en esta escuela y estando con ustedes —agregó haciendo una mueca mientras tomaba una servilleta para limpiar no sabía qué de su cara.

El joven a pesar de estar medio dolido medio perdido pudo ver que había muchos que agachaban la cabeza con tristeza y muchos más que solo miraban incómodos a los otros. Todo se veía muy apagado en el gran comedor. Para nada comparable con todos aquellos años en los que él había corrido por los pasillos junto con sus amigos haciendo travesuras o incluso huyendo de ellas.

Como siempre Mione tenía razón -pensó esbozando una sonrisa que solo reservaba para ella y su mejor amigo.

—Aún no me gusta —dijo quedamente, ya nada de su habitual temperamento mostrándose—... pero creo que podría ser divertido —susurró en respuesta, completamente asombrado cuando más de uno de los primeros y segundos años sonrió como si hubiera sido un padre quien les daba el permiso.

—Somos un ejemplo Ron. Los tres de nosotros, aunque no nos guste, aunque no lo querramos. Eso es lo que somos para ellos —susurró la castaña en su oído al notar en donde se había posado su mirada.

El moreno frente a ellos sonreía suavemente al ver como su mejor amiga le decía una realidad que parecía el pelirrojo aún no sabía para luego darle un cálido beso en la mejilla muy cerca de la comisura que le hizo poner aún más rojo de lo que ya previamente había estado. Causando con esto aún más risa no solo de su mesa sino de muchos de las otras también.

Su opinión al respecto no importaba. No para él realmente. Mione había decidido y él iría con la corriente. Después de tantos años en su compañía sabía que no tenía sentido el oponerse. Ademas, la idea no le disgustaba tanto como hubieran pensado otros. Él nunca había sido capaz de celebrar Halloween debidamente en el mundo muggle cuando era apenas un niño y allí en Hogwarts nunca había habido nada de eso como disfraces y dulces con lo del truco o trato como sí habría esta vez. No era feliz por completo, pero sabía que podría disfrutar bien de la velada.

Por el momento él tan solo se dedicó a mirar por todo el comedor y a terminar su cena en silencio. Disfrutando la paz que tanto le había costado.

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—¡Oh por Merlín! —gritó el moreno completamente consternado—. Oh no. No, no, no. Esto no podía estarle pasando ¡Mierda! ¡No a él! ¿Por qué estas cosas siempre le pasaban a él?

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Habían ido saliendo de la sala común de su casa de uno en uno tras haberse bebido la poción que les convertiría en su animal designado para la fiesta, dada por la misma Minerva en persona para los de octavo haciendo honor a haber sido su jefa de casa para sus primeros siete y como despedida de aquel año tan inusual.

Primero fueron todas las niñas por orden creciente de año y luego los niños de la misma manera.

Ahora ya solo quedaban sus viejos compañeros de cuarto y él. Disfrutando de las bromas y la expectación de la sorpresa.

Hermione había salido ya hacía una buena media hora -sino más- y ahora estaban ellos a la espera.

Dejó pasar a Seamus quien lo había estado volviendo completamente loco desde el segundo en el que Dean se había ido antes de Ron y, finalmente, FINALMENTE -después de que casi había pasado toda su casa- pasó él.

Y ahora estaba allí, en el pasillo, aún degustando el asqueroso sabor amargo de la maldita poción mezclada muy feamente con su saliva... queriéndose morir. Literalmente.

Esto NO podía estarle pasando a él.

NO. Solo... NO.

La puerta detrás de él comenzó a abrirse una vez más.

¿En verdad habían pasado ya casi cinco minutos en los que solo se había quedado allí parado como un reverendo idiota?

Al parecer, sí, lo había hecho.

—¿Harry? ¿Te encuentras bien?

Neville. Siempre tan amable. Siempre tan atento. Aún después de toda la mierda por la que había tenido que pasar.

Él negó con la cabeza. No era el momento de ponerse a pensar en esas cosas.

—Yo... no puedo. Joder Nev ¡Mírame! ¡Soy un perro! ¡Soy un maldito perro negro!... Soy como Sirius... era, fue... —susurró con un tremendo pesar al final mientras miraba a su amigo viendo el entendimiento instalarse en aquella tranquila mirada. Neville siempre entendía. Incluso más que Ron la mayoría de las veces.

Neville asintió solemne.

—Ya veo. Ve entonces. Yo les aviso —dijo sereno.

Asintió a su vez sin decir nada más y se giró antes de echar a correr en cualquier dirección pero siempre teniendo en cuenta el alejarse lo más posible de la dichosa maldita fiesta que estaba seguro estaba en pleno comienzo en el gran salón.

'Joder' -pensó frustrado-. 'Claro, es Halloween. Y era un maldito estigma y hábito el que, por regla, algo malo sucediera siempre en aquella fecha maldita ¿no?

Harry solo no podía parar de quejarse una y otra y otra vez sobre las jodidas injusticias de la vida y de como alguien estaba muy MUY condenadamente ensañado con él y... bueno, un montón de cosas más.

El hecho de que su ceño estuviera fruncido duramente y que permitiera a su boca mostrar un atractivo y poco frecuente puchero era solo un pequeño indicativo más de cuan verdaderamente afectado estaba.

Corrió y giró y corrió aún más unas cuantas veces más sin tomar verdadera cuenta del rumbo antes de frenar de golpe al chocar de frente contra algo... ¿blanco? algo grande, duro y... blanco... y rubio... ¿qué...? ¿Qué demonios? ¡¿Malfoy?!

Sí. De hecho, era Malfoy de todas las personas y él, él era... blanco, así como, todo blanco. MUY blanco... y peludo.

Malfoy... él era... ¡Era un maldito gato!

UN-JODIDO-GATO.

O la mayor parte al menos...

Su pobre cerebro ya de por sí bastante sobrecargado de todos los pensamientos y recuerdos anteriores, solo, colapsó.

Sencillamente parecía tener de pronto un pequeño cortocircuito, dejándolo errante por un muy -por suerte-, breve lapsus momentáneo.

Pero... volviendo al momento... MALFOY-ERA-UN-GATO ¡Un jodido y muy peludo gatito! ¡Y hasta con sus orejitas moviéndose lucía casi... angelical! (palabra que jamás debiera haber siquiera pensado en usar en aquel rubio pomposo)

'Bueno, al menos no se había vuelto un maldito hurón' -pensó luego, apenas conteniendo la risa y sonrisa que quería comenzar a dividir su cara pero que, sabiamente, decidió contener por su propio bien -si la cara roja y muy muy desagradablemente contorsionada del rubio era apenas una indicación-.

'Oh, parece que después de todo el gatito iba a afilar sus garras' -pensó completamente divertido y para nada preocupado al respecto antes de fruncir los labios con fuerza extrema ante el repentino y casi absurdo pensamiento que le persiguió al otro-. 'Espero pronto se dé cuenta de que NO las va a afilar en mí... ¿si le aparezco una bola de estambre se echaría por el suelo a perseguirla?'

—¡¿Qué -si puede saberse-, es tan malditamente gracioso, POTTER?!

—Y todavía lo preguntas, MALFOY —comentó sonriente el moreno como de pasada remarcando el sonido del apellido de igual manera que como lo había dicho el rubio... eh, blanco, albino... lo que fuera.

—Si serás, eres un... ARRGG. PÚ-DRE-TE cara rajada. PÚ-DRE-TE. Vete a perseguir a tu comadreja como el perro faldero que eres y muérete junto con ella —escupió de pronto el rubio con el rostro desencajado de ira antes de cambiar completamente la expresión de sus facciones y acercársele con un andar particularmente gatuno para hablarle muy cerca del oído y con una voz casi ronroneante que estaba seguro de que aquella maldita serpiente ni siquiera notaba... y que le estaba comenzando a molestar, por razones que NO pensaba ni siquiera a comenzar a explicar. NUNCA—. Bueno —el cálido aliento vibraba contra la sensible piel de su lóbulo, haciendo que lograra preguntarse porqué demonios le había dejado acercarse tanto—... eso si es que no está ya siendo follada en algún oscuro y sucio rincón como la gran perra en celo que es...

No hubo más aviso que el simple y débil sonido del rasgado del aire antes de que el puño, eh, mano/pata del moreno se estampara sonora y duramente contra el pálido rostro de su siempre rival.

—¡No te atrevas a hablar así de Ginny maldito hurón de pacotilla!

No importaba que el rubio estuviera en realidad completamente errado en el sentido de que a Harry realmente no le interesaba en lo más mínimo la pelirroja. No de ESA manera al menos. Ella era su amiga. Su hermanita... y tenía que defender su honor de las sandeces que estaba diciendo este maldito rubio descerebrado.

Golpe. Esquivo. Caída.

—¡Es una maldita perra en celo y todo Hogwarts lo sabe san Potter!

Ruedan en el piso. Golpean. Se apartan.

—¡Eso no es cierto serpiente de mierda! ¡Y aún si lo fuera...!

Golpe. Golpe. Esquivo.

—¡Por supuesto que es cierto! ¡Solo tú puedes creer que la comadrejita aún es una simple niña virgen esperanto por ti cuando...!

—¡¿Qué?! ¡Anda termina lo que ibas a decir!

Furioso, el moreno le toma con una fuerza increíble por el cuello al no encontrar más nada de lo que agarrarse puesto que el rubio lo único que llevaba era una especie de malla igualmente blanca que cubría su torso. Apenas notando el hecho de lo desnuda y suave que se sentía aquella piel bajo sus toscos dedos.

—Solo tú puedes creerte ese cuento cuando... cuando más de la mitad de la maldita escuela ya ha pasado por sus...

La voz del rubio fue descendiendo y descendiendo cada vez más con cada palabra dicha. Algo dentro de él se sentía...

—¡Mientes!

... raro.

Furia renovada. Forcejeos incontenibles.

—¡Piensa lo que quieras maldito Griffindor de cuarta! —gritó el rubio. Molesto consigo mismo cuando de pronto se halló luchando por solo dejarse someter.

—¡Eres un...!

El moreno se sentía arder. Su mente se nublaba y lo único que era capaz de pensar era de que él quería ver al rubio ceder. Solo...

Un gruñido para nada humano se escapa por entre los labios de Harry.

Un siseo responde de igual forma saliendo desde el rubio.

Sorpresa.

Shock.

Ambos se encuentran aún tirados en el duro y frío piso con sus ropas medio desgarradas y sus cabellos muy desacomodados tras toda la refriega.

Ambos se miran de pronto espantados con lo que ha salido de ellos mismos.

'¿Qué demonios?' -piensa Harry aún totalmente inmóvil sobre el pequeño rubio debajo de él.

'¡¿Qué carajos fue eso?!' -piensa espantado hasta el tuétano el rubio, queriéndose remover incómodamente de la presa de esos morenos brazos pero demasiado entumecido como para reaccionar y hacerlo.

—Qui-Quítate de encima ma-maldito...

—Grrrr...

—¿Qué...? ¿P-Potter?

El rubio, nervioso por el brusco giro de acontecimientos, comenzó a hacerse nuevamente dueño de su cuerpo, empezando a removerse cada vez más y más agitado debajo del dominio del estúpido Griffindor medio perro que tenía encima... el agarre en las pálidas muñecas del rubio se hizo aún más apretado si cabe.

—Quieto —ordenó el moreno mientras su cuerpo se tensaba de manera insoportable. Intentando encontrar por todos los medios el motivo por el cual su cerebro parecía haber desconectado de pronto la parte más humana y racional de sí. Sabiendo en el fondo -MUY en el fondo-, que lo que estaba haciendo estaba mal, pero no logrando hacer algo más al respecto que no fuera mantener el agarre de su presa y luego encontrar aquello que sentía que lo iba a desquiciar.

Olfateando el aire cual canino entrenado, el moreno comenzó a elevar su nariz y a oler ruidosamente el ambiente entorno a él.

Buscando... algo. Había algo. Algo que tenía que tener. Era un olor suave, picante...

Draco se removió solo un segundo más allá del apriete antes de que su cuerpo traidor se relajara bajo el dominio del salvador. No entendía porqué, pero su cuerpo le decía que debía quedarse sumiso ante el agarre de su... ¡NO!

'¡Oh por Merlín! ¡Joder, NO! ¡NO! No puedo realmente estar pensando en serio en esto. No, no puedo. Soy un Malfoy. Yo no... Uggh' -confuso a más no poder el rubio tensó cada músculo del cuerpo. Luchando contra sí mismo las contradictorias órdenes que le enviaban su cerebro y su propio nuevo instinto.

Él iba a matar al viejo chocho loco de mierda. No le importaba un carajo que ya estuviera muerto. Él lo regresaría y luego lo mataría de nuevo. Y quemaría su maldito retrato. Lo encendería de a poco y lo apagaría una y otra y otra vez hasta que finalmente estuviera completamente carbonizado y ya no pudiera joderle la vida con sus malditas burradas y...

Sus pensamientos homicidas fueron bruscamente cortados por una fuerte inhalación en su cuello. Logrando que él mismo tomara una pronta gran bocanada de aire antes de siquiera saber porqué.

—Tú...

—¿Qué?

—Tú. Tu olor... Tú estás...

—¿Eh? ¿Yo, qué? Potter... —una nariz suave y ligeramente fría comenzó a recorrer con suavidad inusitada un lado muy sensible de su muy expuesto cuello. Logrando en contra de todo pronóstico que un jadeo extremadamente audible saliera de entre sus labios rosáceos—. P-Potter. Quítate. Quítate de encima ¡Quítate! —gritó el rubio finalmente sucumbiendo al pánico de sus propias sensaciones más que a lo que el estúpido Griffindor le estaba haciendo.

—Grrr... QUIETO. Quédate-quieto.

—No... No, no, no.

—Grrr...

—Po-Potter...

—Grrr... ¡Quieto! Mmm... —gruñó el moreno antes de gritar el comando. Disfrutando de la disponibilidad de la carne para él. Solo para él.

No sabía. No tenía ni idea de porqué de pronto todos esos sentimientos se estaban haciendo presentes en él. Ese deseo de 'dominio' que le surgía y que crecía cada vez más al ver al rubio allí, tendido debajo de él. No entendía -ni quería entender realmente-, porqué de pronto él se sentía con las más locas ganas de... marcarlo. De reclamarlo.

Su olor. Su maldito olor medio dulce medio picante lo estaba volviendo loco. Era demasiado. Demasiados estímulos. Demasiado de todo.

Su piel... era suave y tersa al tacto. Sobre todo a 'su' tacto. Su tacto tosco con manos demasiado encrudecidas por años y años de trabajos. Callosas y algo rugosas por lo mismo. Manos de hombre. En cambio, las de él... El rubio era todo suavidad. Sus manos eran alargadas y finas. Elegantes. Casi femeninas en la forma en las que se mostraban cuidadas.

El sonido de su siseo había hecho que algo profundo y muy primitivo se removiera en él.

Verlo. Verlo allí... Tenía que reconocer -al menos para sí-, que el rubio era jodidamente hermoso. Casi diría que tenía ascendencia veela por la belleza y porte que emanaba. Y no era que lo hubiera notado solo entonces. La verdad sea dicha; Harry había pensado en el rubio y su innata hermosura ladina más de una vez e, inclusive, fue a causa de estos impropios pensamientos que hubo comenzado a cuestionarse sobre sus propios gustos. Hizo surgir sus dudas y lo odió por ello por algún tiempo. Pero en aquellos intensos momentos no tenía nada de eso. Su mente se estaba viendo inundaba y nublada por un extraño pero avasallante deseo. Por su olor... ese maldito olor que a cada segundo se hacía más y más fuerte. Más y más picante. Más y más almizclado.

Y de pronto, su mente supo lo que era.

Era él... y su propio deseo.

Era su olor a excitación.

Era el olor del celo.

El pequeño ser debajo de él se hallaba en celo... y eso era lo único que el lado más instintivo y primitivo de su mente podía llegar a entender entonces.

Su instinto dominante haciéndose cargo por completo de esta inusual pero extrañamente bienvenida situación.

Sonriendo ladinamente -y sin siquiera darse cuenta de como su 'cola' peluda se movía erizada-, Harry dejó caer por completo el peso de su cuerpo sobre la pequeña figura que lucía casi angelical en toda aquella divinura blanca.

Apenas registraba el ligero forcejeo que puso el rubio cuando su nariz comenzó a trazar con extrema lentitud el camino de las venas bajo la sensible piel del cuello.

Forcejeo que poco a poco fue cediendo.

Forcejeo que, demasiado pronto se rindió a los propios instintos.

Los cuerpos de ambos se hallaban totalmente acoplados desde las rodillas hasta las clavículas pero sin moverse por el momento. El olor entre ambos creciendo y entremezclándose hasta que sus narices se vieron exacerbadas de sus propios aromas salvajes.

La mente de Draco se encontraba aletargada. Bloqueada de su propio raciocinio. Incapaz de poder pensar con coherencia terminó solo por dejarse llevar a los placeres que su cuerpo le enviaba en olas.

No podía importarle menos que se hallara tirado entonces cual perra en celo frotándose ahora contra el estúpido Griffindor que siempre había odiado en el medio de un pasillo oscuro, frío y desierto con la muy alta probabilidad de que alguien pudiera verlos en cualquier momento. No podía importarle menos que su cuerpo se hallara de pronto completamente rendido al dominio del que su instinto animal reconocía como su alfa. No podía importarle menos que su cuerpo reaccionara como nunca lo hubiera hecho antes ante el sentimiento de sumisión que le nacía desde lo más hondo de él.

Pero Harry lo hizo. A Harry sí le importó. Era su pareja la que se hallaba debajo suyo. Era su pareja la que se hallaba frotándose ahora ya con lujuria contra él.

Y era su pareja la que podría quedar a plena vista si alguien cometía el error de asomarse en ese desolado nivel por lo que, haciendo acopio de cada onza de pobre control que halló en su anhelante cuerpo, él finalmente logró comenzar a separar su pesado y necesitado cuerpo del otro, gruñendo roncamente cuando unas pequeñas manitos suaves y apenas más velludas se apretaron en sus hombros tratando de retenerle. Intentando contra todo pronóstico hacer que ÉL hiciera lo que el otro quería.

El gruñido ahora fue feroz y él sin duda se deleitó en la visión de aquel rubio medio encogiéndose ante el evidente sonido de advertencia y al escuchar el pequeño gemido de complacencia que le acompañó a la acción.

Su sumiso no podía querer tomar su control. Y él se encargaría de que le quedara en claro antes de que la noche terminara.

Pero primero, él tenía que encontrar su cueva. Tenía que encontrar el lugar donde pudiera reclamar a su pequeño gato albino con tranquilidad y privacidad.

.

Tras haber logrado con éxito y exasperación separarse del rubio, el moreno lideró el camino siguiendo su olfato para encontrar el lugar más adecuado para su pronto acoplamiento. Necesitaba que fuera muy privado. Necesitaba que fuera un lugar en el que nadie les molestaba hasta que sus instintos más básicos se calmaran y el reclamo estuviera saciado. Necesitaba que fuera seguro para su pareja porque, en algún rincón ahora medio aislado de su mente, sabía que el rubio podría estar en serios problemas si alguien los descubría así.

Harry se había limitado a tomar el antebrazo del rubio, obviando olímpicamente la marca oscura que se vislumbraba desde el interior del brazo, comenzando enseguida a arrastrarlo por las escaleras más próximas hasta el piso siguiente, donde algo en su memoria dispersa le decía que se encontraba el lugar más seguro de todo el castillo. Y era un lugar que sabía al rubio le habría de gustar.

No tardaron demasiado en llegar puesto que su paso era presuroso y se habían hallado a tan solo un piso de distancia.

La estela de aroma que dejaban tras de ellos era fuertemente cargada de celo y lujuria. Era pleno deseo lo que aromatizaba el ambiente desolado que habían dejado atrás.

.

Llegando finalmente frente a la puerta que apenas sentirlos había comenzado a aparecer en la pared, Harry se paseó velozmente frente a ella y entró nada más terminarse formar. Deleitándose con el confortable ambiente que, a pesar de su poca racionalidad había sido capaz de conjurar.

El 'click' de la puerta al cerrase fue todo el aviso que tuvo el rubio para prepararse al furtivo ataque.

Draco ni siquiera tuvo tiempo de dar que un demasiado rápido vistazo al dichoso lugar. Su mente parecía querer luchar contra los impulsos que estaban adueñándose a cada segundo más y más de su cuerpo. Pero esta era una batalla perdida desde el mismo momento en el que su encuentro con el moreno comenzó.

No pudo evitar el siseo que abandonó sus labios al verse rudamente empujado contra la puerta que acababa de cerrarse tras ellos.

Tampoco pudo evitar el ronroneo que le siguió en cuanto el moreno apresó con fuerza sus brazos a sus lados antes de comenzar a acariciar -una vez más-, la sensible y expuesta piel de su cuello con la ligeramente fría punta de su nariz. Sintiéndolo aspirar con fuerza el aroma concentrado en su propia yugular y lamer con la lengua algo más rasposa que lo usual el punto donde su pulso latía a una desbocada velocidad.

Un ronco gemido ahogado fue la respuesta a tales acciones.

Un ronco gemido y una entrega total.

El rubio pomposo y siempre mandón brillaba por su ausencia. En su lugar, había ahora en cambio un pequeño ser ronroneante que exudaba deseo y placer por cada poro de su cuerpo y que se había rendido a los menesteres del que su cuerpo hacía rato reconocía como su dominante. Su dueño. Su alfa.

Secretamente liberado de, por tan solo unos momentos, dejarse ser y solo dar las riendas de su patética vida a alguien más. Aunque esto solo pasara brevemente por la parte más racional de sí mientras que se veía a sí mismo arqueándose anhelante hacia el cuerpo del moreno para crear una muy necesaria fricción en aquella parte de su anatomía que hacía ya un rato había comenzado a despertar.

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Harry estaba nadando en su propio paraíso terrenal. Ahogándose en las sensaciones que aquella piel desnuda creaba en lo más hondo de sí.

Pasando casi con desespero sus manos por los delgados flancos él no pudo evitar maravillarse de cada cóncavo y convexo que aquel cuerpo de pecado le mostró.

Deseoso como nunca se hubiera creído capaz de tan solo apretar, morder y reclamar a su sumiso tanto como pudiera antes de pasar a más.

Sus labios mamando la parte blanda del pliegue carnoso entre el cuello y el hombro. Su aliento tibio acariciando la muy sensible piel del lóbulo y la caverna en el interior del oído.

Sus dientes comenzando a dar pequeños mordiscos de juego previo que se alegraba fueran capaces de hacer al otro estremecer.

Fuertes lametones saliendo furiosos a sellar la herida leve que sus dientes ansiosos dejaron.

Suaves labios hinchados subiendo impacientes por la dura mandíbula.

Un increíblemente suave beso iniciándose en cuanto ambos órganos completaron su unión.

El moreno gruñó por lo bajo, contento, exigiendo sin palabras al rubio ceder y dejarle entrar a esa ansiada caverna húmeda de la que tanto se quería adueñar.

El rubio terminó gimoteando ante el sonido, dejando a esos fuertes y salados labios hacer lo que quisieran en él. A él.

Una explosión de sabores y sensaciones recorriéndolos a ambos en cuanto ambas húmedas lenguas se encontraron y fusionaron en un beso sucio y lujurioso que solo sirvió para dejarles con ganas de más.

Ninguno prestó atención a los detalles que les rodeaban. Ninguno tenía la suficiente energía como para concentrarse en algo más que no fuera la persona frente a él.

Deslizando con impaciencia las manos por el cuerpo ajeno, Harry fue capaz de sentir en sus yemas toda la sedocidad y la finura de la piel de alabastro. Muriéndose por tan solo ver las marcas de la presión de sus dedos sobre aquella marfileña piel. Muriéndose por degustar y probar, por comprobar si todo él sabría igual de bien. Su dulzura. Su salinidad. Todo él.

Bruscamente el moreno retiró su boca de la del otro y comenzó a descender una vez más hacia el cuello, hacia el pulso suave y latente que tanto le atraía.

Siguiendo su camino hasta tener un pequeño botón de coral erguido frente a sí, fue y siguió, gruñendo todo el tiempo en su apreciación. En su deseo. Mientras que rubio mordía sus labios y tan solo disfrutaba de dejarse hacer. Sintiéndose increíblemente orgulloso de haber conseguido a su dominante cegado de placer por él y solo él. Pensando en todo momento que no podría permitirse de ningún modo o manera que nadie se interpusiera en su reclamo. Sería suyo y ninguna perra barata se interpondría entre ellos. Nadie. Nada.

Los instintos mandaban.

Un siseo de disgusto subió por su garganta ante tal pensamiento pero sin el peso que hubiera podido tener en cualquier otro día ya que su mente se hallaba irremediablemente perdida en lo que su animal interior le decía y en la nube de lujuria que el moreno a conciencia le había inculcado.

Gruñendo y arañando. Gimientes y calientes.

Ambos finalmente terminaron enredados entre músculos y extremidades en sus propios pies, simplemente yacientes en el suelo, suelo que se sentía increíble y fantásticamente frío sobre sus pieles ardientes.

Después de algunos minutos de movimientos erráticos y forcejeos vanos ellos finalmente se quedaron pegados a pecho con pecho en cada partecita que podían pegar y en el mismo modo que como llegaron al mundo.

Celebrando ambos a su pareja en su contra, restregándose en su contra, implantando su aroma sobre la piel del otro y haciendo así una confirmación de que este ya estaba tomado.

Pero el momento en el que el dominio y reclamo eran compartido pronto, demasiado pronto llegó a su fin y el pequeño felino albino tuvo que prontamente congraciarse con la idea de yacer allí y dejarse hacer al comando de su dominante. A ser solo el objeto sumiso y seguro de su puro placer.

Sin dudas era una mezcla muy extraña para ambos el hecho de sentir emociones tan intensas y tan, humanas, a la vez que se veían reinados por instintos básicos y muy primarios de pura calidad animal. Una mezcla extraña de quien tiene la conciencia y la moralidad contra el solo hecho de ser y lo natural. Pero ellos siguieron. No podría ser de otra forma tampoco.

Con movimientos rudos Harry tomó con mano de hierro sus propios impulsos y usó la poca conciencia restante para lograr que sus manos se pusieran a trabajar en la preparación y estímulos necesarios para que el duro acoplamiento que se venía en puertas fuera lo menos trumático y doloroso posible. Para ambos.

Uso bien su boca para tomar el falo duro de su rubio mientras sus manos jugaban implacables con sus pesados y tensos testículos, solo para que luego fuera su lengua traviesa la que comenzara a hacer un viaje más allá pero sin llegar a nada más por el momento.

Tentando.

Los sonidos más diversos abandonaban sus bocas. Sonidos delirantes que solo hablaban de celo y pasión.

Jugó con el glande y chupó su almíbar suave. Lamió su rosado e hinchado tallo y acarició a sabiendas el sensible perineo solo para terminar parando de golpe y terminar escuchando un muy atrayente quejido molesto de su hermoso y dispuesto sumiso.

Tres segundos fue todo lo que le tomó a Draco registrar que de un solo movimiento veloz y certero, él se hallaba ahora de pronto apoyado sobre su pecho y rodillas. Completamente expuesto. Vulnerable a su merced.

Y le encantó. Lo amó.

Se vio abrumado por el deseo que le recorrió y el anhelo que casi lo dominó cuando vio que pronto sería finalmente tomado y que el reclamo quedaría sellado.

Poco sabían que esto iba tanto más allá de cualquier cosa que pudieran imaginar...

Un dedo, y gemidos vagos.

Dos dedos y el deseo quemando.

Tres dedos y maullidos ahogados.

Dolor. Eso fue lo único que el rubio pudo registrar mientras se hallaba perdido en la extrema sensibilidad de su parte trasera.

Placer. Es lo único que el cerebro cegado del moreno registró.

Firme y certero el moreno comenzó a hundirse con prontitud en la carne que sedosamente le envolvía. Firme e implacable una vez más.

El clímax cegador llegó tan rápido y dura como su acoplamiento fue... Y la mordida en su nuca fue lo último que ambos llegaron a saber.

Perdidos en la niebla post orgásmica del placer apenas notaron que ellos solo se quedaron enredados, y aún íntimamente unidos, en un frío y duro suelo pero que, en esos momentos, les parecía el mejor de los nidos para solo yacer.

Nunca notaron tampoco la débil luz medio dorada, medio plateada que les cubrió.

.

El despertar fue... raro. Y conciso.

No había más 'trajes' sobre sus pieles. No había más instinto animal rigiendo sus mentes... Pero la seguridad de su acoplamiento estaba firmemente hundida en lo más profundo de su ser.

Sin saber con certeza el cómo, ellos solo sabían que de ahora en más ellos estaban destinados a ser.

ELLOS. JUNTOS.

Ellos como pareja.

Sabían su historia y sabían cuán extraño parecería para el resto. Pero simplemente algo en ellos aquella noche se había unido y no había absolutamente nada que pudieran -o quisieran- hacer para evitarlo.

Tomaría tiempo y sería algo denso y pesado para explicar al resto y que lo llegaran a asimilar, pero tendría que ser...

Porque ellos eran pareja de aquella noche en adelante.

Y porque sus instintos los habían unido por la simple eternidad.

Conscientes como nunca de la totalidad de la persona a la que seguían aferrados en silencio se trasladaron hacia una hermosa y elegante gran cama con dosel que de repente y de la nada apareció en la habitación. Conscientes de ellos... y completamente inconscientes del pandemonium que hubieron dejado tras de sí en un colegio que los buscaba frenéticos y que pronto caería sobre sus propias frentes al ver la nueva y extraña realidad que tendrían que asimilar.

Tampoco era como si a ellos les importara.

No, la totalidad de su foco se hallaba en volver a reconocer -esta vez con mayor lentitud- el cuerpo de su compañero... y en entender que era ese extraño y dulzonamente suave aroma que ahora surgía entre ellos al hacer el amor.

Pronto sabrían que ese pequeño suave aroma crecería aún en medio de la locura solo para dar paso a un pequeño milagro e imposible más.

Pero de nuevo... para Harry Potter el hacer lo imposible, es solo una misteriosa realidad... eso solo sería algo más a lo que su nuevo rubio y caprichoso compañero se tendría que acostumbrar.

..:: FIN ::..

Bueeeeno... me ha tomado mucho más de lo previsto el terminar el dichoso OS pero bueno, mi jodida mente vuela como y para donde se le canta sin aviso ni señales -_- xD ... Como sea... Jessica, nena ¡Espero ye haya gustado! Tuve problemas con el final pero hice lo que pude =/...

Espero a quienes hayan llegado hasta aquí que haya sido de su agrado y comenten a ver que les ha parecido, ok? =D

Besos y cuídense

*Guada*

¿ ¿ ¿ REVIEWS ? ? ?

31 de octubre de 2013

ONLYOURS... DRARRY OS

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 DISCLAIMER 
Los personajes pertenecen a JK. Rowling y la trama es de mi autoría.

Reto 'de Candy, del grupo El Baño de Myrtle'




TÍTULO: 'OnlYours'
PAREJA: Draco/Harry
RATED: MA
SUMARY: Después de una reconciliación algo, 'diferente', al rubio le surgen nuevos deseos que no se atreve a pedir pero que no puede tampoco obviar. Eso lo lleva entonces a urdir una de sus viejas artimañas de serpiente para cumplir su deseo. Que nunca se diga que un Malfoy no consigue lo que quiere. AU. EWE. LEMON. SLASH. DRARRY.
ADVERTENCIAS: Juego de roles. Bondage. Spankled. Azotes. Dominación/Sumisión. Sexo rudo.
.
.
.
..:: 'OnlYours' ::..

.

.

Me había moderado lo más que pude en mi propia actuación. Pelear con el moreno apenas minutos antes de salir hacia aquel dichoso baile no fue tan fácil como hubiera imaginado ya que, de manera adorable, el estúpido Griffindor parecía querer evitar a toda costa enojarse ya con él.

Pero lo había conseguido.

Ambos se habían enfadado y aún así habían venido a la dichosa fiesta.

Dejándome ver y buscar, fomentando la charla adecuada en los momentos adecuados además.

Charlar, beber, reía. Todo esto asegurándome siempre de estar en la mejor capacidad de visión del radar de mi hermoso y temperamental león.

Sonreír y beber un poco más disfrutando del estallido de las delicadas y suaves burbujas en el interior de mi boca.

Reír de cualquier cosa en los precisos y preciosos instantes en que sabía su mirada se posaba en mí.

En esos momentos donde su intensa y electrizante mirada me atravesaba como un puñal.

Casi 'coquetear' con descaro se diría. Casi.

Y luego, volver a él. Siempre a él.

Sabía que estaba jugando con fuego... y que, bien me podría terminar quemando. Era por eso que justamente, a pesar de hacer lo que hacía para conseguir su reacción y hacerlo caer en la clara rendición de su propia tentación; a pesar de fingir magistralmente aún un visible enojo hacia él en cuanto llegaba a su lado. Yo volvía. Una, dos, tres... y siempre. Porque, en realidad, ni siquiera podría comenzar a considerar el que él solo tomara toda esta pantomima demasiado mal... y terminara dejándome a fuera, una vez más. Tal y como había hecho hacía ya tantos años al despreciar mi mano y marcar sin querer el curso empedrado de nuestras jóvenes vidas.

No podría manejar aquello. No podría ni por un segundo imaginarme ahora siendo arrojado fuera de él. Fuera de su vida. No ahora.

Estaba seguro de que podría tolerar cualquier cosa. Cualquiera. Había soportado ya mucho antes de la batalla por mi propia familia y conocidos, y luego de ésta por todos aquellos sobrevivientes que sin aprender d su torvo error seguían juzgando y prejuzgando una y otra y otra vez.

Podría soportar cualquier cosa menos el alejarse de él.

Había ya corrido demasiada agua debajo del puente como para poder siquiera sobrevivir un día en su antigua soledad.

Desterré esos pensamientos deprimentes y morbosos que de vez en cuando me dominaban, mientras por el rabillo del ojo veía como su mandíbula parecía querer quebrarse bajo el fierro y tenso apriete que sin darse cuenta estaba haciendo.

Después de un par de horas, largas horas, de martirio mutuo en esa dichosa fiesta ambos estaban más que listos para regresar a casa. SU casa. De ambos.

Y, si el apriete firme y duro sobre su codo era alguna indicación, el rubio sabía que entonces su deseo ya se cumplió.

.

Había llegado el momento.

Lo sabía.

Lo temía. Lo esperaba.

Lo anhelaba.

Este era hasta entonces mi mayor oscuro deseo desde hacía ya demasiado tiempo.

Este era mi sucio secreto... y por fin iba a cumplirlo. Me estremecía de placer de solo pensar que estaba a tan poco de llegar a cumplirlo.

Suspiré de manera tranquila mientras sentía su apabullante presencia justo detrás de mí.

Acechándome sin tocarme. Exacerbando y exorbitando mis sentidos hasta la exasperación.

Quería, 'necesitaba' que comenzase de una buena vez. Ya... pero sabía que no lo haría. Estaba demasiado cabreado como para darme el gusto tan fácil y... estaba demasiado jodidamente furioso como para medir su fuerza si ahora mismo me tocaba. Lo sabía. Lo respetaba. Lo admiraba por su cauto control a pesar de su siempre explosivo temperamento.

Joder, sabía que estaba furioso. rabioso sería más adecuado. Y eso solo terminaba haciéndolo mucho más emocionantemente oscuro para mí. Sería rudo. Sería absolutamente crudo y carnal. Sexo duro y del bueno. Del que reclama. Del que somete. De aquel que exige y no cede.

Un reclamo total. Una reafirmación del dominio de mi cuerpo.

Me había buscado esto. Y estaba encantado con ello. Lo quería. Merlín, lo deseaba tanto. Tanto y desde hacía también tanto tiempo. Justo desde aquella inesperada vez en que él, tras mucha tomadura de pelo suya, había cedido a sus demonios permitiéndose dejarse llevar un poco demás una vez en el desenfrenado sexo de reconciliación cuando al parecer aún le quedaban algunos importantes trazos de ira en él.

Eso fue... shokeante -a falta de una palabra mejor-. Estimulante. Aterrador. Pero ahora, ya un par de meses después de aquel aislado suceso, había tenido tiempo de sobra como para poder, no solo entender el trasfondo de lo sucedido -ya que fue algo inhóspito que pasó pero nunca se habló-, sino también analizar mis entonces alarmantes reacciones.

Alarmantes por el simple y sencillo -y a la vez complicado- hecho de que yo nunca, JAMÁS, hubiera siquiera pensado o imaginado que justamente a mí me fuera a poner, a encender tanto como lo hizo, aquello. Nunca podría haber pensado siquiera que precisamente yo -de todas las posibles personas- me... calentaría tanto con mi propio, sometimiento, de todas las cosas. Mi sometimiento a él.

Y SOLO a él. Eso sí que lo tenía muy en claro.

La confianza que le tenía desde que, finalmente, después de tantas cosas pasadas, nos hicimos pareja, era lo único que me había dado la suficiente valentía como para idear y llevar a cabo hasta el final todo aquello. Para tener el coraje de obtener más de aquello que quería pero sin tener que decir o pedir realmente nada. Una táctica muy Slytherin sin lugar a dudas.

Y ahora allí estaba. Por fin.

El regreso a casa había sido silencioso y algo tenso. Sabía que no debía decir nada si no quería que todo el empeño puesto en esa noche se fuera por el desagüe, sin embargo era 'difícil' para mí saberlo enojado conmigo por algo que bien hubiera podido evitar.

Ahora solo tenía que ocultar con sumo esfuerzo la estúpida sonrisa de felicidad que parecía querer partir mi hermoso rostro a la mitad al ver finalmente cumplido mi mayor secreto deseo.

—Al cuarto. AHORA.

No voy mentir. Su voz sonó tan fría y, tan mortalmente impersonal que me estremecí sin poder evitarlo.

Por un segundo. Un loco y terrorífico segundo, su tono me remontó al tiempo en el que tuve que aguantar a aquella maldita serpiente desfigurada mandándome en mi propia casa como si fuera tan solo un elfo más para él y sus estúpidos vasallos.

Solo un segundo.

Un eterno segundo que por suerte se fue tan pronto como llegó.

Sé que él notó mi cambio y le agradecí en silencio que no añadiera nada justo entonces. Si había algo que necesitaba era que justamente él de entre todas las personas me hiciera olvidar todo una vez más.

Corriendo por las escaleras que llevaban a nuestro colosal pero íntimo dormitorio sonreí suavemente ante el pensamiento con el que solo había llegado a un acuerdo hacía unos pocos días. El pensamiento de que ahora sabía porqué de pronto tenía tanta necesidad de solo rendirme a él.

Era esa oscura necesidad de solo ceder las riendas, el control, y solo dejarme llevar por el dolor y el placer combinados que sabía él podría darme, junto con todo el amor que mutuamente nos profesábamos.

Esa cruda y dolorosa necesidad básica de solo ser suyo. Sin nombre. Sin apellido.

Sin cargas del pasado que tanto costaban llevar.

Y sabía que para él era algo similar a pesar de que nunca lo hubiéremos hablado.

Eso me entristecía en parte. El saber que los dos a pesar de a penas estar entrando en nuestros años de joven adultez ya estuviéramos tan intrínsecamente marcados por los errores de tantos otros y por haber cargado con sus propias cargas en nuestras espaldas.

Sabía que, como yo había sido educado para obedecer, a Harry le habían instruido -no educado, no. Lo suyo fue la instrucción al mejor estilo militar por más que lo quisieran endulzar o amalgamar, pero bueno-, para liderar. Y él era bueno en ello. Fue genial al tomar las riendas en la batalla mientras dirigía a todos con pura convicción a pesar de saber los costos... y era genial ahora también a pesar de su propia y evidente lucha interna por no ceder al dominio absoluto por puro autocontrol.

Sacudiendo la cabeza me acerqué a nuestra cama, solo parándome al lado, apenas acariciando la colcha de suave y frío raso que nos arropaba cada noche. Casi podía sentir su textura contra mi piel.

Suspiré al ver que mi mente había evocado sucios recuerdos de cada noche de pasión que éste había evidenciado.

—No te preocupes. Hoy tendrás algo más para recordar Dragón —dijo él desde detrás de mí. Haciéndome saltar en el proceso ya que no le había escuchado para nada acercarse a mí.

—Ha...

—Silencio. Sé muy bien lo que estabas buscando hacer esta noche así que, felicitaciones Malfoy, me has encontrado. No sabes, no tienes idea de lo mucho que me he estado controlando para no llegar a caer en esto contigo. Con nadie. Pero, maldito seas rubio, tú siempre tienes que ir y apretar los botones, siempre tienes que... —suspiró y el aliento caliente sopló sobre mi tenso pero muy sensible nuca, logrando que una risa que sonaba demasiado oscura saliera por detrás de mí. No me giré sin embargo, no me atreví—. No vas a hablar a menos que te lo diga o pregunte algo. No vas a gritar a menos que sea cuando te diga o deje. No vas a luchar a menos que quieras que me vaya —sentenció. 'JODER'—. Sé que pensabas que eras muy astuto amor pero, ya ves, yo no solo soy un claro león ya lo sabes ¿cierto? No, la serpiente en mí pudo ver muy fácilmente hacia donde ibas con esto. Me halagas, lo reconozco. Me halaga el hecho de que confíes tanto en mí hasta el punto de rendirte a ser mío de todas aquellas formas que hace años sueño con hacer pero que siempre fui demasiado cobarde para pedirte hacer. Pero bueno, ya que también soy una serpiente, no voy a dejar pasar la oportunidad que tan gentilmente me has servido en bandeja de plata —sentí como el aire cambiaba sutilmente a mi alrededor y sabía que dentro de poco ya estaría perdido porque la increíble magia del moreno se estaba comenzando a soltar y era... intoxicante, hermosa. Peligrosa.

Quería darme de patadas por haber pensado tanto tiempo que el maldito 'héroe' era todo un dechado de luz. Ni más lejos de la verdad. Harry no era solo luz. Mi Harry era tan gris como un día de lluvia. Su aura era poderosa e intimidante. Era atrayente y salvaje. Era MÍA.

Él era MÍO.

—Vas a hacer lo que te diga amor, sin dudas, sin demoras. Si no lo haces entonces habrá que sumar castigos y, créeme bebé, tu lista hoy ya es lo suficientemente larga para que quieras agregarle aún más. Tendrás suerte si mañana puedes levantarte de la cama siquiera. Y tendrás aún más suerte si es que dentro de un par de días puedes caminar y sentarte con normalidad eso te lo aseguro —Merlín. Quería gemir. Su voz era diferente a como siempre me hablaba Ahora era dura y fría, cortante y... dominante. Me excitaba con solo escucharlo hablar pero, oírlo decir lo que me haría... era demasiado bueno—. Te voy a dejar ese hermoso y pomposo culo aristocrático tan rojo como l sangre, tu culito hermoso será digno de un Griffindor para el momento en el que termine con él. Te ataré para que esas manos traviesas no estorben en el camino. Te cogeré fuerte y rápido, con dolor y sin él para poder escuchar tus hermosos gritos de placer y tus preciosos y estimulantes lamentos de dolor. Te dominaré como tanto has buscado Draco, pero solo para estar seguros, Y SOLO POR ESO, te daré una palabra. Una palabra que, en el momento en que la digas acabará con todo. Si la dices o no será tu decisión, pero, si la dices eso es todo, esto no se repetirá y todo volverá a la perfecta normalidad. Si no la dices, luego no hay reclamos de nada, de absolutamente nada de lo que te haga y podríamos, quizás, hasta arreglar algo para repetirlo de nuevo en otra oportunidad —sentí más que ver el movimiento de su persona hasta tenerlo delante de mí, mirándome con una profundidad y una determinación que por un momento me sorprendió—. Y, solo por si acaso, te aclaro que esto no es lo ÚNICO que quiero de ti. Te amo y no me es necesario todo esto para poder ser feliz. Quiero que entiendas que, sigas o no con esto no habrá nada que recriminarte de ninguna manera. Aprecio y valoro el que lo intentes, pero entiendo perfectamente si en algún momento es demasiado para ti ¿de acuerdo?

Y eso fue, esas malditas palabras fueron las que me derritieron como si fuera una rana de chocolate dejada a pleno sol.

Lo amaba. Tanto. Tanto que dolía.

Esas palabras fueron las que en realidad cimentaron mi determinación hasta hacía unos momentos dudosa.

Quería complacerlo y quería que me complazca.

Lo quería todo de él. Con él.

—Piensa y responde Dragón, ¿En verdad quieres seguir con esto?

No se me pasó por alto la gran preocupación que encerraba el tono así que, insertándome a mí mismo en el papel que había elegido seguir, bajé la cabeza y dócilmente respondí.

—Sí... ¿Amo? —la última palabra saliendo indecisa por entre mis labios.

—No. No 'Amo' Draco. No nada. Soy Harry ¿de acuerdo? Siempre Harry.

—Sí, Harry.


—Ven aquí —dijo en voz baja ya mostrándose diferente de la de segundos antes.

Antes de que pudiera pensar en nada más di un paso hacia él y me vi envuelto en sus brazos tan pronto lo hice. Él me abrazaba fuerte, me abrazaba como si se le fuera la vida en ello. Quizás así fuera.

Me aferré a él.

Mi constante.

Mi héroe infantil. Mi enemigo jurado.

Mi némesis adolescente y mi sueño errado.

Mi perdón. Mi inicio.

Mi amigo y soporte.

Mi amante.

Mi amado.

Conocido, compañero, novio, amante y marido.

Mi complemento.

Mi TODO.

—Te amo —dije bajito para no arruinar el momento.

—Como yo a ti, bebé.

—Te deseo. LO deseo —susurré contra su oído. Tan bajo que hasta yo tuve reparos en oírme. Sabiendo que él sabría perfectamente a que me refería con ello.

—Lo sé. Y yo te deseo a ti.

Una pausa.

Un silencio.

Un ajuste.

—Entonces tómame león. Hoy lo quiero todo de ti.

—Y lo tendrás Dragón. Lo tendrás. Tú eres mío.

—Lo soy. Tuyo. Solo tuyo.

Amé la forma en la que me miró. Diciéndome tanto con una sola mirada. Antes de estremecerme al verle cambiar justo ante mí.

Su cálida sonrisa amorosa evaporada como el viento.

La dulce mirada tierna convirtiéndose en acero blindado.

La suavidad de sus músculos tensándose hasta lo imposible por la clara anticipación.

—Ahora Dragón, ve al baño y límpiate bien a fondo para mí. Quiero todo rastro de otras manos fuera de tu cuerpo. Ahora.

Y tan pronto como esas palabras salieron de su boca mi cuerpo ya estaba girando para correr a hacer su comando. Sin pensar. Sin preocuparme por nada más.

Una orden. Una respuesta.

Un error. Un castigo.

Mi mente pronto asumió su cargo dejando solo aquello elemental a saber.

Apenas diez minutos después me hallaba saliendo de la ducha más rápida de mi vida. Haciendo en silencio absoluto mi camino hacia él... y quedándome pasmado ante la vista que me recibió al salir del cuarto de baño.

Velas. Velas flotaban y alumbraban todo el espacio con suavidad y finura.

La cama abierta y desprovista de mantas ahora. Lisa y plana. Apenas la sábana inferior de seda negra cubriendo el colchón.

Mi mirada más bien fija en los elementos que de pronto se mostraban orgullosos en la normalmente mesa de noche. Una varilla. Una paleta. Un dildo... -tragué saliva-, y unas finas cuerdas... muchas cuerdas.

—Veo que has visto los juguetes para hoy Dragón. Puedo asegurarte que voy a encargarme de que disfrutes de cada uno de ellos. Ahora bien —dijo saliendo de las sombras donde aparentemente se había refugiado—... quítate esa toalla y ponte de rodillas.

La evidencia de mi deseo expuesta y creciente al sonido de aquellas palabras.

—Bien, bien. Hermoso como siempre Dragón.

Mi boca se hizo agua, literalmente, cuando lo vi venir hacia mí con un paso ágil y gatuno. Dejando a mi vista su nueva -y muy exquisita-, vestimenta. Apnas unos pantalones que más bien parecían calzas, de cuero negro y brillante. Apenas sostenidos por aquellos duros y llamativos huesos de la cadera.

Gemí, o al menos quise hacerlo. Me recordé a mí mismo no hacer sonido alguno. Quería agradar a mi 'señor'. Harry era mi señor aunque el muy terco lo negara a muerte. No me importaba, era mi mente y así lo llamaría.

—Primero lo primero.

Estirando su mano le vi convocar el pequeño dildo rojo a su mano. Maldito bastardo, sabía como me ponía el verlo hacer esos pequeños trucos de poder puro.

—Chúpalo.

Lo hice. De inmediato. Lamí y chupé todo el pequeño artefacto. Humedeciéndolo lo más que podía al saber que eso sería todo el lubricante que tendría antes de que lo pusiera en mí.

Chorreaba de saliva para cuando mi señor dijo que había terminado con él.

Mi polla ya dolorosamente dura se sentía pesada bailando entre mis piernas. Sumamente interesada en todo aquello sabía vendría después.

—Póntelo. De una sola vez.

Gemí por lo bajo. Él se rió.

'Maldito desgraciado' -pensé para mí. Secretamente disfrutando de verlo así.

Miré medio con recelo la cosa ahora en mis manos. No era 'pequeño' exactamente. Quizás solo ligeramente menor a un pene promedio. Texturado. Rugoso. Frío.

Tomé una gran bocanada de aire y abrí un poco más mis piernas. Sabía que dolería. Sabía que él me estaba haciendo pagar por todo lo de esta noche sin querer ponerme una mano encima por ello aún.

—Sí, abre tus rodillas y déjate caer sobre él. Grita para mí dragón.

Lo hice. Mis rodillas y muslos temblaban por la fuerza de control que hacía de ellos para seguir descendiendo cuando lo que mi cuerpo pedía era todo lo contrario. Dolía. Con un infierno que dolía. La saliva se estaba secando y sabía que si no me apresuraba dolería aún más así que, mordiendo mi mejilla y abriendo mis nalgas con ambas manos me dejé caer sobre el juguete con un ruido sordo. Lanzando un grito ronco en cuanto el anillo de músculos fue brutalmente traspasado.

Jadeé con pesadez y me quedé muy quieto mientras intentaba regularizar la respiración y acallar mis quejidos de molestia y dolor.

—Mmm... Eres todo un espectáculo Dragón. Todo un espectáculo. Bien. Levántate ahora y quédate muy quieto.

Hice lo que me dijo apretando los labios cuando el movimiento no solo me torturaba dentro sino también fuera por lo anteriormente lastimado.

—Las manos unidas en la espalda. Sí, así. Verás, sabiendo que tarde o temprano buscarías algo de esto, me he tomado el trabajo de investigar un poco de antemano. Haré un nudo creativo no te preocupes.

Y ese fue todo el aviso. Para cuando me quise dar cuenta, no solo mis muñecas estabas atadas, sino que también lo estaban mis antebrazos tirados hacia atrás y sintiendo las cuerdas pasar por mi estómago e ingle. Incluso había una severa vuelta rodeando la base de mi polla junto con mis bolas de manera casi dolorosa. Era apretado. Apretado y tirante.

—Oh sí. Hermoso. Sencillamente hermoso Dragón. Ven. Mírate —dijo antes de evocar un espejo de cuerpo entero así, de la mismísima nada delante de mí.

Me veía... corrompido. Me veía... contenido. Las cuerdas representaban un mundo de cosas para mí que ni siquiera había sabido hasta entonces. Ataduras. Liberación. Opciones. Decisiones. Él. Yo.

Mi miembro se veía hinchado y muy rojo ya, apretado contra el saco tenso de mis testículos. Incluso podía ver como una solitaria perla de mi deseo se escurría por entre el pliegue que cubría hasta ahora mi glande.

Joder...

—Sí, Dragón, eres un verdadero pecado andante, rubio pomposo. Sé que amas mirarte. Así que lo seguirás haciendo un rato más...

Tembloroso, me quedé allí parado, aún mirándome. Aún embelesado a mi propia visión.

O al menos eso fue hasta que sentí sus duras manos recorrer la línea de las vértebras de mi espalda hasta perderse como si nada en la raja entre mis nalgas. Aspiré profundo ante la fuerte sensación.

Aparentemente me había perdido demasiado en mi reflejo porque, cuando miré en él más allá de mí pude notar que ahora tenía detrás de mí uno de los cómodos sillones que solemos dejar frente al fuego de la chimenea... y a un muy depravado Potter sentado ya en él.

Merlín...

—Ven aquí Dragón. Es hora de que tu castigo comience...

Mierda.

Emocionado. Aterrado. Excitado. Dolorido. Necesitado. Así estaba y me sentía con cada paso pequeño que hacia él daba.

—Túmbate sobre mis rodillas Dragón... has sido un chico muy travieso hoy.

¡Oh, por Merlín, Morgana y la corte!

Mi corazón latía ya desbocado en mi pecho. Mi respiración era tan solo una burla superficial.

Mi cabeza era un caos.

Quiero y no quiero.

Lo necesito pero tengo miedo.

Lo deseo y eso me aterra.

Lo anhelo y...

Era él.

Era mi Harry.

Cualquier duda quedó lejana después de darme cuenta una vez más de mi propia estupidez. Mi maldito moreno San Potter nunca me haría doler demás.

Confiado, seguí ya seguro hacia donde él se hallaba y con cuidado de no caer -porque ni modo que me dejara hacer el ridículo justo ahora-, comencé a dejarme caer de manera transversal sobre sus rodillas. Mi estómago firme sobre sus muslos calientes. Mi flanco consciente de la dureza contra él. Mi culo expuesto a lo que se quisiera de él.

Temblé.

Ansiedad y anticipación corriendo por mis venas.

—Oh, Dragón. No sabes... No tienes idea de cuanto me calienta el verte así. Duro, necesitado. Rendido y atado. Por mí. Joder... eres todo un reto, eso es seguro.

Sentí su mano grande y pesada comenzar a sobar casi diría con reverencia las suaves y pálidas mejillas de mi trasero, apenas segundos antes de que, sorpresivamente, cayera sobre ellas una palmada rápida, dura y certera que sin poder evitarlo me hizo gritar.

—Esa fue por intentar poner mi control a prueba, Dragón.

Reprimí un quejido y un gemido por igual. No sabía cual de los dos debería soltar. El golpe dolía, pero el balanceo que provocaba en mi cuerpo hizo que mi pesada y llorosa erección se rozara increíblemente con el duro muslo junto con que el bendito dildo dentro de mí rozara sobre superficial y demasiado suavemente mi muy ansiosa próstata, y eso fue... glorioso. Puro placer en medio del dolor. Mierda... y esto solo empezaba.

Palmada.

Roce húmedo, movimiento dentro.

—Esa fue por dejarme solo por la mayor parte de la noche por tus rebuscados planes.

Palmada.

¡Joder! Arrg. Vaya que tenía pesada la maldita mano el auror. Esta vez la mano en mi espalda evitó el ansiado roce... y eso fue lo peor. Necesitaba el estímulo para olvidar el picor y la molestia y dolor creciente.

—Esa fue por hacerme enojar adrede antes de salir a la maldita fiesta.

Merlín. Mi trasero se sentía caliente. Picaba y latía ya mientras que mi pene lloraba por apenas un simple roce en mi punta y mi culo se crispaba y contraía por un roce más en mi botón de nervios.

Palmada.

Oh sí, la punta húmeda resbalaba contra el vello de su pierna.

—Esta fue por provocarme, por tentarme tan malditamente mal.

Palmada. Y fue una tan fuerte que de nuevo no pude controlar el grito que escapó de mi boca reseca como si solo fuera arrancado de mí.

Palmada. Palmada. Palmada.

Oh, por Merlín. Era el cielo y el infierno. Casi me egó el placer de sentir mi próstata machacada con fuerza con cada una de ellas.

—Esas fueron por darme celos. Por dejarte tocar... Por dejr que me cuestione mi real dominio sobre ti...

La última parte fue solo un susurro.

La última parte fue lo que me hizo congelar la piel.

El placer y el dolor de pronto eran ya insensibles en mi piel.

—¡NO!

Sabía lo que quería decir con eso. Tuve razón entonces en creer que él podría realmente malinterpretar todo más allá.

Terror corría por mis venas. Mi respiración se hizo aún más trabajosa y entrecortada.

Tenía que hacerle entender que...

—¡SILENCIO DRAGÓN! —gritó el secamente descargando una vez más una muy fuerte mano sobre mi trasero doliente. Ya no lo sobaba. El picor/dolor era continuo. Creciente. Y, a pesar de ello el placer se asomaba—. Y sí, me has hecho preguntarme, cuestionarme muchas cosas esta noche. Me has hecho dudar —susurró antes de que su mano implacable descendiera una vez más—... Y esta es por no hablar conmigo de tus deseos... aún sabiendo que yo daría todo por ti, sin importar lo que fuese.

¡Oh Mierda!

Esa última fue... Y sus palabras.

Dolían. Ambas.

Era todo.

Era el dolor de su mano. La culpa de sus palabras. El control de mi cuerpo. El placer negado, apenas brindado...

Gemí. Un gemido gutural, ronco y profundo.

Sentimientos, emociones y palabras mezcladas todos muy dentro de mí.

—Querías ceder tu entero control y yo estoy encantado de tomarlo. Solo espero que no te arrepientas luego, Dragón. Solo eso.

—Confío en ti Harry —susurré con voz ahogada sabiendo de antemano que llegaría un nuevo castigo por ello. No me importaba. No ahora. Ahora era el momento de decirle algo para que él solo volviera a su papel. Para que se entregara también. Ya hablarían mejor luego. Ya hablarían de todo y aún más. Ahora...

—¿Lo haces adrede cierto, Dragón? Amas tus castigos ¿no?

Reprimí una muy sarcástica respuesta que tenía en la punta de la lengua sintiendo en el aire el cambio en la magia y el sonido de algo rasgar el aire sobre mí. Sin embargo, desde mi vergonzosa posición no podía ver nada más allá de su abdomen o rodillas.

—Has tenido diez palmadas suaves para preparar tu piel. Ahora tendrás diez azotes leves y luego diez palmadas de verdad, Dragón y contarás cada uno de ellos en voz alta y clara ¿entendido?

—Sí, Harry.

Temblé por dentro como una hoja en invierno. Mierda. Mierdamierdamierda. Si ya dolía como la gran puta no estaba realmente seguro de poder soportar aquello tan valientemente como hasta ahora.

Pero lo haría -me dije a mí mismo-. Tenía que hacerlo. Yo mismo me lo había buscado ¿no?

Y el castigo comenzó al fin...

—Uno...

—Siete...

—Dieeeez...

Grité ahogadamente en el último toque de aquella varilla que tan inocente parecía pero que tan malvada se sentía.

Una mano cálida se posó tentadoramente sobre mi coxis haciéndome gemir por el puro gusto de la suavidad del toque.

Era puro dolor ahora. Y no había placer sentido. La varilla había sido demasiado certera en sus movimientos como para provocar grandes cosas. Mi propio movimiento fue restringido por una de sus manos en mi espalda baja. Negándome el roce. Negándome todo.

—Hermoso... Oh, Merlín, estás tan hermoso. Mírate, Dragón. Mira como tu trasero reluce orgulloso su color. Todo rojo... empapado de sudor y temblando de dolor. Mira tus brazos. Atados. Perfectos. Hinchados por la sangre corriendo en ellos.

Gemí de nuevo. Sus palabras me calentaban más allá de lo que estaba dispuesto a admitir.

—Solo una tanda más y te follaré tan mal, tan tan mal Dragón que no pararé hasta asegurarme de que luego no puedas ni caminar. Te voy a zurrar duro y rápido para luego follar este culito de ensueño que tienes. Voy a clavarme tan hondo que con cada golpe sientas mis pelotas contra las tuyas y mi choque te haga doler. Merlín, ya casi no puedo esperar...

¡Oh por Merlín, Circe y Morgana!

Su voz. Su voz era como nunca antes la hube escuchado. Era ronca y profunda. Era oscura y caliente como el mismísimo infierno. Era control y dominio puro.

Era MÍA.

—Pero primero... sé lo mucho que te ha gustado tener este pequeño amiguito allí para socavar el dolor. Pero ahora es hora de que lo quite. Es hora de que sientas la mismas ansias y necesidad que me carcomen.

Casi le grito. Casi.

De un solo tirón el maldito león depravado me quitó aquel artefacto de mí. Y dolió como la gran puta he de admitir. Pero lo peor. Lo peor vino inmediatamente después.

Era el vacío que dejó.

La sensación de querer algo ¡Lo que fuera! dentro de mí. Ya. Ahora. ALGO.

Gruñí. Lo quería ahora. Quería que me tome. Quería eso ahora. YA. Lo quería dentro. Lo quería enterrado en lo más profundo de mí. Haciéndome gritar. Haciéndome doler. No me importaba. Lo necesitaba más que el aire que precariamente respiraba.

Y una cruda dureza descendió entonces una vez más sobre mí haciéndome gritar a la vez que contaba por última vez... al menos por hoy.

—¡DIEEEZ!

Apenas nanosegundos después de soltar esa palabra, sentí mi cuerpo tomarse bruscamente poniéndome en vertical antes de sentirme caer sin saber bien cómo, dónde o porqué. Mi mente se hallaba turbada y nubosa después de todos esos maravillosos y a la vez malditos azotes. La adrenalina viajando por mi cuerpo pero descendiendo de manera alarmante por momentos.

Cuando finalmente pude enfocar tanto mi mente como mi vista en mi penosa situación actual, casi grito del shock.

Claro, todavía podría haberlo hecho si no fuera por el pequeño gran hecho de que tuve que gritar por algo muy condenadamente diferente.

¡Joder!

Harry no solo me había parado y echado al duro piso debajo de mí, sino que en realidad era él quien había caído conmigo, dejándome así a su propia merced. Abierto de par en par apenas apoyado en su regazo para su plena disposición.

Mierda.

Dolor corría como nunca por mi espalda y piernas. Solo el entumecimiento parecía frenar en mi mente el dolor bestial que en realidad ya debería de estar sintiendo en mi trasero y cuádriceps.

Era como si hubiera escalado una montaña cargando un peso muerto y en un tiempo récord.

Arrg. Merlín.

Pero lo valía. El ver esa mirada de deseo puro y extremo en él... el ver ese tipo de deseo animal y primario, por MÍ.

Oh, solo esa mirada ya estaba haciendo nuevas maravillas a mi cuerpo gastado.

La necesidad de liberación era dolorosa.

Mi pene en ningún momento abandonó su carga y estaba completamente estrangulado por la cuerda y el deseo.

Sin embargo todo eso careció de sentido cuando pude sentir como él quedaba firmemente plantado de rodillas en el piso por debajo de mí, antes de verme inducido duramente hacia abajo. Hacia él. Justo hacia su duro eje enhiesto que parecía estar naturalmente alineado a mí abusado agujero.

Joder, dolía.

Mi grito debió de escucharse hasta el mismísimo pico del Himalaya si el estúpido león no hubo puesto hechizos silenciadores antes de todo esto.

Cosa que dudaba. De en serio, el tipo era el perfecto auror. Mierda ¿Y por qué demonios estaba pensando en esto ahora? Ah sí, cierto ¡Para parar de pensar por un puto minuto de lo mucho que dolía sentirse partido en dos! ¡Puta madre! Oh, Mierda. Joder. Oh, Potter, me debes una, enoooorme, gigante... Joder...

Tuve solo un segundo más para acostumbrarme a la intrusión antes de verme levantado y vuelto a bajar sobre el demasiado duro falo.

Por suerte esta vez me vi mínimamente recompensado con el duro apriete de su suave y húmedo glande en el mismo centro de mi próstata.

Placer corrió como lava por mis venas al sentir aquello.

Dolor mitigó un poco su paso cuando finalmente la estocada terminó y mi trasero 'golpeó' sus muslos en todo su esplendor.

Juro que quise llorar. Era demasiado.

La carne estaba terriblemente sensible. Mi culo se sentía hervir en carne viva y mi interior no estaba mucho mejor después del abuso del maldito juguete que tuve enterrado por lo que parecieron horas dentro de mí.

Cada pequeño roce era una plena tortura en todo derecho.

Grité.

Mucho.

Grité cuando se enterró y grité cuando salió.

Era agonía sin diluir.

Dolía. Y lo quería. Lo quería todo de él.

Quería el placer. Quería el dolor. Quería el control.

No podía hacer nada más que yacer allí y dejarme ser y hacer lo que él quisiera que haga.

Él simplemente sentado con las rodillas juntas y los talones en su trasero hermoso. Con sus brazos fuertes y musculosos -tras todo el entrenamiento auror y unas cuantas pociones reconstituyentes muscular de mi propia cosecha-, sosteniendo todo el tiempo mi cuerpo por el control de mis caderas.

No hubo demoras. No hubo nada.

Sus estocadas eran directas y profundas. Cada una de ellas arrancando gemidos, gritos y quejidos por igual de mí.

Mi cuerpo arqueado y contorsionado casi imposiblemente al darme por vencido y dejar caer mi espalda hacia atrás al darme cuenta de que ya no sentía las fuerzas necesarias para mantenerme erguido ante él. Y aún así disfrutando del hecho de que en esta medio incómoda posición resultaba que el ángulo en el que golpeaba mi punto dulce solo era mayor. Más fuerte. Más directo. Más duro. Solo más.

Perdí la cuenta de sus golpes en mí después de la quinta estocada.

Me dolía todo y apenas podía pensar.

Era vagamente consciente de comenzar a oírme rogar. No sé bien para qué exactamente pero lo hacía. No sé si rogaba porque parara o porque no lo hiciera. No sé si rogaba porque me dejase venir o porque solo siguiera.

Mis manos tocaron por fin el piso tras de mí y sentí como enseguida mi postura cambiaba. Ahora él tomaba mis tobillos y los colocaba al lado de sus mejillas, besándolos intermitentemente antes de volverse a clavar en mí.

Estaba seguro de que lucía patético por ahora. Todo despatarrado en el piso en medio de su propio charco de babas y sudores. Siendo clavado una y otra y otra vez por el animal en celo que aparentemente tenía por marido.

Mi trasero parecía haberse anestesiado después de tanto abuso suyo. Bueno, eso al menos era una pequeña clama ¿cierto?

El placer de mi centro nunca dejándome ceder...

Y, después de lo que pareció una eternidad, no pude retenerme más, simplemente mi cuerpo ROGABA por acabar.

Y lo hice. A pesar de las cuerdas. A pesar del dolor que me provocaba hacerlo.

Incluso yo mismo estaba incrédulo al ver lo que estaba sucediendo.

Como un río formado lágrima a lágrima, mi polla estaba largando finalmente su semen en mi propio estómago. Lenta pero inexorablemente. Implacable. Haciéndome gritar una y otra y otra vez con cada gota que era cruelmente exprimida de mí.

—Oh sí... Sí Dragón, sí. Joder... Tan hermoso. Mírate amor. Oh sí, joder, ¡OH! ¡Mierda! Joder, joder, ¡joder! —le escuché repetir como un eco lejano mientras sentía gotas y gotas ceder de mí antes de sentirme inundado por un río caliente que sabía era su propia esperma bañándome de él.

Con pleno cansancio sentí como su magia se activaba con apenas un distraído pase de su mano y como por fin las cuerdas se desvanecían de mí. Sorprendiéndome a mí mismo cuando una nueva descarga blanca se vio escupida de la punta de mi falo aún duro de una manera que en cualquier otro momento me hubiera resultado vergonzoso teniendo en cuenta que un poco de mi leche nos bañó a ambos e incluso un par de gotas vinieron fácilmente descansando cerca de mis ojos y boca.

No daba para más.

Sencillamente me rendí y me dejé caer una vez más a su seguro cuidado de mí. Desconectándome del mundo al plácido sueño reparador.

.

Parpadeé adormilado al sentir la humedad clara del agua abrazarme.

—Por fin despiertas amor. Estaba comenzando a preocuparme —dijo su voz sedosa y profunda desde detrás de mí.

Todo a mi alrededor olía a jazmines y lilas. Mis esencias favoritas a la hora de un baño de tina. Tal y como mi moreno sabía que adoraba.

El agua estaba tibia y espléndida contra mi piel. Acariciando y curándome un poco los magullones que estaba seguro tenía en mí.

No que me importara realmente.

A pesar de mis pobres flaqueos la noche había estado espectacular.

Había sido... intenso, y eso era decirlo suave. Lo había sido todo.

Su control. Mi rendición.

Nuestro placer.

—Te amo —susurré por lo bajo. Apenas girando mi rostro desde donde estaba para cepillar con mis labios su dura mandíbula.

Sentí su suspiro calentándome la piel y supe que era lo correcto a decir. Mi estúpido Griffindor necesitaba una confirmación de que aún a pesar de lo hecho todo entre nosotros estaba bien. Idiota cara rajada. MI muy estúpido e idiota dulce cara rajada.

—Te amo también Dragón... —dijo antes de interrumpirse al escucharme reír por lo bajo.

—No hay manera en el infierno en que vuelva a escuchar ese apodo sin tener segundas intenciones —dije como respuesta a su ceja alzada. Maldito imitador. Ese era MI gesto. Hhmm.

—Pues veremos cuanto te aguantas... Dragón...

Gemí. Me dolía todo es cierto, pero eso no quitaba lo caliente que me ponían los recuerdos aún frescos en mi memoria. Una memoria muy precisa y selectiva.

Él rió y yo bufé.

—Pues veremos también cuanto te aguantas en darme otro castigo 'amor'.

—¡No te atrevas a volver a jugar conmigo como en la fiesta Draco!

Oh. Cierto. Punto sensible aquí. Mmm...

—No lo haría Harry. Lo sabes. Eso fue... estúpido, lo admito ¿de acuerdo? Te amo demasiado como para hacer esa estupidez otra vez ¿sí?... Yo solo, ya sabes, quería... pero, mmm... bueno...

Su frente cayó de golpe sobre mi hombro y mi mano voló automáticamente a su nuca acercándolo así más contra mí.

—Tenemos que hablar de lo que queremos y lo que no ¿de acuerdo?

—Por supuesto. Es lo mejor, lo sé. Y sé que deberíamos de haberlo hecho antes también pero ¿sabes? No me arrepiento de nada Harry. Amé todo lo que hiciste a pesar de que por meros segundos a veces dudara. Que no era de ti amor, era de mí mismo. Dudaba de poder aceptar aquello que tanto deseaba y había incluso buscado. Pero lo quería. Lo quiero y...

—... Y un Malfoy siempre tiene lo que quiere.

—Ahh, me conoces taaan bien querido.

—Por supuesto mi rubio, por supuesto ¿Cómo podría complacer tus caprichos sino?

Sonreí.

Mi 'héroe'.

Mi TODO.

Sí, ¿Cómo podría sino?

La sonrisa en mi rostro quedaría tatuada en mí estaba seguro... estaba seguro en más de un sentido.

Finalmente. ESTE Malfoy, lo tenía todo.

(¯`v´¯)
`*.¸.*´

..:: Fin ::..

Nada más que decir excepto GRACIAS por pasar y leer, por agregar y comentar a quienes se tomen el tiempo de hacerlo.

Es una alegría para mí terminar un proyecto más.

Con todo el cariño les digo... NOS LEEMOS EN OTROS! XP

BESOS Y CUÍDENSE

*GUADA*

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