9 de marzo de 2012
El problema de mi sexóloga... Capítulo 26
“Enfrentando pasados, enlazando futuros”
JPOV.:
― ¿Quién es Vanessa? ―preguntó de pronto.
Mi respiración se cortó de golpe, me sentí ahogado,
aturdido… Temeroso ¿Por qué Edward tuvo que hablar de ello justo ahora? Lo sé,
parezco, NO, soy un maldito hipócrita; pidiendo saber todo de ella, incluso sus
más grandes y jodidos secretos y yo simplemente no quiero hablarle de mi
estúpido desengaño amoroso ¡JODER! No es que no quiera, bueno sí, quizás un
poco, más bien el hecho era que no podía. “Ella” era como una especie de tabú
para mí. No quería recordar ya que el hacerlo significaba que toda la mierda
que sentí en aquel entonces volviera a mí casi con la misma intensidad.
― ¿Jake? ―preguntó Edward mirándome nervioso con el teléfono
en la mano.
―Entiendo si no quieres decirme ―susurró ella alejándose un
poco de mí.
Me dolió que lo hiciera, pero la entendía ¿Cómo confiar en
alguien del que sabes poco y nada, y del que encima cuando preguntas se cierra
en sí?
Me sentía entre la espada y la pared.
Estaba entre afrontar y exponer la herida con el dolor que
ello conllevara, o callar, y así perder algo que podría llegar a ser
completamente real antes de incluso tenerlo.
Uff, mierda, me oía como todo un jodido marica. Quería
gritar, quería esconderme, pero no lo hice. Tomé una gran bocanada de aire
–antes de que me diera algo por aquella falta de oxígeno y apoyé mis antebrazos
sobre mis rodillas, echando todo mi cuerpo –de pronto agotado- hacia adelante,
intentando casi de manera inconsciente ocultar la vergüenza. Exhalé lentamente.
―De acuerdo ¿Qué quieres saber? ―preguntó incómodo.
―Nada ―respondió ella. Obviamente la miré de manera
automática ¿De qué iba todo esto?
― ¿Entonces? ―pregunté nuevamente apenas mirándola.. La vi
medio de perfil como se encogía de hombros mientras se abrazaba las piernas.
―Eso. Nada. No quiero saber nada que no estés tú dispuesto a
decirme. Obviamente no estás… preparado o dispuesto aún a hablar de ello, así
que creo que quizás hasta sea mejor no saberlo.
Me quedé mudo ¿Qué demonios se suponía que debía responder a
aquello? ¿Cómo…?
―Jacob, ya… Tienes que soltarlo. Déjalo ir amor.
Amor ¿Amor? Sí, Ed era mi amor, el hombre que amaba con cada
minúscula fibra, célula y átomo de mi ser. Mi soporte; mi consorte. Él lo era
todo. Entonces –y solo entonces- fue que el dolor en el centro de mi pecho ante
la ráfaga impetuosa de recuerdos, al fin amainó, tal y como el tras desbordar,
poco a poco vuelve a su cauce. Sí, el dolor cesó, porque… Sí, ciertamente
Edward era mi amor, y ella… ella fue tan solo una idealización… un sueño, una
cruel ilusión ¿Y lo peor? Que fue mi propia mente la que me engañó.
―Ella… ―comencé, volviendo con una precisa y espantosa
nitidez al pasado― Vanessa, ―sí, lo dije, hacía tanto que su nombre era hiel en
mi boca, hacía tanto que no la nombraba. Pude ver como Edward desde donde
estaba cerca de la puerta me miraba asombrado, más no dijo nada, tan solo se
metió en la cocina dándonos a ambos nuestro espacio… un espacio que yo sabía
crearía vínculos mucho más allá y que, sinceramente, no sabía si valían la
pena; pero a los que al menos estaba dispuesto a jugarme. Necesitaba al fin
ponerle un alto al pasado.― Ella fue mi novia desde el último año en el
instituto. Nuestra relación fue de casi seis años. Obviamente tuvimos nuestros
buenos y malos momentos, pero, como era de esperarse, tras tanto tiempo juntos…
Bueno, creo que el problema principal fue que mi muy cerrada mente ya había
trazado todo un plan de vida y… fue como todo, cuanta más altura, mayor es la
caída; bueno digamos que yo caí demasiado alto para mi propio bien. Como sea,
tras cinco años, pequeñas cosas comenzaron a cambiar de manera evidente y yo,
aun así, no quise ver, no quise entender más allá de mí ―ahora las palabras
salían solas. Como si de pronto se hubiera abierto una compuerta que siempre
había estado bajo presión dentro de mí.― En fin, mi plan estaba tal y como yo
lo había imaginado ¡Era todo tan, predecible! ―exclamé como atontado― Ir a la
misma universidad, hacer amigos en común, salir los sábados, pasar a vivir
juntos… Todo; todo, hasta llegar al punto de poner fecha. Enviamos las
invitaciones, alquilamos un pequeño salón e hicimos cualquier cosa que fuera
pertinente para llevar al fin al cabo nuestra boda. Era casi como algo
robótico; vivíamos juntos hacía ya cuatro años y habíamos conseguido terminar
nuestras carreras a la par así que ya no veíamos impedimento para retrasarlo
más. Era como si simplemente estuviéramos siendo testigos de como veíamos y
seguíamos un cronograma ―dije percatándome entonces de aquel triste detalle―.
No aburriré con detalles… Lo importante en verdad sucedió en el mismo día de la
víspera, día en que yo esperaba que fuera uno de los más felices de mi vida, y
que en realidad terminó convirtiéndose en una especie de trauma para mí por
demasiado tiempo.
*Flashback*
―Joder! ¡Qué nervios! ¿Por qué putas estoy tan nervioso? ―le
pregunté a Ed quien me veía con una estúpida
sonrisa en su rostro inmaculado. Él rio aún más fuerte.
―Pues lo cierto es que no lo sé. Se supone que la que debe
de estar nerviosa es la novia ¿No? ―gruñí
Necesitaba verla, hablarle al menos. Nessie, mi Nessie es la
única capaz de calmarme un poco en un momento como este. Además, me valen las
supersticiones, pensé mientras trazaba en mi ingeniosa cabecilla un plan.
―Ok, no sé ni porqué te pregunté ¿Qué acaso no tienes que ir
yendo a tu lugar y eso? ―pregunté sarcástico mientras con manos medio
temblorosas que intentaba ocultar a los ojos de aquel que se burlaba de mi
pequeño tormento, me acomodaba las mangas del estúpido esmoquin.
―No, debo de esperarte a ti para eso ―bufé. Tenía que
quitármelo de encima a como de lugar.
―Bien, ya falta poco. Hazme un favor Ed, ve a mi coche…
detrás del asiento trasero hay una pequeña botella de whisky añejo ―hice una
mueca―, necesito relajarme.
Edward me observó durante unos instantes mientras yo me
contenía con fuerza para no removerme ante su mirada penetrante de manera
nerviosa y delatora. Finalmente –luego de lo que pareció una puta eternidad-
suspiró y asintió antes de irse. Perfecto.
Salí con sigilo al pasillo, escuchando de fondo una cantidad
atronadora de murmullos de la gente que ya estaba reunida y aglomerándose en
aquella pequeña y hermosa iglesia tan antigua que no sabía como es que seguía
en pie. Mis pies sin ninguna demanda ni demora me llevaron corriendo hacia
donde yo sabía que ella estaba preparándose para el gran momento. Con una
ansiedad verdaderamente agobiante, fue que tuve que frenar en seco al ver a sus
padres –mis futuros suegros-, salir e allí mientras la madre la despedía entre
lágrimas y el padre le dedicaba una tierna sonrisa. Yo tan solo atiné a
ocultarme en la primera puerta que tuve a mano, que resultó no ser otra que la
anterior a la suya. Me pegué contra la pared, cual crío en mitad de una
travesura, para no ser pillado y esperé tratando de acompasar mi respiración
hasta que los viejos se alejaran por aquel largo pasillo. A punto de salir de
aquella sala tan pulcra e inmaculada unos leves pero atrayentes murmullos
captaron mi atención.
Una puerta, que casi parecía mimetizada con la pared, se
hallaba al fondo, justo a la pared que hacía conexión con la habitación de mi
dama. Corrí hasta allí abriendo muy despacio, girando con cuidado el picaporte
dorado. En un leve microsegundo me alarmé de la forma tan extraña que mi
corazón latía ¿Por qué late así? Tan solo parecía como si una descarga
explosiva de adrenalina me recorriera; mas no le di atención. Quería
sorprenderla con un fuerte abrazo y un beso apasionado que de seguro no
quedaría bien en frente de toda aquella gente reunida en un lugar tan sagrado…
pero una palabra, tan solo una palabra captada en una frase tremenda fue lo que
me dejó estático en aquel lugar. Me hallaba atrapado en mi propia travesura.
La voz de una mujer se escuchó retumbar fuerte y claro en
mis oídos en aquel momento. Y algo previo a sus palabras preparó a mi cuerpo
para contener el miedo, y más, mucho más.
―Pero Nessie ¡No es su bebé! ―¿Bebé?
―Lo sé Gia, ¡Lo sé! Y en cuanto le diga él también lo sabrá
―dijo mi futura esposa con voz ahogada― ¡Pero, maldita sea, mira donde estoy!
Ya no hay vuelta atrás ―dijo de pronto llorando―. No quiero casarme pero, mi
bebé… Mi bebé necesita una familia. Pensé que Nahuel estaría feliz con la
noticia, que al fin me diría de irnos juntos… pero, él tan solo me dijo que era
una estúpida, que como quería que tuviéramos un bebé si apenas y nos alcanzaba
para pagar las horas en aquel maldito motel ¡Por Dios! ¡Si hasta me dijo que me
lo quitara! No pude, no pude… Lo intenté Gia ―la otra mujer emitió un gemido
ahogado para luego taparse la boca ante tal impactante confesión―. Sí, lo
intenté, averigüe, hice una cita, quité plata de lo que se debía gastar para la
fiesta y llegué allí… Y no pude, no pude Gia. Es mi bebé ¿Cómo podría hacerle
eso a él? Él no tiene la culpa de mis errores.
Mi cuerpo estaba agarrotado. Cada palabra se sentía como si
un hierro candente se incrustara en alguna parte de mi cuerpo; sobre todo, muy
pero muy cerca de mi pecho. No podía respirar, me sentía ahogar, asfixiar ¡Dios
no! ¿Cómo? ¿Por qué? ¿Cuándo? ¡Nooo! Mi mente traicionera me ofreció miles de
situaciones con un acompañante de rostro borroso, miles de lugares, miles de
esperas de mi parte… Miles de palabras dichas entre las paredes de un viejo
motel de y para la que siempre creí, mi pequeña.
―Tampoco es culpa de Jake Ness ―dijo Gia trayéndome de
regreso a mi horrorosa realidad.
― ¡Y tú crees que no lo sé! Pero, si te soy completamente
sincera, sí lo es, en parte… ¡Dios! Hace meses, quizás más, que no hacemos el
amor como cuando la primera vez. Y el último ‘polvo’ fue hace más de tres
meses, ya no es lo mismo. Ya no lo amo ―escuché con dolor decir en un susurro
que me desgarraba de manera lenta y tremenda―, y no creo que él lo haga
tampoco. Es como, una costumbre ya… y yo no quiero eso, no quería eso. No me
estoy excusando pero… cuando accedí a Nahuel fue… Gia, entiéndeme por favor,
necesitaba sentirme mujer otra vez, necesitaba sentirme deseada, querida…
amada. A Jake lo quiero, siempre lo haré, pero no lo amo. En estos momentos
Jacob es para mí como un amigo, casi un hermano para mí. Y a Nahuel, a pesar de
todo, lo amo. Lo amo con cada milímetro de mí, con cada respiración que doy.
Nahuel despertó en mí mis más oscuros deseos, despertó mi pasión, mi amor
infinito e ilimitado.
―Te desconozco Vanessa. Puedo llegar a entender que te hayas
enamorado de ese tal Nahuel pero, jamás, jamás te creí capaz de engañar a Jacob
en algo así, ¡En algo tan importante! Queriéndole meter un hijo de otro
solamente para no quedarte sola; porque, como yo lo veo, ese es el fin que rige
todo aquí, eso es lo único que buscas ¡Ni siquiera has intentado decírselo!
¿Cómo crees que se sentiré cuando des a luz dentro de poco más de siete meses a
un perfecto niño de nueve? ¿Cómo crees que se sentirá cuando se dé cuenta el
tiempo que lo has tenido engañado? ¿Crees que será bonito verlo encariñarse con
el vientre del que creerá lleva a su hijo y luego sepa que era el bebé de otro
a quien amaba?
― ¡Basta! ¡No quiero escucharte! ¡Él me perdonará! Lo sé. Y
yo ya no le seré infiel nunca más. A Nahuel ya no lo volveré a ver, no le
importo, pero él a mí sí… así que ya no seré de nadie más de que mi esposo en
ley.
― ¡Le serás infiel cada día, cada segundo pensado y amando a
otro así le entregues tu cuerpo Nessie! ¿No lo ves? Todos serán infelices. Tú
amando a otro, Jacob engañado y un bebé que con el tiempo –si es que esto dura
tanto- sentirá que algo está mal. ¡Y tus padres! ¿Sabes como se pondrán cuando
lo sepan verdad?
― ¡Calla! ¡No lo será! No lo seremos Haré lo que sea para
que Jake y mi bebé sean felices… ¡Y mis padres nunca lo sabrán! ¡NUNCA!
―Pero tú crees…
Y los gritos comenzaron a elevarse pero yo ya no escuchaba.
Destruido, así me sentía. Estaba a la deriva, cada cosa o
pensamiento a futuro que mi maldita mente había creado, se esfumaba lentamente
como polvo con el viento. Todo había desaparecido. Lo único que ocupaba ahora
mis sentidos era el eco de sus palabras, clavadas cual alfileres por mi cuerpo.
No sé como fue que llegué al cuarto que tenía designado; no
sé ni como mierda me despegué de allí. Pero lo hice; y ahora, aquí estaba,
sentado en una silla medio desgastada por el uso, mirando fijamente el símbolo
de unión que movía entre mis dedos. Aquella alianza que compré tan emocionado,
tan ilusionado y soñador, y que ahora odiaba con todas mis fuerzas por ser el
símbolo de todas las promesas rotas y los sueños perdidos.
¿Qué hago? ¿Por qué? ¿Cómo?
La odio.
Maldita sea ¿Por qué? Perra ¿Y el bebé? ¿Quién mierda era
Nahuel? La odio ¿Qué hago? ¿Qué hago? Dios…
Todas aquellas preguntas, sentimientos se arremolinaban en
mi mente hasta casi dejarme mareado, parecía un disco rayado; rayado y dañado.
Una mano en mi hombro me sobresaltó.
― ¡Hey! ¿Qué pasó? ¿Por qué lloras? ―preguntó de golpe al
verme de frente ¿Estaba llorando?― ¡¿Qué
mierda tienes?! ―dijo apoyando su mano nuevamente en mi hombro –un poco más
fuerte esta vez-. Y me quebré. Lo tomé de no sé bien donde y lo atraje a mí
para abrazarlo, o más bien que él me abrace, necesitaba algo de consuelo, saber
que había alguien sincero a mi lado… Y lloré. Lloré por todo, por la persona de
la que me había enamorado hacía tanto y que ya no existía, por los sueños de
familia que había perdido, por el futuro que nunca sería, lloré por todo.
―Shhh… Tranquilo, tranquilo… respira… ¿Quieres que llame a
alguien? ―Negué. No sabía que quería hacer más allá de un segundo posterior al
presente… Hasta ahora.
El dolor que embargaba mi pecho era insoportable, pero la
furia que comenzaba a cegarme se sentía aun peor. Una palabra cruzó como un
maldito relámpago por mi mente; VENGANZA.
Lentamente me solté de él y sin decir palabra me fui al
baño. Me mojé mucho la cara para disimular al menos un poco mi suplicio interno
y regresé al cuarto, donde un más que generoso vaso de whisky me esperaba en manos
de Edward –quien me miraba entre triste, confundido y dudoso.
Me lo tomé de un trago e inmediatamente me serví otro que
bebí de igual forma. Me serví otra vez, pero antes de tomarlo, finalmente
hablé.
―Vanessa me ha estado engañando por bastante tiempo ―trago―,
está embarazada de casi tres meses ―trago―… y piensa tenerlo y hacerlo pasar
como mío ―trago―. El infeliz que la dejó así tan solo la llamó estúpida y se
borró.
La cara de Edward era tomo un puto poema. Incredulidad,
enfado, tristeza; todo se reflejó en ella como si de un cristal transparente se
tratase en tan solo cuestión de segundos. Unos golpes interrumpiendo en el
momento exacto en el que él estaba a punto de hablar.
― ¿Sí?
―La novia está lista ―avisó con una tierna sonrisa uno de
los monaguillos que se sorprendió al ver mi rostro. A saber que vería ¿Un
hombre destrozado quizás? Asentí en silencio.
―Ahora vamos ―Ed me miró de golpe sin entender ni mierdas y
yo tan solo esperé a que aquel chiquillo se retirara para ir y servirme un
trago más.
― ¿Qué vas a hacer?
―Casarme ―respondí serio.
― ¡¿QUÉ?! ¿No estarás hablando jodidamente en serio verdad?
―No ―él suspiró―. Si la hubieras escuchado me entenderías
amigo. Diré la verdad delante de todos, eso es a lo que ella más teme, a
quedarse sola… Pues bien, se quedará sola, en el puto altar ―dije con un odio
creciente que nublaba mi raciocinio siempre vigente en mí y que, poco a poco,
era lo único que me hacía mantener en pie.
Él me miró fijo, tratando quizás de comprender la dureza en
el trasfondo de mis palabras.
― ¿Estás seguro? ¿No prefieres irte? ¿Evitar todo el
escándalo y demás?
―No. Si voy a quedar como un gran cornudo por lo menos que
pague delante de todos por lo que me hizo ―él asintió.
―Como quieras, pero terminas y nos largamos ¿De acuerdo?
Dejaré el coche en la puerta ahora para evitar el gentío ―asentí.
Y así fue.
Justo en el momento en el que el padre nos hacía comenzar a
repetir aquellos sagrados –y ahora burlescos- votos, yo me giré hacia ella y
comencé…
―Vanessa Wolfe, siempre la he amado y siempre la amaré…
donde sea que esté. A ti, la persona que en este momento ocupa su cuerpo
delante de mí y en este momento, espero con ansias que te pudras en el centro
mismo del infierno ―más de un jadeo de asombro resonó en el amplio silencio de
aquel acústico lugar. El padre me miró feo, y a mí no pudo importarme menos―.
La persona que conocí y amé hoy no existe. Mi Nessie jamás me hubiera engañado,
jamás me querría meter a un hijo que no es mío ―más jadeos y susurros―, jamás
se hubiera quedado a mi lado diciendo amarme y prometiéndome fidelidad cuando
aun ama al maldito bastardo que la dejó embarazada y la abandonó tras enterarse
―jadeos, susurros y cuchicheos más algún que otro sonoro llanto se escuchaban
de fondo.
―Jake, por favor ―dijo ella mirándome nerviosa con lágrimas
en sus ojos.
― ¿Por favor qué? ¿Qué no diga frente a todos lo perra que
eres? ―el padre carraspeó― ¡Perdone padre, pero creo que mi mujer ha
pecado! ―reí fuerte y amargamente― ¡Y no
se lo ha confesado! ―agregué luego con sorna―. Ups, no eres mi mujer… ¡Ni lo
serás! Pude haberte escuchado, y quizás, quizás, hasta perdonado antes pero
¿Cómo pensaste siquiera que te perdonaría al enterarme cuando el bebé naciera y
claramente las fechas y los mismos médicos me dijeran que no era mío? ¿Cómo
crees que te perdonaría que mientras te hiciera el amor estuvieras aun pensando
en otro? ―un silencio sepulcral que erizaba los vellos de mi cuerpo reinó en
aquel de pronto, escalofriante lugar―. Espero que te vaya bien Vanessa, en
verdad que sí. Suerte, estoy seguro que la necesitarás. Hoy mismo daré de baja
todo lo relacionado contigo ya verás como te arreglas con el departamento ―dije
para hundir un poco más de mi abundante veneno. Mi boca rezumaba de él a
montones―. Vámonos Ed, no me siento bien ―añadía hacia él más bajo, quien por
ser el ‘padrino’ se hallaba al lado mío en aquel momento―. Disculpe padre.
Caminé entonces descendiendo la pequeña escalera que llevaba
hacia el altar, yendo directamente por el pasillo nupcial sin que un mísero sonido
eclipsara mis pasos. O al menos así fue, hasta que una mano me tomó de mi brazo
al pasar.
―Hijo…
―Estoy bien papá ―dije intentando sonreír―, quiero estar
solo.
Y seguí mi camino sin esperar nada más. El ahogo había
vuelto, y ahora era aun más intenso que antes.
Caminé con la cabeza en alto por el pasillo hacia la salida
central, no quería mostrar ningún tipo de debilidad frente a ella, aunque eso
no impidió que caminara un poco más rápido de lo normal. Rápidamente subí al
coche, que tal y como había dicho mi amigo, se hallaba justo en frente de la
entrada; y me aovillé en él. Edward tan solo subió y arrancó como si no hubiese
mañana, lo cual le agradecí en silencio profundamente. Necesitaba dejar de ver
aquel lugar en el que hasta hace solo unos cuantos minutos estaban puestos
todos los principios de mis sueños futuros.
Y sí, para mí en aquellos momentos no había un mañana, no
había un hoy, y ya no me quedaba un ayer.
*Fin del Flashback*
―Bueno, luego de aquello me quedé a vivir con Ed y pasó
bastante hasta que decidimos, o más bien se dio, el que fuéramos más allá. Sí,
soy un jodido resentido Bella ―dije volteándome a mirarla.
Sus preciosos ojos chocolates estaban abnegados en lágrimas
que recorrían como pequeños cristales por sus mejillas sonrosadas. Ed se
encontraba a su lado, abrazándola, mientras y sin poder evitarlo, me miraba con
un intenso dejo de tristeza –seguramente recordando como yo aquellos días
posteriores al suceso-. ¡Dios! ¡Qué patético soy! –pensé de pronto sonriendo
tristemente a nadie en particular.
El timbre nos sobresaltó a todos.
―Debe de ser la pizza ―dijo Ed tras aclararse fuertemente
con un carraspeo la garganta. Se levantó y fue hacia la puerta.
¿Pizza? El recuerdo me había bloqueado de todo lo demás, así
que no sabría decir que hora era, ni… nada en realidad.
De pronto y de la nada, sentí unos brazos pequeños pero
firmes rodear mi pecho. Bella…
―Oh, Jake, como lo siento. Lo siento, y te entiendo. Créeme,
sé lo que es que te decepcionen ―dijo ella batallando visiblemente con sus sollozos
haciendo respiraciones profundas y meditadas.
―Shhh, muñeca. No te pongas así, tú ya tienes suficiente con
lo tuyo como para venir a hacerte problema mí, y menos por algo pasado.
―No es pasado Jake ―dijo mirándome con aquellos ojitos
relucientes―. Y no lo es porque a ti todavía te duele, todavía te lastima hasta
el recuerdo. Te entiendo. Hay cosas que te marcan tanto que te son difíciles de
dejarlas ir así como así.
― ¿Eso te pasó a ti? ―pregunté. Ella me miró y luego bajó la
mirada antes de asentir.
― ¿Por qué esquivas tu mirada? ¿Por qué te avergüenzas de
algo de lo que no tuviste la culpa?
―Porque la tuve. Fue mi culpa que mis padres murieran ―dijo
de manera fría e impersonal.
¿Cómo que había sido su culpa? ¿Por qué? De pronto y como de
la nada a la nada, todo lo referente a Vanessa se había esfumado de mi memoria.
Yo ahora solo quería saber que era aquello que a mi muñeca le atormentaba,
quería saberlo todo. Necesitaba saberlo.
―Mmm… Sé que quizás no lo crean conveniente pero ¿Por qué no
comemos y luego platicamos a gusto y más tranquilos? ―dijo Ed un tanto,
evidentemente incómodo. Ella negó.
―No. Por favor. Déjenme hablar ahora que finalmente he
reunido el coraje para hacerlo ¿De acuerdo? ―dijo ella.
Luego suspiró profundamente… y comenzó.
―Como ya les había comentado mi padre era policía, el jefe
de policía Charlie Swan de Forks. No es por ser su hija, pero él en verdad era
un buen policía. Era conocido y querido, pero sobre todo él era muy respetado
por todos. Pero, una noche vio algo que nunca debió ver y escuchó algo que
nunca debió oír y, ―bufó― su maldito completo de héroe justiciero tomó posesión
de él. Fue eso lo que lo llevó a querer afrontar todo y a querer encerrar a
aquellos a quienes ahora había investigado por sí solo. La justicia es tan solo
una palabra que cada persona en algún punto se empeña en romper ―dijo de pronto
abstraída―. Esas palabras que un día me dijo de niña jamás las pude olvidar.
Finalmente, cuando él se, murió, fue que las entendí. Todos hacemos algo por
quebrar las reglas buscando hasta las más patéticas excusas, pero, de pronto,
hay hombres o mujeres como él que, a pesar de todo y todos se empeñan en
hacerla cumplir… Aún a costa de sí.
El silencio nos envolvió.
―En fin. No sé cuanto tiempo estuvo reuniendo pruebas y demás,
solo sé que cuando todo finalmente explotó él se negó a tener protección particular y demás, y mi
madre, ella simplemente no podía irse sin él. Para ese entonces yo estaba ya en
mi primer año de universidad, totalmente ajena a todo, o al menos así fue hasta
que un par de meses más tarde me informaron de todo… Ya era tarde. Según lo que
recuerdo que me dijeron, Charlie; mi padre, había descubierto un lugar cerca de
la costa de la reserva de Forks un lugar para el almacenamiento de drogas. Creo
que él pensó que se trataba de una red local o algo así. No lo fue. Todo ello
formaba parte de una de las más grandes organizaciones de narcos del país que
usaban aquel pueblo como paso para organizar y repartir.
Ella se hallaba completamente enfrascada en su relato, en
sus recuerdos; y nosotros, en ella, en sus facciones, en sus tonos, en todo
aquello que nos pudiera hacer conocerla un poco más, en adentrarnos en sus
confines más recónditos un poco más.
―Mi padre hizo bien… él no llamó la atención. Se escondió de
ellos e hizo un seguimiento durante unos cuantos meses. Solo cuando tuvo una
cantidad irrefutable de información presentó el caso en aquella pequeña y
desconocida comisaría y… Y fue entonces cuando el caos se desató ―hiso una
prolongada pausa―. Era obvio que mi padre no quisiera creerlo. Iluso ―dijo más
para sí que para nosotros―. Era casi seguro que tendrían a alguien dentro después de tanto
tiempo sin que haya surgido ni el más mínimo rumor como es lo usual en un
pueblo tan chico, fue entonces cuando el lugar y todo lo que allí se encontraba
fueron allanados y confiscados en un golpe perfecto –cosa que hasta hoy me
sorprende ya que con un soplón deberían de haber sido advertidos antes-.
Sorprendentemente las pruebas fueron irrefutables y… aunque suene ilógico el
jefe de todo aquello cayó al encontrarse en el momento de la redada y quedando
luego aun más comprometido cuando algunos comenzaron a soltar la lengua. Ellos
eran simples y tristes peones que cantaron todo demasiado pronto con tal de
librarse de unos años de prisión… cosa que no les sirvió cuando “misteriosamente” iban siendo eliminados
poco a poco. Todo esto me enteré luego ya que mi padre me dijo solo lo que
consideraba necesario… idiota ―susurró con evidente profundo dolor―. La cosa es
que el muy infeliz mayor fue finalmente trasladado al centro de Washington y
juzgado… Y felizmente condenado de un montón de cargos y demás, pero para
entonces mis padres ya estaban a tres metros bajo tierra y yo estaba perdida y
completamente sola.
El silencio que reinaba en aquella de pronto fría
habitación, era tal que tan solo el leve sonido del tic tac de los relojes
retumbaban quebrando la quietud –no paz-, del lugar.
―Siempre encontré ridículamente extraño que no me haya
pasado nada a mí en venganza hacia él, bien es sabido que es una táctica
bastante común y trillada, además de sumamente efectiva; pero bueno… Finalmente
había terminado mi primer año y estaba agotada con exámenes finales ¡Quería ir
a casa! Quería sentir la normalidad de mi antiguo hogar y sentir que más allá
de las palabras todo estaba bien. Quería sentir el cariño de mi padre y la
calidez de mi madre después de aquel primer año sola y lejos. Hacía más de
medio año que me habían dicho –superficialmente- lo que estaba pasando y… Nunca
supe que Charlie estaba tranquilo por mí porque me había puesto a dos enormes
guardaespaldas que me cuidaban, Harry y Phil que eran viejos amigos… Como sea
¿Dónde estaba? Ah, sí, entonces avisé que iría a casa para el receso y todo fue
normal pero quise sorprenderlos, así que en lugar de tomar el vuelo de la
mañana como habíamos acordado, tomé el de la tarde anterior y…
De pronto ella respiró muy hondo, combatiendo con rápidos
parpadeos las innegables e incontenibles lágrimas que se habían amontonado en sus
hermosos y cristalinos ojos marrones, y dejándonos a nosotros tiesos al saber
que era lo que se venía.
―Llegué a mi casa. Recuerdo que extrañamente mi corazón
latía más rápido, mucho más rápido de lo habitual, de lo normal como para solo
ser que vería a mis padres ¿Se entiende? Y, si algo me había enseñado bien
Charlie era que uno nunca debe de ignorar sus instintos. Le pedí al taxi que
parara más adelante y bajé torpemente con mi maltratada maleta. Debo de haber
estado muy nerviosa ya que hasta el pobre hombre me preguntó si me encontraba
bien. Caminé lento hasta lograr apoyar mi maleta en un pequeño matorral que
había al lado de la casa ―sus ojos quedaron fijos en algún punto hacia delante,
obviamente reviviendo en su mente todo aquello que narraba―… Lo primero que
llamó mi atención fue que la luz de la entrada se encontraba apagada, cosa que
nunca, NUNCA sucedía; y lo segundo, que desde fuera se escuchaba como la
televisión estaba con el volumen muy MUY alto con el diálogo de una película,
lo cual era completamente ridículo ya que Charlie lo único que veía eran los
deportes y si mi madre veía películas eran románticas que ponía en el cuarto
justamente para no importunar los juegos que solía ver diariamente. Mi miedo
creció y ya entonces sin pensar corrí bordeando la casa para entrar por la
puerta trasera de la cocina. Cuando mi mundo colapsó de golpe… Justo antes de
la puerta había un gran ventanal por donde mis padres solían vigilarme cuando
jugaba allí fuera, y por el cual ahora estaba viendo como mis padres estaban
siendo… torturados, por dos malditos
encapuchados. Ellos, ellos estaban sentados el uno frente al otro, viendo como
los lastimaban alternadamente y sin poder ser capaces de ayudarse, completamente
impotentes. Recuerdo que de pronto ya no pude pensar en nada más y que mi
cuerpo se entumeció, no podía responder a ninguna orden que mi cerebro dictara.
Me sentí atrapada dentro de mi propio cuerpo; tan solo, tan solo me quedé allí,
mirando y llorando y deseando con todas mis fuerzas que todo aquello fuera una
terrible pesadilla de la que en breve podría despertar. Que toda esa mierda
fuera tan solo un mal sueño.
¡Oh por Dios! Ella había visto todo, por eso…
―Obviamente no lo era, no lo fue. Fue cuestión de minutos
para que evidentemente ya hartos y hastiados de su propia obra cada uno de
ellos se limitara simplemente a poner una pistola en su cabeza y apretaran muy
fácilmente el gatillo. Y yo… ―meneó la cabeza y respiró hondo antes de cortar
lo que fuera que iba a decir en ese momento― Una sola imagen quedó
permanentemente tatuada en mi mente, una imagen que me ha torturado aun tantos
años después de todo aquello, sus rostros; sus rostros al momentos de que
aquellos cañones tocaran finalmente sus sienes marcando los últimos resquicios
y segundos de su vida. Ellos ya no lloraron, ya no se quejaron por el dolor
infringido, nada; absolutamente nada. Tan solo se limitaron a mirarse de forma
pacífica… y sonrieron ―susurró― ¡Puta madre sonrieron! ¡Ellos se encontraban
totalmente lastimados, cortados y sangrantes, totalmente doloridos y resignados
y tan solo se sonrieron en paz con todo el amor reflejado en sus ojos! ¡Y yo no
hice nada! ―gritó completamente exaltada de pronto con los puños fuertemente
cerrados, apretándolos hasta que sus nudillos estaban visiblemente blancos,
sobresaltándonos ante el brusco cambio de su tono. Todo el dolor y la
frustración, todo el arrepentimiento fluyendo libremente de pronto a través de
sus labios en lo que de seguro sería demasiado tiempo para aquel tipo de pena
encerrada―. No hice nada. Me quedé allí mirando y llorando como una maldita
estúpida, completamente paralizada como una inútil ¿Por qué? ¿Por qué no
reaccioné? ¿Por qué no fui a pedir ayuda? ¿Por qué no simplemente fui por ella
en cuanto los vi como cualquier persona normal? Por mi culpa, por mi culpa
están muertos. Por mí… ―dijo de manera grave en un lamento que tocó cada fibra
de mi ser, causando que me estremeciera de pies a cabeza ante tamaña revelación
de su parte.
― ¡NO! ¡No lo veas así Bella! Estabas en shock, no es tu
culpa ¡Mírame! ¡No lo es! ¡No lo fue! ―gritó Edward atrapándola contra sí
mientras visibles espasmos recorrían su pequeño y frágil desmadejado cuerpo.
Yo aun no lograba salir de mi asombro.
¿Cuánto dolor puede almacenar una persona? ¿Cuánto dolor y
pérdida había tenido ella que soportar? ¡Por Dios! Casi me sentía patético por
contar mi dolor ante la traición de Vanessa. Ok, soy adulto y entiendo que mi
dolor no era nada en comparación al suyo pero que igual era mío y todo eso. Lo
sé, sí, lo sé, pero… De pronto estoy narrando, totalmente victimizado el hecho
casi trivial de que me hayan puesto los cuernos y luego, aquí está ella;
contando enteramente como había visto a sus padres morir medio masacrados
delante de sus ojos ¡Joder! ¡Era todo un milagro que no estuviera completamente
loca!
Su llanto, ahora descontrolado y cargado infinitamente de un
indescriptible dolor, fue lo que me trajo de nuevo al aquí y ahora.
Edward continuaba sosteniéndola fuertemente contra sí,
contra su pecho, mientras que ella lloraba desconsolada aferrándose a su camisa
como si aquel simple hecho fuera el único ancla que la mantuviera en sí, como
si soltarlo significase quedarse a la deriva. Una deriva oscura y solitaria a
la que ninguno tendría acceso el día que ella cayera finalmente en ella. Pero
no. Aquel día jamás llegaría. Nosotros nos encargaríamos de que así fuera.
Aquella mujer de grades pasiones, aquella joven marcada y
asustada, aquella niña dulce y protegida; todas ellas coexistían en aquel
cuerpo que ahora ellos debían proteger. Mas no como un deber; no, era mucho más
que eso. Era una compulsión, una necesidad ciega de mantenerla sana e intacta
por el bien de ellos mismos, de su propia frágil cordura. De sus espíritus, los
cuales de manera invisible lentamente se iban entrelazando con el de ella de
tal forma que una parte de nuestra esencia de ahora en más siempre estaría con
ella. Y viceversa.
Etiquetas:
El Problema de mi Sexóloga
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
ainsssssssssss poesita nuestra bells yo muero como puede ser tan uffffffff
ResponderEliminarFeliz por tu regreso!! Feliz por el capitulo que estuvo muy biueno conocimos la verdad de Jacob y de Bella !!! me gusto mucho Guadi!!
ResponderEliminarahhhhhhhhhhhhhhhhh....
ResponderEliminarme encanto.....
wow si que fue un cap revelador vaya que los dos sufrieron y bueno espero que la nessi perra loca esa se le haya caido el teatrito ese y haber si el supuesto papa del niño se anima a dar la cara jajajaj aunque no lo creo y bueno Bella es la que le toco peor la cosa vaya que le fue mal y ver a sus papas de esa forma es para traumar a cualquiera pero sabes de algun modo debe estar tranquila ellos sufrieron y mucho pero se fueron juntos y eso les dio la paz que necesitaban ver su amor reflejado en esos momentos los lleno de paz y tranquilidad y talves de alegria por irse juntos y desde donde esten cuidar de su Bella para que no le pasara nada talves hasta ellos hayan sido los que mandaron a este par de locos con ella ahhh muero por saber mas y saber creo que uno de los que mataron a sus papas es el que se esta vengando de ella es lo que creo bueno espero leerte pronto te extrañaba mucho saludos
ResponderEliminar