4 de febrero de 2012
El problema de mi sexóloga... Cap 25
“Dejándose
conocer”
EPOV.:
¿Qué rayos pasaba? Esa era la pregunta que reinaba en mi
mente, casi diría una vez por minuto al estar en su compañía.
Era tan compleja, tan enigmática, tan… tan ella.
Ahora entendía un poco más esa extraña -a mi parecer-
relación que Bella llevaba con la enana. Estar con Bella era algo similar a
estar en una montaña rusa de emociones, algo desconcertante momento a momento;
a toda hora, en todo lugar… Alice en cambio era un torbellino de actividad,
otra montaña rusa sí, pero de movimiento, casi al punto de marearte o crear un
sismo con la fuerza con la que llevaba el mundo por delante. Diferentes
aspectos de una misma forma, de un mismo fin; el desconcierto.
Joder. Me asusté muchísimo cuando la vi allí, tendida con la
cara transfigurada de dolor ¡Y aun más cuando no pudimos hacer que reaccionara!
Entre tanta cosa lo creí “normal”, un shock es completamente normal teniendo en cuenta la
cantidad de cambios y problemas que están acaeciendo en su vida ¿No? Bueno, al
menos yo creí eso, una forma en que su mente se estuviera auto protegiendo por
unos momentos frente a todo el caos que había comenzado a ser cosa de cada día.
Creí, pero no. Podía verlo ahora, aquí había más, mucho más. Los casi
inentendibles murmullos que alcanzamos a escuchar de su pesadilla hablaban de
algo más, el “ellos” y el “otra vez no” sin duda eran bastantes
reveladores a mis oídos.
La miré dormir a mi lado pacíficamente. Resultaba
extremadamente increíble verla descansar tan tranquila en nuestros brazos.
“Otra vez no” razonó en mi cabeza, “otra vez” quedó haciendo
eco en ella.
Mi gatita -pensé entre dolido y resignado- ¿Por cuánto dolor
has tenido que pasar bebé? ¿A cuántos demonios has tenido que enfrentar sola? –una
tristeza absoluta me embargó ante las posibles respuestas a estas preguntas.
Tal y como si hubiera sentido, o más bien escuchado mis
preguntas, ella se removió inquieta.
El brazo de Jake en su cintura hizo su agarre más fuerte de
manera inconsciente a lo que ella, en respuesta, automáticamente lanzó un
suspiro relajándose nuevamente y reacomodándose mejor sobre mi brazo, el cual
le hacía de almohada.
Convivencia. Estos pequeños detalles, rituales, costumbres
que poco a poco debes ir compaginando y aceptando de la persona que amas para
que la relación funcione; son también los más bellos recuerdos, tesoros a
cuidar. Y que al parecer en nosotros se nos daban tan naturalmente. Lo sé, es
pronto para hablar o alardear tanto sobre ello pero, al ver su cara, su modo de
acoplarse a nosotros…
Se dice en muchos lados como notas o de boca en boca, que no
hay cosa más íntima que hacer el amor; no concuerdo. Para mí no hay cosa más
íntima que el entregarse a dormir tan tranquilamente junto a una persona. Hay
tantas cosas que pueden descubrirse de una persona en ello.
Por ejemplo; se dice que cuando una persona duerme aferrado
a algo o alguien es porque, aunque quizás no lo diga en palabras o no lo
demuestre tan abiertamente, es que en parte tiene miedo a perderlo; aferrarlo
en el sueño es como aferrarlo a sí, eso es en pareja claro. Otra de las formas
es cuando uno adopta la posición del suplicante o se abraza a así mismo,
generalmente cuando uno está de costado, con las piernas estiradas y los brazos
al frente, más que nada revela a una persona abierta pero que puede ser
desconfiada y cínica, lenta para tomar decisiones pero que una vez hechas,
difícilmente cambia. Y por último –más que nada porque son las que recuerdo y
las que observo aquí claro-, la forma en la que dormía mi gatita, la posición
fetal. Esta era -según lo que tenía entendido- cuando la persona tiende a ser
dura por fuera pero es de corazón sensible y susceptible. Tímida al principio
pero relajada después. En realidad, si se la observaba detenidamente la
posición de Bella era una clara mezcla de las tres, pero predominando la
segunda y la última.
Jacob y yo como pareja estábamos en el primer caso, lo cuál
me hacía sumamente feliz ¿Por qué? Porque ambos nos aferramos al otro, ambos
nos necesitamos tanto que el estar separados ya no es una opción viable para
nosotros, pero bueno, también dormíamos medio separados a veces y era Jake
quién por lo general adaptaba la segunda posición, siempre extendiendo sus
brazos hacia mí, o abrazándose..
En fin, sin dudas me estoy desviando de lo que en realidad
nos compete.
¡Dios! Tenía tanto en que pensar. Jake. Bella. El acoso. Mi
familia. La familia de Jake. Los trabajos. Como protegerla. La convivencia. El
miedo. El amor. El FUTURO.
Todo era un universo de problemas correlacionados. El
hermoso y casi simple futuro que había imaginado, fue borrado cual bocanada de
humo en el viento. Nada podía ser simple en mi vida, al menos en lo que a
relaciones amorosas se refiere, era como una especie de regla que me regía. En
realidad, ¡tampoco era como si hubiera esperado o anhelado demasiado! Digo, tan
solo pensé en algunos roces o discusiones hasta aclimatarnos al día a día en
las rutinas y espacios del otro; un tiempo de pruebas, de pasión y ¿Por qué no?
De sexo desenfrenado, mientras que el cariño y la preocupación por el otro
fueran tomando formas y siguiendo su cauce. Quizás ponernos de acuerdo en la
boda y pronto, muy pronto comenzar a agrandar la familia que conformaríamos.
Niños, muchos niños, pequeños llenos de alegría y despreocupaciones que nos
borraran con una sonrisa la fatiga de un largo día de trabajo; niños que
llenaran nuestros rostros de sonoros besos pegajosos y empalagosos; que nos
hicieran explotar de orgullo cuando al fin realizaran sus primeros logros.
Quizás la familia que planeaba o deseaba no sería la típica familia
convencional, pero estaba completamente seguro de que funcionaría, con ellos
todos mis sueños podrían ser realidades. Yo necesitaba tanto de mi Jake como de
mi gatita tanto o más de lo que necesitaba respirar; ellos eran mi oxígeno, mi
motor. Ellos eran mis complementos y sus
complementos entre sí…
Quería una familia feliz, una familia llena de amor y
comprensión, tal y como la que yo había tenido de niño. Disfrutando de los
cuentos de antes de dormir y de las galletas de navidad de mi padre, de los
juegos de beisball y de las acampadas con mi padre, pero… por sobre todo, de
cada juego, charla, burla o desafío con mi hermano; quien, a pesar de ser
siempre dulce e ingenuo, se dio cuenta enseguida de lo que sucedía; quien
siendo siempre el cariñoso, no tuvo problemas en plantarse y hacerme frente
exigiendo una explicación; quien… tras escuchar mi manera de narrar y ver los
hechos no me pegó, ni puteó, ni juzgó… Ni renegó de mí como hubiera esperado.
No. Él fue el mejor hermano, amigo, persona… Hombre, que pudiera haber esperado
ver en él.
Él tan solo colocó una mano en mi hombro con una palmada
fuerte y suspiró pesadamente antes de hablar:
“Sé que piensas que te
repudiaré, y casi quiero hacerlo tan solo por pensar eso de mí. Puedo hacerme
el tonto, jugar apenas como niño, puedo ser indiscreto y decir chistes tontos
en momentos inadecuados pero jamás, jamás podría odiarte por algo tan simple
como el hecho de que busques ser feliz. No puedo ni quiero juzgarte Ed. Ante todo,
eres y seguirás siendo mi hermano y si es así como has de ser feliz, bien por
ti, me alegro que hayas tenido las agallas de aceptarlo…”
Demás está decir que me quedé sin palabras. Él, mi
hermanito… Aquel que le temió a la oscuridad hasta los diez años, aquel que
creyó en Santa hasta entrar al instituto, aquel que me contó que se sentía
tonto sin poder enfrentar a una chica… Él, él me estaba dando la más
grandilocuente lección de mi vida; “No
juzgar, no condenar.”
Me sentí tan… agradecido con él en aquel momento.
Por aquel entonces nadie sabía aun de nosotros. Siempre
habíamos andado juntos, así que sin las obvias demostraciones públicas de
afecto, nadie veía más allá de ello ¿Quién se iba a imaginar…? Y, a pesar de
que Jake comenzaba a despertar en mí sentimientos más complejos y profundos que
el mero deseo y la amistad, aún temía al famoso “qué dirán”; y él, así, con su
concepto tan simple, me dio el empujón y la confianza necesaria para ir a por
más.
Fue él quién me alentó a contárselo a mis padres, apoyándome
con su presencia y, adelantándose a hablar ante las reacciones –completamente
comprensibles- estáticas de mis padres con la noticia. De ninguna manera esperé
lo que pasó…
Mi madre, la persona más dulce y amorosa que había tenido el
placer de conocer, tan solo me sonrió y preguntó:
― ¿Eres feliz?
―asentí― Bien, entonces yo lo soy.
Así, simple, concisa; y luego mi padre:
―Edward ―me llamó―,
eres nuestro hijo, tú eres feliz, nosotros lo somos, solo ―suspiró―, solo
tendrás que ser fuerte para enfrentar a quien no lo entienda ¿De acuerdo?
―asentí ¿Qué podía acotar ya?― Ambos ―terminó.
Después, tan normal que asustaba, fue la presentación a la
familia a quien ya conocían claro, pero no como mi… Pareja. Bueno, la cosa es
que, a pesar de ser aceptados libremente por ellos, aun así, siempre mantuve mi
deseo de formar una familia propia, y ahora… Heme aquí, con mis dos amores
enroscados a mi cuerpo. Porque sí, cada uno a su manera, eran mis amores. Bella
prontamente se había ganado una parte importante de mis pensamientos, y de mi
corazón. Mi compulsión a protegerla crecía como la marea en la noche.
Era algo sublime y aterrador, pero no lucharía con ello; no,
abrazaría cada sentimiento que ella despertara en mí, atesorándolo como el más
exquisito regalo. Porque, sencillamente eso era, cada sentimiento que
despertaba en mí era una gota más de su más que frágil confianza… en mí, en
Jake, en nosotros, en ella misma.
Me estaba haciendo a la idea de que tendría que ser paciente
y trabajar mucho para conseguir conocer cada recoveco de su mente –si es que
algún día llegaba a ello.
Recuerdo que alguien dijo una vez “El corazón de una mujer es un mar profundo de secretos” ¿Qué mejor
definición que esa? Sí, Bella tenía secretos, muchos, más que un océano era
como nadar ida y vuelta por cada uno de los que había en el planeta. No
importaba. Lo intentaría.
Con esto en mente el cansancio me venció, sumiendo en las
profundas y oscuras indolencias del sueño.
Desperté medio sobresaltado con un leve codazo en las
costillas. En realidad no desperté del todo, tan solo fue un leve abrir y
cerrar de ojos para reacomodarme e invocar el sueño de nuevo. Me giré y extendí
un brazo para abrazar el pequeño y tibio cuerpo que sabría habría a mi lado
¿Qué…?
Abrí los ojos de golpe al sentir que bajo mi mano no estaba
aquel cuerpo frágil y delicado que esperaba encontrar, sino el cuerpo caliente
y musculoso de Jacob ¿Qué demonios? ¿Y Bella?
Con un movimiento brusco –básicamente infundido por el
miedo- me senté de golpe en la cama, girando para apartar las mantas de mi
cuerpo y poder así, sacar mis piernas de la suavidad del colchón. El movimiento
terminó por sobresaltar a Jake también, haciendo que despertara de golpe medio
desorientado.
― ¿Qué pasó? ―preguntó mirando a su alrededor― ¿Y Bella?
―No lo sé. Iré a fijarme abajo, tú…
―Oh, veo que ya despertaron dormilones ―dijo ella desde la
puerta con una gran, GRAN bandeja entre sus manos.
― ¿Qué pasó? ¿Dónde estabas? ―pregunté un tanto enojado ¡Por
Dios! ¡Me iba a terminar por dar algo con tanto susto!
― ¿Pasó algo Bells? ―preguntó Jake un poco más calmado que
yo y fulminándome con la mirada debo añadir.
¿Eh? ¿Y ahora qué hice? Pensé emitiendo un bufido hacia él.
Ella rió ¿avergonzada? Sí, eso parecía ya que sus mejillas y
cuello automáticamente se tiñeron de un intenso carmesí, escondiéndose
prontamente al llegar a su… ¡Un momento! ¿Estaba vestida? Quiero decir,
arreglada ¿Para qué?
―Nop. No ha pasado absolutamente nada. Lamento que cada día
conmigo sea una completa caja de sorpresas y tensiones; y… por eso, como me he
despertado temprano me decidí a hacerles el desayuno. Todavía no sé muy bien
sus gustos, así que traje un poco de todo ―decía mientras hacía graciosas
muecas con su rostro a la vez que se encaminaba, con el característico sonido
de sus tacones, a dejar la bandeja sobre la cama.
Estaba, confuso. Estaba confuso, aliviado, cabreado… Y muy
necesitado.
¡Dios! Verla así, vestida al mejor estilo profesional me
puso duro en el acto -cosa que no pasó desapercibida para nadie ya que estaba
de pie, en boxers, y con una erección del tamaño del cañón de Colorado.
Gruñí y me senté, intentando por todos los medios hacerme el
desentendido mientras Bella me mirada entre divertida e interrogante y Jake se
reía por lo bajo. Genial. Arrg.
―Sé que es poco, pero quiero agradecerles con lo que pueda
por lo de ayer, por todo en realidad. He hecho de su vida un caos y no me
siento feliz con ello, pero quiero compensárselos o retribuírselos un poco
―dijo bajando la mirada y manteniendo las manos ocupadas mientras vertía un
poco de leche en un café― ¿Leche? ―preguntó, mmm ¿Debo añadir que me puse aún más
duro con la alusión? ¿No, verdad?― ¿Azúcar? ―preguntó luego.
―Solo azúcar, dos por favor ―contestó Jake.
Piensen lo que quieran, pero yo estaba muy ocupado viendo
como las tiras de sus tacones abrazaban con gracia sus tobillos; como las
medias satinadas enfundaban sus cremosas y kilométricas piernas… Y por sobre
todo, como aquella falda tan pequeña e indecente delineaba y contorneaba tan
explícitamente la hermosa redondez de su firme trasero ¡Ni hablar de la blusa!
No, ni siquiera debería de llamarse así ¡Pecado andante sería más apropiado!
¿Acaso pensaba ir así a trabajar? Recapitulemos ¿Acaso pensaba ir a trabajar?
― ¿Edward? ―me llamó.
―Ed ―me dijo finalmente Jake―, ahora no ―acotó. Demonios, me
conocía bien, pensé tras un leve gruñido ¿Cómo qué ahora no? ¿Acaso no había
visto lo que llevaba o lo que pensaba hacer? Arrg.
―Solo ―contesté finalmente.
―Toma ―dijo tendiéndome la taza con una sonrisa.
¿Taza? ¿Para qué mierdas quería una estúpida taza? Lo que yo
quería no se hallaba en ella. No. Lo que yo quería era levantarme, tirarla a la
cama y enterrar mi boca en su centro para que sus jugos fueran el alimento de
todas y cada una de mis mañanas… ¡No un jodido café! Ok, mejor me serenaba.
Mmmm… me tomé el jodido café de un trago, la verdad era que
estaba muy bueno, pero aun así no era lo que quería… Y la miradita que me
enviaba Jacob con una media sonrisa no mejoraba en nada mi humor.
Observé a Bella prepararse una tostada con mantequilla, y
como relamía sus labios tras la mordida. Mi pie comenzó a moverse
incontrolablemente contra el piso. Dejé la taza con un golpe sordo en mi mesa
de noche y me puso de pie dándoles la espalda rápidamente.
―Me iré a dar una ducha, ahora regreso.
Caminé pesadamente hacia el baño y cerrando la puerta de una
patada. No sabía el porqué, pero estaba
molesto; molesto con ellos por saber lo que me ocurría, con ella por vestir tan
provocativamente, con él por burlarse de mi necesidad… Pero más que nada estaba
molesto conmigo mismo por andar sintiéndome como un animal en celo cuando había
otras miles de cosas que debieran de llamar mi atención y preocuparme más.
Me quité mi bóxer -lo único que llevaba- y abrí el grifo de
agua fría. Sí, bien fría, helada de ser posible, a ver si así se me enfriaba un
poco esta mente podrida y calenturienta que llevaba.
¡La re puta! Grrr… Sí, estaba helada… Y mi erección medio
murió, así que una vez medio desinflado abrí un poco de la caliente… Sí, ahora
sí.
Tenía que pensar en qué hacer hoy. Bella por lo que veía
tenía pensado ir a trabajar y eso solo significaba que mis nervios estarían
completamente enfocados en ella. Digo, si por mí fuera la encerraba en la habitación
-desnuda- hasta que diéramos con el loco y pudiera darle una buena golpiza,
pero obviamente después del confronte de ayer por el mismo tema no diría nada
¿Qué podía hacer? Mmm… ¿Pararme en la puerta del edificio durante toda la
jornada sería muy obvio? Me relajé al sentir como el agua se entibiaba y
relajaba cada músculo de mi cuerpo.
El sonido del agua corriendo por mi piel y el aroma a
limpieza en el ambiente inundaron mis sentidos, el olor a sándalo de los
jabones exóticos que nos gustaba usar más la menta de mi shampoo y crema de
enjuague se impregnaron en mi nariz. Y el vapor tan solo los intensificaba.
De pronto, una mano me hizo saltar en mi lugar, una mano que
recorría mi pecho desnudo y enjabonado y
que se mostraba curiosa al querer identificar cada vello de mi abdomen…
encaminándose lentamente hacia una zona que súbitamente comenzaba a crecer. Pequeños
besos en mi espalda fueron depositados, tan ligeros y suaves que casi pensaba
que no habían sucedido.
No hice nada. Tan solo me quedé observando intensamente a
aquella mano, hipnotizado de como culebreaba lentamente, haciéndome sufrir
hasta llegar a su destino. Mi miembro, enhiesto y elegantemente alzado,
esperaba las atenciones con ganas.
Poco a poco -casi demasiado lento para mi gusto-, pero disfrutando
enormemente de la expectación, sentí como al fin sus dedos se enrollaban con
fuerza alrededor de mí; provocando que soltara un jadeo estrangulado en
respuesta. Dios, me estaba matando la lentitud. Pero que delicia de muerte,
pensaba casi incoherente.
La mano fue hasta la base y volvió hacia la punta apretando
con fuerza, exprimiéndome, hasta que al llegar al glande fue recompensada por
el típico líquido pre seminal. Con las yemas, aquel líquido fue tomado y
esparcido por toda la cabeza y comenzando a hacer movimientos circulares sobre
esta.
Mis manos se apoyaron haciendo presión contra la pared.
Buscando a tientas algún punto de agarre y apoyo por el cual no me cayera ante
tanto placer. Mis piernas estaban tensas, todo en mí lo estaba. Movimientos
veloces rayanos en lo frenético comenzaron a embestirme, mis caderas sin orden
ni demanda comenzaron a moverse contra ella. Quería, no… Necesitaba más, más
fuerza, más fricción, más presión… quería más, ¡De lo que fuera! Pero quería
más.
Ir hasta la base y volver haciendo que la muñeca hiciera en
el mismo proceso un movimiento circulatorio que me volvía loco, era adictivo…
las sensaciones se disparaban desde todos los poros de la piel de mi miembro.
Caliente, estaba muy caliente. Los pequeños besos en la espalda se habían
detenido en algún momento que no noté y ahora otra mano, o más bien los dedos
de otra mano, presionaban ciertos puntos en mi espalda que me hacían gemir
incontrolablemente. Presión, calor… Más.
Mis caderas ya embestían frenéticamente. Mis manos hechas puños contra los fríos azulejos. Mi cuerpo
entero clamando por una liberación que veía pero no alcanzaba a llegar. O al
menos no lo hacía, hasta que…
―Ssss… Joder… ―siseé y maldije por lo bajo.
La mano que masajeaba mi espalda había desaparecido unos
segundos, tan solo para regresar luego, directamente hacia mi trasero. Un dedo
se adentró en mí de golpe, sin ningún tipo de vacilación de por medio. Y al
primero le siguió otro… Calor, calor quemó mi cuerpo jadeante. Mis caderas se
habían detenido aclimatándose un poco a la sorpresiva intrusión, pero no por
mucho. El dedo, no, los dedos en mi trasero comenzaron a marcarme un vaivén,
que, como si fuera una danza seguí. Después de unos erráticos movimientos por
parte de ambos conseguimos coger el ritmo adecuado, incrementando la
aceleración a medida que los gemidos de mi boca eran cada vez más sonoros.
La mano envolviendo firme mi falo, sus dedos invadiendo la
intimidad agónica de mi trasero… Era demasiado pero… No, lo que me hizo venirme
con un rugido casi animal fue aquello simplemente aquello por lo que no esperé.
Entre la vorágine de sensaciones, capté fugazmente como como
su boca me daba una lamida sobre un omóplato y luego… MIERDA… Me mordió. Me
mordió y succionó rápido, fuerte; y eso fue todo. El dolor/placer que embargó,
mi cuerpo fue demasiado lejos como para resistirme por más tiempo a aquella
dulce agonía. Me vine con una potente descarga que me dejó casi acalambrado de
la cintura para abajo, así que para no deslizarme patéticamente al piso de la
bañera, apoyé el codo en la pared y recargué mi frente en él, sintiendo como
aquella mano cesaba lentamente con sus movimientos y cono los dedos se
retiraban con suavidad.
Un beso en la espalda fue lo que me alertó de pronto que
pensaba irse. NO. Ni soñar con ello.
Juntando las pocas fuerzas que me quedaban me giré de golpe
alcanzando a tomar su mano acercando su cuerpo húmedo al mío.
Ah, no. Todavía no había tenido un buen desayuno, pensé
divertido.
― ¿A dónde crees que vas?
―Pues, tengo que irme.
―Yo no terminé contigo aún.
―Ah, no ―dijo sonriendo y retrocediendo lentamente. Yo le
seguí, no iba a permitir que me dejase así―, no, no, no― soltó con una risa
estrangulada girándose de pronto y echando a correr hacia la habitación.
―Oh, sí ―susurré yo siguiéndole aún mojado y chorreante de
agua como estaba. No me importó. Desnudos y mojados corrimos hacia el interior
de la habitación, donde un muy sonriente Jacob nos esperaba desnudo, recostado
en el centro de la cama.
Bella automáticamente se tiró riendo hacia él, quien la
atajó de inmediato, atacando su dulce y profana boca en un beso que demostraba
toda la lujuria que sentía dentro. Joder, nos había escuchado… ME había
escuchado, y ahora estaba más que listo para una atención hacia él. El mundo podía estar cayéndose a pedazos, y no
me importaría menos que ahora. Él, solo él y ella y solo ella, ambos y su
necesidad enfocaban mi mirada. Sin darme cuenta me hallaba en un segundo
arrodillado en la punta de la cama.
Bella lo besaba con ganas, ronroneando contra sus labios. Me
fui acercando lentamente a ambos mientras veía como sus cuerpos culebreaban
entre sí, rozándose, acariciándose, amándose… Lo que aquí era casi tabú decir
en palabras, era innegable decirlo con sus cuerpos. La devoción y respeto demostrado,
el cariño infligido en cada toque mutuo; todo.
Me acerqué tanto como para que sintieran mi cuerpo rozar sus
pieles calientes, y al sentirla ellos giraron hacia mí. Ambos extendieron un
brazo y yo me fundí en ellos gustoso. No sabía que hacer primero, quería hacer
todo junto, pero…
Mis labios rozaron los suaves y masculinos labios,
embriagándome de ellos con su sabor mezclado con el de Bella en su saliva. El
beso se hizo hambriento, profundo, y yo aún quería más. Más, más, más; aquel
sería el mantra de mi vida a partir de ahora, siempre más, más de ellos, más de
mí. Solté de golpe la nuca por la cual sostenía su cabeza y sin un segundo de
demora tomé el cuello de Bella.
― ¿Te gustó sentirme mojado? ―le pregunté murmurando contra
su jadeante boca.
―Mmm ―contestó como pudo.
―Qué bueno… Por cierto, quiero mi desayuno.
Y sin más aviso que ese abandoné su boca para descender de
una buena vez hacia su palpitante cuello, bajando, y bajando. A cada segundo un
centímetro más de su piel era cubierto por mí.
Por el rabillo de mi ojo pude ver como Jacob se removía para
venir a por mí. No esta vez. Puse un alto en su pecho para que no siguiera,
mientras mi boca se deleitaba con un dulce e hinchado pezón.
―No ―él me miró interrogante y yo le guiñé un ojo mientras
soltaba con un mordisco el ya enhiesto pezón―. No, hoy quiero comer… Y creo que
Bella también ―murmuré mirándola directamente a los ojos. Ella solo sonrió
seductora y se apoyó sobre sus codos mientras enarcaba una ceja y se mordía de
manera pervertida el labio inferior.
―Oh, cariño… Yo siempre tengo hambre, tendré que cuidarme
sino quiero engordar ―dijo divertida―, peco de golosa.
Jake soltó un bajo y ronco gruñido mientras que ella le
hacía una seña para que fuera hacia sí. En un rápido movimiento, él quedó
arrodillado delante de ella, tomando su nuca para guiarla hacia su miembro,
quien libre de ropa se mostraba orgulloso y anhelante de mimos. Sin
vacilaciones ella lo tomó entre sus labios, usando magistralmente la humedad de
su lengua para humedecerlo. Yo cesé mis movimientos, deleitándome con la visión
que tenía ante mí; ella relajando su boca para tomar todo cuanto podía de él,
poniendo concienzudamente los labios sobre sus dientes, para no lastimar y
raspar en el proceso; y Jake, Jake intentando controlarse para no embestir
aquella cavidad de manera frenética, sin querer lastimarla en lo más mínimo.
Verlos era lo más caliente que había visto nunca.
Retomé mi descenso por aquel cuerpo femenino, hasta
succionar suavemente en pequeños lugares de su achatado estómago, bajando y
bajando cada vez un poco más. Las caderas, y sus tersos muslos fueron los
siguientes. Y luego por fin, por fin, llegué al pequeño broche de placer que
escondía su cuerpo como perla en el fondo del mar. Su cuerpo se tensó de deseo
y expectación, abriendo más las piernas para poder recibir aún más de mí –tenía
razón, ella era ‘golosa’. Lamí con
ganas cual manjar en extinción cada gota de néctar que salía de su ser,
prodigándole siempre la mayor atención a aquel montículo de nervios que a ponía
tan en frenesí.
Jadeos, gruñidos y murmullos llenaban el ambiente. Una
mirada bastó para saber que a Jake no le faltaba mucho; un sondeo dentro de su
vaina fue lo que me dijo que a ella tampoco. Jacob me miraba comerla, como un
animal que mira a su presa; Bella miraba hacia Jacob anhelante de recibir su
premio. Su boca se movía deprisa y profunda, acompasada con el ritmo que había
adquirido mi boca en ella.
Fue tan solo cuestión de segundos y unas cuantas succiones
más de ambas partes, cuando al fin Bella se vino tempestivamente en mi más que
juguetona boca al momento en el que mi dedo medio hacía su entrada en su
necesitado centro. El gemido de placer fue prolongado y ahogado con el miembro
de Jake que aún seguía danzando en su boca, pero al sentir las vibraciones de
placer en su aliento sobre su hipersensible miembro… fue demasiado; y él terminó
acabando justo cuando los vestigios de placer comenzaban a amainar,
derramándose en su boca mientras ella lo lamía furiosa, temblando ya
incontrolable sobre la cama.
Eso fue… JODIDAMENTE PERFECTO.
Señoras y señores, no saben de lo que se han perdido al ver
semejante espectáculo, digno del mejor premio porno que deba existir ¿Por qué
de seguro hay de esos premios, no? En fin, serpenteé hasta llegar al lado
derecho de ella y recostarme sobre uno de sus mullidos y firmes pechos,
dejándole un suave beso sobre su cima, lo que provocó que ella se removiera con
una pequeña risa. Oh, tenía cosquillas, interesante.
Al fin ella suspiró y se puso de pie, pasando por encima de
Jake, quien literalmente había quedado destruido después de la monumental
mamada que le habían prodigado, y dándole un pequeño beso en los labios antes
de bajarse de él. Chica inteligente –pensé-, si hubiera pasado por aquí de
seguro no la dejaba partir.
― ¿Te das cuenta lo mucho que te arriesgas al ir allí como
si nada?
―Sí, y de todas maneras lo haré… Me han encerrado demasiadas
puertas en mi vida como para ahora venir a encerrarme sola. Aquí tengo opción,
la opción de luchar. Sin embargo no soy tonta… primero tengo algo que hablar
con Jasper ―suspiró mientras se subía y colocaba las medias y la falda como
correspondían. Ni me había dado cuenta de que había dejado todo ordenado en la
punta de la cama y que por la faena todo había caído descuidadamente al suelo―.
Creo que hay más cosas para indagar, además de que quiero que coloque algún
sistema en el consultorio. No es posible que dejara todo así sin más y que
nadie lo notara siquiera. Créanme que no lo hago por gusto; simplemente no
puedo esconderme eternamente. Sea quien sea dice que ‘el juego ha comenzado’, pues bien, entonces jugaré… Y que me parta un rayo si no doy todo de mí para ganar
―dijo con voz contenida mientras se terminaba de alistar la blusa y el cabello.
Fue entonces que nos miró y su mirada al hablarnos cambió―. Estoy sumamente
agradecida con ustedes en más de un aspecto… Cada día me dan algo más por lo
cual luchar.
―Bella…
―Gatita.
―Shh, no digan más ¿Ok? Debo irme ¿Ustedes irán hoy a
trabajar verdad? ―hice una mueca, pero finalmente asentí―. De acuerdo. Les llamaré
a la hora del almuerzo y les diré lo que hablé con él. Mmm… Además hoy viene
Alice al consultorio así que de seguro me atrase.
― ¿Bella? ―Jacob se había levantado y se estaba colocando
sus boxers.
― ¿Sí?
―Yo te llevo ―dijo poniéndose la camisa y luego unos
pantalones grises.
―Pero…
―No. Tú quieres luchar por ti, nosotros también, fin de la
discusión. Haremos todo lo que esté en nuestras manos para protegerte, así sea
de ti misma ¿Ed, tú puedes pasar a recogerla? ―me preguntó de repente.
―Sí, seguro.
―Ok, ok, ok… Si van a hacer esto de todos modos vamos a
hacerlo bien. Iré en mi coche ―levantó un dedo a Jacob para que callara, ya que
se notaba que iba a comenzar a discutir― y uno de ustedes me seguirá. Algo
tiene que hacer que se delate, no todo puede ser tan perfecto. Eso es una de
las cosas que le diré a Jasper…
― ¿Ahora es Jasper? ―pregunté.
―Sí, Jasper; no empiecen con los estúpidos celos de macho
¿Ok? Como decía, le diré a Jasper que investigue a mis pacientes más asiduos.
No sé si servirá de algo, pero alguien tiene que tener para que conozca todos
mis movimientos, atiendo a más de veinte personas por día, algunas una vez por
mes, otras, día por medio. También quiero… Aguarden ―dijo revisando su cartera
y sacando un glooss labial de allí―… Ok, también quiero que verifique entradas
y salidas del día en que las flores me llegaron a la consulta ―hizo una mueca―,
en mi departamento será más difícil ya que no hay vigilancia ¿Ya estás listo?
―le preguntó a Jake, quien increíblemente mientras ella hablaba había terminado
de alistarse más rápido que nunca. Hey, yo también me había arreglado ya, tan
solo una camisa de lino blanca y unos vaqueros ya que hoy debía revisar unas
construcciones y necesitaba estar cómodo.
―Sí, estoy de acuerdo con lo de los pacientes, es una vía
que no habíamos tomado en cuenta ¿A qué hora piensas que terminarás?
―Como a las seis. De ahora en más me quedaré hasta el mismo
momento que Jane.
― ¿Tú puedes a esa hora? ―me preguntó Jacob. Demonios ¿Pero
por quién me tomaba? Sería capaz de dejar la maldita obra a la mitad con tal de
estar antes.
―Sí ―respondí secamente mientras todos salíamos de la
habitación que necesitaba ser urgentemente ser ventilada por el increíble aroma
a sexo que invadía cada minúsculo rincón del lugar.
―Bien. Y… ―Bella respiró hondo antes de seguir― por lo de
ayer, lo siento ―dijo más bajo mientras se apresuraba a ir a la escalera.
―Oye, no tienes nada por lo que disculparte― dije tomándola
del brazo para impedirle que descendiera como si nada―, hace días que tu vida
es un caos de emociones, es totalmente comprensible, pero…
― ¿Pero? ―ella me miró, en parte miedo, en parte dolor.
―Pero creo que hay algo más referente a lo de tus padres que
no nos has dicho y… Confía en nosotros ―dije con el corazón en la mano.
Ella bajó la mirada y soltó lentamente su brazo, escudándose
con la pared.
―Bella, muñeca, creí que habíamos quedado que no más
mentiras, no más secretos ―dijo Jake algo dolido por su continua desconfianza
en lo verdaderamente importante hacia nosotros.
―Lo sé, es solo; es… ―suspiró derrotada― lo cierto es que
nunca lo he contado en detalle y, es, simplemente es demasiado. Pero lo haré,
prometo decírselos en la noche, no ahora, por favor no ahora ―dijo casi con un
gemido.
―De acuerdo.
Y sin más la tomé de la cintura y la tiré hacia mí,
cubriendo su boca con la mía, en un beso de completa aceptación, consuelo y
sobre todo, apoyo.
Finalmente dejamos nuestra casa -aunque una más de media
hora después de lo planeado-. Vi como Jacob seguía el auto de Bella hasta
desaparecer en una intersección en la que nuestros caminos laborales se
dividían y seguí con prisa renovada hacia mi trabajo. Ser dueño tenía sus
ventajas, como el hecho de que uno podía llegar tarde de vez en cuando sin que
nadie dijera nada-, y cosas malas, como que si algo salía mal uno debía estar
allí todo el tiempo que fuese hasta solucionarlo. Sin embargo, hoy era un día
bastante común dentro de todo.
Llegué saludando como siempre y me interné hasta el mediodía
a supervisar distintos proyectos, hasta que luego de recibir la esperada y
ansiada llamada de Bella –y ya de paso más tranquilo-, me fui con el grupo de
ingenieros a ver las obras que necesitaban más atención. Había una en
particular en la cual se estaban retrasando demasiado y el comprador se estaba
impacientando, así que quería ver con mis propios ojos que era lo que estaba
fallando allí.
Por suerte un día normal.
A las cinco corté ya con todo y me dirigí a la oficina para
dejar las anotaciones correspondientes y a alistarme para el final de la
jornada.
Había estado todo el día pensando en que era eso que tanto
le costaba decir a Bella respecto de sus padres. Un dolor tan profundo no se
formaba así como así; y, el dolor que ella mostraba era tan arraigado como la
tierra misma.
Seis en punto ella salió con su auto y sonrió al pasar
delante del mío. La seguí, o más bien escolté hasta la casa… Ya que un mensaje
al móvil fue lo que hizo falta para adelantarle y guiarla –sonreí ante esto.
“¿Ed? No sé llegar.
B.”
“Sígueme. E.”
Llegamos pronto a casa y entramos sin más. Diría que me
sorprendí de ver a Jake ya dentro y esperando sentado cómodamente en el salón
con una copa de vino en su mano, pero no en verdad… Yo sabía que él estaría
tanto o más desesperado que yo por saber todo cuanto pudiéramos sobre ella.
―Iré a cambiarme ―anunció nerviosa. Claramente necesitaba
unos minutos a solas para juntar coraje.
―De acuerdo. Pediré algo de cenar mientras tanto.
Bella pasó a darle un ligero pico en los labios a Jake y salió
disparada hacia las escaleras mientras yo me sentaba unos segundos al lado de
Jake. No me resistí. Me apoyé contra él, recargando mi cabeza en su hombro y
elevé mi rostro para darle un prolongado beso que él respondió con ganas.
― ¿Cómo te ha ido hoy? ―preguntó una vez que nuestras bocas
se distanciaron lo suficiente como para hablar.
―Normal creo ―me encogí de hombro―, bastante movido con las
supervisiones de obras, pero bien en general. Además de ansioso por lo demás
―él asintió mirándome― ¿Y a ti?
Hizo una mueca. Oh, no. Eso solo significaba que algo no le
gustaba.
―Pues… No tan bien como hubiese querido. Voy a despedir a
Jessica ―comentó secamente apretando un puño―, la encontré revisando unos
archivos que no eran suyos en mi despacho ―hizo una pausa― ¿Recuerdas que hace
un tiempo te comenté que me habían faltado unas pruebas de un caso? ―asentí―.
Pues bien, estoy seguro de que ha sido ella pero, antes de despedirla y acusarla,
porque obviamente esto no quedará así, necesito saber para qué demonios quería
todo aquello ¿Dinero? ¿Extorsión? No lo sé ―dijo bufando exasperado―, no lo sé
y eso me molesta horrores.
―Pero…
―Ufff, no fue solo eso. Luego de encontrarla y hacer como si
nada, tuve que aguantar que ella dijera una sarta de incoherencias que me
resultó difícil hacer que me creía, y como si fuera poco tuve que aguantar sus insinuaciones baratas.
No la soporto… Mañana mismo le diré a Jasper que la investigue, quiero saber
todo, quiero saber para quién quería esas pruebas ¡Quiero que alguien pague!
―Tranquilo ―dije pasando un brazo por sus hombros,
invirtiendo así la antigua posición. Él se recostó entonces ligeramente sobre
mí, descargando su cabeza en el respaldo del sillón.
―Lo sé, pero siento que todo se me está yendo de las manos.
Esto en la oficina, lo de Bella, lo nuestro… Todo está tambaleante y… Odio
sentirme así, impotente.
―Shh, lo sé, lo sé. Sabes que estoy igual. No te preocupes
tanto ―dije dándole un ligero pico en los labios―, ya verás como todo se irá acomodando
en su lugar. Tiempo al tiempo.
―Ja, suenas como mi padre.
―Hombre sabio ―dije, consiguiendo que por lo menos esbozara
una trémula sonrisa en sus labios. Volví a besarlo, tiernamente ahora―. Te amo.
―Y yo a ti Ed, lo sabes ―sonreí.
―Lo sé.
―Mmm… ¿Crees que lo de Bella se solucione pronto? ―preguntó
luego. Me tensé, odiaba no tener la respuesta a aquello.
―No lo sé, pero espero que sí. Haremos todo lo posible
porque así sea ―dije con firmeza. Él asintió.
―Lo haremos. Gracias por insistir con esto Ed.
―Gracias por aceptarlo ―comenté acariciando su brazo―.
Sabes, creo que podríamos enamorarnos muy fácilmente de ella Jacob ¿No lo
crees? ―él se tensó un poco y luego se relajó completamente, y suspiró.
―Sí, ella es… especial. Pero…
―Lo es. No pongas peros Jake, sabes tan bien como yo que tus
sentimientos por ella han crecido enormemente en tan solo unos cuantos días, en
tan solo unos cuantos encuentros. No metas tu pasado en esto. Permítete,
permítenos ser felices Jacob, juntos, ya no estás solo, no sufrirás por ello
―dije tratando de transmitirle seguridad. Él no contestó durante unos cuantos
segundos, así que continué―. Creo que ella también comienza a sentir algo
fuerte por nosotros. Es tan extraño. Siento como si estuviésemos conectados de
alguna forma. Los tres. Ella nos acepta tal y como somos, y eso para mí ya vale
mucho.
―Sí, ella vale mucho, pero… No te ilusiones tanto Edward, ya
sabes que luego la decepción podría ser más fuerte.
― ¡Ya Jacob! No metas a Vanessa en esto, Bella no es ella.
No te prives de tus propios sentimientos por miedo ―dije un poco cabreado de
que aquella sombra aún estuviera sobre él.
― ¡Y tú no seas tan malditamente confiado! El día en que
ella se harte de nosotros, de una vida extraña y excluida de la sociedad se irá
y si te enamoras… Si te enamoras te quedarás de nuevo con un corazón roto, y a
mí para que junte los pedazos. Ya lo pasamos hace mucho Ed, sé que la quieres,
lo noto pero… Yo no puedo confiar tan ciegamente en alguien que no seas tú
―suspiré pesadamente. Mientras él pensara así no llegaríamos a ningún lado.
Sí, lo reconozco. Había tenido una gran decepción amorosa
cuando joven. Y la palabra clave en aquella frase es ‘JOVEN’; joven, idealista,
bohemio… Enamorado del amor y no de la persona a quien decía profesárselo;
enamorado de la idea de amar, sin saber en verdad cuáles eran los sentimientos
que tenía. Lo entendí con el tiempo, y pude superar eso que creía haber perdido
pero… Jake no lo vio nunca así. Fue él quien me aguantó las borracheras
incoherentes cuando terminé con Kate hace ya cinco años tras haberla encontrado
en la cama con uno de sus profesores, Alistair. Fue él quien me aguantó cuando
patéticamente lloraba por la traición y decepción que sentí al saber que
aquella persona a la cual había pedido compromiso y fidelidad me metía los
cuernos desde hacía más de un año con aquel tipo. Fue un tiempo amargo en mi
vida el aceptar que la que yo llamaba mi prometida y con quien había idealizado
un futuro, tan solo se mantenía conmigo por mi apellido y por los lujos que le
daba.
Sí, fue duro, pero lo superé. Y Jake no.
Él también había pasado por algo similar, pero… Aunque Jacob
se mostrara fuerte y arrogante, en realidad era alguien demasiado vulnerable
para su propio bien. La traición de Vanessa lo destrozó. Y las secuelas aún
están presentes en él hasta el día de hoy por lo que podía ver.
―Jake, creo que es hora de que sueltes el pasado antes de
que por él pierdas tu futuro. Bella no es Vanessa y no lo será, solo… permítete
creer otra vez, permítete confiar. Por favor.
―Ya estoy lista ―dijo Bella apareciendo de pronto a nuestro
lado, más bien a mi lado.
―Oh, disculpa. Aún no he pedido nada ¿Qué quieren comer?
―Cualquier cosa.
― ¿Pizza?
―Mmmhh ―murmuró ella mirando a Jacob fijamente, como
buscando algo en su mirada, mientras yo me levantaba a tomar el teléfono a
llamar a la pizzería a hacer el pedido.
― ¿Jacob? ―escuché de pronto.
― ¿Mmm?
― ¿Quién es Vanessa?
Etiquetas:
El Problema de mi Sexóloga
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
uhhhhhhhhhhhhh vanessa ummmm vendran los celos de bella???? solecito pucheta
ResponderEliminarahhhhhhhhhhhhhh...
ResponderEliminarla hora de los confesiones...!!
muy bueno...
Donde estas?
ResponderEliminar