No registré nada más que su compasiva mirada cuando en un segundo me lancé con fuerza, con desesperación a sus pequeños pero tan confortables brazos; confort, solo eso buscaba. Ella era la única que sabía a ciencia cierta sobre aquel traumático sueño. La única que sabía la verdad acerca de la muerte de mis padres. La única que sabía como volverme en sí cuando hasta yo misma me daba por perdida.
26 de enero de 2012
El problema de mi sexóloga... Cap 24
“Sueños:
pesadillas y realidades”
BPOV.:
¡Oh Joder! ¡Joder,
joder, jodeeeer!
Nunca, pero nunca de los jamases nunca volvería a ver una
cocina de la misma manera. JA-MÁS.
¡Dios! O ¡Demonios! Supongo que después de ‘esto’, demonios
iba mejor ya que ellos eso… Ellos eran un par de lujuriosos demonios vestidos
de dioses humanos que hacían palidecer a tanta absurda y simple plebe.
JODER, o sea JO-DER… ¡Mierda! Todavía estoy temblorosa y…
Anhelante ¡Lo sé! Soy una perra insaciable ¡Sí! Pero, Dios ¿Qué quieren? Soy
una ninfómana totalmente adicta al sexo –y a las perversiones-, pero por sobre
todo, me estaba haciendo prontamente adicta a ellos, a su piel, a sus miradas,
a sus besos lujuriosos, a sus caricias… Ellos eran mi nuevo puto vicio, mi
droga personal y, sí ¿Por qué no admitirlo? Completamente necesaria.
Mientras todo esto tenía lugar en mi mente me encontraba
totalmente despatarrada en aquel gran frío oscuro piso.
Los tres quedamos simplemente tirados allí… Tratando de
restablecer nuestras respiraciones, nuestros turbulentos pensamientos, tratando
de rejuntar los pedazos que quedaban de nuestra reciente perdida conciencia.
Aunque no por mucho.
El estúpido teléfono sonó cual verdugo insistente e
inexorable sobresaltándonos a todos, sobresaltando nuestra remota paz. Y luego…
CAOS.
El teléfono de la casa dejó a sonar, y a cambio los tres
celulares comenzaron con sus estridentes melodías a tan solo segundos de
diferencia. Era algo atronador en medio de tanta quietud y silencio.
Finalmente Jake se levantó a tomar el suyo… Un mensaje –y lo
sé porque estiré con fuerza el pescuezo para encontrarlo leyendo la pequeña
pantalla-. Sus facciones lo dijeron todo… lo que sea que fuera, no era bueno.
Dicho y hecho, no lo fue.
“El juego ha
comenzado. No podrán esconderse. No podrán esconderla. NO PODRÁS ESCONDERTE.
Las reglas son nuestras. El fin uno… La muerte”
Ese fue el mensaje que llegó a todos los teléfonos
Ese fue el momento en el cual su mente se desconectó.
¿Llorar como histérica? ¿Gritar como loca? ¿Putear hasta a
los árboles? No. No hice nada, tan solo me quedé allí, tendida en el piso bajo
una especie de sopor en el cual nada me afectaba, nada me tocaba, nada me
llegaba. Mis ojos se cerraron pero mis sentidos aun estaban activos, era como vagar
sin rumbo por el limbo.
¿En shock? Quizás.
Prefiero pensar que era un estado en el cual tan solo
trataba de obviar el hecho que empañaba el mejor momento, UNO de los mejores
momentos.
Mi desconexión como dije, no empañó todo.
No sé precisamente como pero sentí que Edward me trajo aquí
donde yacía ahora. Y sé que fue él porque su aroma me envolvió de pronto.
Así que aquí estaba ahora, esperando… Sin querer saber que
rayos estaba pasando debajo de donde provenían sus voces susurrantes.
Sé que quizás no estuviera momentáneamente en mis cabales
pero, no quería saber nada… Quería coger, coger, y coger hasta el punto que no
pudiera pensar, ni recordar, quería bloquear todo aquello que no fuera
simplemente sentir. Llámenme cobarde o como quieran, pero cuando ha habido
tanto drama y problema en tu vida hay momentos en los que tan solo quieres
dejar tu piel, dejar de ser tú para así poder respirar por tan solo unos
segundos en paz.
Hacía mucho ya que no me pasaba y la última vez que sucedió…
Hice destrozos con mi cuerpo.
No me malinterpreten no me autoflagelé ni nada por el estilo.
No. En siete días no dormí más que tres horribles horas por día –y a veces ni
siquiera eso-. Dos cosa rigiendo mis días, trabajo y salidas, salidas y
hombres; hombres y sexo. Hombres. Dieciocho. Dieciocho hombres fueron el
resultado de aquella embotata y borrosa ahora, semana ¿Cómo? FÁCIL. Dos y a
veces hasta tres por día. En cualquier lado le venía bien. En el baño de un bar
o de un concurrido boliche, en algún pasillo oscuro de alguna discoteca, en el
callejón detrás de un restaurant, en un hotel, en autos, en una plaza, en un
tren… Joder, esa semana había sido atroz. Como si fuera una máquina con una
misión… PLACER. Sí, placer. Placer que mitigara y compensara el dolor, la
tristeza, la soledad. Fue entonces cuando hice mi primer mennage, dos hermosos
primos que disfruté una noche entera.
Mi mente fue vencida de pronto por el sueño. Un sueño
intranquilo. Un sueño real. Mi pesadilla. Pero…
Comenzaba como siempre.
“Félix y yo a los besos apoyados en su coche en un hermoso
y luminoso día atípico de Forks. De repente, grandes nubes negras seguidas y
empujadas por vientos huracanados lo cubren todo. Félix entonces se separa de
mí, mirándome con una mirada que reflejaba todo el asco posible a demostrar
hacia una persona. A mí.
Ya no estaba solo. El
auto ha desaparecido, tal y como solo en los sueños suele suceder, y yo me veo
vestida de fiesta, mirando el grupo de chicos que ahora él lideraba. Sus
miradas completamente lujuriosas, lascivas se clavaban en su piel.
Corro, corro, y corro
pero parece que nunca avanzara. Corro por un camino de tierra en el cual
tropiezo siempre con la misma piedra, es un camino oscuro, un camino sin fin ni
retorno.
De pronto el camino ya
no está. Ahora me encuentro vistiendo mi pijama de niña parada delante de mi
casa. Camino hacia la ventana obviando el hecho de que todo se veía oscuro,
peligroso.
Y los veo.
Mis padres están amarrados en sillas
enfrentadas viendo como sus atacantes los van cortando alternadamente. Ambos
lloran. Ambos se quiebran delante del otro al verlo sufrir y no poder hacer
nada por evitarlo. Segundos antes de recibir cada uno un disparo es que ambos
se sonríen mientras yo grito sin voz
golpeando la ventana como loca.
Jamás podía ver las
caras de los atacantes. Era como ver círculos borrosos con facciones
indefinidas y distorsionadas.
Un parpadeo y nuevamente
me encuentro delante de la casa, cerca del cordón de la acera, viendo como lo
que siempre fue mi casa, mi hogar, cedía sus cimientos ante las lenguas de
fuego que la devoraban de a poco. Ahora me veía desde arriba, me veo a mí,
llorando con los puños apretados a sus lados con mi furia y tristeza
consumiéndome como ese solitario y brillante montículo de maderas ahora en
ruinas. Veo mi hogar desmoronarse hasta quedar en simples y volátiles cenizas…
Y sobre todo veo caer trozo sobre trozo sobre los cuerpos ya sin vida de mis
amados padres mientras todo se vuelve negro a mi alrededor convirtiéndose en
una oscuridad absoluta y yo caigo hasta al fin desaparecer.”
Para este momento mi cuerpo y mente ya sabe n que estaba
soñando… Esperando, ansiando la caída que traía a su vez el fin de aquel
macabro sueño. No esta vez.
“Caía en aquel abismo
oscuro hasta que como si fuera una broma cruel me encontraba de nuevo frente a
la ventana, la cual ahora estaba rodeada con rosas rojas dispares en su
longevidad. Había tiernos pimpollos hasta secos centros marchitos y desolados.
Los tonos variaban del rojo más intenso al negro verdoso y profundo. Miré
dentro como impulsada por una atracción magnética, algo imposible de negar… Y
expulsé el aire como si me hubieran atinado un golpe en el medio de la boca del
estómago.
Allí estaban. Ya no
eran mis padres los que se encontraban en aquellas sillas de sentencia segura.
No. Ahora, ahora eran ellos. Ellos. Mirándose. Amándose con la mirada más
triste que nunca en mi vida creí ver. Viendo como lastimaban al otro con la
impotencia y desolación pintadas en sus duras facciones.
Los atacantes eran los
mismos, o al menos eso creía ya que tal y como antes, yo aún no podía verles
las caras.
Yo gritaba y gritaba.
Pero nadie me veía, nadie me escuchaba.
Ahora me encontraba en
la acera sostenida con el frío de una navaja en mi cuello, viendo como una vez
más, mi hogar; y esta vez junto con mis sueños y mi futuro, se desmoronaban…
Sobre ellos…
Silencio… Oscuridad…”
Desperté sintiendo mis oídos pitar y mis ojos arder. Aún
podía sentir el humo en mis fosas nasales así que inmediatamente boqueé por
aire puro. Alguien me zarandeó.
― ¡Bella!
― ¡Bella!
Voces. Voces y más voces intentaban colarse a través de la
nebulosa de mi mente, del sopor que aun embargaba mi cuerpo, mis sentidos. Pero
yo, yo aún no podía dejar de repetir aquellas imágenes insanas en mi mente. Los
sonidos, los colores, los olores… Todo. Esta vez mi pesadilla me había llevado
a otro nivel de dolor y soledad, y aún despierta me sentía completamente
encerrada en ella.
¿Cómo olvidar? ¿Cómo salir?
― ¡Isabella Marie Swan levántate ahora o llegarás tarde!
―escuchó fuerte y claro ¿Mamá?
Abrí mis ojos desesperada por verla, por sentirla; pero mis
ojos se movían demasiado rápido, torpemente perdían el enfoque.
Tras un esfuerzo que me costó horrores miré a quien me había
gritado. Alice.
Apenas la vi mi congoja me abrumó y un sollozo ahogado
escapó de mi pecho; y un quejido, más bien un alarido, le siguió detrás. Nuevas
y heladas lágrimas surcaron mi rostro.
No registré nada más que su compasiva mirada cuando en un segundo me lancé con fuerza, con desesperación a sus pequeños pero tan confortables brazos; confort, solo eso buscaba. Ella era la única que sabía a ciencia cierta sobre aquel traumático sueño. La única que sabía la verdad acerca de la muerte de mis padres. La única que sabía como volverme en sí cuando hasta yo misma me daba por perdida.
No registré nada más que su compasiva mirada cuando en un segundo me lancé con fuerza, con desesperación a sus pequeños pero tan confortables brazos; confort, solo eso buscaba. Ella era la única que sabía a ciencia cierta sobre aquel traumático sueño. La única que sabía la verdad acerca de la muerte de mis padres. La única que sabía como volverme en sí cuando hasta yo misma me daba por perdida.
―Shhh… Tranquila, ya pasó… No es real, no es real Bells.
―Sí lo es, lo fue Al… Y ahora… De nuevo; ellos, no pude. No
otra vez…
―Shhh… respira decía mientras guiaba mi cabeza a su regazo
acariciando mis cabellos de manera pausada―. Tranquilos, está bien… Ya volvió
en sí. Dennos unos momentos por favor ―dijo a alguien aunque no veía a quien.
Sentí pasos y luego la puerta de donde sea que fuera, cerrarse suavemente.
Estaba muy perdida aún.
Tiempo después… Mucho tiempo después, logré contarle a mi
duende las diferencias de este sueño. Tenía tanto miedo de que fuera real. Ella
me tranquilizó –como siempre hacía-, mientras yo daba gracias a quien sea que
la hubiera puesto en mi camino.
―¡Oh por Dios! Ellos deben de creer que estoy completamente
loca! ―exclamé de pronto cayendo al fin en la cuenta de donde estaba, con
quienes y como me habrían visto ellos intentando ‘despertarme’.
―Shhh… Basta. Tranquilízate. Ellos lo entenderán, solamente
estaban muy preocupados cuando vieron que a lo que ellos creyeron shock no
pasaba y que no podían despertarte, pero…
Sé que no les has dicho todo lo referente a ello ―volteé la cara y ella
en respuesta tomó suavemente mi barbilla para que la mirara otra vez―. Debes
hacerlo Bells, ahora estás con ellos, debes confiarles todos tus secretos,
debes confiar ―remarcó.
―Pero…
―No. Nada de peros. Te amo y no te dejaré pero debes de
avanzar. Tienes que soltar tu pasado y confiar si quieres VIVIR y no tan solo
subsistir.
―Te amo enana ―dije tomando su mano. Conteniendo a duras
penas las pequeñas perlas húmedas que se amontonaban detrás de mis párpados y
que amenazaban seriamente con ahogarme con su caudal.
―Idem trastornada ―respondió sonriente.
Ella tomó mi rostro y se acercó para plantarme un ligero
beso en los labios tal y como era nuestra costumbre tras un momento emotivo.
Y como regla en mi vida fue justo entonces cuando se escuchó
como la puerta se abría y las respiraciones –sí, eran más de una- se cortaban
al vernos. Ambas giramos a ver.
―Emm… este… perdón, nosotros… Ehhh ―Edward.
Ambas reímos. Sí, aún podía reír, eso era bueno.
― ¡Joder yo quiero ver más! ―gritó Jake desde detrás de Ed y
recibiendo un codazo en pleno pecho de su parte.
Ahora sí reímos con ganas.
―Mmm… Concuerdo… Pero con la diferencia de que me encantaría
ser partícipe ―dijo ¿Sr. Withlock? Me sentí enrojecer cortando la risa de
golpe.
Dos profundos gruñidos retumbaron en la habitación y el
detective pronto se encontró frente a dos miradas para nada agradables por el
odio que rezumaba en ellos.
― ¿Qué? ―gritó él.
―Withlock, no quiero ni que la mires ―gruñó Jake cerrando el
puño.
―Creo que va siendo hora de que se vaya. Ya hizo lo que vino
a hacer. No tiene nada más que andar husmeando aquí ―dijo Ed.
¡POR FAVOR! ¡Los hombres de las cavernas ha regresado! ,
pensé bufando sonoramente.
―Arrg ¡Pueden ya cortarla con eso! ¡Dios! ¿Estás segura de
querer quedarte con ellos? ―dijo Alice mirándome raro mientras me tomaba de la
mano y luego me guiñaba un ojo. Yo reí como tonta.
―Mmm… Quizás… Aunque probar un trío contigo y el detective
no estaría nada mal preciosa.
Tres gemidos provenientes de lo más hondo de sí llegaron
desde la puerta ¡Vaya!
―Mmm… Pues… ¿Se puede arreglar no? ―dijo mirándolo intensamente
al rubio quien se removió incómodo para luego quedar hipnotizado con ella.
― ¡Por supuesto que no! ―gritó Edward entrando al centro de
la habitación.
― ¡Ni soñando! ―bramó Jake siguiéndolo.
Ambas nos echamos a reír aún tomadas de la mano. La mía más
bien era una risa histérica. Amaba con locura a esta enana que hacía y decía
cualquier cosa con tal de ayudarme a no pensar más en toda la mierda en la que
me ahogaba.
―Joder ¡Pero mira que estúpidos son! ―chilló Alice
revolcándose de risa por sobre toda la cama. Yo no estaba mucho mejor.
―Jo… der… Pero es que… Ustedes pensaron… que nosotras ―volví
a reír.
Cuando al fin ya nos serenamos un poco, hablé.
Chicos, nosotras nos saludamos así a veces, es nuestro
momento de chicas… Y aunque no les debiera interesar, les diré que nunca hemos
tenido nada ―dije guiñándole a Al―, aunque ¿Nunca se sabe no?
―Pues sí se sabe, o se sabrá ¡NI-DE-CO-ÑA! Tú estarás
bastante ocupada con nosotros como para que andes necesitando más.
―Gatita, creo que lo de hace un rato no fue suficiente
¿Verdad? No te preocupes, ya estamos listos para ti―dijo Edward acercándose
mientras yo iba abriendo cada vez más grandes los ojos por las cosas que
decían.
Y sí, me mojé. Arrrg. Los quería. Los necesitaba ¡Pero YA!
―Oookey, ya no hago falta aquí. Luego te hablo Bells y
mañana de seguro vaya de visita a tu consultorio ¿Ok? ―ambos hombres gruñeron
vieron como me saludaba con otro pico en los labios―. Tranquilos perritos. Es
toda suya ―dijo guiñándoles―. Me voy, y no se preocupen, conozco la salida.
―Adiós perra… Y gracias―Jake
―Siempre ¡Hablamos luego! ―dijo yendo hacia la planta baja.
―Bueno, ahora que se han calmado, quisiera aclarar que yo lo
decía más que nada por la señorita que acaba de retirarse. Srta. Swan, lamento
el malentendido y…
― ¿Señor Withlock? ―pregunté cortándolo.
― ¿Sí?
―Vaya con ella, mañana hablamos de lo de hoy y demás ¿De
acuerdo?
Él sonrió, asintió y se fue haciendo un leve cabeceo al pasar
por en medio de mis muy celosos hombres. Mis hombres. Míos.
Ambos me observaban con una variedad desbordante de
emociones, pero yo aún no estaba en pleno control ni de las mías todavía así
que no me permití hacer un análisis de ello. No hoy. No ahora.
Aunque parezca absurdo e incluso hasta irrisorio, aquella
pequeña frase dicha en voz de mando de Alice logró traerme a la realidad… A mi funesta
realidad.
Aquella era la frase que mi madre solía utilizar cuando
cuando ya estaba harta de gritar o venir a despertarme, sobre todo cuando ya se
me hacía demasiado tarde para lo que sea que fuera… generalmente la escuela.
Una lágrima escapó de mis ojos al recordar como yo saltaba
ante esto, solo para verla allí, parada en la puerta de mi habitación con las pequeñas
manos hechas puños en sus cintura. Recuerdos que tan arduamente sepultaba en el
fondo y rincón más alejado de mi mente volvieron a tropel, inundándome de ellos
de manera casi asfixiante.
Renné bailando en la cocina mientras que la comida se
quemaba por dejar de revolver ya que la cuchara la usaba de humilde micrófono.
Charlie mirando
tranquilamente el juego de beisball sonriéndome cuando me veía pasar para
sentarme un rato a su lado.
Renné cuando no salió
por casi una semana de la casa tras haber fallado en un experimento de tinturas
y que en consecuencia estaba amarillo verdoso… por partes.
Charlie regresando
sonriente con la pesca del domingo en su cubeta.
Ellos abrazados y
dándose un beso en el sillón cuando creían que no los veía.
Y a la primera le siguieron muchas. Era el tipo de llanto
silencioso pero que en cada gota hace como si se sintiera como ácido sobre tu
piel. Era humedad maldita que revela enmudecido cuan hondo es tu dolor.
― ¿Bella?
―Bella, cariño ¿Qué tienes?
Los recuerdos no se detenían, eran como flashes tras mis
ojos, como ver una veloz secuencia de diapositivas
Charlie empujándome en
el columpio de casa cuando era pequeña.
Renné haciéndome un
emparedado con carita feliz para el primer día de clases.
Charlie enseñándome a
disparar –tratando de disimular la risa cuando el disparo me tumbaba.
Renné festejando como
boba cuando me hice señorita o cuando le dije que tenía mi primer novio.
Ellos, sonriéndose con amor momentos antes de morir.
―Shhh… Tranquila, estarás bien… Hoy has pasado por mucho,
descansa, duerme un rato preciosa ―dijo Jake abrazándome por un lado.
Recosté mi cabeza en su hombro.
―No. No quiero dormir… No. Ellos el sueño, no puedo… No otra
vez.
―Shhh gatita, ya, nosotros velaremos tu sueño. Nada te
alejará de nosotros. Te cuidaremos bebé… Tú eres lo más importante para
nosotros ahora. Descansa gatita, descansa.
Edward, quien ahora yacía a mi otro lado, comenzó a tararear
una melodía que no supe identificar de nada.
Poco a poco mi cuerpo se relajó ante sus palabras, ante sus
sonidos y caricias, sintiendo como mi cuerpo se desconectaba de mi mente y como
mi subconsciente se zambullía a nadar en el mar de la nada.
.
JPOV.:
.
Decir que estaba asustado y enojado sería una burda broma.
Esto definitivamente se nos estaba saliendo de las manos.
Fotos nuestras, de ella, de nuestra familia; llamadas a los
números a los que no muchos tenían acceso –porque al menos sabía con certeza
que nuestros celulares no eran de fácil acceso- ¡La entrada libre e infructuosa
a su departamento!... Dios, era demasiado.
Seré franco… Me cagué de miedo cuando la vi a ella aun
tirada en el frío piso de la cocina sin reaccionar ante el nuevo hecho. Después
de unos segundos, mi cerebro reaccionó… Estaba en shock. Sin duda los sucesos
del día; verdades y por menores fueron excesivos para ella. Y sí, de seguro que
el sexo salvaje y la montaña rusa de emociones de emociones no ayudaron en
nada.
Con tan solo una mirada a Edward vi que estaba a punto de
hacer ebullición, su temperamento indomable y explosivo estaba siendo puesto a
prueba; más bien estaba en una batalla descomunal con su férrea necesidad de
control. Yo no estaba mucho mejor, pero al menos fui capaz de esconderlo o
sosegarlo bajo la capa de preocupación por Bella que me embargó. Y eso fue
exactamente lo que le señalé a Ed con tan solo una mirada.
El cambio automático de su mirada y postura fue excesivo y
evidente.
Su naturaleza de guardián protector, como solía decirle, se
activó por completo.
Él se agachó y le llamó suavemente sin obtener respuesta,
así que sacando a relucir a su caballero de blanca armadura fue que la tomó en
brazos y salió de allí con ella en brazos rumbo a nuestra habitación murmurando
al pasar tan solo un escueto y contenido: “La dejaré en la recámara, enseguida
regreso”.
Lo primero, fui a tomar mi ropa haciendo malabares por
colocármela con una sola mano –la boba-, mientras con la otra buscaba y marcaba
en el pequeño teléfono los números correspondientes. Primero lo primero. Withlock.
Ya no me importaba nada. Si esto era un condenado juego que
me aspen si no fuera a jugar con todo. Pondría diez gorilas a su alrededor de
ser necesario, pero como que me llamaba Jabob Black que no permitiría que nada
tocara siquiera un cabello de mi muñeca. Dios, esta mujer saca nuestros
instintos más primitivos, pensé bufando.
―Withlock ―contestó él.
―Tenemos problemas Withlock, no sé el de ella pero nuestros
teléfonos móviles no son de acceso fácil, son los personales y
―Espera, no entiendo…
―Acaban de llegar tres mensajes uno a cada celular, los
personales, y déjame aclararte que no mucha gente tiene los nuestros. Luego lo
verás por ti mismo pero básicamente el mensaje implícito es: “El juego comienza”
―dije gimiendo luego de rabia y frustración. No me importa el dinero, ni las
personas a usar… Solo queremos atrapar a ese maldito.
―Entiendo. Créeme Black, el malnacido este también se me
está volviendo personal, cada pista que obtengo cae en un callejón sin salida.
Será un reto, pero no perderé ―dijo él, casi de manera amenazante―. Estaré allí
en media hora, debo de reunir el equipo para colocar rastreadores en los
equipos y ver si es necesario instalar algo más para saber el origen de todo lo
que suceda de aquí en adelante.
―De acuerdo, en nuestra casa en media hora… y Jasper…
Gracias.
―No hay porqué, tranquilo.
Dicho esto la comunicación se cortó, y yo apreté el aparato
con odio, casi con ganas de romperlo.
―Déjalo, lo necesitamos, y no ganas nada –dijo Ed
descendiendo por la escalera.
―Llama a la enana. Bella me preocupa ―asentí.
Sí, yo también lo había pensado. Por más que en algún
pequeño punto de mi ser me doliese, nosotros éramos completamente nuevos en su
vida y ajenos a sus antiguos dolores y secretos. Lo sabía, pero me jodía. Para
mí, para nosotros, era como si la conociéramos de siempre, como si la hubiéramos
buscado toda nuestra vida. Ella era mi
ideal de mujer antes de que todo aquello pasara.
Meneé la cabeza… Poco a poco -me recordé-, poco a poco.
Fui en busca del móvil de Bella y busqué en su agenda,
sonreí cuando vi que ella aparecía como “duende”.
Copié el número en mi teléfono y llamé de allí para que se
guardara.
―Aló ―contestó con voz ajetreada.
― ¿Alice? ―pregunté por las dudas.
―Sí, so yo, Alice Brandon ¿Quién habla?
― ¿Alice?, soy Jacob. Bella está bien, pero, creemos que
está en shock. Hubo unos mensajes un poco fuertes en nuestros celulares y ella…
―Voy para allá ―se escuchó ruido de fondo y luego el taconeo
de sus zapatos― ¿Ha hablado? ¿Contesta? ¿Reacciona? ―¿A qué venía todo esto?
―Ammm… No, solo, se quedó allí. Edward la acaba de llevar a
la habitación.
―Bien. No la molesten. Estaré allí en menos de una hora ¿Ok?
―y colgó.
¿Qué carajos fue todo eso?
No tuve mucho tiempo para preocuparme. Ed y yo nos dimos una
ducha rápida… -¡Por separado mal pensados!- y a los pocos segundos sonó el
timbre. Era Withlock.
Primero que nada le contamos con lujo de mínimos detalles
como se habían dado las cosas, lo del teléfono e la casa y lo demás. Él comenzó
a revisar los celulares y preparó todo para instalarle un rastreador diminuto en
el aparato fijo por si las moscas. Lo de los móviles lo haría mañana ya que le
faltó conseguir una pieza. Y, justo así, momentos después dos cosas ocurrieron
al mismo tiempo, el timbre volvió a sonar… Y un grito escalofriante se escuchó
proveniente del primer piso. De la habitación. De Bella.
Tanto Ed como yo corrimos hacia allí tan solo para encontrárnosla
llorando dormida y sumamente agitada removiéndose nerviosa en nuestra cama,
murmurando cosas sin sentido –al menos para nosotros claro.
De pronto una pequeña bola, o más bien un pequeño torpedo
nos alejó con un impresionante potente empujón de ella mientras intentábamos
inútilmente despertarla cual bella durmiente… Juro que ya iba a intentar lo el
beso de lo nervioso que estaba.
Ella la zamarreó y al ver que no reaccionaba hizo algo que
me dejó con la boca abierta –literalmente.
Alice se paró junto a la cama cerrando un momento los ojos,
hinchó su pecho de aire y dijo a voz de grito: “¡Isabella Marie Swan, levántate
ahora o llegarás tarde!”
Fue increíble ver como ate estas palabras Bella abría los
ojos.
Sí, volvió en sí, pero estaba quebrada.
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El Problema de mi Sexóloga
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ufff pobres esperare con ansias lo que falta jum esos son los vulturis cierto? por lo que paso con felix e.e
ResponderEliminarO_o Vulturis?? Nop, yo no he nombrado nada así todavía ;)
ResponderEliminarOO POR DIOS MUERO POR LA SIG.ACTUALIZACION .. SALUDOS.
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