25 de abril de 2012
El problema de mi sexólog... Capítulo 28
DISCLAIMER: Como siempre los personajes pertenecen a S. Meyer y la
historia es de mi autoría.
ADVERTENCIA: Lenguaje adulto y escenas de sexo explícitas. Solo apto
para mentes abiertas. Relaciones HETERO-BI Y HOMO sexuales.
“Cambios y reacciones”
BPOV.:
― ¿Qué hora es? ―pregunté mientras contenía un bostezo y me
estiraba, haciendo que mis músculos doloridos protestaran y sintiendo como
ambos cuerpos se tensaban contra mí.
Edward medio se volteó para mirar la hora en aquel pequeño
reloj despertador que había sobre la mesa de noche y luego volvió a la posición
inicial.
―Las 9:50 ―dijo
¿Qué?
Mierda.
Con un movimiento fluido –y excesivamente raro por su
coordinación en mí– salté de la cama y me fui al guardarropa como una bala.
Joder. Tenía que llamar a Jane y tenía que hablar con
Whitlook, también tenía que arreglar para quedar con Alice y…
― ¿Qué haces muñeca? ―preguntó Jake desde la cama.
― ¿Ustedes qué creen? ¡Estoy retrasada! Tengo que avisar y
volar ¿Ustedes no irán a trabajar hoy? ―pregunté mientras miraba entre las
bolsas –sí, todo había quedado en las bolsas aún. Joder que días de mierda– a
ver que podría ponerme que no estuviera completamente arrugado.
―Bella ―Edward se paró y llegó majestuosamente desnudo a mi
lado. No pude evitar apreciarlo con la mirada―. Cariño, hoy no tienes que ir…
Jane ya sabe, yo hablé con ella antes de ayer por la noche. Ya está todo
arreglado ya que avisé que no irías hasta el lunes.
―Espera, espera, espera ―dije de manera rápida― ¿Cómo que
anteayer? ¿Pero…? Yo… No entiendo.
―Bells, estuviste desmayada por horas, y luego dormiste ayer
todo el día agitadamente.
Abrí los ojos desmesuradamente ante lo que escuché –o al
menos me sentí hacerlo–. Mierda.
―Pero, pero…
―Tranquila. Creo que en estos días has pasado por demasiado,
demasiadas emociones extremas como para que tu mente las afronte así de
tranquila y demás. Fue obviamente alarmante verte desvanecerte casi como la
otra vez pero aun así no llamamos a Alice ya que en realidad esta vez fue tan
solo un desvanecimiento de cansancio, o al menos eso dijo el médico… ―dijo
descendiendo cada vez más su tono de voz hasta terminar casi en un susurro.
― ¿Médico?
Ok, definitivamente esto estaba poniéndose cada vez más
raro.
―Emm, sí… Este, verás, es que…
―Papi Cullen ha venido a hacerte un chequeo y dijo que nos
quedáramos tranquilos, que solo era cansancio hasta los huesos y que únicamente
te dejáramos descansar. También dijo que evitaras las situaciones extremas
pero, teniendo en cuenta la situación no garantizo que eso sea del todo
probable… muy a mi pesar ―terminó murmurando.
Papi ¿Cullen? ¿O sea? ¿Ése
papi Cullen? ¡Oh, por favor! ¡Tienen que estar bromeando! ¡Oh por Dios! ¡Casi
me caigo de culo! O sea, lo hubiera hecho si no fuera porque de haberlo hecho
me hubiera caído de lleno dentro del guardarropa ¡AARRGG!
Miré sus caras. Una, la otra; NOP ¡No me jodan!
―Shh, tranquila gatita ―Joder, amaba cuando me decía así
¡Pero no justamente ahora!
―muñeca, deja y te respondo y cuento todo ―dijo Jacob de lo
más tranquilo levantándose de la cama en toda su gloriosa y morena sumamente
exquisita desnudez ante mis ojos ¡JODER! Concéntrate Bella ¡Concéntrate maldita
puta ninfómana! Me grité con rabia.
Ellos allí, desnudos. DES-UN-DOS frente a mí –una puta
hambrienta de sexo- y yo estoy mentalmente usando mi cerebro como bolsa de
boxeo para no comenzar a babear –literalmente-, o peor aún… a gotear, por tan
sublimes visiones.
―… y nada más ―le escuché decir a Jake lejanamente cuando
por fin mi lado sexual del cerebro había quedado Knock Out.
Bien. O sea ¿Qué?
― ¿Eh? ―sí, llámenme bruta o como quieran pero eso fue lo
mejor que pude formular. Jake rio fuertemente.
―Muñeca, deja de mirarnos así y escucha un minuto. Ya luego
podrás follarnos como te venga en gana ―dijo él despreocupadamente ¡Mierda!
¡Ahora sí que goteo! Un minuto, un minuto ¡Enfócate Bella!
Uno. Dos. Tres…
―Como dije… estábamos preocupados y a la vez no queríamos a
nadie extraño… Terminamos llamando a papi Cullen y… después dijo lo del
descanso y lo de…
Veinte. Veintiuno. Veintidós.
¡A LA PORRA!
Sin medir consecuencias me tiré de manera literal sobre él
haciendo palanca con mis piernas para poder enredarme as u alrededor como si
fuera una boa constrictor. Hmmm… Hambre. Saqueé su boca sin darle tiempo a
respirar siquiera ¿Quién quería respirar cuando podía coger? Yo no desde luego.
Respirar está sobrevalorado... Sí, lo mejor sin dudas era respirar las
bocanadas del otro mientras ya tenías tu lengua en su campanilla –como era mi
caso actual-. Mis piernas lo estrujaron cual torniquete enredándose en su cintura
y trabando mis tobillos entre sí sobre su muy firme culo. Él quiso reírse un
momento por mi arrebato pero fue un intento que murió bien pronto al
encontrarse con que mi lengua le hacía un lavaje bucal a fondo ¡JA! A ver si se
ríe de eso. Mira que ponerme tan caliente cuando a penas me despertaba… Bueno,
en realidad yo siempre me había dado mis ‘buenos
días’ muy religiosamente para no pasar necesidades y era algo que no había
estado haciendo por estar ahora con ellos; entonces eso significa que de ahora
en más ‘ellos’ deberán de dármelos,
mhhhmm… Esta idea de venir a vivir con ellos tiene cada vez más ventajas.
Unas manos recorriendo mi espalda me hicieron estremecer. Y
no eran las de Jake, lo cual era solo mejor claro está.
―Calma gatita. Parece que fueras a comértelo ―dijo Ed con un
tono burlón.
Gruñí. A ver si encuentran divertido el hablar cuando uno
estaba tan caliente.
Rápidamente estiré mi mano –que hasta ahora estaba
firmemente ceñida alrededor del cuello de Jake- hacia atrás, más
específicamente hacia su ya semi erecto miembro. Ñam.
―Ok, entiendo el punto ―dijo entonces Edward con un tono
bastante más contenido.
Un ligero ronroneo retumbó en mi pecho. Un ronroneo de Jake
quien en ese momento me apretaba firmemente mis nalgas. Oh, sí. Solté su boca
unos segundos para gemir bastante alto. Estaba enceguecida de deseo.
―Mmm, creo que esta pose aún no la hemos hecho ¿no?
―preguntó Jacob.
¿Está pensando lo que creo que está pensando? Oh, Dios, ¡SÍ!
―No, aún no… Y creo que por sus gemidos lo está deseando
―susurró Ed pegando su pecho a mi espalda y soltando su aliento contra mi nuca,
lo cuál me causó un exquisito temblor de anticipación.
―Sí, creo que sí. Y ya está más que preparada ―dijo Jake
tanteando entre mis pliegues y tomando un poco de mi humedad para luego posarla
sobre mis labios y comerme la boca degustando ambos mis propios jugos. Mmm.
Otros dedos invasores se metieron entre mis muy mojados
labios –inferiores- y luego dos de ellos se introdujeron sin miramientos en mi
interior haciendo un bombeo que me estaba volviendo loca. Los dedos entraban y
salían hasta que en un momento cada vez que salían extendían esos mismos jugos
hacia aquel pequeño agujero conjunto de nervios que se contraía sin parar. Un
dedo mojado hizo intrusión haciéndome gemir una vez más en la boca de Jacob
para que al retirarlos volvieran y fueran dos. Jadeé fuerte y alto sin
vergüenza ¿Cómo tener vergüenza cuando todo lo que quería era que me empalaran
hasta el mismo centro de mi útero? Arrg.
―Sí, sí, así… Más, más por favor más…
Sin mediar palabra alguna Edward sacó sus milagrosos dedos y,
sin pausa ni demoras, introdujo la punta de su ahora ya muy erecto miembro en
mí para luego adentrarse enseguida hasta la empuñadura. Grité, no pude evitarlo
–no hubiese podido aunque quisiera la verdad.
―Shh… mmm... Estás tan, arrgg... Estás tan jodidamente
apretada Bella que no, yo no… No voy a aguantar, demasiado… Jake ―susurró.
Y, como un llamado a batalla, Jacob me sostuvo fuertemente
de mis caderas, clavando sus dedos con firmeza en mi carne para dirigir mi
cuerpo hacia el suyo, mi entrada hacia su miembro. No demoró. En tan solo un
segundo él estaba metido hasta el mismísimo límite de mi matriz y mis tejidos
estaban extendidos hasta lo imposible colmando de sensaciones cada terminación
nerviosa de mi muy necesitado cuerpo.
―Uggh, esto… Yo no creo, que… Arrg ¡JODER! ―exclamó Jake
apoyando su cabeza en el pliegue de mi cuello.
―E-xac-to ―dijo Edward entrecortadamente―… Bella, espero que
estés… m-muy calien-te porque, gatita… No vamos a, arrg, durar mu-cho
¡A la mierda! Si ellos estaban así yo estaba a punto de
prenderme fuego.
Solté la boca de Jake para lanzar un gemido lastimero
mientras tiraba mi cabeza hacia atrás hasta llegar al hombro de Ed. Sentí como
la cabeza de Jake caía desde mi cuello hacia el mismo centro entre mis pechos
para luego dirigir su boca de manera golosa hacia uno de ellos, mordiendo
ligeramente la carne alrededor del pezón y lamiendo con la punta de su lengua
la enhiesta punta de este. Carajo, a este paso me correría antes de que se
moviesen siquiera.
Tomé impulso y haciendo palanca con mis manos en sus hombros
fui impulsándome hacia arriba lentamente y luego cayendo despacio con su ayuda.
Mierda… No tenía palabras para lo que sentía, esta… invasión era tremendamente
aplastante para mis sentidos. Cada terminación nerviosa de mi cuerpo estaba a
flor de piel… Y me encantaba.
El vaivén comenzó lentamente. Cada uno acomodándose desde su
lugar para poder obtener el máximo de placer. No se apresuraron como creí
harían, no, ellos llevaron un ritmo lento y casi pausado que me estaba llevando
a la locura extrema. Incapaz de hacer otra cosa más que sentir me rendí a
ellos, a que tomaran como se les plazca mi cuerpo ya que… Sí, confiaba en ellos
¡Y vaya momento para notar eso!
No sé cuanto tiempo después pero finalmente el ritmo se
acrecentó de parte de ambos y yo ya sin fuerzas dejé que ellos elevaran y
bajaran mi cuerpo a su ritmo, entonces, momentos después; la creciente tensión
en mi bajo vientre fue intensificándose hasta explotar por cada célula de mi
cuerpo, haciendo que una brillante luz me cegara por unos instantes. No había
color, no había sonidos… No había nada más que las contracciones rítmicas de mi
cuerpo y la ligereza que provocaba el por fin haberme liberado.
Cuando el mundo volvió a cobrar forma fue cuando sentí sus
gruñidos al haber estallado profusamente en el interior de mí.
Y feliz buenos días para mí –pensé antes de sentirme
hundirme en el sopor.
.
.
Bueno, mi mañana sin duda había sido muy buena, por suerte,
ya que eso definitivamente me predispuso mejor para lo que me esperaba en el
resto del día.
Tras una pequeña pero necesitaba siesta después de tan
tremendo acto, bajamos a tomar un buen desayuno para recuperar energías y de
paso para que me pusieran al corriente de las novedades mientras que yo hacía
una pésima imitación de ‘la bella durmiente’. Bueno, por lo menos ya tenía mi
dragón y, a falta de uno, mis dos príncipes de gallarda armadura. Solo me
restaba buscar a mis hadas madrinas para que me dieran algún truquito de como
carajos vencer a mi enternecedora maléfica.
Lo cierto es que no había sucedido mucho. Withlock había
colocado dispositivos de rastreo en cada aparato telefónico y había puesto más
cámaras de vigilancia como prevención por si al loquito que estaba tras mis
huesos se le daba por venir a visitarme. Vaya ¡Gracias por darme ideas! Mi
suegro –Oh, por Dios, se oye raro hasta pensarlo-, llamó a Edward para saber
como me encontraba y este le dijo que ya había despertado y que estaba bien.
Como era de esperarse les interrogué exhaustivamente para saber que corno le
habían dicho a él de mí. A lo que ellos solo respondieron que, por ahora, era
solo una amiga, pero que a la vez verían si quizás había la posibilidad de
tener algo más. No se explayaron más ni dieron demasiados detalles porque,
aunque confiaban en que todo resultaría bien entre nosotros –como me
explicaron- no querían involucrar a sus familias en algo que en verdad era
bastante extraño de asimilar ¿Y como no? Sabes que tu hijo vive en pareja con
el que era su mejor amigo y ahora, de repente y de la nada te llama para que
vayas a su casa porque estás preocupado por el desmayo de la mujer ¡que se
hallaba recostada en la que era su habitación! Sin dudas eso era algo que
dejaba en shock a cualquier padre ¡Dios! No quiero ni pensar las cosas que se
puede haber llegado a imaginar… y en realidad no creo que ninguna estuviera
demasiado lejos ¡Diablos!
Por otro lado, Alice había llamado innumerables veces y en
la última ya pude hablar con ella. Hablamos de todo y de nada. Fue un verdadero
respiro el hecho de que alguien me hablara de forma normal y no como si me
fuera a romper o algo así.
Mis nervios tenían claros altibajos. De pronto recordaba
algo y me tensaba o de pronto sentía una de sus ínfimas caricias y todas mis
tensiones se iban al traste. Lo cual era genial, si no fuera por el hecho de
que me dejaban también ligeramente atontada y sin capacidad de raciocinio. Y
ahora más que nunca necesitaba pensar en cuales serían mis pasos a seguir.
No podía pasármela recluida como si fuera presa ya que así
él tampoco actuaría y esto se prolongaría indefinidamente. Una persona que
había esperado pacientemente vigilándome por más de seis meses era claramente
alguien que tenía todo el tiempo del mundo para hacerme sufrir… Y yo estaba
harta de sentirme así.
Los chicos eran otra cuestión. Ellos, me importaban… y
mucho, y sería fatal para mí si algo -por mínimo que fuera- les sucedía por mi
culpa. No otra vez, sencillamente eso no podría soportarlo otra vez.
Así que aquí estaba yo -ya a domingo por la tarde… Oh sí,
había pasado todo el fin de semana encerrada aquí con mis chicos haciendo cosas
sucias y pervertidas. Conociéndonos digamos-, en estos momentos sentada en la
uno de los sillones centrales del living, poniéndome al día con las fichas
atrasadas o derivadas de mis pacientes para tener todo listo y algo adelantado
para mañana, viendo y separando a quienes consideraba que había habido algún
tipo de avance, mientras que Edward estaba en la cocina preparando unos
bocadillos -ya que habíamos quedado en que hoy nos quedaríamos viendo algunas
películas- y Jake gruñía, bufaba y maldecía cada dos por tres tras revisar los
archivos con pruebas de los casos que llevaba él y algunos otros de los de sus
equipos. Sin duda había algo que no le gustaba ni pizca pero, yo aún no me
sentía lo suficientemente cómoda con esta vida en pareja –semi forzada- como para
andar preguntándole la típica ‘¿Cómo te
fue hoy mi vida?’ o ‘¿Te puedo ayudar
en algo?’ Nooo… ¿Cómo carajos lo iba a poder ayudar si no tenía ni a más
puta idea de lo que estaba llevando? ¿Acaso como pareja no debería de ir
inmiscuyéndome en esas cosas? Sí, seguro, pero no tenía ni la más jodida idea
de como se hacía eso. Había sido solo yo y más yo por tanto tiempo que sentía
que había un inmenso abismo entre mi forma de ser y el comportamiento de una
parejita promedio –bufé-, pues claro que por cierto nosotros no éramos ni
seríamos ninguna parejita promedio tampoco.
Los sé, deben de pensar ¿Es que ésta está idiota o qué? ¿Es
tan solo preguntar? Daaaaa, ¡Ya lo sé! Pero… inmiscuirme en sus vidas, que
ellos entren y conozcan todo de la mía… arrgg… llámenme cobarde pero yo aun
quería mantener algunos bordes elevados para no sufrir como una maldita en
cuanto ellos vieron que esto no iba ni para atrás ni para adelante. Lo único
que estaba más diez entre nosotros era el sexo, sí, joder… el sexo era
espectacular, pero tenía bien en claro que eso no era lo que mantendría a la
larga el tipo de relación que ellos querían. Sobre todo Ed…
Y aquí vamos de nuevo… Mis malditas inseguridades estaban
volviendo a hacer un hoyo del tamaño de un cráter en mi cerebelo ¿Por qué putas
no puedo dejar de pensar? O sí, ya sé… ¡Porque nadie me está cogiendo! Arrgg… Ya
ni siquiera podía concentrarme en las malditas fichas que tenía regadas sobre
mi regazo. Gruñí.
― ¿Estás bien muñeca? ―gemí. Joder, ya hasta me había
olvidado que estábamos sentados a tan solo dos metros de distancia.
―Seee ―dije desganada mientras tiraba mi cabeza hacia atrás,
justo contra el respaldo de aquel cómodo sillón. Mierda, este sillón era lo
máximo. Debería de conseguir uno así para el consultorio.
¿Ven? Mira que sarta de banalidades invaden mi mente.
―Oye, tranquila gatita. Sea lo que sea que te hace poner esa
cara no debe de ser tan malo ―dijo Ed como siempre tan positivo.
Lo que de vez en cuando era frustrante, o al menos lo era
para alguien tan amargada y pesimista como yo ¡HEY! Tengo años siendo como soy,
no es para nada fácil erradicar viejas costumbres… Mierda, pero no me la podía
agarrar con él que era todo un amor casi desde el momento en el que lo conocí,
y digo ‘casi’ porque aún no olvido
que fue bastante tarado cuando hablamos por primera y casi segunda vez. Bufé.
―Ok… ¿Quieres hablar de ello? ―dijo Jacob bajando sus
papeles y haciendo a un lado la laptop que ahora estaba en su regazo donde se
ve que tenía más archivos.
―No, no realmente… ―murmuré con renuencia.
JODER, estaba de mal humor y ya ni sabía por qué. GE-NIAL…
bueno, debía darle un punto a los hombres porque, a ver, ¿Cómo carajos se
supone que nos entiendan si la mayoría del tiempo ni nosotras lo hacemos? Ok,
ok, apoyo el lado feminista y todo eso pero, de verdad, al hombre que conozcan
que entienda y comprenda comprensivamente
a su mujer sin volverse loco por favor ¡Denle un premio de mi parte!
― ¿Bella?
― ¿Eh? Nada… Todo… De verdad que no quieres saber todo lo
que estoy pensando en estos momentos, siento que me estoy volviendo loca y no
tengo idea de porqué así que no quiero pegárselos ¿Ok? Mmm, creo que iré a
darme una ducha y a ver algo de tele a ver si se me pasa… sea lo que sea que me
haya dado… ―dije de manera apresurada levantándome de donde estaba.
―Pero…
Ése fue Edward. El que habló quiero decir. Jacob en cambio
se limitó a mirarme con una ceja enarcada en claro indicio de pregunta muda.
Lo siento cariño, no
me entiendo ni yo así que mucho menos te lo puedo explicar a ti –pensé con
sorna para mí.
Corrí por las escaleras y quité la enorme sudadera que
llevaba y mis bragas en el camino de la habitación al baño. Agua hirviendo
recibió mi cuerpo ligeramente helado.
Pensar.
Bufar.
Gruñir.
Esas fueron la mayor parte de lo que surgió en ese baño.
Pero… llegué a un punto… Demasiada tensión que creo que ni el sexo aplacaba. No
solo por tener a un psicótico obsesivo detrás de mí sino además por el encierro
o más bien las limitaciones que se habían ido dando en un tiempo demasiado
corto ¡Claro! Mi mal humor comenzó en el mismo instante en el que pensé lo del
encierro y en como atraerlo pero preocupada por mí y sobre todo por ellos ¡hey!
No creo que alguien pueda culparme por mis pequeños arranques ¿Verdad? Como sea…
Necesitaba salir, necesitaba respirar, romper esta rutina paranoica en la que
se estaba convirtiendo mi vida y… no podía, no podía ser tan irresponsable y preocuparlos
por lo que de seguro considerarían casi un capricho ¡¿Y entonces qué carajos
hago?!
Entré al baño confundida y enfadada… ahora salgo frustrada.
Que buen cambio ¿no?
Sorpresa, sorpresa… ambos adonis me esperaban tendidos cada
uno a su lado en la cama.
―Antes que digas algo quiero que escuches ―dijo Jake muy
serio―. Está bien tener sentimientos encontrados, dudas, miedo y todo el combo
de emociones que puede causar el hecho de tener a alguien tras de ti pero
―respiró hondo… y yo contuve el aire por inercia, apretando mis manos en sendos
puños aun estando en la entrada al baño, parada y a la espera de los dardos que
creía se vendrían―… ambos necesitamos que SEA LO QUE SEA nos hables, al menos a
uno de nosotros. Queremos hacer las cosas bien y no vamos a poder hacerlas si
no nos dicen que es lo que te ocurre, y no lo digo solo por lo del loco, sino
también por lo nuestro. No somos tontos, sabemos que debe ser difícil de
manejar tantos cambios y más en una persona tan independiente como tú lo eras,
lo eres. El punto es que no queremos ahogarte por cuidarte así que, dinos ¿Qué
rayos es lo que pasó allí abajo hace unos momentos?
Oh, señor… ¿Qué hice
para merecerlos?
Un muro más cayó, se estrelló, se quebró y se hizo polvo en
mi mente sin posibilidades de volver a elevarlo ni aunque quisiera o pudiera.
Lágrimas que no sabría precisar si eran de alivio, alegría,
confusión o gratitud emergieron de mis ojos para estrellarse con fuerza contra
mis mejillas. Y corrí, corrí hacia ellos como si de eso dependiera mi vida –cosa
que tácitamente así era-, tirándome en la cama de un salto a abrazarlos con
fuerza, y… por primera vez sin ningún tipo de miedo de trasfondo yo, ISABELLA
SWAN, hablé con absoluta sinceridad –aunque sonase ridícula o lo que fuera-
desde lo más profundo de mi ser escupiendo cada una de mis preguntas y dudas
mentales tal y como habían aparecido anteriormente por mi cabeza.
Y, ¿Saben una cosa?
En verdad es un secreto… descubrí algo importantísimo… Si quieres que alguien
en verdad te entienda desde el fondo de su corazón sin palabras ni nada…
primero debes hablar y dejar conocerte. No habrá ningún lector de mentes o mago
capaz de llegar a ti si tú no cedes al menos un poquito al principio.
Mis miedos estaban, mis dudas igual pero; ahora ya no era yo
contra el mundo, ahora estaban ellos y… para bien o para mal, ellos habían
venido a quedarse, por fin mi mente algo obtusa –eso lo concedo- estaba
permitiendo aceptarlo.
Etiquetas:
El Problema de mi Sexóloga
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
me encanto, en especial la parte donde Bella por fin deja caer el muro apra dejarlos entrar a ellos, ya era hora la pobre necesitaba alguien que cuidara de ella como se debe ... espero con ansias el siguiente capitulo y muero por saber quien le envia esos regalos a Bella ;)
ResponderEliminarawwwwwwwwwwww al fin ^_^ los amo a los 3 *_*
ResponderEliminarme encanta muchisimo sobre todo en la forma de describir con lujo de detalle todo sus mobimientos
ResponderEliminar