*N/A: Este será un fic que, si bien no tendrá temas fuertes propiamente dichos, tampoco será del todo 'normal' ya que tratará algo de incesto y un poco de confronte a lo religioso así que si no te sientes a gusto con algunos de estos temas ten a favor de volver por donde llegaste ¿Ok? Ya con esto avisado les dejo con el primer cap que espero disfruten*.... Guada*
El placer del pecado
Esta es la historia
de dos jóvenes prohibidos desde el mismo instante de su creación.
Una historia de amor fraternal destinada a un caótico fin.
Un amor que simplemente es cenizas antes de que el fuego se encienda.
Un amor corrompido, repudiado, condenado… Un amor de pecado.
.
― Soy Edward ¿Tú quién
eres?
―Bella, Isabella ―dijo la pequeña con nerviosismo mientras
inconscientemente se apegaba un poco más a su papá, aquel hombre aun
desconocido con el que solo había hablado muy brevemente y que no sabía si
quería conocer ya que él había dejado que su mami se fuera.
― ¿Y qué haces aquí?
―Yooo…
― ¡Edward! ―gritaron ambos adultos al niño haciendo que
ambos se sobresaltaran y que los ojitos de Isabella se llenaran prontamente de agua
cristalina. A Edward no le importó el regaño pero sí la cara de miedo y
tristeza que reflejaba esa hermosa carita que estaba frente a sí. Ella era
pequeña, pero era la niña más bonita que hubiera visto nunca. Era un ángel
pensaba él, ya que a sus ojos la habitación se iluminó cuando ella la llenó
suavemente con su pequeña y tierna presencia.
Ella, en cambio, quería llorar… y quería gritar. Quería irse
de allí. Su mami no le gritaba ni se enojaba por una simple pregunta. Ella iba
a contestar la verdad, que su mami se había ido al cielo y que su papi la iba a
cuidar pero, aquel grito, la asustó. Sin embargo ella no lo hizo, ella no lloró
ni gritó, le había prometido a su mami que sería fuerte… y lo cumpliría, aunque
ese dolorcito molesto de su pecho se negara a irse, ella lo aguantaría.
Los niños se quedaron cada uno con sus pensamientos mientras
los adultos quedaron en un tenso silencio. Hasta que finalmente la voz de
Edward resonó una vez más. Era firme, estaba enojado ¿Porqué nadie notaba que
la pequeña quería llorar? ¿Por qué nadie la consolaba en vez de quedarse allí
parados? Su mami no era así con él ¿Por qué con la niña sí? No lo entendía, y
eso lo enojaba, mucho. Bufó y se encaminó hacia la pequeña haciendo que ambos
adultos se pusieran alertas.
Y que la niña se tensara ¿Porqué tenía miedo de él? ¿Por qué
su papá no la abrazaba para quitarle el miedo y la curaba para que no sintiera
dolor? Demasiadas preguntas rondaban en su cabeza atribulada y confusa pero
solo había una firme decisión en su mente de niño. Bien, si nadie lo hacía él
lo haría por ellos, ella no podía estar tan triste y solita, ella era un ángel
y no tenía porqué estar así. No con él.
―Ven ―le dijo tendiéndole su mano una vez que estuvo frente
a ella.
―Edward déjala, la pequeña Isabella ha pasado por mucho y no
creo que debas…
El pequeño bufó exasperado.
― ¿Y qué hago? Ustedes están allí parados viendo como ella
sufre y está triste y no hacen nada ¿Porqué nadie la abraza? ¿Por qué no la
curas para que no le duela? ¿No ven que le duele algo? Está sufriendo ―dijo el
chico susurrando al final mientras su mirada se trababa con la de la niña que
le tenía cada segundo más cautivado, a cada instante más y más atado a su
esencia.
Los adultos lo miraban asombrados. Su pequeño los estaba
regañando por no consolar a la pequeña que, debían reconocer daba pena ver ya
que el miedo reflejado en su postura y el dolor en sus ojos era más que
evidente. Pero aun así, ella no lloraba.
Carslile se recuperó de las impactantes palabras de su hijo
lo suficiente para entonces agacharse al lado de la pequeña, haciendo que
Edward lanzara otro sonoro bufido hacia él. Su hijo estaba enfadado con ellos,
y él, él no podía estar más sorprendido por tal reacción, aunque, bien…él
todavía no sabía que ella se quedaría permanentemente y que sería su hermana de
ahora en más. Estaba cada vez más deseoso y aterrado en saber las verdaderas
reacciones de su esposa e hijo, y ya no sabía si quería o no saberlo. Cobarde, se dijo. Sí, al parecer en
verdad lo era, esta situación superaba con creces el control de sus casi
siempre envidiables nervios de acero.
―Lo siento pequeña… ¿Quieres que suba a mostrarte donde
puedes descansar? ¿Quieres algo de tomar? ¿De comer? ―y ahora un gruñido le
hizo girarse ¿Qué le pasaba a Edward? Se preguntaba vagamente el hombre al
verlo así, casi desconocido para él. Bufaba, gruñía, y todo por la pequeña a la
que no conocía de nada y a la que no dejaba de mirar con una intensa mirada que
no recordaba haberle visto nunca. Decidió preguntar―. Edward ¿Qué te sucede
hijo? Mejor será que vayas un momento a tu cuarto hasta que te calmes un poco
¿De acuerdo? Luego iré y hablaremos, prometo explicarte…―dijo el hombre con voz
calma viendo asombrado como su hijo se tensaba.
―No ―dijo el chico firmemente.
― ¿No?
―Edward, por favor nene, haz caso a tu padre ―pidió Esme con
tierna voz maternal. Isabella se tensó.
Así que ella era –pensó la pequeña-, ella era la señora que
seguramente no la querría por ser hija de su papá.
Su mami le había advertido que quizás ella no le cayera bien
a la señora o a su hijo y que debía acudir con su padre por cualquier cosa
pero… La mujer le daba algo de miedo, más que nada porque no la conocía… pero
el hijo, ese hermoso niño que se encontraba en aquellos momentos parado con
determinación frente a ellos, ése que le sacaba más de una cabeza de altura y
el cual la miraba de una forma que le hacía sentir demasiadas cosas a la vez… no,
ella quería ir con ese chico, lo prefería a quedarse allí con esos dos adultos
tan extraños… Y ahora ellos querían alejarlo ¿Por qué?
―No ―dijo ella con voz pequeña.
― ¿No qué Isabella? ―Edward resopló, ajeno a la mirada ya
enojada de su padre.
― ¡Que no quiere que me vaya! ―gritó el niño entonces
tomando a la niña de la mano y girándolos a ambos para enfrentar a sus muy
extraños padres. Adultos ¿Quién los entendía?
― ¡Edward! ¡Deja a Isabella ahora mismo! ―gritó el padre de
los chicos. Ya no sabía qué pensar. Su hijo estaba demasiado extraño y la niña
aún era una desconocida para él ¿Cómo saber qué decir para calmar todas las
puntas de aquel ovillo? ¿Cómo hablar coherentemente cuando las reacciones de
aquellos niños lo dejaban más y más perplejo con cada palabra dicha?
―Edward, tesoro, deja a Isabella ¿Sí? Ven, vamos por unas
galletas y salimos al parque.
― ¡No quiero! Ella está triste y le duele mucho algo… ¡Y
ustedes no hacen nada por ella! ¿Por qué no hacen nada? No lo entiendo… Y se
llama Bella, no Isabella, Bella es bonito, Bella es ella ―frunció el ceño
mientras la miraba, hundiéndose en esos expresivos ojos que lo miraban con
sorpresa―. No quiere galletas ni jugos, quiere llorar y no puede ¿Por qué no
puedes Bella? ―preguntó de pronto hacia ella. Tratando de entender porque se
estaba esforzando en contener las lágrimas que se asomaban insistentes a través
de sus ojos. Lágrimas que él con su inquisitiva y aguda mirada hacia ella veía
y sentía, pero que para su desconcierto sus padres parecían querer ignorar.
―Poque le pometí a mi mami que sería una nena fuete así ella
no taría tiste mirándome desde el cielo ―dijo ella mirando esas hermosas y
brillantes gemas esmeraldas. Gemas que desde el silencio le infundían calor.
Piedras preciosas que ella atesoraría como el tesoro más ansiado de un pirata―.
Si llodo mi mami no será más mi agelito ―dijo hipando al final pero sin soltar
ni una gota. El esfuerzo de su contención hacía que el dolor de su pecho se
agitara y que esto le hiciera difícil respirar con normalidad habitual, pero no
importaba. No mientras tuviera a aquellas hermosas gemas frente a sí para
mirarla, no mientras sintiera que su mami aun la quería y la cuidaba a pesar de
saber que ya no la vería más.
―Is… Bella… tú puedes llorar, está bien llorar cuando estás
triste ―le dijo Carslile tratando a duras penas de contener el nudo en su
garganta. Aquellas simples pero condenatorias palabras le hicieron tambalearse
de emoción. Eso era, ella lo había prometido. Fuera quedó el enojo con su
pequeño y valiente niño, Él la estaba protegiendo, incluso contra sus padres,
aquellos a quienes amaba, aquellos a quienes conocía y respetaba. Les estaba
haciendo frente al ver que se comportaban mal con la pequeña que él no conocía
pero que al parecer sí entendía.
De fondo el sonido de un leve hipido y sollozo de Esme, ella
estaba conmocionada por todo. La presencia de la niña, la actitud de su hijo,
las palabras de la niña, el desafío sin precedentes de su nene por ella. Cada
una de sus terminaciones estaban a flor de piel… justo a punto de un colapso de
ansiedad y tensión, estaba casi segura de ello, pero se obligó a no flaquear
¿Cómo hacerlo cuando ante ella estaba aquella pequeña niña haciendo gala de
toda su fuerza y presencia?
―Ufff… Eres tonta ―le
dijo Edward entonces mientras Carslile lo miraba en shock y Bella lo miraba
espantada―… Ajá, no me mires así, lo eres. Tu mami no puede dejarte de vigilar
porque te quiere y seguro que no se va a ir porque llores si estás triste
―frunció el ceño―, aunque no me gusta ver llorar a las niñas. Gritan mucho.
Espero que no llores mucho tampoco ¿Tu mami está en el cielo? ―ella asintió―
Ahhh… ¿Y quién te cuidará ahora? ¿Estás sola? ―ella asintió― ¿Y quien es tu
papi? ¿Tienes papi? Porque hay un niño en mi escuela que no tiene.
Los adultos escuchaban atónitos y embelesados aquella
extraña e hipnótica conversación ¿Quiénes eran ellos para interrumpirlos?
Nadie. En aquel momento eran tan solo algo externo y quizás hasta molesto en
aquella plática privada y profunda entre esos dos niños que en aquel momento
eran extraños por igual. Mientras que ellos, los niños, haciendo caso omiso se
miraban y esperaban.
Preguntas a tropel, respuestas pensadas.
Preguntas directas, respuestas cuidadas.
―Él es mi papi ―dijo la pequeña señalando con el dedo a un
muy pasmado Carslile a un lado de ellos.
Silencio. Tensión.
La cabeza de los adultos era un hervidero de recuerdos y
pensamientos. Recuerdos manchados por el dolor y la traición, la vergüenza y el
arrepentimiento. Por más buenas personas que se consideraran o considerasen,
ellos veían las preguntas a través del miedo de sus respuestas. Sus oscuras sombras
dominando sus cuerpos sin poder detenerlas, sin poder huir ya de ellas… para
ellos ya era tarde, las sombras nunca los había dejado desde que el pecado fue
concebido pero aprendieron a disminuirlas en fuerza y tamaño, aprendieron a
convivir con ellas y a obviarlas… Pero en este momento, ente esta situación,
ante estas preguntas; ellas eran inmensas, fuertes… aplastantes.
Las de los niños sin embargo, eran frescas en su inocencia.
Su mundo aun impoluto de las manchas oscuras de la crueldad de la vida, de las
decepciones y de las mentiras. Su mundo aun era perteneciente a mundos de
animales alados y grandiosos caballeros, niños eternos y bellas princesas. Sus
mundos aun se mantenían fieles a la gloria de la infancia, y desde ella es que
hablaban con su franqueza, desde ella era que se entendían… aun cuando ambos
sintieran esa extraña sensación en el contacto de sus manos o ante sus miradas,
eso era solo un agregado más a su comprensión. A su solidaridad. A su necesidad
ciega e inmediata del otro.
―Mmm… Él es mi papi también. Papi ¿Entonces ella es mi
hermana? ―preguntó el niño mirando fijamente a su padre, quien por un momento pensó
que estaba a punto de desmayarse por tanta tensión.
―Ehh, sí, ella es desde ahora Isabella Cullen Edward, y será
tu hermana.
El niño se quedó pensativo un momento antes de asentir hacia
él y luego le frunció el ceño a su madre.
― ¿Y ella se quedará aquí verdad? ¿Por qué mi mami no la
quiere? ―preguntó el niño con inocencia mientras miraba hacia su madre a unos
metros de distancia y haciendo que Esme boqueara por aire como un pez fuera del
agua.
¡Por Dios! Su nene la estaba juzgando…
Isabella tironeó de su manita para llamar su atención antes
de hablarle feo.
―No le hables así a tu mami. Mi mami me dijo que ella no me
iba a queded poque yo era hija de mi papá ―ambos fruncieron el ceño al otro y
ambos bufaron a la vez. Sin entender el trasfondo pero retándose con la mirada.
Dando hechos a palabras.
―Bahhh, mi mamá te va a querer tú tranquila. Mmm ¿Ahora sí
tienes hambre verdad? ―dijo el niño como
si nada mirándola con atención. La pequeña se ruborizó y asintió bajando la
cabeza apenada ante el simple hecho de que él se hubiera dado cuenta de
aquello―. Tonta, no tengas pena… Ven, vamos a comer galletas, tengo de
animalitos y de chocolate pero mi mami no me deja comer demasiadas de chocolate
¿A ti te dejaba? ¿Quieres leche? ―preguntó tirando de ella hacia el pasillo que
daba a la cocina. Su conversación fluía como cascada de río. Ningún tono
molesto o burlesco manaba de ellos. Nada incómodo o insostenible. Todo era
gloriosamente fácil, así como tomar su leche con galletas.
―Mmm… sip, peyo no me digas tonta. No soy tonta… Tu mami es
linda Edwadd ¿Nuestro papi es bueno?
Sus pequeñas voces se iban desvaneciendo a medida que ellos avanzaban
en busca de su leche y galletas. El chico se rio a lo lejos y luego una risita
de campanadas llegó hasta los muy olvidados y abandonados adultos que seguían
allí, atribulados, atormentados, sin entender que demonios había pasado allí…
y, secretamente sin saber si en verdad querían hacerlos. Así de cobardes eran
los adultos a veces, así de obtusos ante tales incomprensiones.
Los adultos se desplomaron entonces allí mismo, en sus
respectivos lugares. Esme cayó sin forma en el sillón que tanto le gustaba y
Carslile simplemente se tiró hacia atrás –ya que aun seguía de rodillas- al
suelo. Ninguno pensaba con claridad. Las reacciones de ambos niños los había
impresionado. Nada era concreto todavía pero, lo que sí sabían era que, a pesar
de todo, sus niños se llevaban bien.
Ahora solo debían convencerlos a ellos de
que en realidad eran buenos como padres… y no lo que habían demostrado en la
última hora.
DÉJENME SABER SI LES GUSTA SÍ??
¿¿¿COMENTARIOS???
Amo esta historia, no se commo explicarte lo que me gustaria leerla por ff, porque por el blog a menos que este en casa se me hace muy dificil!
ResponderEliminarRealmente fascinante.Convertiste los personajes de una historia de amor pasional en un amor puro de hermanos. Realmente quede fascinada... dejame decirte que yo jamas leo este tipo de historias, me atraen mas libros largos, pero me atrapaste. Tan simpatica la historia, claramente me meti en la historia e imagine a los personajes en niños, todo todo... Excelente trabajo!! *-*
ResponderEliminaruna historia diferente,desde el primer cap me quede cautivada, por favor actualisa pronto
ResponderEliminarNo pude esperar, me fui directa al enlace de tu blog y ya estás en mis favoritos, uffffffffff que gran lección nos dan los pequeños a veces...
ResponderEliminarQue triste será que se enamoren, triste para la sociedad "políticamente correcta", sin embargo hay muchos mortales a los cuales no nos importa que se amen, inclusive siendo hermanos.
A ver cómo sigue, realmente estoy intrigada
Un besote
precioso capítulo, desde el primer encuentro se nota el amor que nacerá en ellos, me encanta cuando los fics escriben a Edward y Bella pequeños, con pensamientos tan puros y llenos de amor.
ResponderEliminarcariños. sandra
omg me encanta que edward desde el primer momento sabe lo que le pasa a bella y que leccion le esta dando a esmme y a carlisle ojala reaccionen pronto y salgan de su trance ojala que esmme no le tenga coraje a bella ya suficiente tiene con que su mama se haya muerto y la lleven a vivir a un lugar desconocido y diciendole que es probable que no la quieran esta muy chiquita para tanto dolor en espera del siguiente capi
ResponderEliminarsaludos y abrazos desde México
ahhhhhhhhhhh... me encanto...!!! :)
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