19 de noviembre de 2013

EL PLACER DEL Pecado... Capítulo 22

Disclaimer 
Los personajes pertenecen a S. Meyer y la historia es de mi autoría.

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EL PLACER DEL PECADO

.*&*.

"Esta es la historia de dos jóvenes prohibidos desde el mismo instante de su creación.
Una historia de amor fraternal destinada a un caótico fin.
Un amor que simplemente es cenizas antes de que el fuego se encienda.
Un amor corrompido, repudiado, condenado…

…Un amor de pecado".

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CANCIONES DEL CAPÍTULO:

(Habrá pequeñas frases tomadas de las letras de las canciones)

Kiss Me -Ed Sheran
Kiss Me Slowly -Parachute
Fall For You -Secondhand Serenade
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¡Oh, por todos los Dioses! ¿Qué era esto?

Niebla espesa cubría su mente pero...

La sensación. Esta extraña e increíble sensación que se encontraba ahora comenzando a recorrerla por completo y que, por momentos, se hacía tan potente que era rayano en lo insoportable y que, por ende, le hacía comenzar a temer por terminar de perder su ya previa pobre noción y razón.

Sus labios ya demasiados hiper sensibles, alternaban de manera errática y descontrolada entre el frío que le colmaba el cuerpo y el calor, el vivo y poderoso calor que aquella divina presión sobre ellos le provocaban.

Se sentía extraña. Tan pero tan extraña.

Se sentía ajena en su propia piel.

Los sentidos, todos ellos, colmando intensamente cada porción de su ser. Cada interno recoveco. Cada célula, poro y vello de sí.

¡Era una locura! ¡¿Cómo podía ella estar sintiendo tanto y a la vez tan poco?!... ¿Cómo podía ella perderse en aquella tan temida marea y solo dejarse ser y yacer allí, extasiada y temblorosa? Allí, a cada momento anhelante y deseosa de más y más.¿Qué era aquello que le hacía querer comenzar a temblar?

Sentía frío y sentía calor.

Sentía anhelo puro y profundo.

Sentía mucho... quizás demasiado.

Sentía amor. Su propio amor retorcido e injurioso. Su propio amor indómito y avasallante desbordando desbocado desde lo más hondo de su débil y traicionero corazón.

Sentía demás, mucho. Mucho de algo que aún no lograba identificar y que hasta el momento parecía lo más poderoso que hubiera sentido hasta entonces.

¿Qué era ese sentimiento? Esa emoción desconocida pero que algo dentro de sí le decía que ya debía de saber y, por qué... ¿Por qué lo sentía no parar de crecer de manera desmedida?

La conciencia plena comenzó a regresar lenta y paulatinamente a ella una vez más. Flashes y retazos de los previos momentos vividos empezando a desfilar por detrás de sus aún seguros cerrados párpados. Haciendo que a su vez jadease por la conmoción.

Notó aún el suave balanceo de impreciso movimiento que aún persistía latente sobre sus temblorosos labios que, justo entonces, regaron su aliento sobre aquel que, sin siquiera saberlo, había logrado robar una cosa más de sí. Robándose todo de ella y más.

Era el infierno en el paraíso.

Era el purgatorio en medio del más celestial Edén.

Era...

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'... Estoy cayendo por tus ojos pero ellos no me conocen todavía...'

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Y él...

Él. Él quien era su hermoso e intocable ángel verdugo. Él, quien era su mayor y más dulce pecado hecho verdad y quien ella por siempre aseguraría que fue enviado a ella por burla y castigo de alguna deidad maquiavélica con el único y torturador fin de lograr hacerle pecar y perderse en la mejor de las peores maneras. Creado solo para hacerle caer.

'Y lo había hecho' -pensó mientras sostenía esa creciente sensación con mano de hierro por miedo a sus más que posibles reacciones-. 'Había caído'.

Sí, ella había finalmente caído.

Cayó profundo y en picada sin ningún tipo de cuerda para ayudarse y volver. Sin ningún tipo de ayuda que le evitara dejarse perder.

Ella había caído.

Caído en las redes de su amor prohibido.

Caído en los crueles enredos de un amor fallido.

Caída en amor. Caída en desgracia. Porque... ¿Qué bien alguno podría resultar entonces de un amor que nadie pudiera realmente celebrar ni mucho menos disfrutar? ¿Cómo no ser una desgracia si aquel a quien ella amaba sería todo pronto una gran calamidad?

Oh sí, pronto sería. Na había dudas en ella sobre eso y, pronto sería porque, si de ella dependiera este cielo infernal jamás hubiere de terminar. Jamás le dejaría perecer. Nunca. Jamás.

¿Cómo cedería uno el oxígeno que le mantiene a uno vivo? ¿Cómo ceder resignada la vida misma por solo amar?

Con un brusco tirón de inmediata nostalgia fue sintiendo -casi con perversidad insana-, como aquel manjar antes regalado, comenzaba a serle ahora nuevamente denegado. Nuevamente limitado.

Y lo odiaba.

Más aún, dolía.

Ciega estaba ya ahora su presa.

Ciega estaba ya ahora en su prisa.

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...Y he sentido todo.
Del odio al amor, del amor a la lujuria...
...De la lujuria a la verdad,
Supongo que es así como te conozco, así que te mantendré cerca...'

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¡No quería que se alejara!

Maldita fuera su vida y sangre.

Maldita fuera su relación.

Maldito el mundo y toda su muy jodida sociedad.

Sociedad arbitraria. Sociedad prejuiciosa y condenatoria.

Sociedad hipócrita.

Todos atados bajo el mismo dominio de la mente de unos pocos como sus regentes y altavoces. Todos prácticamente sodomizados bajo la presión de lo que la dichosa 'mayoría' avalara para caer gustosos en la habitual y aceptable vida 'normal'.

Ella no lo entendía ¡No quería entenderlo! ¿Porqué debería de hacerlo cuándo estaba ya 100% segura de que su 'querida' sociedad no se tomaría la misma molestia para con ella? ¿Para con 'ellos'?

Ella no lo eligió. No había podido evitar enamorarse. Ni siquiera había sido consciente de cuando fue que sucedió.

Ella solo sentía amor. Un amor tan grande que dolía de manera física.

Un amor puro y entregado.

Amor pleno y abnegado.

Ella lo amaba con cada rinconcito de su ser. Lo amaba más que a la vida misma.

Él era su todo.

Era suyo. Lo sentía suyo. Y, este beso... Este beso le había hecho estremecer de la cabeza a los pies, beso que le hizo temblar su piel y esclarecer los sentidos. Este beso que, ciegamente, le había marcado todo.

Beso. EL beso.

Primer beso y primer roce, leve roce sentido que tanto, tanto confirmo y le dio.

Quería gritar. Quería llorar.

Quería besarlo por siempre y aún más.

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'...Saboreo tus labios y siento tu piel.
Cuando el tiempo llegue, bebé no corras...
...Solo bésame lentamente...'

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¿Porqué estaba tan mal el hecho de amarlo como lo amaba? ¿Porqué era que ahora su amor era tomado solo como algo repugnante y anti natural? ¿Cómo es que, algo tan puro y hermoso como lo que ella sentía, podía ser visto solo como algo perverso y reprochable?

Ella no quería perderlo. Ni siquiera aún antes de tenerlo.

Dolía. Oh cómo dolía. Hería.

Le hería tanto el sentir aquellos labios cálidos y sensuales alejarse así de sí.

No entendía ni mucho menos le importaba el real motivo ulterior o razones aparentes tras las cuales su 'hermano' se excusara para haberla besado, ni siquiera aunque fuera más...

Simplemente no importaba.

Lo único que quería era poder seguir sintiendo aquella boca esponjosa contra sí. Sentir su aliento vibrante entrando cálido en ella.

Sentirlo suyo un poco más.

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'...No estoy seguro de lo que esto será, pero con mis ojos cerrados todo lo veo...'

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Podía sentirla y sabía era ella.

Toda ella. Su aroma delator tan fino y femenino le delataba sin ningún control. Su aroma, tan solo él sabría como ella olía en cada momento su exquisita y atrayente piel.

Seguramente estaba muerto... No, eso no podía ser cierto porque de estarlo esto sería el cielo y él solo se merecía estar ardiendo en lo más profundo de los siete círculos del infierno.

Seguramente estaba soñando entonces. Sí, un sueño. Un sueño hermosos y devastador. Un sueño que rompía con todos los moldes de la hermosura conocida por él hasta entonces y dándole un nuevo nivel de placer de solo soñar.

Pero, sentía frío y sentía calor. Sentía estremecer su piel cuando el viento acariciaba con suavidad su nuca y sentía a la vez quemar sus labios en todo milímetro que se mantenía en contacto con su perdición.

Sentía demasiado para solo soñar.

Entonces ¿qué era?

¿Cómo podía él estar sintiendo la delicadeza de esos labios que por tanto le habían atormentado? ¿Cómo podía llegar a sentirse a sí mismo degustar el tímido sabor suave y ligeramente dulzón que encerraba aquella caverna endiablada que de seguro había sido creada para su propio tormento personalizado? ¿Cómo era siquiera posible que él pudiera comenzar a sentir bajo sus manos la tibieza de una piel hasta ese momento negada y prohibida?

No se atrevía a pensar más allá.

No se atrevía ni tan siquiera a mirar.

No se atrevía a nada más.

El dolor de la desilusión al enfrentarse a su miedo era ya lo suficientemente fuerte como para arriesgarse a más.

Pero intempestivamente lo hizo... lo hizo cuando un leve pero innegable quejido femenino vino por delante de sí.

Y todo su sueño se volvió realidad.

Y toda su realidad pasó a ser irreal.

Porque en qué cabeza cabría el hecho de que no solo él se había perdido en sus propios impulsos besando así a su propia hermana, sino que ésta a su vez no solo le estuviera devolviendo dicho gesto pecador sino que además en aquellos insólitos momentos se estuviera aferrando a él como si no hubiese nada más. Como si él fuera su salvación...

...De la misma imprevista manera en que se observó a él mismo retenerla contra sí.

¡Por Dios y todos los mismísimos ángeles del infierno!

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'...Entonces contén la respiración porque esta noche será la noche en la que me enamore de ti una y otra vez.
No me hagas cambiar de opinión...'


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Él no solo había besado a su pequeña hermanita devastando así su inocencia. No. Él había ido más allá al conseguir incluso una respuesta carnal de su parte, una respuesta que él secretamente estaba comenzando a contar los segundos para ver el horror del arrepentimiento en sus hermosas y demasiado jóvenes e inexpertas facciones. Él... él había despertado su deseo. Su deseo por él y, aunque era una obviedad decir que luego se odiaría por ello, él ya no sentía la fuerza necesaria para alejarse de nuevo hacia su solitaria oscuridad podrida. Él había ido demasiado malditamente lejos para ello.

Él había caído en su propia red y en el mismo centro de aquello que siempre desde hacía años había tratado de evitar.

Entonces. Por solo esa noche...

...Él se rindió.

'...Puedo fallar pero te he amado desde el principio...'

2 comentarios:

  1. Hola si por fin se rindieron sólo espero que después no se arrepientan y que hablen que no se queden callados como lo han estado haciendo por favor ya han sufrido tanto gracias :D

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  2. Siiiiii siiii y siiiiii, se rindieron, me aterra como reaccionaran, y si deciden seguir a delante, la sociedad y el entorno , quizás sea lo q acabe con unos sentimientos fan bellos.

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