Procesos
DISCLAIMER: Los personajes pertenecen a S. Meyer y la historia es de mi autoría.
Este fic contendrá mennage HETERO -BI- Y HOMOSEXUAL. Lemmons gráficos y lenguaje adulto.
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Antes que me olvide!! =P...
La sexóloga ya tiene grupo en face así que los esperamos por allí ;)
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BPOV
― ¡ALICE!
Su mejor amiga en el mundo enteró la había estrellado contra
aquella pared con una fuerza atroz para ese cuerpecito tan pequeño que ocupaba.
―Isabella Marie Swan puedes estar tan segura como la puta
promiscua que eres que en verdad me debes una bien, BIEEEN grande ¡Maldita
idiota! ¡¿Tienes una jodida idea de lo que he estado pasando estas horas por no
saber nada de ti?! ¡Noooo! ¡Jodida perra en celo! Tú te largas a un hermoso fin
de semana de pasión con aquellos dos adonis de mausoleo ¡Y yo aquí! ¡Arruinando
mi preciosa manicura por andar mordiéndome las uñas al no saber nada ni de ti
ni de estos marmotas con los que ya hablaré luego y llenándome de docenas de
arrugas por la preocupación! DIOS ―dijo ella prácticamente, ok no prácticamente,
dijo todo eso a grito limpio con el rostro desfigurado de ira y sin tomar ni
una sola bocanada de aire en el proceso. Suspiró medio bufó―… Dios… En verdad
no sabes el miedo que pasé y…
No esperé a que continuase. Ella me necesitaba tanto como yo
la necesitaba a ella. Tan solo la tomé por los hombros y la acerqué a mí con
fuerza insospechada para abrazarla con todo lo que tenía.
― ¡Tú! Maldita perra insensible ―me dijo ya llorando contra
mi pecho.
―Shhh… Ya está mi enana, ya pasó. Estoy aquí bebé. Estoy aquí
―decía con suavidad mientras mis dedos iban acariciando con lentitud sus
cabellos.
Ella sollozó incontrolable durante unos cuantos minutos en
los que a mí se me partía el alma. Momento en el que de paso aproveché a ver
como Ed nos miraba de manera tierna y como Jake miraba feo a mi duende. Claro,
otro susto.
Al menos así fue hasta que vi como el detective Withlock con
cara muy muy seria, demasiado.
Me separé de Alice indicándole con la mirada el porqué y ésta
me respondió con comprensión absoluta agarrando firmemente mi mano en la suya.
Nos acercamos a ellos.
―Señor Withlock ―dije con deferencia.
―Srta. Swan. Me alegra verle ―dijo con una sonrisa―. Sobre
todo verla sana y salva ―añadió tomando mi mano, dándole un pequeño, suave y
caballeroso beso en el dorso de mi palma.
Dos gruñidos en dos tonos completamente diferentes vinieron
desde detrás de él y yo simplemente me sonreí cuando él se apresuró a soltarme.
‘El caballero aterrado
de los vikingos’ -pensé con algo de sorna.
―Lo siento detective, pero creo que a mis hombres no le cae
nada bien desde aquella… mmm… confesión, suya… ya sabe… Alice, usted y ¿Yo?
―susurré al final acercándome un poco a él solo para terminar escuchando dichos
primitivos sonidos nuevamente pero con más intensidad.
―Oh, mmm… Comprendo ―respondió él ¿nervioso?
Ok, el momento distendido estaba muy bien y todo eso, pero
sin duda ya era hora de hablar seriamente de toda la mierda que sabíamos que
estábamos ignorando.
―Ok. Escupa Withlock ¿Qué carajos fue lo que pasó aquí?
―Dije ya en tono duro cruzándome de brazos para que viera que en verdad la
frivolidad previa había terminado.
―Bien, señorita…
―Yaaaa, dime Isabella, Bella o como se te plazca pero habla
pronto.
―De acuerdo ―dijo poniéndose serio y en total y plena pose
de detective matador―. Primero vamos más adentro. Aquí hay demasiada gente
―agregó.
Comenzamos a caminar por lo que era el pasillo que hacía de
galería fuera de los apartamentos. Cada vez más cerca de aquel agujero en el
que hace horas estaba mi simple y aburrida puerta medio descolorida y
despintada en los bordes y que ahora era tan solo un agujero extraño y uniforme
con los bordes completamente negros de lo que ahora suponía era humo y cenizas.
―Señorita Swan le presento al oficial a cargo de la
investigación, el señor Peter Jaice. Señor Jaice, la señorita Swan, dueña del
departamento agraciado ―dijo Withlock en cuanto llegamos frente al hombre que
se encontraba delante de aquel desastre hablando seriamente con otro oficial.
―Jefe Jaice de la prefectura número cuatro señorita Swan, un
gusto ―agregó el hombre inmediatamente tendiendo su mano hacia mí. La cual tomé
más por inercia que otra cosa, sintiendo como su agarre era firme y prieto.
―Quisiera decir lo mismo Señor Jaice pero notará que las
circunstancias no son las mejores desde mi perspectiva ―comenté con los dientes
apretados mientras echaba un vistazo detrás de él viendo lo que había quedado
de lo que hasta hacía poco podía llegar a llamar mi hogar.
―Sin dudas ―respondió él soltando entonces mi mano y
siguiendo mi mirada―. Venga por aquí por favor. Necesitamos hacerle unas
cuantas preguntas ―me dijo muy serio.
Ok, no lo diría en voz alta peeero ¡El jefecito estaba para
comerlo! WOOOW ¿De dónde habían salido así de la nada todos estos ejemplares
tan buenos y bien dotados por la madre naturaleza? ¡JODER!
Jaice era alto, musculoso pero no en exceso. La camisa
celeste le marcaba agradablemente su ancha espalda y los músculos tan bien
trabajados de los pectorales y antebrazos. El rostro ligeramente redondeado con
los pómulos marcados y facciones duras. El tono de piel era visiblemente claro
pero ligeramente bronceado, mientras que su corto cabello brillaba en diversos
tonos entre la miel clara y el castaño. Sus ojos eran evidentemente aguileños,
escrutadores, duros, pero suavizados por aquel hermoso y extraño tono dorados
en ellos, como el caramelo fundido. Daba la sensación de alguien austero,
serio, prolijo, exigente. La mandíbula apretada enmarcada por una pulcra barba
estilo candado cerraba la imagen de hombre con el que era mejor evitar
problemas.
Automáticamente me gustó… y no hablo solo desde el aspecto
físico que -como dije- no estaba nada mal, nooo. Era su porte de integridad,
aquel porte que de pronto me recordó a Charlie y aquel que me hizo saber que él
en verdad se tomaría en serio el caso.
‘Al fin algo bueno’
-pensé siguiéndolo mientras terminaba mi muy extenso análisis sobre él.
Las preguntas hechas por él y por otro sujeto que llamado
Derek Stewson -inspector-, fueron agotadoras.
Que si tenía alguna idea o sospechoso en mente. Que cuándo
había dejado el lugar y hora aproximada, motivos y bla, bla, bla… En verdad
eran buenos así que obviamente respondí
sus preguntas lo más sincera y completas posibles, intentando recordar tanto
detalle como mi mente atribulada me permitiera y exigiéndome a mí misma más y
más cada vez… aunque mi mente se encontrara completamente embotada con tanta
cosa y algunas cosas se me mezclaban un poco.
Noté que los chicos se habían mantenido al margen mientras
hablaba con ellos. Seguramente poniéndose al día con todo lo que Whitlock sabía
-aunque podía sentir sus muy intensas miradas sobre mí en todo momento, cosa
que les agradecí en silencio-… me hacían sentir acompañada, querida, protegida…
segura.
El jefe y el inspector me narraron así, como si tal cosa
todo el proceso que por ahora solo conjeturaban que había sucedido ya que en
realidad debían de esperar el resultado de algunas pruebas para estar cien por ciento
convencidos de los mecanismos que se usaron… aunque quizás faltaban varias,
varias cosas por encajar allí.
Lo cierto es que todo era un verdadero desmadre de gente y oficiales
yendo y viniendo… eso y todos los estúpidos curiosos que aún seguían por allí
dando vueltas, seguramente con la esperanza de poder tener alguna toma morbosa
con los estúpidos celulares o algo así. En verdad había gente para todo -pensé
medio enfurruñada al pensar al respecto-. Idiotas.
Cada cosa que decían hacía que me enervara un poco más,
elevando drásticamente cada vello de mi cuerpo Que mezcla de químicos.
Combustión espontánea. Explosión en cadena…
Joder.
Si antes no temía al puto loco este era seguro que ahora sí
lo hacía gracias a ellos. Jodidos policías buenotes.
Tuve que relatarles a su vez todo lo ocurrido hasta ahora
intentando mantener el orden cronológico y haciendo hincapié en aquellos
detalles excesivamente extraños (dentro de lo
de por sí ya extraño) como el cuándo comenzó a hacerse más notorio, o lo
de las fotos… Aquello pareció interesarle a ambos dejando en claro que luego
hablarían con los chicos y preguntando de paso que tipo de relación tenía con
ellos, que hacía cuanto los conocía, que si eran de mi entera confianza, que si
sabía donde estaban ambos a las horas de lo ocurrido… En fin… preguntas muy de
policías si me preguntan -valga la redundancia.
En un momento en el cual yo me encontraba sentada y ya algo
cansada de tanta pregunta, el jefe Jaice se fue a hacerles ciertas preguntas a Edward
y a Jacob mientras que o quedaba con aquel inspector Stewson repasando algunas
respuestas otra vez.
Después de unos minutos con ellos vi como el jefe los dejó a
cargo de otros dos policías para venir nuevamente hacia mí.
―Disculpe señorita Swan, pero nosotros ya no tenemos nada que
hacer aquí hasta que los criminólogos puedan terminar de incautar todo y
finalicen las pesquitas correspondientes al hecho así que necesito que por
favor me acompañe para rendir declaración de hechos en acta y comenzar a
indagar en el caso como atañe en estos casos ―dijo ni bien llegó,
interrumpiendo casi groseramente al detective que no paraba de hablar y
preguntar.
Vi a los chicos venir hacia nosotros con los rostros tensos
así que solo me quedé mirándolos fijamente hasta tenerlos frente a mí.
― ¿Ustedes también deben ir? ―pregunté entonces para evitar
perder más tiempo innecesariamente. Ellos asintieron.
―Sí, tenemos que ir a dejar declarado todo lo sucedido hasta
el momento ―dijo Jake.
―Claro, no para dejar en claro que no somos los jodidos locos
sospechosos ¿verdad? ―bufó Ed.
¡¿Cómo?!
―Ya Ed. Ya te dije que no es así. Por Dios. Es su trabajo
hombre…
Edward tan solo resopló hacia él en respuesta. Parecía un
nene con un berrinche. Todo bonito con el ceño fruncido y los labios marcados
en un tierno y pronunciado puchero. Quería morder esos labios.
¡Concéntrate Bella! -me gritó una pequeña y muy molesta voz
dentro de mi loca cabeza.
―De acuerdo jefe Jaice. Nos veremos en breve en la comisaría
¿De acuerdo?
El susodicho asintió parcamente t se giró para ir a tomar sus
cosas seguido inmediatamente por su camarada. Suspiré.
― ¿Vamos? ―preguntó mirándolos preocupada.
¡Y no era para menos!
Por un momento, aunque fuera un breve instante, pude ver
como todo esto estaba afectándolos en realidad. A ellos. A lo que eran. A lo
que hacían. E incluso indirectamente a quienes querían… las fotos… las jodidas
fotos de sus familiares… por mi culpa. Sus vidas.
Desde que me habían conocido habían alterado todo cuanto
ellos eran… por mí… ¿Por qué? ¿Qué valía yo? ¿Cómo una persona que apenas
conocían hace unas cuantas semanas pede llegar a importarles tanto? ¿Cómo
podían arriesgarse tanto?
Allí estaba, metida una vez más en mis reflexiones, cuando
sentí la puerta cerrarse a mi lado. Me asusté no lo niego.
―Tranquila muñeca ―dijo Jake desde el asiento del conductor
mientras yo le sonreía mirándolo a través del espejo retrovisor.
Por primera vez me alegraba ir sentada atrás. Quería pensar…
bueno, al menos eso fue hasta que sentí a alguien a mi lado.
Alice.
Extrañamente ella solo me miró para luego emitir un pequeño
pero sonoro bufido mientras negaba enfáticamente con la cabeza. Tomó mi mano.
―No lo hagas cariño ―la miré sin entender y ella suspiró.―.
No te atormentes. Ellos te quieren por lo que tú en verdad eres Bella. Toda tú.
Sé que no lo querrás creer amiga, te conozco ―rezongó haciendo un leve puchero
marca Alice―, pero tú vales mucho… y ellos lo han notado, por eso te quieren
segura a su lado. Por eso siguen aquí, a tu lado, a pesar de todo. No los
alejes Bells, por favor, no lo hagas ―me susurró muy cerca del oído ya que
ambos hombres ya se encontraban sentados en los asientos delanteros y con el
coche en marcha―. Entiende que tú los necesitas tanto o más que ellos a ti. No te
alejes preciosa ―terminó diciendo mirándome con un cariño tal que casi me
desarma allí mismo.
Ella me miró de aquella forma que derretía hasta a las
jodidas piedras esbozando una sonrisa triste y comprensiva en su pequeño rostro
al mismo tiempo que con su mano acariciaba mi mejilla.
Tomé su mano y la mantuve apretada allí contra mí mirándola
fijamente.
―Te quiero mi enana ―susurré solo para ella.
―Lo sé ―articuló con los labios para luego sonreír al
formular un escueto pero importante ‘IDEM’.
No sé -y supongo que nunca lo haré-, como Alice me conocía
tanto. Como ella sabía lo que pasaba por mi cabeza -sea lo que fuera-, con tan
solo mirarme… pero me alegraba.
Como dije y recalco, ella era mi ancla.
Sin darme cuenta siquiera llegamos a la dichosa comisaría.
Ufff. Bien, podría decir que fue rápido, fácil y bla, ba,
bla… pero no lo fue. Básicamente fue una lenta y tortuosa agonía el estar allí.
Primero porque e hicieron recordar una y otra vez los
detalles más escabrosos de todo lo que me había ocurrido desde hacía ya casi un
año. Segundo porque todo allí me recordaba a gritos la esencia de lo que había
sido mi padre hasta su muerte… y me hizo extrañarlo y necesitarlo a mi lado
como nunca antes. Odiándome por dejarme ver tan débil y frágil en u momento en
el que debía ser fuerte e inteligente para que así pudiera ser capaz de ver y
hacer algo para encerrar finalmente al maldito loco hijo de puta que mostraba
cada vez más sus malditas ansias enfermizas de verme a tres metros bajo tierra
siendo un buen abono de helechos y una buena cena para gusanos.
IAAGG... Odio a los gusanos, y no es broma.
Como sea.
Pasaron unas cinco horas entre que nos interrogaron a todos
para luego olver a interrogarnos… y volver a hacerlo una vez más.
JODER, cualquiera diría que ya se sabían el cuento de
memoria y mi muy jodida vida si vamos al caso.
Pues no. Pero sabía que ellos solo estaban haciendo un
malditamente buen trabajo y, yo tenía un gran y profundo respeto por ello.
Finalmente, tras esas interminables horas nos dejaron ir, y
era evidente que todos y cada uno de nosotros estaba agotado física y mentalmente
así que ya en la puerta de la dichosa comisaría Alice se despidió con un muy
fuerte abrazo hacia mí para irse con el jodido detectivito que ya me debía un
par de explicaciones de las que se venía salvando -no por mucho- a no sé y no
me importa donde, mientras que yo me fui con los chicos a su casa.
Todo este puto día había sido de locos y lo que más quería
en aquellos momentos era poder estar a solas con ellos tirada tranquilamente
entre las sábanas.
Era algo tan jodidamente extraño el hecho de que yo ansiara refugiarme
en ellos, pero así era. Yo en verdad anhelaba estar entre sus brazos sintiendo
su reconfortante calor mientras ellos me calmaban con sus mimos y palabras.
Quería un poco de esa seguridad que me brindaban y que a mí tanto me faltaba.
El viaje fue bastante silencioso y, tan solo unas cuantas
preguntas y respuestas básicas como ‘¿Tienen
hambre?’ y ‘¿Qué quieren de comer?’
o ‘¿Mañana irán al trabajo?’
rompieron el silencio, pero, a la vez tan fáciles y concisas que con unos
escuetos ‘No. Pizza. Sí’ quedaron
contestadas y olvidadas.
El llegar a casa. Casa. Que palabra tan pequeña para definir
lo que en estos momentos me generaban esas escasas cuatro letras. Casa. En
verdad en este poco -escaso- tiempo en el que he estado aquí con ellos me ha
surgido algo verdaderamente fuerte respecto a este lugar. Este lugar eran
ellos, lisa y llanamente ellos… y lo amaba. Amaba la tranquilidad y seguridad
que me brindaba. Amaba el calor y calidez que me embargaba nada más poner un pie
dentro.
Lo sé, lo sé, me estaba ablandando de una manera ejemplar
pero, joder, ya mi vida había sido demasiado dura así solita como para además
juntar tanta energía en complicármela más yo misma. Seee, este fin de semana
puede que me haya abierto los ojos en más de un sentido ¡Además del que ya
saben! JA. Ya sabía que lo habían pensado también. Como sea…
Nada más entrar exhalé un gran pero GRAN respiro que en
realidad no sabía que había estado conteniendo. Y al segundo unas hermosas,
grandes y suaves manos se posaron en mis hombros apretando con la fuerza justa
para hacer que mis músculos totalmente tensos se relajasen en lugar de
endurecerse aun más. Sí, a ese grado de ‘confianza’
había llegado con ellos.
―Tranquila muñeca. Vamos ve a tomar un baño en lo que
llamamos por la cena ¿Quieres comer en el cuarto?
―Sí, por favor. Y no, iré a ducharme luego, ahora quiero
solo tirarme en algún lado por unos minutos. Me siento exhausta ¿Cómo están
ustedes?
―Sin problemas ―me dijo Jake.
Lo miré feo.
―Ok, ok, tenso hasta la madre por lo que vi y lo que se dijo
pero, ¿justo ahora? Estoy completamente tranquilo puesto que estamos los tres
aquí, solos y respirando lo más bien ―se encogió de hombros―. Llámame primitivo
o lo que quieras pero, mientras vea y sea consciente de eso estaré bien
―terminó diciendo mientras me guiñaba un ojo.
Edward se acercó justo entonces para abrazarme por la
cintura desde atrás plantándome un sonoro beso en el cuello. Justo donde el
pulso late fuerte… y aun más después de aquel pequeño pero para mí muy
significativo beso.
―Estamos bien bebé. Nos preocupas tú ¿Cómo has tomado todo
esto gatita? ―preguntó poniéndose serio mientras que Jake cerraba y trancaba la
puerta activando el código de la alarma que ni había notado que tenían ¡Es la
verdad!
Caminamos así abrazados hasta el sillón de la sala -amaba
ese sillón ¿ya lo dije? ¿No? Bueno, LO AMO-… y nos dejamos caer así como
estábamos en él. Me acomodé para quedar de lado en su regazo y así poder ver de
frente a Jake que se había sentado a nuestro lado, lo que él aprovechó para
tomar mis piernas y comenzar a masajearlas. Mmm… Que rico se sentía eso.
Hablamos de todo lo que había sucedido hoy. De las preguntas
que le habían hecho a ellos y a mí, de lo que habían hablado con Withlock
mientras que yo hablaba con Jaice y el otro, de qué pensaba respecto a los
policías… e incluso de como me sentí ‘rara’
-por decirlo suave- con respecto a lo de haber estado en un lugar muy similar
por el que mi padre había terminado por dar su vida. Joder ¡A estos chicos no
se les pasaba nada!
Pero, no pude decirles nada sarcástico ni doliente, lo tomé
bien viniendo de ellos -y eso ya era una muy clara señal de que algo andaba
funcionando demasiado bien allí-. Incluso podría decir que les agradecí por
haberlo notado y hacerme hablar de ello puesto que, lo admito, era algo que
tenía atravesado en el medio de la garganta nomás desde que entré allí. Nos
relajamos unos contra otros. El contacto era lo mejor entre nosotros al
parecer.
Comimos en un moderado silencio allí mismo ya que ninguno
tuvo ganas ni fuerzas como para ir en esos momentos hasta arriba en la recámara
y una vez listos Jake me tomó sobre su espalda haciendo que me abrazase muy
fuerte a su cuello cuando comenzó a correr hacia las jodidas escaleras. De
verdad, a veces lo hombres parecían niños chiquitos ¡Casi me infarto cuando vi
que no me dejó al comienzo de la escalera! Aunque, bueno, luego me reí como
loca cuando a media escalera la velocidad y fuerza descendió considerablemente
hasta el punto de que casi llegó arrastrándose arriba. Lo juro, hacía rato no
reía tanto y tan fuerte.
Edward me tomó por la cintura y me cargó en brazos como un
bebé desde el piso donde me hallaba aún sobre mi Jake y luego me llevó a la
recámara, ambos riendo como locos viendo como Jake quedaba allí tirado en el
piso resoplando como loco por falta de aire.
―Vaya. Gracias por su ayuda ―gruñó cuando llegó a la pieza
unos cuantos minutos después mientras nosotros estábamos abrazados sobre las
colchas.
―Hey, no te quejes ¿Quién te manda a comerte ocho porciones
y luego salir corriendo por las escaleras con Bella arriba? ―contestó Ed
intentando -y fallando miserablemente-, ocultar la risa.
Jake bufó y se tiró de una sobre ambos.
Mi espalda estaba cómodamente recostada sobre el pecho de Edward
y Jake había quedado abrazado a mi cintura con la cara en mi regazo a todo lo
largo de la enorme y cómoda cama. Esto era algo que hacía que ciertas cosas
extrañas se removieran dentro de mí. Cosas que no quería mirar mucho por el
momento.
―Mmm… estoy demasiado cómoda como para querer moverme chicos
―dije con voz soñolienta.
―Mmjjh ―murmuraron ambos. Al parecer más dormidos que yo
incluso.
―Sip, mañana… ducha, mañana… trabajo…
Y caí.
La inconsciencia me arrastró librándome un escaso momento
para que mi mente descanse divagando en los confines absurdos de mi propio
subconsciente.
***
Les presento al jefe Jaice ;) a que está bonito el chico xD
wow, nah no me gusta el jefe jaice ¿que clase de nombre es? jajajaj... me encanto :D espero el cap 33
ResponderEliminarun largo GRRRRRRRRR ... por el jefe Jaice y su maldita sonrisa "moja-bragas" ... (( cruzando los dedos para que sea prepotente, un tanto orgulloso y un tanto dominante... nada de ternuritas sin sentido por aquí!! jajaja ops ^^))
ResponderEliminar...hummm Sr. Jaice, parece que no le agrado mucho a nuestro sr. Cullen ... así que pase mas seguido por estos lares, ((necesita estar un poco cerca de Bella por el caso, no??)) quiero ver a Edward celosillo!!! jajaja
en fin, GRACIAS TOTALESS!!!!
Hola me encanto el jefe Jaice pero Edward sigue siendo mi preferido espero que las investigaciones les den muy buenas pistas sobre ese maldito acosador que no los deja en paz ya se esta pasando con todo lo que les esta haciendo en espera del siguiente capi
ResponderEliminarsaludos y abrazos desde México
Me intriga mucho quién demonios es el acosador que la tiene así, ufff que horror!!!
ResponderEliminarOyeeee ¿de dónde sacaste a Jaice?... jajajaja, no está nada, pero nada mal, aunque no llegue ni a la suela de los zapatos de mi Edward, pero bueno, para un apaño serviría jajajaja...
Muy interesante y en un momento creo que crucial...
Besotes